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~Capítulo 13~

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—¿No dirás nada más que mi nombre?

Del otro lado solo pudo oír como su padre soltaba un prolongado suspiro, para luego escuchar como cerraba la laptop de forma violenta.

—Son las cuatro de la madrugada. No es una hora muy prudente para llamar, Francis-espetó.

—Como lo siento, señor Ditella—respondió con ironía en cada una de sus palabras—. Lo hubiera hecho más temprano de no ser porque estuve analizando los pro y los contra antes de hacerlo.

—¿Tienes miedo de hablar con tu propio padre?—preguntó.

—No. Más bien el que debería de temer, eres tu. Ya que...¿Por qué fue que me enviaste al seminario?—pregunto mientras se incorporaba en la cama y la blanca sábana dejaba al descubierto su pecho desnudo—. Claro, fue por y cito tus propias palabras:«La reputación de la familia»

—¿A qué se debe esto? -atacó con tono frío—¿Me estás reprochando tus estúpidas acciones de adolescente?

—No, y no me arrepiento de nada de lo que hice en el pasado. Lo único que te reprochó es que no me ayudaste lo suficiente...

Y ahí estaba de nuevo el silencio que los martirizaba. Ese silencio prolongado que poco a poco se transformaba en nerviosismo y en un momento de total desagrado para ambos hombres. La relación entre Lucas y Francis Ditella, se había quebrado en totalidad cuando se había decidido el futuro de Francis, aun sin tomar en cuenta su opinión. Y es que para el señor Ditella, había sido la mejor y única opción que tenía para proteger el nombre de la familia y sus intereses económicos.

—¿Acaso querías que me arriesgara a que sospecharan de ti? ¿De verdad hubieses preferido vivir en la clandestinidad?

—Lo único que estoy tratando de decir, es que había otras opciones...

—Para poder seguir actuando bajo tus instintos ¿no? —lo interrumpió su padre de forma mordaz —. No seas estúpido. La familia no merece ser apuntada con el dedo por tu culpa.

—Cuidado con lo que dice señor Ditella. Podría actuar bajo mis instintos en su contra... —espetó con un dejo de alegría, escuchando la respiración nerviosa del mayor —¿Acaso le temes a tu propia creación?

Por algunos segundos nada se escuchó desde el otro lado de la línea, salvo la respiración un poco nerviosa del señor Ditella.

—¿A qué se debe tu llamado, Francis? Aun no me lo dices. —preguntó.

—Si que estás temeroso, padre—respondió en tono de burla—No te preocupes, no llamaba para amenazar ni nada. Solo necesito que me expliques: ¿En qué mierda estabas pensando cuando decidiste no informarme sobre el caso de Alessia?

—Así que era eso...—se escuchó como una copa chocaba junto a algo. Francis dedujo que estaba bebiendo de su bourbon favorito—Supiste que el caso de Alessia cambió de suicidio a homicidio—Bebió un sorbo y prosiguió—Una vez más, solucioné tus problemas...

—No es solo mío...

—¡Por favor! —exclamó con ironía—Aquí el único que no sabe hacer las cosas como es debido, eres tú Francis.

A esas alturas Francis comenzaba a sentir la rabia subir por su rostro. Sensaciones de querer dañar a quién llamaba padre, y poder disfrutar de ello. Pero se contubo, cómo lo llevaba haciendo todos esos años, hasta hace no mucho tiempo atrás.

—Viajaré a Viterbo, estás avisado.

—Sabes que no....

Pero Francis no siguió oyendo y solo cortó la llamada, la conversación con su padre lo había dejado aún más exaltado. Nunca podrían solucionar los problemas, eso estaba claro para ambos hombres; pero el sacerdote sabía cuándo tragarse su orgullo y volver al lugar en donde todo había sucedido.

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Al día siguiente, Francis comunico su decisión a su superior; no había sido fácil convencer a que accedieran a su permiso, mas aun cuando recién comenzaba en su nuevo cargo como Capellán de la guardia suiza. Sin mencionar que Svein no estaba de acuerdo con la decisión que había tomado, pero ¿Qué importaba? Solo le había comunicado del viaje, tampoco es que estuviera esperando su aprobación para hacerlo.

¿Es que acaso nadie entendía que debía de hacerlo? Las cosas se estaban tornando muy complicadas y no solo para él, sino que también a todos quienes lo rodeaban; por que seamos claros, si él caía muchos más lo harían a su lado.

Francis pasó una de sus manos por su cabello y se recostó en el asiento del avión, perdiendo su mirada en las blancas nubes del cielo mientras intentaba tranquilizarse. A pesar de todo, cada minuto que pasaba en ese avión los nervios aumentaban. Sus manos comenzaron a sudar y su pulso a incrementar. Buscó su lista de reproducción en su teléfono y puso sus audífonos en sus oídos, a la vez que cerraba los ojos buscando disipar esa sensación de incomodidad y nerviosismo. Pero todo fue en vano, la pieza que sonaba, le traía aun más recuerdos de ese pasado del cual intentaba escapar. Spring Waltz se estaba volviendo una especie de...Juez en su vida, como si con los recuerdos le estuviera reprochando sus acciones. A pesar de ello, Francis no sentía culpa ni remordimiento; tan solo sentía miedo de ser atrapado.

El viaje se le hizo eterno, a pesar de que el trayecto no era tan largo. Al sentir el aviso que su vuelo iba aterrizar, abrocho el cinturón de seguridad y permaneció inmóvil en su lugar no queriendo observar el exterior. Al sentir que el avión se detenía, desabrocho el cinturón de seguridad y se levantó de su lugar, para luego tomar su equipaje de mano, bolso y bajar.

Caminó de forma apresurada por el aeropuerto de la ciudad hasta la salida. Ni siquiera se detuvo a observar a las personas que esperaban a los recién llegados, tenía claro que nadie iría por él y tampoco esperaba que lo hicieran. Al llegar al exterior, divisó un taxi disponible y lo tomó sin mayor preámbulo. El chofer al divisarlo, se acercó a él y lo ayudó con el poco equipaje que traía para luego ambos hombres subir al automóvil.

—Buenas tardes, ¿Dónde desea ir?

—Antes de mi destino, ¿podríamos hacer una pequeña parada en el cementerio, por favor?

El chofer lo observó por el espejo retrovisor y asintió. Sin decir mas, el automóvil comenzó su marcha y Francis observaba la ciudad de Viterbo después de quince años de haberla dejado.

El casco histórico de la ciudad seguía igual de cuidado, algunos turistas tomaban fotografías y otros, contemplaban sin mas lo que Viterbo les ofrecía. Pero él, solo arrugó el ceño y soltó un largo suspiro, mientras que varias imágenes de cuando era un joven con muchos sueños por cumplir, volvían a su mente.

Al llegar al cementerio bajo del taxi, al momento en el que el chofer de este detenía el motor para esperar a su pasajero. Francis caminó por las calles repletas de adoquines, dándole esa sensación tan familiar de estar caminando en una ciudad detenida en el tiempo.

Antes de entrar al cementerio, se acercó a una florería en donde los aromas mezclados de las distintas flores, inundaron su olfato. Diviso de forma rápida los arreglos florales, pero una rosa llamo su atención. Era roja con algunos tonos mas oscuros en el borde, se acercó a ella, la tomó y pagó.

Nunca imaginó que volvería a ese lugar que había dejado atrás hace dieciséis años...Ese mismo lugar en donde comenzaría su nueva vida una que no nunca había deseado pero que no tuvo mayor opción. Con aquellos recuerdos, sentía sus pasos cada vez mas pesados, como sus piernas no quisieran seguir obedeciéndole. Pero a pesar de ello, siguió su camino buscando el lugar exacto. A pesar de los años, recordaba muy bien en donde se encontraba.

Y como si Dios hubiera escuchado sus pensamientos, se detuvo frente a una lapida muy bien cuidada, la cual contaba con algunas flores aun frescas. Con esos detalles, arrugó el ceño para luego observar en ambas direcciones el cementerio y volver su atención a la lapida, la cual rezaba:

Alessia Rossi

Tu recuerdo perdurará por siempre.

*15 de Agosto de 1988

+ 23 de noviembre de 2006

Mantuvo su mirada en cada palabra, las cuales poco a poco comenzaban a traerle recuerdos de ese día en donde todo cambió: El cielo nublado y la brisa helada inundaban el lugar, solo podía oír el movimiento de la copa de los árboles, aunque su completa atención se encontraba en el arma que tenía entre sus manos y su objetivo a varios metros de él...Hasta que el sonido del disparo no se hizo esperar...

La mente de Francis volvió al presente, soltó un prolongado suspiro y dejó caer la rosa que aun sostenía. Su mirada permaneció en la lapida de quien en algún momento fue la chica "perfecta".

—Sé que en algún momento dije que no volvería, pero tu fantasma sigue deambulando en mi vida, Alessia. -habló con voz profunda —Sí tan solo hubieras hecho lo que te dije... -rió y desvió su mirada por un momento —¿Sabes algo? —observó la lapida — Creo que todo lo que esta sucediendo, fue por mi inexperiencia...Tu fuiste la primera -agregó con una sonrisa —. Si, hubo una segunda, pero esta vez, fui cuidadoso.

Francis arrugó el ceño y apretó la mandíbula, reprimiendo las lágrimas y el enfado. Se puso en cuclillas y con ambas manos tomó su cabeza, jalando alguno mechones, observando sus pies por varios segundos, para luego volver a levantar la mirada y posarla en el nombre.

—Me condenaste a esta vida, Alessia. Si ese fue tu castigo, lo acepto. Pero déjame vivirlo a mi modo.—expresó reprimiendo las lágrimas.

Se puso de pie y observó la lápida por última vez, para luego caminar hasta la salida del cementerio de Viterbo. Si había vuelto a la ciudad, debía de hacer esa parada. Necesitaba hacerle saber a ese fantasma que necesitaba vivir tranquilo, que lo ocurrido hace dieciséis años atrás, ya estaba hecho y nada podía remediarlo. Las cosas debían seguir como lo habían hecho hasta ahora. ¿Para que abrir viejas heridas? Lo único que provocarían sería un desastre.

Al llegar a la salida, se subió al taxi que lo estaba esperando y le indico al chófer la dirección del que alguna vez fue su hogar también. Y es que desde que había dejado ese lugar, él mismo se había prometido crear el suyo propio, el cual lo tuvo por nueve años, Palermo.

Siguió observando por la ventana del taxi, su antiguo colegio seguía a como lo recordaba, algunas tiendas seguían igual que siempre. En general Viterbo no había cambiado con el tiempo, no como lo había hecho él.

—Llegamos señor—anunció el chófer observando por el espejo retrovisor a Francis, quien dio un pequeño respingo y asintió.

—Claro. —sacó su billetera del bolsillo de su pantalón y sacó algunos billetes-Quédese con el cambio.

El chofer bajó de del taxi y bajó la maleta, dejándola a un costado, a la vez que Francis bajaba junto a su mochila. El automóvil partió y el sacerdote se mantuvo observando el lugar al que alguna vez llamó hogar.

El lugar seguía igual de tranquilo que antaño, y es que vivir alejado de la urbanización y a los pies de un cerro, era lo mejor. Por donde observará los mismos árboles de antaño le daban la bienvenida junto a algunos arbustos que se encontraban a ambos costados de las grandes rejas negras. Desde su sitio podía observar el hogar de su familia: la clásica fachada de antaño blanca, como dos faroles en ambas columnas de la entrada y sobre esta, un gran balcón imponente, el cual Francis recordaba, era de la oficina de su padre.

Suspiró, buscó las llaves en su chaqueta y abrió la reja de entrada. Caminó por el extenso camino, sintiendo como el viento lo despeinada de forma leve, mientras que el sonido de música muy alta, inundaba sus oídos. Con cada paso que daba, el sonido amortiguado por las paredes y la distancia, se hacía cada vez más fuerte, ,y con ello, Francis arrugó el ceño recordando que los únicos momentos en que había realizado una fiesta de ese tipo, era cuando sus padres debían de viajar y llevaban a su -en ese entonces- pequeño hermano.

La música electrónica se oía cada vez más fuertes, al igual que las risas y algunos gritos de varias personas. Francis mantuvo una mirada altanera, observando toda la extensión de ese lugar. Al llegar a la entrada principal, la puerta se encontraba abierta y observó cómo la sala principal y prácticamente toda la casa, estaba llena de jóvenes de no más de veintiséis años, la edad de su hermano. Con cada paso que daba algunos curiosos lo observaron con algo de temor y otros con indiferencia, pero él no le importaba, buscaba a algún integrante de su familia. Junto con la búsqueda, la música cambió y comenzó a sonar Farfalle de Sangiovanni. En ese momento, algunos de los presentes comenzaron a bailar, para luego oír como un pequeño grupo comenzaba a cantar las primera estrofa, entre ellos se encontraba su hermano. Francis dejó su maleta a un costado y su bolso al otro. Puso ambas manos en los bolsillos de su pantalón, con una sonrisa sarcástica, en el preciso momento en que el menor de los Ditella, giraba y quedaba frente a él.

Todo sucedió muy lento para ambos hombres: Francis mantuvo su sonrisa y mirada altanera, mientras que su hermano lo observaba como si hubiera visto un fantasma de alguien que creía haber olvidado. La tensión entre ambos se hizo notar para los amigos más cercanos del menor, pero otros ni siquiera se preocupaban de lo que estaba sucediendo en ese momento.

—Francis...—musitó el menor de los Ditella con semblante pálido, mientras que la música seguía sonando.

A pesar de ser hermanos, de haberse criado de la misma forma, eran muy distintos entre sí. Francis lo consideraba una persona no grata en su vida, un ladrón de oportunidades y de sueños; una persona que nunca ha tenido aspiraciones propias, más que robar la de otras personas. Era ese tipo de hijos que son moldeables según lo que sus padres quieren conseguir con ellos.

Pero físicamente eran muy parecidos, cabello castaño oscuro, pálidos y hasta usaban el mismo estilo de barba.

—Hola enano—respondió manteniendo su mirada fría en quien consideraba su eterno rival.

Los ojos verdes con tonalidad oscura del menor, siguieron observándolo con miedo y Francis se deleitaba con ello. Desde que había nacido su hermano y este comenzó a familiarizarse con las emociones, le había temido. Cualquier otro hermano mayor, hubiera buscado la forma para que no sintiera esa emoción hacia su persona, pero Francis no era como los demás, él era distinto.














Nota de Autora:
Hola lectores... Si, también aparecí por esta historia. A pesar de todo, extrañé un poco a Francis.
El capítulo no tiene 3000 palabras, pero quedó como lo tenía planificado desde un principio, si seguía escribiendo, hubiese sido puro relleno y, la historia no está para eso jajaja.

¿Que les pareció este regreso a Viterbo? ¿Se esperaban todo esto? Me encantaría leer sus impresiones y por su puesto, sus teorías...

Si llegaste hasta aquí, gracias por esperar está actualización y seguir junto a Francis.

Caro.

PD. En multimedia deje la canción Farfalle que se menciona en el capítulo, por si gustan oírla.

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