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XVII- La debilidad.

Cuando Vi dejó de llorar, habían pasado apenas cinco minutos desde que había traído a Cait, el vago recuerdo de haber dejado a tres trasladados casi inconscientes en el borde del abismo llegó a ella y sabía que no podía dejarlo así. Miró a Cait dormida plácidamente antes de tomar su decisión, salió velozmente del apartamento y corrió por los pasillos para llegar al Abismo. Decir que estaba sorprendida sería mentira, cuando llegó solo Viktor seguía tirado allí, murmurando incoherencias entre el dolor y el estupor, sangre corriendo por su rostro y una clara fractura en la pierna que tardaría mucho en sanar. Sería un sin facción.

Vi decidió ignorar la punzada placentera que eso envió por su cuerpo, usando su fuerza para cargar a Viktor y llevarlo a la enfermería, sintiendo el peso liviano del chico, pese a su estado incapacitado. La enfermera no hizo preguntas incómodas, Vi no dio explicaciones; era una de las cosas qué más le gustaban de la chica, jamás había pedido nada a cambio de sus servicios, ni siquiera esos meses en que salieron, por decirlo de alguna forma.

Después de dejar a Viktor desvariando en la enfermería, corrió de regreso a su apartamento, encontrando a Cait todavía dormida. Se quitó la chaqueta y las botas, entrando en el baño y desnudándose totalmente, abriendo el grifo de la ducha para que el agua fría calmara todas las emociones que fluían por su cuerpo descontroladas. Su mente se desconectó totalmente, su único pensamiento era bañarse, lo demás quedaría para luego.

                            ♠️

Su cabeza martillaba fuertemente, abrió los ojos lento y lo primero que encontró fue la frase “Teme solo a ti mismo” escrita en letras deformes con tinta negra en la pared frente a ella. Cait miró en derredor, encontrando una habitación meticulosamente ordenada, como si todo en esta estuviera acomodado para hacer más espacio, abrir un lugar para entrenar cuando no querías que nadie más te viera; lo siguiente que percibió fue el sonido del agua corriendo, no era el agua del Abismo, sino de una ducha. Miró hacia la puerta frente suyo, estaba cerrada, pero el sonido indicaba que era el baño.

Cait no supo cuánto tiempo precisamente estuvo mirando hacia la madera oscura de la puerta, pero cuando esta se abrió abruptamente, mostrando la imagen de Vi con una toalla cayendo descuidada por su cabeza, su mano moviéndola para secarle el cabello, gotas resbalando por su cuerpo, los pantalones grises que colgaban de sus caderas, dejando ver parte del bóxer negro que estaba usando, junto con su abdomen definido expuesto y su otra mano bajando el borde del oscuro pulóver, Cait sintió que el aire se congelaba en sus pulmones y ya no sabía si le costaba respirar por los golpes o por Vi. Sus ojos recorrieron hambrientos el cuerpo de la muchacha, detallando las marcas rojas de heridas abiertas en sus nudillos y la herida en el labio inferior, justo debajo de la cicatriz del labio superior.

—Estás despierta —comentó Vi, tirando la toalla en el cordel interno del apartamento y acercándose a la nevera para extraer unos hielos, envolviéndolos en un paño y yendo donde Cait —. Pensé que no despertarías hasta dentro de otro rato —añadió, colocando el paño frío en el rostro amoratado de Cait.

—Tus manos —señaló Cait, como si eso fuera lo más llamativo de toda la habitación.

—No son problema tuyo —espetó Vi furiosa, no comprendía cómo podía preocuparse por sus puñeteras manos cuando ella había estado a punto de morir y le habían dado una golpiza.

Cait disfrutó del tacto frío sobre sus golpes, y de la mirada cuidadosa y preocupada de Vi sobre ella; sintió la otra mano de Vi acunar su mejilla libre, como quien sujeta con cuidado la cabeza de un bebé, su pulgar repasando suavemente el borde de su rostro, un cariño sincero saliendo a la superficie de aquella dura coraza que Vi traía siempre. Sin siquiera pensarlo, la mano de Cait se alzó en dirección a Vi, sus ojos fijos en la herida de su labio inferior, pero se detuvo; pensó en todas las formas en que Vi podía rechazarla, pero también en la manera en que la estaba cuidando. « ¿Qué tengo que perder?» estiró la mano, sus dedos rozando con delicadeza la herida, sintió a Vi tensarse y detener todos sus movimientos, mirándola firmemente.

—Pastelito, en serio estoy bien —aclaró con cierto grado de enojo, pero Cait no reparó en nada que no fuera la suavidad de sus labios pegados a sus dedos mientras hablaba, le molestaba que se preocupara por ella y no por sí misma.

—¿Por qué estabas allí? —preguntó Cait, dejando caer su mano.

—Volvía de la sala de control y oí tu grito —contestó Vi tranquilamente.

—¿Qué les has hecho? —inquirió, sin mostrar ningún tipo de sentimiento al respecto.

—Dejé a Viktor en la enfermería hace media hora —respondió, su rostro volviéndose pétreo —. Marcus y Gangplak salieron corriendo en algún punto entre el tiempo en que te traje aquí y en el que regresé, creo que Viktor dijo que solo querían asustarte. Por lo menos, es lo que creo que intentó decir. 

—¿Está mal? —interrogó Cait, imperturbable.

—Vivirá —afirmó Vi sin vacilación, pero sus siguientes palabras estaban marcadas de un tono cortante que no pudo esconder —. Aunque no sé en qué condiciones.

Por un instante, Cait recordó todas las veces en que su padre le enseñó que no estaba bien desearle el mal a nadie, ni así los hubiera heridos a ellos; pero en ese preciso momento, la enseñanza de su madre de que para permanecer fuerte como un Kirammna, debían de destruir a cualquiera que les hiciera daño, era más fuerte que las de su amado padre; Cait alzó su mano hasta enroscar sus dedos en la muñeca del brazo de Vi, que sostenía el hielo en su adolorido rostro, y apretó con fuerza.

—Bien —dijo tensa y fiera.

La rabia creció en su interior y la sangre se convirtió en agua amarga que la llenaba y consumía. Quería romper algo, golpear a alguien, pero le daba demasiado miedo moverse considerando el dolor que sentía en su cuerpo, así que solo se quedó allí quieta y lloró. Vi se agachó al lado de la cama y la observó, su mirada no mostraba compasión ninguna, Cait se hubiera sentido decepcionada de encontrar emociones de ese tipo en Vi; lo agradeció. Vi apartó la muñeca del agarre de Cait, pero luego tomó su mano y pasó delicadamente su pulgar por el dorso de sus dedos; un gesto que buscaba calmarla y apoyarla a partes iguales.

—Podría informar sobre esto —ofreció, dejando que la decisión fuera de Cait.

—No, no quiero que piensen que tengo miedo —negó Cait firmemente, viendo a Vi asentir con la cabeza y seguir moviendo el pulgar sobre sus dedos, adelante y atrás.

—Suponía que dirías eso —comentó.

—¿Crees que sería mala idea sentarme? —preguntó Cait, dudosa de su capacidad para moverse, pero cansada de estar en esa posición tan desvalida. La hacía sentir débil.

—Te ayudaré —Vi la agarró por el hombro con una mano y sostuvo su cabeza con la otra mientras la levantaba; Cait notó estallidos agudos de dolor por todo su cuerpo, intentó ignorarlos y reprimió un gruñido, pero su rostro se contorsionó de igual forma —, Te puedes permitir sentir dolor, aquí solo estoy yo —Cait se mordió el labio, agradeciendo que Vi no dijera nada sobre las lágrimas que se secaban en sus mejillas —. Te sugiero que, a partir de ahora, confíes en la protección de tus otros amigos trasladados.

—Creía hacerlo —respondió Cait y volvió a sentir la mano de Viktor tapando su boca; el sollozo que se escapó hizo que su cuerpo se inclinara hacia adelante, llevándose una mano a la frente, Cait empezó a mecerse despacio —. Pero Viktor…

—Él quería que fueras la chica pequeñita y callada, hija de Cassandra Kiramman, proveniente de Erudición —respondió Vi en voz baja —, Te hizo daño porque tu fuerza lo hacía sentir débil. Nada más —Cait asintió, aun sin creérselo totalmente —. Los demás no tendrán tantos celos si demuestras algún signo de vulnerabilidad, aunque no sea cierto.

—¿Crees que tengo que fingir ser vulnerable? —cuestionó Cait, arqueando una ceja y luego bajándola rápidamente ante el dolor de la herida de su frente.

—Sí —afirmó Vi sin vacilación, quitándole la bolsa de hielo de las manos y sosteniéndola nuevamente contra sus hematomas en el rostro, sus dedos rozando los de Cait; ella bajó la mano sin protestar, necesitaba relajar el brazo.

Vi se elevó en toda su altura y Cait se quedó mirando el dobladillo de su camiseta; recordó momentáneamente la escena de hace unos minutos cuando Vi salió del baño. A veces miraba a Vi como si fuera cualquier otra persona, un trasladado más, un ser sin importancia ni relevancia; mientras que otras veces notaba su presencia en las tripas, como si fuera una puñalada, y Cait no sabía explicar por qué.

—Lo que tienes que hacer es ir a desayunar mañana para demostrar a tus atacantes que no te ha afectado lo de hoy —indicó con firmeza —, pero que se te vea el moretón de la mejilla y la mandíbula, y camina con la cabeza gacha.

—Creo que no podré hacerlo —repuso Cait, conteniendo las náuseas que la sola idea le causaba.

—Tienes que hacerlo —rebatió Vi.

—Me parece que no lo entiendes —insistió, desviando la mirada mientras su rostro se tornaba rojo de ira e impotencia —. Me tocaron —Cait percibió como Vi se tensó como la cuerda de un arco, sus manos apretando con fuerza la bolsa de hielo hasta que se escuchó como uno de estos se cuarteaba.

—Te tocaron —repitió en un tono más peligroso y bajo, como un siseo, sus ojos tornándose muy fríos.

—No… de la forma en que estás pensando, pero… casi —aclaró Cait, notando su incomodidad con la situación y su propio cuerpo al hablar de ello. Sintió como el silencio se extendió en la habitación y la mirada de Vi se mantenía fija en ella —¿Qué pasa?

—No quiero decir esto, pero creo que debo hacerlo —comentó Vi, su voz tomando un tono más normal —. Por ahora, es más importante para ti estar a salvo que tener razón, ¿lo entiendes?

Vi había bajado las cejas, siempre rectas, hasta que se le habían quedado casi pegadas a sus ojos. Cait sintió su estómago retorcerse, en parte porque sabía que Vi estaba en lo cierto, y en parte porque quería algo que no sabía cómo expresar; quería apretarse contra el aire hasta hacer desaparecer el espacio que la separaba de Vi. Asintió con la cabeza, en lugar de dejarse llevar por sus impulsos.

—Pero, por favor, en cuanto veas la oportunidad… —añadió Vi, apretando suavemente la mejilla de Cait con la mano fría y fuerte, forzándola a ladear la cabeza hasta que esta estuvo mirándola; Cait percibió el brillo de los ojos grises, parecía un depredador —. Destrúyelos.

—Das un poco de miedo, Vi —admitió Cait, dejando escapar una risa temblorosa.

—Hazme un favor, no me llames eso —pidió Vi de forma misteriosa.

—¿Y qué te llamo? —preguntó Cait, confundida.

—Nada —respondió Vi, quitando su mano de la cara de Cait —, todavía.

Esa noche, Cait no regresó al dormitorio de los trasladados, dormir en la misma habitación que sus atacantes era una pesadilla. Vi tiró una colchoneta fina en el suelo y le permitió a Cait dormir en la cama, apagando las luces y quedándose en una fina camiseta negra que dejaba ver parte de la tinta que cubría su cuerpo; Cait no pudo definir qué era el tatuaje, la oscuridad interrumpida por la luna apenas le permitía discernir ciertas cosas. Cuando el blanco astro estuvo en su cenit en el cielo, Cait todavía no conciliaba el sueño; se inclinó por el borde de la cama, mirando a Vi dormida en la colchoneta, su cuerpo siendo iluminado directamente por los rayos lunares que entraban por el balcón.

Se dedicó a guardar en su memoria todos los detalles: su respiración pasiva, la forma en que su pecho subía y bajaba, lo relajado de sus músculos mientras dormía, el brazo que caía con un deje desinteresado sobre su rostro, bloqueando la luz de sus ojos. Cait notó que, por primera vez, Vi parecía tener la edad que verdaderamente tenía, estaba tranquila, relajada, y Cait se preguntó quién era verdaderamente. ¿Quién era cuando no era de Osadía, ni instructora, ni Vi, ni nada en particular?

« Sea quien sea, me gusta.»

Le resultaba más fácil admitirlo así, allí, después de todo lo sucedido. Vi no era dulce ni cariñosa, tampoco especialmente amable, pero era lista y valiente y, a pesar de haberla salvado, había tratado a Cait como una mujer fuerte, una igual. Era todo lo que Cait necesitaba saber, por el momento. Se quedó dormida finalmente, mirando como Vi respiraba pausadamente por cada instante.

Cuando Cait volvió a abrir los ojos, despertando, su cuerpo enteró reclamó en dolor. Hizo una mueca de dolor mientras se sentaba, sujetándose las costillas, justo donde su cuerpo impactó contra la baranda del Abismo, respiró hondo y se puso de pie, acercándose al espejo que estaba en la pared, observando los hematomas visibles de su rostro; nuevamente se veía como cuando Marcus le dio la paliza la primera vez. Cait odiaba la idea de tener que ir al comedor luciendo de esa forma, pero se quedó con las instrucciones de Vi: debía arreglar las cosas con sus amigas, necesitaba parecer débil para obtener protección y en esos momentos la necesitaba más que nada. La habían acusado de manipularlos, ahora tendría que hacerlo de verdad.

Tomó la banda elástica que tenía en la muñeca y se recogió el cabello en una coleta alta. Escuchó la puerta del baño abriéndose y giró para ver a Vi saliendo, su cabello brillando húmedo por el agua, pero totalmente vestida como todos los días nuevamente; Cait la encontraba igual de atractiva.

—Hola —la saludó tensamente, reclamándose a sí misma por hablar de esa forma, pero no teniendo tiempo para procesarlo cuando sintió la mano de Vi tocando su mejilla amoratada.

—No está mal —comentó —. ¿Qué tal tu cabeza?

—Bien —mintió Cait, sintiendo como le pulsaba todo, como si su cerebro estuviera siendo martillado. Cait sintió todos sus músculos tensarse cuando, mientras Vi asentía, la vio bajar la mano hacia su costado, donde estaban sus costillas lastimadas.

—¿Y el costado? —preguntó Vi con voz grave, Cait ignoró el escalofrío placentero que la recorrió.

—Solo me duele cuando respiro —respondió, notando como Vi esbozaba una sonrisa pequeña.

—Va a ser difícil dejar de hacerlo —comentó la pelirrosa.

—Estoy segura que Marcus haría una fiesta si yo dejara de respirar —dijo Cait, notando como la sonrisa de Vi se ensanchaba mientras los dedos dejaban caricias circulares en sus costillas.

—Bueno, yo solo iría si invitan tarta —aseguró Vi con seriedad fingida.

Cait se rio, haciendo una mueca inmediata y sujetándose el costado, su mano colocándose encima de la mano de Vi. Ella bajó la mano despacio, rozando el costado de Cait con la punta de los dedos, después alejó por fin su mano y Cait notó un dolor en el pecho; no quería que Vi la dejara de tocar, pero más aún, no quería que ese momento terminara, porque significaba que debía de enfrentar la realidad. Vi giró y alcanzó un suéter ancho, perfectamente doblado, que tenía en una silla cerca, alcanzándoselo; Cait lo tomó de inmediato, agradeciendo que Vi se diera la vuelta para que Cait se quitara la camiseta rota y se pusiera el suéter, su chaqueta también estaba más allá de la salvación.

Cuando estuvo lista, tosió suavemente, haciendo que Vi se diera la vuelta y asintiera con la cabeza, saliendo ambas del apartamento. El viaje hacia el comedor fue más corto de lo que Cait hubiera querido, y estuvo sumido en un silencio cómodo que la ayudó a pensar profundamente en lo que haría a continuación, algo que iba en contra de todo lo que ella era; por un instante el pensamiento de que sería más similar a su madre si lo hacía, pasó por su mente, pero Cait lo desechó. Ella no era Cassandra, independientemente de que usara uno de sus métodos en ese instante.

—Yo iré primero —dijo Vi cuando llegaron a las puertas —. Nos vemos después, Pastelito.

Vi atravesó las puertas y dejó a Cait afuera, teniendo que esperar unos segundos antes de seguirla; la peliazul se pegó a la pared y esperó, sintiendo como sus piernas se debilitaban y su respiración se dificultaba. La idea de que no iba a tener que fingirlo, que verdaderamente la habían quebrado, la aterró, pero su miedo a entrar en el comedor se había vuelto visceral. «No, no puedo dejar que pase» se recordó Cait, sabiendo que podía fingir que ellos habían tenido éxito destrozándola por protección, pero que no podía permitir que fuera cierto.

Tomó varias respiraciones cortas, porque respirar hondo no era una opción para sus pulmones, y se paró delante de la puerta, repitiéndose mentalmente que solo era actuado antes de entrar. Dio unos pasos en el comedor, pegada a la pared y con la cabeza baja, con el suéter gigante de Vi, Cait se veía aún más menuda y débil, algo que ayudaba en ese momento. Vio como Ekko levantaba la mano sonriente para saludarla, y luego la volvía a bajar; funcionaba, la gente empezaba a verla y notaba lo mal que estaba.

Cait avanzó a paso lento hasta donde estaban Diana y Leona, sentándose con ellas y viendo como Ekko tomaba el asiento al lado suyo de inmediato. Durante unos segundos, todos la miraron solamente.

—¿Qué te ha pasado? —preguntó Leona, bajando la voz.

Miró por encima del hombro, encontrándose la mesa de Marcus y Gangplank, ambos estaban visiblemente golpeados, pero Cait deseó poder pararse y hacerles daño ella. No podía. Giró hacia sus amigos, sus dedos se aferraron a la madera de la parte de debajo de la mesa, donde nadie veía sus manos, y luego notó que Viktor no estaba. Vi había dicho que lo había llevado a la enfermería y que no sabía en qué condiciones estaba, Cait sonrió mentalmente por eso.

—Marcus, Gangplank… —empezó a contestar, agarrándose el costado cuando estiró la mano para tomar una tostada, una corriente de dolor recorriéndola, haciéndola ver más débil. «Bien» —Y…Viktor.

—Dios mío —soltó Diana con ojos muy abiertos.

—¿Estás bien? —preguntó Ekko inmediatamente.

—No mucho —confesó Cait.

Cait sintió el ardor en sus ojos, no era fingido, no venía de ninguna estrategia, era ella. Sus hombros se encogieron y las palabras de Grayson regresaron a su mente; Marcus, Gangplank y Viktor estuvieron dispuestos a tirarla por el abismo por celos en una puntuación, ¿por qué no creer que los líderes de Osadía fueran capaces de asesinarla? La incomodidad la sobrecogió, era como traer una segunda piel puesta y temer que se desprenda algún pedazo. No podía confiar en nadie, ni en los líderes de su facción, en su nueva familia.

—Pero si no eres más… —empezó Ekko, frunciendo los labios —. No es justo, ¿tres contra uno?

—Sí, con lo que se preocupa Marcus por la justicia, por eso le clavó un cuchillo en el ojo a Yasuo mientras dormía —espetó Diana, sacudiendo la cabeza —. Pero ¿Viktor? ¿Estás segura, Cait?

—Sí, estoy segura —aseguró, mirando su plato fríamente. Ella era la siguiente Yasuo, sin embargo, a diferencia de él, ella no iba a irse.

—Debe de haber sido por desesperación —comentó Leona —Ha estado comportándose… no sé, como otra persona, desde que empezó la segunda etapa.

Como si lo hubieran invocado, las puertas del comedor se abrieron y Viktor entró. Cait dejó caer la tostada y se quedó atónita ante la imagen. Decir que estaba “magullado” era decir poco. Tenía la cara hinchada y morada, un labio roto y un corte en este y en la ceja. Mantenía la cabeza cabizbaja de camino hacia su mesa, mientras cojeaba marcadamente con las muletas que llevaba, arrastrando su pierna enyesada. Cait desvió la mirada hacia Vi, que estaba al otro lado del comedor, la sonrisa satisfecha en su rostro era maravillosa y complació a Cait, sabiendo que Vi mostraba lo que ella deseaba.

—¿Lo has hecho tú? —preguntó Leona entre dientes.

—No, alguien, no vi quién era, me encontró antes de que… —Cait se detuvo y tragó saliva, decirlo en voz alta hacía que fuera real —. Antes de que me tiraran al Abismo.

—¿Te iban a matar? —cuestionó Diana mientras Leona clavaba la mirada furibunda en su plato y apretaba el tenedor hasta que sus nudillos estuvieron blancos. Cait no contestó.

—Tenemos que hacer algo —dijo Ekko, la rabia comiendo su voz.

—¿Qué? ¿Darle una paliza? Alguien ya se encargó —espetó Diana, frustrada con todo el sistema.

—No, ese dolor pueden superarlo —negó Ekko inmediatamente —Tenemos que echarlos de la calificación, eso es a lo que más temen.

—Trasladados —llamó Vi, parándose en el medio del comedor y deteniendo las conversaciones —Hoy vamos a hacer algo diferente. Seguidme.

—Ten cuidado —pidió Ekko mientras todos se ponían de pie.

—No te preocupes —contestó Leona rápidamente, pasando un brazo por encima de los hombros de Vi de forma acogedora —La protegeremos.

Vi los sacó del comedor y los guió por los pasillos de la pared Norte del Pozo, nunca habían cogido por allí. Durante unos instantes, Cait se permitió solamente mirar con atención, explorando todo a su alrededor, pero luego su cuerpo resintió un pequeño tropezón y el dolor hizo que la realidad de todo volviera a pesar sobre sus hombros.

—Nunca te llegué a pedir perdón —comentó Diana, parándose a su lado; Cait vio como Leona se apartaba, quedando detrás de ambas —. Me llevé la bandera cuando fuiste tú quien ganó realmente; no sé qué me pasó o por qué lo hice, pero creo que ese simple gesto es el inicio de perturbaciones que te llevan a donde esas parias asquerosas de Marcus, Gangplank y Viktor, y me aterra que pienses que yo podría hacerte algo así. Realmente lo lamento.

Cait permaneció en silencio, insegura de perdonarla por todo… perdonarlas a las dos por lo que dijeron después de que salió la calificación el día anterior. Su padre le diría que la gente tiene sus defectos y que hay que ser comprensivo con ellos; Vi le había pedido que se refugiara en la protección de sus amigos y confiara en ellos, y ella misma sabía que era algo que necesitaba. No sabía en quién podía confiar ya, no podía identificar quiénes eran verdaderos amigos. ¿Diana y Leona, que han estado a su lado desde la elección? ¿Ekko, Lux y Rell, que la ayudaron cuando sus amigos la dejaron de lado? ¿Grayson, que la ha protegido desde la prueba de aptitud? ¿Vi, que...? Cait prefirió no pensar en Vi.

Escoger entre quienes la cuidaron aun al ver que era fuerte, o quienes la cuidaron solo porque pensaron que era débil, no era difícil para Cait, pero necesitaba compañía, así que cuando sus ojos se encontraron con los de Diana, la decisión estaba tomada.

—Vamos a olvidarlo.

Siguieron subiendo.

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Holaaaa, ayer la ausencia de corriente no me dejó actualizar, sorry.

Aquí está el capítulo y espero que les haya gustado, déjenme saber sus opiniones y, si les interesa, pasen al siguiente. 🖤

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