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XIV- El cristal.

Cuando Cait entró en el dormitorio, se encontró con la extraña escena de tener a los iniciados todos reunidos dentro, no solo trasladados, sino también nacidos en Osadía. Diana pareció percibirla, girando para mirarla con cierta lástima y Cait no comprendió qué pasaba, pero sabía que nada bueno era si tenía a Marcus en el centro del tumulto.

—La carencia de trasladados en la facción de Abnegación no puede pasarse por alto ni atribuirse a la coincidencia —leía Marcus —El único traslado registrado fue hace dos años, la hija de Beatriz y el fallecido Silco Lane, antiguo líder principal de la facción altruista, de quien se encontraron indicios que había sido violentada durante años, sin encontrar ninguna prueba contundente. Esto pone en entredicho la solidez de los valores y enseñanzas de Abnegación, considerándose imposible que solo una persona de decenas anuales saque una aptitud distinta a esa facción en más de veinte años; pensándose que, tal vez, esto se deba a un miedo preestablecido entre sus jóvenes a huir de casa, perpetuado por constantes abusos que merman su individualidad.

Caitlyn sintió una corriente fría subiéndole por la espalda, sabía que ese periódico era publicado por Erudición, sabía que su madre estaba detrás de todo lo que allí estaba escrito y le aterraba el resultado, porque Cassandra Kiramman haría lo que fuera por desacreditar a lo que ella consideraba un enemigo, incluso si significaba atacar directamente a los líderes de las facciones a un nivel publicitario y amarillista.

—¿Por qué si no iba la hija de una mujer tan importante a decidir que el estilo de vida dispuesto para ellos no era admirable? El caso de esta joven todavía se encuentra en investigación y Erudición y Verdad no pararán hasta llegar al final de ello, puesto que se duda de la pureza de los abnegados —continuó leyendo Marcus mientras Cait avanzaba entre los demás iniciados —Illaoi Atwood, una joven trasladada a Osadía, indica que entre los abnegados podrían encontrarse perturbadores mentes con tendencias sádicas. “Una vez la oí hablar en sueños, le decía a unas personas que no lo hicieran, que se detuvieran, y seguía repitiendo entre dientes que todo era demasiado gris. No sé qué sería lo que le hicieron, pero le provoca pesadillas” explicó Illaoi, refiriéndose a su compañera trasladada a Osadía, Caitlyn Kiramman, hija de la distinguida Cassandra Kiramman, líder de Erudición y quién se ha negado a dar explicaciones sobre el tema por el momento.

El aire se estancó en los pulmones de Cait, esa era la venganza de Illaoi, había hablado con el periodista que Diana había golpeado antes, o cualquier otro que lo acompañara, y acababa de usar uno de sus mayores tormentos en su contra. La peliazul miró hacia la joven con rastas, la vio sonreír con sus dientes torcidos y el pensamiento de saltárselos de un puñetazo pulsó dentro de su cabeza. No era un secreto para nadie de su generación o superiores, que Cait había pasado dos días desaparecida cuando tenía ocho años, la habían encontrado en un sector que usualmente era usado por los abandonados, cerca de los límites de Abnegación, pero habían muchas cosas que nadie sabía de aquel evento y Caitlyn no podía creer que en serio lo hubieran usado en su contra.

—¿Qué? —espetó Caitlyn, pero su voz sonó ahogada y rasposa, carraspeó un poco para aclarase y luego repitió más fuerte —¿Qué?

Marcus detuvo su lectura y varias personas giraron a verla, algunas, como Diana, la miraban con aprensión y lástima, arqueando las cejas y con el arco de los labios hacia abajo. Cait sintió asco. Sin embargo, la mayoría sonreía o intercambiaba miradas cómplices, con excepciones de algunos como Ekko, que se veía molesto al fondo. Marcus finalmente giró a verla, con una sonrisa amplia en su rostro.

—Dame eso —exigió Cait, avanzando hacia él.

—Es que todavía no termino de leer —contestó en tono burlón —Sin embargo, quizás la respuesta no se encuentre en unos pocos hombres desprovistos de moral, sino en los corruptos ideales de toda una facción. Quizás la respuesta sea que hemos confiado el cuidado de nuestra ciudad a un grupo de tiranos proselitistas que no saben cómo sacarnos de la pobreza para conducirnos a la prosperidad, y no les interesa, pues así sus fechorías quedan ocultas.

Cait no lo pensó, fue como un instinto y se lanzó contra Marcus, buscando quitarle el periódico, pero este alzó la mano y era más alto que ella, por lo que Cait no dudó en asestar con toda la fuerza de su peso una patada directa en donde la pierna se va doblando hacia el pie, en el dorso, y Marcus soltó el papel mientras tira hacia atrás de dolor. Ella se vio a sí misma ciega de ira, lanzándose hacia Illaoi, porque había tomado un evento de su infancia que no le pertenecía y lo había transformado en algo aún más oscuro, para hacerle daño a ella y a los demás y Cait no podía, necesitaba liberar esa ira que iba domándola.

Sintió las manos encerrándola, un gruñido de frustración brotando de su garganta al verse nuevamente en esa situación. Esta vez era Leona quien la detenía con fuerza, sacándola de la habitación aun contra los movimientos erráticos de Cait, que luchaba por regresar a dentro y patearlos a todos. Cuando la puerta del dormitorio se cerró, Leona soltó a Cait y esta se alejó de ella mientras la miraba con rabia.

—¿Por qué demonios me detuviste? ¿Crees que no soy capaz de defenderme? —preguntó Cait, las palabras siendo escupidas por su boca.

—No, te he visto fuera de control y sé que puedes defenderte, simplemente se me ocurrió evitar que iniciaras una pelea en los dormitorios —respondió Leona con una pasividad pasmosa que hizo a Cait quedarse algo desconcertada.

—Son un asco, Erudición completa lo es y Osadía parece estarse infectando, hieren sin tener en cuenta las consecuencias y todo por el poder —soltó Caitlyn, desahogando parte de su tormento.

—No, que va, solo son arrogantes y les gusta el reconocimiento, todo terminará pasando, ya verás —comentó Leona, pero Cait sabía mejor que eso, entendía que la chica no lo viera así y ella no sería quien lo explicaría, sin embargo, sabía que era mentira.

La puerta se abrió nuevamente, saliendo Diana con Viktor y dejando que se filtrara el murmullo alto de las conversaciones dentro, parecían estar exaltados, Cait captó por un instante el sonido de la voz ronca de Ekko, pero no escuchó lo suficiente para estar segura y no iba a entrar a averiguarlo.

—Bueno, me toca tatuarme de nuevo —anunció Diana para todos, una sonrisa amplia adornando sus labios —¿Vienes con nosotros? —preguntó directo a Cait y ella se lo pensó, pero no podía regresar a la habitación y quedarse sola no sonaba como algo bueno, así que solo asintió con la cabeza y siguió a los demás.

De alguna forma que Cait no logró comprender del todo, Diana tatuándose terminó con ella tatuándose también, esta vez había sido el signo de Osadía justo en el hombro derecho, no era demasiado grande, solo lo suficiente para ser visible, y el hombro le ardía, pero estaba feliz con ese nuevo tatuaje, la hacía sentir más representada. No le preocupaba esta vez nada más, su padre no se había inmutado cuando vio el primero y, siendo que él había sido de Osadía, no era peculiar que no le importase, así que Cait se sentía con más libertad al respecto.

—No puedo creer que te hayas tatuado de nuevo —comentó Leona mientras caminaban por las plataformas del Abismo, con Viktor corriendo con Diana a su espalda a caballito varios metros por delante de ellas.

—¿Por qué no? —preguntó Cait en un tono defensivo, encontrando cierta crítica en ese comentario.

—No lo sé, siempre eres más centrada y sensata —explicó Leona, entendiendo que su comentario anterior no había sido bien recibido —Bueno, ¿cuál ha sido tu miedo hoy, Cait? —preguntó, buscando cambiar el tema.

—Demasiados cuervos —admitió Cait —. ¿y el tuyo?

—Demasiado ácido —Leona no lo explicó y Cait no lo preguntó, por lo que pasaron algunos segundos en silencio antes de que la pelirroja retomase la palabra —El funcionamiento es fascinante. Básicamente, es una lucha entre el tálamo, que produce el miedo, y el lóbulo frontal, que toma las decisiones, pero la simulación está dentro de tu cabeza, así que, aunque creas que alguien te lo están haciendo, en realidad te lo estás haciendo tú, y…—Leona detuvo sus palabras abruptamente, mirando a Cait —Perdona, parezco una cerebrito, es la costumbre.

—Es interesante, además, no olvides que yo también lo era —Cait decidió tranquilizarla, aunque consideraba que mentía. Ella había entendido la explicación de Leona, pero a la vez la había encontrado demasiado intensa, como todo lo que tenía que ver con esos temas.

Luego de que Leona asintió con la cabeza, ambas chicas siguieron caminando detrás de Viktor y Diana, hasta que Cait captó por el rabillo del ojo el movimiento en la plataforma que quedaba al borde del abismo, la única con barandal. Tardó dos segundos en identificar el cabello rosa llamativo y el curioso corte de pelo entre las demás personas que la rodeaban, pero la imagen la confundía. Ella no esperó que llegase el día en que viera a Vi con las mejillas y nariz rojas, ojos brillantes y gestos tambaleantes mientras su mano se mantenía cerrada en la barandilla y la otra sujetaba sueltamente una botella por su cuello. La imagen era surrealista y a la vez se le había tan natural que Cait no lo entendía.

—Oh, oh, alerta de instructor —comentó Leona.

—Por lo menos no es Finn —respondió Cait —Si lo fuera, seguro nos mete en algún juego suicida.

—Seguro, pero Vi da miedo. ¿Recuerdas cuando le puso a Marcus la pistola en la cabeza? Pensé que Marcus se orinaría encima —dijo la muchacha, y por algún motivo, Cait sintió la necesidad de defender a Vi.

—Se lo merecía —afirmó Cait con firmeza y contra eso, Leona no puede rebatir, no después de lo que Marcus ha hecho.

—¡Cait! —el grito a medias de Vi, llamándola, hizo a Cait detenerse, junto con Leona, podía percibir que Viktor y Diana también dejaban su carrera pasos adelante y Cait no los culpaba, pero no les prestaba atención, no cuando Vi venía caminando hacia ella y ella misma se había adelantado a encontrarla en el límite de la baranda —Pareces distinta —susurró Vi y sus palabras salieron despacio, de una forma que erizó a Cait.

De repente Cait fue muy consciente de lo que estaba usando. Una nueva blusa que Diana había insistido en que se comprara, era de tirantes y tenía una tela gruesa en su confección que se ajustaba perfectamente al cuerpo de Cait, haciendo un escote en corazón que resaltaba sus senos de por sí grandes, algo que Cait notó que Vi no pasó desapercibido, incluso en su estado de embriaguez. Sus ojos estaban delineados, lo cual hizo que por un instante Vi se perdiera en ellos, porque el azul resaltaba mucho de esa forma y Cait solo lograba agradecer a Diana por arreglarla esa tarde en un intento por levantarle el ánimo.

—Tú también —respondió Cait y sabía que era verdad, Vi se veía más relajada y joven —¿Qué haces?

—Coquetear con la muerte —indicó Vi, sabiendo que decir que bebía era algo obvio —Beber cerca del abismo seguramente no es buena idea.

—No lo es —concordó Cait, nerviosa ante esta Vi, no le gustaba verla tan fuera de sí misma.

—No sabía que tuvieras un tatuaje —comentó Vi, mirando directamente a la clavícula de Cait y ella lo entendía, siempre usaba pulóveres que cubrían sus hombros y clavícula, nunca camisetas ni tirantes —Cierto, los cuervos —añadió y fue entonces que Cait se dio cuenta, su primer miedo fueron los cuervos y ella los tenía tatuados en representación de su familia, en el recuerdo de quiénes eran y del terror que le daba no tener control de su vida. Ese era su miedo, no tener el control —Te pediría que te unieras a nosotros, pero se supone que no debes verme así.

Por un instante, Cait sintió la tentación de preguntar por qué Vi quería que ella fuera con ellos, pero la sospecha de que tenía algo que ver con la botella que Vi sostenía y el fuerte olor a alcohol que cargaba la hicieron callar.

—¿Cómo? ¿Borracha? —preguntó Cait en broma.

—Sí…, bueno, no —corrigió Vi, ablandando su tono considerablemente —Real, supongo.

—Fingiré que no lo he visto —concedió Cait, feliz de al menos ver algo diferente de Vi que la tipa fuerte e instructora responsable que todo el tiempo tenía delante.

—Muy amable de tu parte —bromeó Vi, mirando a Cait de arriba abajo con parsimonia, sus ojos embebiéndose en la figura de la chica y Cait sintió una sensación de opresión ansiosa crecer junto con el calor dentro de su cuerpo —Eres ardiente, Pastelito.

Decir que Cait estaba sorprendida, era decir lo mínimo. El tono ronco y arrastrante con el que Vi había dicho esa última frase la había hecho temblar, podía sentir el calor acumularse en su bajo vientre y más abajo, entre sus piernas. No había esperado eso, ni es un millón de años y allí lo tenía, Vi, la misma mujer con la que llevaba fantaseando desde el inicio de la iniciación, le decía aquello y Cait no sabía cómo reaccionar, pero el nerviosismo le hizo aferrarse a las circunstancias lo suficiente para disimular.

—Hazme un favor y aléjate del Abismo, ¿vale? —pidió, sabiendo que si Vi estaba tan ida como para decir eso en ese sitio, delante de sus propios amigos, pero además, lo suficientemente cerca como para que Leona las escuchara, significaba que había tomado más de la cuenta.

—Claro —accedió Vi, guiñándole un ojo y alejándose de regreso con los otros que la acompañaban. Cait reconoció a Mylo, Claggnor y Rell allí más de cerca, pero ya no siguió prestando atención porque sintió que la sonrisa en su rostro iba a partirle la cara en cualquier momento.

Viktor les gritó para que fueran con ellos y Cait se despidió de Vi con un movimiento de su brazo antes de trotar junto con Leona hacia Diana y Viktor, todavía podía sentir sus mejillas acaloradas y los dragones en el estómago, pero intentó manejarlo lo mejor que podía. Por un instante, mientras iban en busca de algún sitio para perder el tiempo, con Diana y Viktor discutiendo diferentes puntos de vista sobre cosas inútiles y Leona dándole miradas coquetas con insinuaciones obvias sobre lo que había escuchado, Cait consiguió tener un instante en el tiempo en el que pensó que todo podía salir bien, que esas reuniones podían eventualmente convertirse en unas como la que Vi tenía en ese momento y que todos serían osados y felices.

                           ♤

Cait se forzaba a respirar, inspiraba y expiraba en un vago intento de mantener todo en control, de sostener su mente.

—Es solo una simulación — le recordó Vi, retirando la aguja del cuello de Cait. La noche anterior había quedado en el olvido y ahora volvían a ser instructora e iniciada. Cait lo agradecía, porque le da algo estable a lo que aferrarse.

Quiso darle la razón a Vi con que era solo una simulación, pero poco antes de que todo se volviera negro y la habitación desapareciera, se vio a sí misma negando, porque la última simulación se había metido tanto en su cabeza que no había podido dormir y había tenido una crisis de pánico en la mañana, igual que muchos de sus compañeros, pero finalmente todo quedó oscuro y el escenario cambió.

Estaba en el Pozo, se encontraba parada en el centro mientras los demás iniciados, tanto osados como trasladados, la rodeaban a una distancia de veinte pies, mirándola fijamente. Cait intentó pedir ayuda o preguntar algo, pero entonces notó su propio reflejo tenue delante de ella y alzó la mano, sintiendo el frío del cristal, observó a su alrededor y se percató de que estaba encerrada en una caja de vidrio. Todos sonríen ladinamente, disfrutando de lo que pasaba, sintió el toque suave en el cristal, giró y vio a Vi delante de ella con una sonrisa arrogante y de satisfacción, su dedo índice indicó hacia abajo y Cait miró.

Sus pies, antes secos, se encontraban mojados por el agua que llenaba la caja a una velocidad alarmante. Cait sintió el miedo subir por su cuerpo, empezó a gritar y pedir ayuda mientras golpeaba el cristal con fuerza, con la palma, los puños, las rodillas, pero nada. Todos sonreían mirándola y ella buscaba desesperadamente una solución. El frío caló su cuerpo, el agua ya llegaba a su abdomen y Cait se quitó la chaqueta, buscando mayor libertad de movimientos mientras regresaba a golpear a puño cerrado contra el cristal, nada pasaba.

El aire escaseaba y pronto el agua estuvo al nivel de su barbilla, Cait pateó el cristal, pero no lograba nada y la desesperación no le permitía pensar. Miró hacia adelante, donde los demás sonreían, deleitándose en su lenta muerta inminente. Sus ojos se fijaron en Leona, el recuerdo de sus palabras calando su mente. « La simulación está dentro de tu cabeza, así que, aunque creas que alguien te lo están haciendo, en realidad te lo estás haciendo tú. » Cait gritó, el agua entró a sus pulmones y ardía, boqueaba en búsqueda de un oxígeno inexistente y entonces lo decidió, ella se estaba haciendo eso, ella podía pararlo. Colocó su palma sobre el cristal suavemente, el cristal se rompió.

Cait jadeó por aire cuando la habitación volvió a materializarse a su alrededor, al menos esta vez, si bien la muerte había estado más cerca, el pánico había sido menor. Cait no tenía problemas en averiguar qué representaba este miedo, era su terror absoluto a ser descubierta como divergente y que todos apoyasen su asesinato. Tardó unos segundos en lograr serenarse nuevamente y solo entonces percibió la forma en que Vi la miraba, sin expresión ninguna, neutral y a la vez, Cait lograba percibir tanto terror en esos ojos. Vi se levantó, quitándose los cables y le extiendió una mano a Cait, ayudándola a incorporarse hasta que Cait notó que podía mantener el equilibrio.

—¿Cómo hiciste eso? —preguntó Vi en un tono monocorde.

—¿El qué? —preguntó Cait dubitativa.

—Romper el cristal —especificó Vi tranquilamente, demasiado tranquila.

—No lo sé —afirmó Cait, insegura de dar la explicación sobre como todo estaba en su mente y ellos podían manejarlo.

No tuvo tiempo, apenas esas palabras salieron de su boca, Vi la tomó por el brazo y la sacó de la habitación, llevándola por los pasillos casi arrastrándola, hasta que Cait se apartó de un empujón, altamente confundida por lo que pasaba. Miró a Vi, podía ver que la pelirrosa no iba a dar explicaciones a no ser que las pidiera.

—¿Qué? —preguntó, sintiéndose incomoda por la forma inexpresiva que Vi mostraba.

—Eres divergente —afirmó Vi y el miedo que apenas unos segundos atrás era una alucinación, de repente se materializó delante de Caitlyn.

Vi lo intentaba, apenas podía mantener el control, a los ojos de cualquiera parecería que no le importaba, que iría de inmediato a avisar a Ambessa y luego se desharían de Caitlyn, pero era lo contrario. Su falta de reacción era como ella respondía ante la presión. Lo había pensado, pero prefirió negarlo y ahora no podía huir de eso, tenía que salvarla, tenía que encontrar una manera.

—¿Qué es divergente? –preguntó Cait con una mueca confusa casi convincente, pero Vi la había observado demasiado en ese tiempo, podía ver perfectamente el miedo a través de la fachada.

—No te hagas la tonta —espetó, el enojo filtrándose finalmente por su cuerpo —Lo sospeché la última vez, pero esta vez resulta obvio. Has manipulado la simulación, eres divergente. Aunque borraré la grabación, si no quieres acabar muerta al fondo del Abismo, ¡tienes que encontrar la manera de ocultarlo durante las simulaciones! Ahora, si me disculpas…

Vi no la esperó, avanzó de regreso a la habitación, cerrando la puerta con un golpe sordo y miró a su alrededor. ¿Qué podía hacer para borrar la grabación y que todo quedara limpio, sin arriesgarse a acabar ella misma en el fondo del Abismo? Y no era que su muerte le importara mucho, pero si ella moría, nadie podría proteger a Cait ahora que era obvio que era divergente. Vi se culpó a sí misma, debió de haberlo notado antes, nadie capaz de pararse delante de cuchillos que volaban directo a su rostro, pensar en subir la noria, entender algo diferente de las simulaciones y sostenerle la mirada podía ser algo diferente a un divergente. « Maldita sea, he sido tan ciega. »

No podía gastar tiempo en lamentos, el plan se formó en su cabeza de momento, no era el mejor y tenía algunos espacios en blanco, pero el tiempo se acababa. Vi se acercó al ordenador y borró la grabación de la simulación de Cait, saliendo de la habitación rumbo al bebedero al final del pasillo. Se sirvió agua en un vaso desechable y bebió tranquilamente, tragando los primeros buches y guardando los últimos en su boca. Regresó a la habitación, sacando el cuchillo de entre sus pantalones y abriendo el compartimento posterior del ordenador, dejando que el agua de su boca se precipitase hacia los circuitos. Tomó unos segundos, pero Vi observó las chispas salir y el ordenador apagarse, por lo que cerró nuevamente el plástico y se marchó, tenía que avisar de la falla técnica.

Había sido una discusión difícil y eventualmente Finn había intercedido, aludiendo que tendría que cuestionar personalmente al departamento de tecnología sobre la forma en que los archivos se borraban. En todo momento Vi se mantuvo firme en que había sido una gotera del techo, el complejo subterráneo tenía cientos de goteras, la humedad se filtraba por la piedra y ocasionalmente se concentraba hasta llegar a mojar. Había pasado antes, en la primera iniciación de Vi como instructora, había estado grabando la simulación de uno de los trasladados y la gotera quemó el circuito, haciendo que la trasmisión se cortara.

Vi había tenido suerte, logró quitarse los cables a tiempo para que la electricidad no la alcanzara, y agradeció que los sueros usados en Osadía tuvieran nanotrasmisores y no fuera por cables como la prueba de aptitud, porque eso había mantenido a salvo al iniciado. Después de eso habían movido las salas de las simulaciones hacia otras que estaban vacías, pero con el tiempo la humedad ya estaba filtrando, su historia era creíble, ella solo tenía que mantenerla. Después de hacerla escribir un informe detallado sobre los acontecimientos y posteriormente otro sobre la simulación que Cait había tenido, Vi fue liberada, por lo que ella tuvo el tiempo para pensar en lo que sucedía.

Cait era divergente, y había escogido la peor facción para serlo, incluso en Erudición habría estado más segura, porque allí no la usarían de conejillo de indias. Vi intentaba con todas sus fuerzas pensar, planear alguna estrategia, pero todo lo que retumbaba en su mente era la necesidad de mantener a Cait viva, de ayudarla a superar la segunda etapa y la prueba final. Era difícil, pero no era imposible, ella había tenido a Grayson y estaba viva, podía conseguir lo mismo por Cait. Así, mientras el saco negro soportaba los golpes constantes de Vi, su mente lograba trazar un objetivo, aun cuando no tenía idea de cómo lograrlo, sabía que lo lograría. Cait no moriría, Cait no sería una sin facción, Cait era divergente, Cait era osada.

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Hola, ¿qué tal? Aquí el segundo capítulo 😃😁.

¿Qué les ha parecido? Personalmente amo la tensión que hay en este fanfic sin necesidad de escenas verdaderamente sexuales, en el libro original lo amé precisamente por eso, pero déjenme saber vuestra opinión.

En fin, nos leemos en unos días 😁😃🥰♥️.

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