Apaga las Velas
En algún lugar del mundo, 23 de Septiembre 2023.
Querido cumpleañero:
Sé que te la pasas diciendo que odias este día y que los cumpleaños en realidad no deberían festejarse pero, como nadie parece haber creado el modo correcto de conmemorar este día, voy a seguir haciéndolo de la forma tradicional.
Esa en la que las personas te felicitan por haber nacido cuando en realidad todo el labor vino de la madre, doctor y parteras que estuvieron presentes.
Ese en donde recorren la galería en busca de fotos compartidas con el fin de ponerlas en sus historias de WhatsApp, postearlas en Instagram y dedicar frases más gastadas que la suela de un atleta. Palabras vacías que se esfuman al día siguiente como si las guardaran en un congelador para reutilizar en el siguiente cumpleaños.
Tal vez si se dejaran de usar el mundo no se vería tan contaminado de falsedad.
Pero todavía nos quedarían los posteos en redes. Redes sociales, no las que están en las esquinas de las casas ni en los rincones de los depósitos, hablo de las que capturan atención y tiempo en lugar de mosquitos y polillas. Aquellas en donde, en lugar de una araña con seis ojos puestos en su presa, hay miles buscando estar en los ojos del mundo.
Pero no voy a divagar por esos mares porque no me interesa en qué pierdan el tiempo las personas.
Quería decirte que descubrí realmente por qué odias los cumpleaños y aun así cada año lo celebras. No es por los posteos de gente enmascarada de falsedades lo que te molesta. Tampoco el hecho de envejecer.
Sé que tu cumpleaños es el día que más odias por los intrusos que se colan en la fiesta. Lo que has hecho y aquello que has dejado de hacer son los primeros en llegar. Los arrepentimientos sobre lo que no hiciste también tocan a tu puerta sin traer ni siquiera un miserable obsequio. Y las dudas sobre si algún día podrás hacer lo que te apasiona murmuran al fondo del salón.
Los sueños rotos son los que aparecen para devorar todo y dejarte vacía. Y la decepción es el alma de la fiesta.
Te quedas frente al pastel, con las llamas de las velas burlándose de ti apostando cuál deseo será el próximo en romperse, y si durará más que los anteriores.
Cuando llega el momento todos voltean con sonrisas pintadas y ojos expectantes. Solo hace falta que uno comience a cantar para que todos los demás se pongan en sintonía como si de una histeria colectiva se tratara. No queda más que esperar a que acabe. Pero esa es la tortura más grande ¿Cuándo se termina?
A pesar de que lo odias, descubrí que encuentras satisfacción en un instante, y es por eso que eres incapaz de pasar un año sin celebrarlo.
Cuando las voces están entonando la última estrofa te agachas frente a las velas y cierras los ojos. Ese es el único momento de calma, en donde por un instante todo desaparece mientras los pulmones se llenan de aire.
El deseo se abre paso en la mente y acalla las voces.
Te das cuenta que no todo está tan mal, que todavía hay cosas por delante y que solo queda apagar las inseguridades con un suspiro.
Ese soplo de esperanza es el que lo cambia todo. Como el último aliento de vida de la persona que fuiste durante un año. Diez. Quince. Veintidos.
Todo lo demás deja de importar cuando las velas se apagan, como si también se apagara algo dentro de ti, algo que te acerca más a la página final.
Después de todo, el cumpleaños es la celebración que más me gusta porque las personas se acercan más a mí.
Y soy una experta apagando velas.
No me temas, aún no iré por ti, pero no te confíes.
Apaga tus velitas, porque puede que este año me toque a mí apagar las tuyas.
Con amor y dulces deseos de encontrarnos.
La Muerte.
Pd: en tu funeral no estarás presente, así que básicamente un cumpleaños es como un funeral sin difunto.
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Nota de Autor.
El reto consiste en escribir una carta con un giro al final.
-Dalila Garramuño.
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