
El encanto de cenicienta a la media noche
Al principio de concierto, tenía mis dudas en cuanto a dejar que alex estuviera junto a ellos, pero creo que solo estaba nervioso y eso que no era yo quien estaba frente a todo ese público.... hey, aquí gael, trayendo un poco de lo que está pasando frente a mí. Alex parece estar feliz, pero parece ser que no soy el único, cuya mirada está más centrada en alex, ya que veo a cierto pelirrojo no paraba de verlo y.... suena un poco extraño diciéndolo de este modo, pero, ciertamente, no me agradada y bueno.... ya entenderán después por qué.
Capítulo 2
Muchas eran las que querían que alex se quedara con ellas, pero tuvo que decir que no, ya que su turno había terminado y tenía que irse.
-oye chico-llamo kaoru-¿enserio no te quieres quedar?
-eh... no muchas gracias-alejándose poco a poco-mi turno termino y tengo que ir a mi casa-dijo un poco nervioso mientras caminaba hacia la barra.
Estaba por irse lo más rápido, pero una voz lo llamo, al mirar hacia quien lo llamaba grande fue su sorpresa a ver quién era.
-nada mal niño-dijo mientras posaba su mano sobre el hombro derecho del castaño-solo no te emociones-todo rastro de alegría, se había ido mucho al carajo-tuviste mucha suerte-hiso una pequeña pausa y caminaba hacia el otro lado del local.
-no le hagas caso-dijo ryoga mientras le revolvía más el cabello.
-él siempre es así de "amigable"-dijo mientras hacía comillas con los dedos.
-no-dijo kaoru-a veces es peor-dijo mientras soltaba una pequeña risa, causando que los otros dos rieran por su comentario.
Los tres se despedían mientras que, desde lo alto de un balcón, cierto pelirrojo veía aquella escena con algo de desdén, por lo que solo se limitó a tomar asiento y dejar que la noche siguiera su curso.
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El viento frío, un buen cigarro y lo que uno más necesitaba en ese momento, un poco de paz y tranquilidad, yagami reflexionaba sobre todo aquello que lo molestaba desde el día que había llegado a este mundo. Aquella sangre maldita que lo había estado asediando desde hace años, por fin había sido eliminada, aquella maldición causante de la extinción de más de la mitad de su familia y por fin había desaparecido por completo.
Fueron años y años de sufrimiento, de vivir con un miedo terrible de que aquella sangre maldita acabase con el de la peor manera y ahora que ya no la tenía, por primera vez en su vida, no tenía ni idea de que hacer de ahora en adelante, tantos años de entrenamiento, las horas en las que permanecía enclaustrado en el dojo de su familia.... las vidas que se habían perdido a lo largo de los años, ahora solo eran recuerdos lejanos de lo que alguna vez tuvo que vivir durante los primeros años de lo ahora seria, una vida larga.
Aquella obsesión de matar al heredero del clan del sol, se había convertido en parte de su vida y que ahora.... ni siquiera tenía tanto sentido ahora, irónicamente, haba sido él quien lo ayudo a eliminar a los heraldos de orochi y a quien fuera responsable de toda esta maldición. De solo recordar cuando tan solo tenía nueve años, cuando sufrió lo que había sido el disturbio de sangre, la perdida de toda conciencia y el control de su propio cuerpo y la liberación de un gran poder totalmente fuera de control.
La pérdida de su madre lo había cambiado por completo y con tan solo tres años de vida, su padre lo obligaba a entrenar desde el amanecer hasta el anochecer, las horas dentro del dojo entrenando, eran cada vez más pesadas y era alguien cuya vida eran solo retazos de negrura y sin tiempo para disfrutar de aquel regalo que se le había otorgado... una segunda oportunidad para vivir.
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Fuera del local, había una chica esperando al otro lado de la puerta de servicio. La noche en si ya era algo fresca y lo que era peor, aquella chica no traía puesto un suéter ligero que casi no la protegía del frió de la noche.
- ¿Por qué tarda tanto? -aquella chica se impacientaba, su único entretenimiento será escuchar música con su celular. Mariana, era el nombre de aquella joven, su cabello era color negro y sus mejillas eran adornadas por pequeñas pecas y sus ojos eran de color avellana.
Estando ya unos minutos de espera, no tardo en jugar un poco la lampara de su teléfono y enfocarla a lo que fuera.
Poco le había durado el gusto de jugar con la lampara, porque escucho el tono de su teléfono- ¿eh? -era un mensaje de texto- (no te vayas a ir, ya casi termino 😗😗) pues que tanto está haciendo ese hombre-dijo un tanto enojada, pero poco le duro, porque se escuchó un ruido fuerte en uno de los tantos botes de basura que había cerca de ella.
Por curiosidad se había acercado de donde había venido el ruido y grande fue la sorpresa que se llevaría, pues del bote de basura, había salido un gato de color gris; un gran susto se había llevado mariana, pero poco le importo, pues quería ver que el gato cruzara la calle con bien.
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En otro punto, yagami estaba fuera del balcón, alejarse un poco de aquellos que eran sus "compañeros de trabajo" era mejor, tenía muchas cosas en que pensar ahora y lo que menos quería, era que lo molestaran, por suerte, al menos para él, podría ir al departamento que tiene en la ciudad y según Ryuzaki (que era su representante) no tendrían otro concierto hasta dentro de dos meses, por lo que quiso darse el lujo de ir a su departamento descansar.
Un ruido logro que reaccionara, pues a pocas calles se lograba ver un carro que venía a gran velocidad, poco le importaba si el sujeto que lo conducía chocaba contra cualquier poster, pero grande fue su sorpresa al ver que había una chica en medio de la calle y de rodillas, ignorando el carro que estaba a nada de llegar.
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- ¡oye! -mariana trataba de llamar al gato, pero vio que este se alejaba y se recostaba en medio de la calle- ¡¿estas loquito o qué?!-tomándolo en brazos-ven.... tengo un poco de comida en mi mochila, te la daré si vienes conmigo-mariana no lo sabía, pero a pocos metros de donde estaba ella, un auto se acerca a toda velocidad.
De un momento a otro, yagami había saltado de lo más alto del balcón y corría a donde estaba la chica y de un movimiento rápido, logro apartarla de donde estaba, con el pelirrojo sobre ella, mientras que mariana sostenía al gato contra su pecho.
- ¡chiquilla tonta! ¡¿acaso estas loca?!-sus palabras, lejos de hacerla sentir mal, la habían hecho reaccionar y más al ver que estaban sobre la banqueta y con un sujeto hombre que apenas conocía y sobre ella.
A ver la posición en la que estaban, yagami decide levantarse y sacudir un poco su ropa, pero al verla un poco ya más calmado, noto que esta tenía la rodilla izquierda un poco raspada; asustada por lo que había pasado y un poco temblorosa por el frió, mariana decide levantarse también del suelo, pero por la herida en la rodilla no logra mantener el equilibrio y casi caer al suelo, de no ser por cierto pelirrojo que la sostiene y la ayuda a levantarse.
-g....gracias-un ligero sonrojo traicionero adornaba sus mejillas y una voz tan suave, al verla de cerca y con una mejor iluminación, pudo notar mejor sus delicadas facciones, esos ojos color avellana y cono su rostro era adornado por unas pocas pecas.
Mariana tampoco poda dejar de verlo, aquel hombre era de lo más apuesto, lo que daría por seguir contemplando aquellos ojos como dos grandes rubíes, era alguien con un aura tan misteriosa.
Poco había durado el momento, ya que se escuchó como alguien haba azotado una puerta.
- ¡mariana! - la voz era de gael, justo cuando quería que te quedarse otro rato más en el local, tuviste que venir.... ¡¿ahora?!
Ups.... creo que no le gustó nada de lo que está viendo por qué dejo de correr como loco hacia mí y.... no lo culpo, me vio a mí, a este, apuesto y desconocido chico abrazándome y.... con una rodilla lastimada.... meh supongo que aquí es donde viene la escena del reclamo.
- ¡marianita! - ¡hijo de la...! ¡Y tuviste que decir mi nombre en diminutivo! -perdón si me tarde-camino hacia nosotros mientras que este chico guapo me dejaba de abrazar y me dejaba al cuidado de este baboso.
-sí, si... estoy bien-trataba de sonar lo más convincente, solo espero que no haya visto al gato porque...
Un gran y escandaloso estornudo, fue lo que se escuchó-m.... Marie, no me digas que-y si, otro estornudo.
- ¿si te digo no te enojas?
-niña, me voy a enojar más si no me dices
-es que.... vi aun gato salir de uno de los botes de basura y...
-y quisiste ayudarlo-me veía muy infantil asintiendo con la cabeza mientras miraba hacia el otro lado-marie ya habíamos hablado de esto-oh no, aquí viene-no puedes estarte llevando a cualquier gato que encuentres en la calle
-ya sé, pero...-nuestra plática hubiera seguido, de no ser porque había alguien más además de nosotros dos.
- ¡mira pero que distraído soy! -dijo gael con su sonrisa boba-te agradezco que ayudaras-mientras me abrazaba.
-solo dile a tu noviecita que no vuelva a hacer este tipo de idioteces
- ¿Qué?... ¡ah ya! no, ella no es mi novia-revolviendo mi cabello-es la hermana de mi mejor amigo, vino aquí con sus amigas y como no quiere regresar a su casa sola, me ofrecí a llevarla-gael había extendido su mano derecha-y gracias otra vez.... no sabes cuánto te agradezco que la ayudaras
Solo un apretón de manos vasto para que aquel pequeño encuentro terminara, el reloj marcaba ya las 12:08 am, yagami había decidido entrar al club otra vez, pues había dejado su instrumento y no confiaba en que los dos idiotas que tenía por compañeros de trabajo lo cuidasen.
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Estando ya frente a un edificio departamental, una motocicleta se estacionaba y de ella bajaron tanto mariana como gael.
-ugh pero que noche-dijo marie, mientras entraba en el departamento-yo no sé ¿cómo le hacen ustedes para no ahogarse entre tanto olor a cigarro y a alcohol? -pregunto marie.
-pues... acostúmbrate-dijo mientras le entregaba su mochila-si es que quieres seguir trabajando con nosotros, marie o.... debería llamarte-dijo mientras se recargaba en el marco de la puerta y tomaba la perilla de la puerta-¿alex?-dijo mientras cerraba la puerta tras de sí y se marchaba del lugar y dejarla asolas.
Mariana se había quedado parada frente a la puerta, miro el reloj que había en la mesita frente al sillón y observo que eran ya las 12:45 am y prefirió irse ya a dormir.
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Estando ya en cama, mire por última vez un retrato familiar y apague la luz. Mi ventana estaba algo entreabierta, algo que no me molestaba y más si el departamento en donde vivo, está en el quinto piso por lo que apenas y escuchaba a los pocos carros que pasaban por la calle.
Mi último recuerdo de esa noche, era el tener aquella plumilla color negra y con el grabado de una media luna en el centro, la misma que sostenía ahora y que la tenía contra mi pecho, si mi vida terminaba ahora, quisiera que ese fuese mi último recuerdo y que me dejara en un mar de fantasía; un último vistazo a aquella plumilla y mi sueño sería tan profundo y tan hermoso, al solo recordar su rostro y cada una de sus facciones para poder soñar de lo más a gusto.
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