VIII- La noria.
Decir que estaba nerviosa, era decir poco. Acorde a las normas, las facciones no podían interactuar entre ellas después de que se pasaba la Ceremonia de la Elección, de igual manera, a los niños se les enseñaba a solo hacer amigos con niños dentro de su facción, aun cuando todos tomaban clases juntos. Sin embargo, Caitlyn no podía solamente seguir caminando e ignorar a la líder de Cordialidad, quien conocía las reglas tanto como ella, pero igualmente le estaba hablando.
—Esperaba encontrarme contigo cuando me anunciaron que los osados vendrían a la valla —comentó Mel tranquilamente, acercándose a Caitlyn con su vestido amarillo y blanco moviéndose acorde a sus pasos, adaptándose con parsimonia a cada gesto —He de admitir que me sorprendió bastante el día de le Ceremonia, no esperaba que escogiera Osadía.
—Supongo que siempre tuve un gusto insano por los retos —respondió Cait relajada, sabiendo que no debía de hablar de más, cualquier tema referente a la prueba o la elección era un peligro para ella como divergente.
—¿Cómo te va en Osadía, Caitlyn? —preguntó Mel, ignorando la obvia decisión de Cait de no hablar del tema.
—Bien, me siento bien —afirmó la peliazul con rapidez, haciendo uso de esas habilidades para mentir que había usado toda la vida.
—Puedo decirlo por tu rostro —repuso Mel, y Cait sintió su pulso acelerarse, sabía que decir eso mientras su rostro estaba lleno de golpes era poco creíble, sin importar que tan buena eras mintiendo.
—Es una iniciación difícil, pero nos prepara para ser osados de la mejor forma posible. Estoy conforme con ello —aseguró, su rostro manteniéndose estoico mientras hablaba.
—Estoy segura que sí —comentó Mel, su sonrisa imborrable en todo momento condescendiente —Me temo que tengo que irme. Ha sido un gusto verte, Caitlyn.
—Igualmente —respondió Cait de forma educada —Y es Cait…ahora —corrigió, no queriendo que nadie volviera a referirse a ella como la hija de Cassandra Kiramman.
Mel no dijo nada, asintió con la cabeza con suavidad y prosiguió su paso, subiéndose a un camión de Cordialidad junto con los demás miembros de la facción, sonriendo mientras los demás iban cantando y tocando un instrumento con cuerdas que era pequeño. Cait pensaba recordar que había uno más grande que ese, guitarra lo llamaban, pero no había prestado atención a esas clases cuando era niña.
Por un instante se imaginó qué hubiera pasado de haber escogido Cordialidad, ahora podría estar en la parte de atrás de ese camión, cantando con los demás de forma desafinada sin que nadie se burlase, riendo tranquilamente, sin personas que cargan armas apuntándote a la cabeza. Sin embargo, ella sabía que ese no era su lugar y que jamás habría sido feliz allí, Osadía era difícil, pero al menos se sentía en casa.
—Tengo la impresión de que sientes la necesidad de tomar malas decisiones —la voz de Vi interrumpió sus pensamientos, pero ella no se sobresaltó, quizás era porque estando en Osadía había aprendido a estar alerta todo el tiempo.
—Solo fue una conversación corta —rebatió ella, girando para ver a su instructora, forzándose a mantener la mirada en su rostro y no recorrer con hambre en los ojos los expuestos brazos, cuyas vendas empezaban debajo del codo.
—No creo que sea menos problemática solo por durar menos —repuso Vi, acercándose hasta que la definición de espacio personal perdió sentido.
—No podía decirle que no a la líder de Cordialidad —explicó Cait, sabiendo que de otra forma nunca hubiera sostenido una conversación con alguien de otra facción, lo que quería era quitarse atención de encima, no atraerla.
—¿Pudiste descansar anoche? —preguntó Vi con preocupación marcada en su tono, sus ojos vagando por los moretones en el rostro de Cait, su mano alzándose cuidadosamente, deslizando los dedos por la piel oscurecida mientras acunaba el rostro de Cait. La peliazul se limitó a asentir con la cabeza mientras intentaba no babear por el contacto, entreabriendo los labios para forzarse a respirar calmadamente —Eres rápida, si atacas primero usando tus codos y rodillas puedes ganar sin problemas —puntualizó, intentando transmitirle algo de conocimiento, queriendo evitar una futura paliza a toda costa.
—Me sorprende que sepas dónde están mis errores, te vi alejarte del combate —reprochó Caitlyn, regañándose mentalmente después al notar que no tenía nada que reclamarle, Vi podía irse si quería.
—Sí, bueno, no era algo que quisiera ver —susurró Vi, un tono lastimero a modo de disculpa. Caitlyn lo comprendió, Vi no quería verla herida —Debemos subir —afirmó Vi, tomando una respiración profunda y alejándose, sus dedos perfilando en una caricia suave el rostro de Cait antes de romper todo tipo de contacto.
Ambas caminaron hacia la valla, uniéndose al equipo que ya las esperaba abajo. Vi lidero la escalada, utilizando los peldaños y zonas de vacío para subir, como todos los osados, porque hacer escaleras era demasiado cobarde y práctico para el gusto de ellos. Cait recitó mil maldiciones altisonantes en su mente mientras escalaba, sintiendo el viento golpearla contra la pared del muro, pero entonces sus manos tocaron el borde y ella logró impulsarse hacia arriba, encontrándose con una vista de toda la ciudad a su espalda y de los terrenos que se mantuvieron sin vida de frente a ella. La inmensidad de todo consumió su mente un instante, disfrutando solo del momento, olvidando lo demás.
—Esta es la valla de defensa, para aquellos de ustedes que queden más abajo en la calificación final de la iniciación, me temo que pasaréis mucho tiempo aquí, será el único trabajo disponible —explicó Vi firmemente.
Cait lo recordaba de sus primeros años de la segunda enseñanza, te enseñaban sobre las facciones y los trabajos que había en cada una. Osadía era la facción con menos opciones, podían patrullar la ciudad, trabajar en el complejo tatuando, creando armas, en la sala de vigilancia como Vi, te permitían desde muy joven ingresar en las filas de los líderes y por último podías vigilar la valla.
Hacía cuatro años habían abierto la posibilidad de una preparación básica para cuidados médicos, dando el tiempo de que los lesionados pudieran ser atendidos y estabilizados antes de trasladarlos a los hospitales centrales, donde trabajan los médicos, que eran de Erudición. Eso era todo, mirándolo desde esa perspectiva, para Caitlyn parecía mejor opción tomar una posición en el gobierno, pero para empezar ella ni sabía en qué posición terminaría, si es que llegaba a pasar la iniciación.
—¿Qué hay más allá? —preguntó Viktor, señalando hacia los terrenos después de la valla.
—Zonas que nunca se recuperaron de la guerra, o eso nos han dicho —respondió Vi, su mirada fija en donde señaló Viktor, perdiéndose en el horizonte como la de Cait —Pasarán mucho tiempo mirando esto si termináis trabajando aquí, si os hace sentir mejor, los que lo hacen aseguran que no es tan malo —continuó, Cait notando que sus palabras no eran más que un consuelo vago.
—¿En qué posición acabaste tú en la iniciación? —preguntó Marcus, por un instante Cait pensó que Vi no le contestaría, o que lo mandaría a la mierda, pero terminó sorprendiéndose cuando la pelirrosa habló sin tono ninguno en sus palabras.
—En el primera.
—¿Y escogiste hacer esto? —reprochó confuso Marcus, callándose inmediatamente cuando Vi lo miró con firmeza.
—Vamos, es hora de regresar, el tren ya está cargado —indicó Vi, iniciando el descenso por la ruta en que subieron. Para ese punto Cait estaba agradecida que no les hacían tirarse de cabeza hacia el suelo a quince metros de altura.
El viaje de regreso fue relativamente pacífico, y afortunadamente para Cait, el tren tuvo que parar para que pudieran descargar los suplementos traídos de Cordialidad, por lo que su cuerpo no se resintió más de lo necesario. Debido a que habían perdido el horario de almuerzo, se les concedió una comida más amplia y cargada, con mayor variedad de alimentos y permiso para servirse incluso doble, algo que alegró a todos los iniciados.
Durante la tarde Cait estuvo mayormente acostada en cama, observando a Diana y Leona fingir una lucha para practicar ciertas técnicas sin la tensión de estarse dando golpes reales, Viktor hacía comentarios correctivos ocasionalmente y Cait permanecía simplemente de espectadora, sintiéndose demasiado cansada todavía para procesar nada.
No supo en que instante se quedó dormida, en algún momento había abierto los ojos y se vio rodeada de oscuridad, supo que no era una pesadilla por la manera en que todos parecían dormir a medida que sus ojos se acostumbraban a la penumbra, por lo que simplemente se dio la vuelta y continuó durmiendo. Esto no duro mucho, el estruendo llegó a ellos, alertándolos a todo a tal grado que algunos se cayeron de la cama. Cait se incorporó tan rápido como pudo, sus ojos entrecerrados ante la intensa luz de una linterna que le apuntaba a la cara.
—¡Levántense, iniciados! —ordenó Finn, todos empezaron a moverse de las camas —Es hora de un paseo nocturno —comentó.
Cait se alegraba de dormir con ropa, normalmente se ponía sus pantalones y camiseta, de forma que solo tuviera que acordonar las botas en la mañana, sobretodo porque no soportaba la idea de Marcus o cualquiera de su grupo de compinches mirando su cuerpo. Diana por su parte parecía muy resuelta mostrándose ante Finn usando solo una camiseta y su ropa interior, la verdad era que Caitlyn deseaba tener esa confianza, pero con su madre vigilando todo de su aspecto y corrigiéndolo durante toda su vida, ella simplemente no lograba alcanzar ese nivel.
—¡Muevanse todos, ahora! —apuró Finn, moviendo la linterna para ir alumbrando a todos los iniciados, en ese momento Cait pudo ver a Vi parada detrás de Finn, mirándola directamente a ella. Cait se sonrojó.
Estuvieron listos en tiempo record, saliendo detrás de Finn y Vi a paso rápido, colocándose sus chaquetas para enfrentar el frío de las noches en Piltover. Salieron del complejo, dirigiéndose al andén por dónde pasaría el tren. Cait no podía creer que después de librarse de haber saltado hoy, ahora tuviera que volver a enfrentarse al reto cuando todo su cuerpo resentía cada mínimo gesto.
—¡Prepárense! —avisó Vi, sus ojos fijos en el reloj en su muñeca.
Unos segundos después el sonido del tren acercándose los alertó a todos, las luces de los faros delanteros resaltando en medio de la noche y el tren llegando sobre ellos. Vi empezó a correr sin esperar a que el tren los alcanzara, y Cait estaba tan fija observándola que no le tomó dos segundos seguirla, sin esperar a sus compañeros o consultar absolutamente a nadie. Pudo ver el momento en que Vi saltó y se aferró al asidero, tocando el botón que abría la puerta y propulsándose hacia dentro. Apenas su cuerpo estuvo estable en el vagón, volteó hacia afuera, extendiendo una mano delante de Cait, quien no dudó en tomarla, aferrándose a ella al sentir el tirón con fuerza que Vi le dio, adentrándola en el vagón.
Quedaron cerca, demasiado cerca, sus cuerpos se tocaban casi por todas partes y sus respiraciones se mezclaban. Cait sentía su corazón latir contra su pecho, sus oídos pitaban, sordos ante el sonido alrededor, sus manos aferrándose con fuerza al musculoso cuerpo de Vi. El sonido de un osado entrando en el vagón las sobresaltó a las dos, haciendo que Cait se soltara de Vi y se dirigiera al extremo más lejano de ella posible, viendo como sus compañeros entraban rápidamente, casi en manada, hasta que Diana, Leona y Viktor entraron, yendo hacia ella de inmediato.
—Atiendan bien, iniciados, porque no voy a repetir las instrucciones —dijo Vi, atrayendo toda la atención —El juego se llama atrapar la bandera, es una tradición de Osadía y jugaréis todos juntos, trasladados y nacidos en Osadía. Finn y yo elegiremos y nos dividiremos en dos grupos, uno saldrá primero y el otro después.
—¿Qué premio obtenemos si ganamos? —preguntó alguien, Cait no supo identificar quién.
—Esa es la clase de pregunta que haría alguien de fuera de la facción —se burló Finn —La victoria, obviamente.
El orgullo, Cait había aprendido a apreciar que eso era algo muy importante en Osadía. El orgullo de saberte vencedor, victorioso y poderosos sobre los demás. Ella podía familiarizarse con ese deseo, ahora más que nunca.
—Escojo primero —afirmó Finn —Yasuo —La mirada de Vi corrió en derredor por el vagón lleno de iniciados al ser su turno, sus ojos se detuvieron un instante de más en Cait y luego miraron a Finn.
—Escojo al Pastelito —dijo, Cait sintió un calor extraño en su pecho, no sabía si debía sentirse alagada por ser escogida de primera, u ofendida porque eso podía significar que Vi la consideraba débil y quería tenerla cerca para cuidarla.
—¿Buscando débiles a quien culpar cuando pierdas? —se burló Finn. Vi hizo una mueca entremedio una sonrisa y una expresión desinteresada antes de responder.
—Algo así —enojada, Cait se sentía enojada.
—Bien, Leona —pidió Finn.
—Diana —continuó Vi, confundiendo a Cait. Diana no era débil, no tenía sentido escogerla a ella si iba a por los débiles.
—Gangplak —dijo Finn, Leona volteó los ojos lamentándose.
—Viktor —siguió Vi.
—Marcus —Cait había sabido que Finn escogería a Marcus, eran casi tal para cual.
—Ahri —dijo Vi, Cait sintiendo que volvía a escoger a los débiles, pero agradeciendo que no eligiera a nadie de la pandilla de Marcus.
—Illaoi —cerró Finn, continuaron durante unos minutos más eligiendo entre los nacidos en Osadía, pero Cait se enfocó en otra cosa.
Vi jamás escogería de tal forma que pudiera permitirle a Finn ganar, sobre todo porque la enemistad entre ellos estaba latente en todo momento, lo que significaba que ella debía de ser más lista si quería devolvérsela sin verse en problemas. Cait pensó, buscó entre las personas de su equipo qué tenían en común. Todos eran relativamente delgados, con el músculo suficiente solamente, todos eran rápidos. Claramente, el atrapar la bandera era un juego de Osadía, pero requería más de agilidad, táctica y rapidez que de fuerza, Vi no había elegido los débiles, simplemente había sido más inteligente que Finn.
—Tu equipo puede salir segundo, Vi —ofreció Finn, una burla discreta en sus palabras.
—No necesito tu generosidad —repuso Vi, haciendo que Finn frunciera el ceño.
—Como quieras, vete y llévate a tu escuálido equipo contigo —ordenó.
Vi fue la primera en saltar, siendo seguida del resto del equipo. Caitlyn apretó los dientes ante el dolor del impulso, pero sus piernas aterrizaron firmes y una sensación de orgullo la llenó por dentro cuando gastó el impulso con un par de pasos, pero pudo sostenerse en pie. Todos avanzaron con Vi, que los llevó a donde estaban las municiones a usar, eran armas tan pesadas como las que utilizaban, pero no eran reales, usaban balas de pintura. Caitlyn nunca las había visto, pero el nombre se explicaba solo.
—¿Dónde escondió tu equipo la bandera cuando ganaron, Vi? —preguntó una chica rubia, de piel aceitunada, con un tono coqueto que puso los pelos de Cait de punta.
—Decírtelo hace que pierda el objetivo del ejercicio, Riven —repuso Vi, apartando la mano que Riven había colocado en su hombro y alejándose. Cait intentó contener su sonrisa satisfecha.
—En el carrusel —intervino un chico de piel oscura y cabello blanco decolorado —Claggnor me lo dijo cuanto roté por la construcción de armas hace dos meses.
—Entonces vayamos a allí —dijo Riven, tomando la bolsa con la bandera amarilla brillante que resaltaba en medio de la oscuridad.
Mientras avanzaban hacia el carrusel, Cait hizo uso de todo su control para no pensar en lo cerca que estaban de Erudición, recordando que el mapa de Piltover indicaba que estaba a dos horas caminando. Su padre estaba allí, Jayce estaba allí, sin embargo, ella no pertenecía a ellos ya. Quizás eso era lo que más le dolía, que aunque fallara en Osadía, aun si no fuera divergente, imaginando que el gobierno aceptara hacer una excepción y dejarla regresar, ella ya no pertenecía a Erudición.
Cait se concentró en cruzar el puente que se mostraba ante ellos, debajo había un río de lodo. Hace muchos años debió ser un río hermoso, de esos que ella había visto en las fotos de su libro, pero de alguna manera se había transformado en nada más que un área de lodo capaz de ahogar a una persona. Finalmente llegaron al carrusel, donde los caballitos estaban rotos en algunos pedazos y los demás juegos alrededor parecían a punto de derrumbarse. La noria fue lo que llamó la atención de Cait, no podía creer que antes las personas se subieran a ella por diversión, alzándose en una cabina a sesenta metros de altura.
—Bien, un grupo debería de quedarse aquí cuidando la bandera, mientras que otro iría a localizar al equipo de Finn —propuso Viktor, meditando las mejores opciones.
—No sabía que alguien te había puesto al mano, trasladado —intervino Riven, quien fue sostenida por el muchacho que anteriormente había hablado.
—Creo que atacarlos es la mejor solución —comentó él.
—Eso sería problemático si no sabemos nada del área donde están —corrigió Viktor.
—Quizás podríamos esperar aquí y defendernos cuando vengan —planteó Diana.
—¿Y quedar como cobardes? No hay forma —rebatió Riven —Apoyo la idea de Ekko, debemos atacar.
Cait se mantenía apartada, observando como todos parecían tener una opinión distinta y que merecía ser escuchada a gritos por encima de los demás. Sus ojos buscaron a Vi, quien se había pasado el fusil a la espalda y se había acomodado sentada en el carrusel, su espalda apoyada en un caballo y sus brazos detrás de su nuca, parecía relajada mientras observaba divertida a todos discutir.
En lugar de intentar hacerse oír, Cait meditó qué haría ella para encontrar a los otros. Vagar por el lugar parecía muy peligroso, además, el equipo contrario podía estar en cualquier zona de aquel bosque que los rodeaba en un rango de dos kilómetros. Para ver mejor dónde estaban había que subir, podrías percibir qué áreas eran mejores y considerando el brillo de las banderas, podías incluso verla.
Miró a su alrededor buscando algún sitio alto donde subir, sus ojos se enfocaron en la noria, hacía tres minutos llamaba dementes en su cabeza a quienes subían allí por diversión, ahora ella se proponía escalarla. Se alejó sutilmente de los demás, cruzándose el fusil hacia la espalda y parándose debajo de la estructura que sostenía la rueda giratoria. Los barrotes para subir por el lateral parecían estar en buen estado, había pasado más de un siglo, pero ella pesaba poco, podrían soportar.
Respiró profundamente antes de aferrarse al metal de los barrotes y apoyando bien sus pies, iniciando el ascenso. Sus músculos dolían por el esfuerzo, a medida que subía el viento golpeaba más fuerte contra su cuerpo, pero ella quería llegar hacia la plataforma del centro, suponía que allí sería lo suficientemente alto para poder ver los alrededores.
—Pastelito —llamó Vi, Cait no se sorprendió, parecía estar acostumbrándose seriamente a su voz —¿Se puede saber qué crees que haces?
—Supuse que si subía a un lugar alto podría ver la bandera del otro equipo —contestó Cait, su tono lo más neutral posible. Miró hacia abajo, ignorando la altura a la que se encontraba y observando el rostro de Vi. Ella sonrió y luego empezó a subir, acortando la distancia entre ellas —No necesito ayuda —repuso Cait, sintiéndose insultada ante el hecho de que Vi pensara que no podía hacerlo sola.
—Sé que no —aseguró Vi, no había sarcasmo ni condescendía en su tono, ella genuinamente creía que Cait podía.
Cait sonrió, se sentía bien tener a alguien que creyera en ti. Intentó subir más rápido, pero a medida que ascendía, cada vez era más difícil. Ahora el viento la desequilibraba, sus manos dolían de sostenerla en su lugar y había pegado su cuerpo a la estructura, buscando disminuir el roce con el viento lo máximo posible. Aun cuando se movía rápido, era lento en comparación con Vi, quien pronto se encontró poniendo las manos sobre los barrotes que las botas de Caitlyn dejaban libres.
—Dime, Pastelito, ¿cuál crees que es el objetivo del ejercicio de hoy? —preguntó Vi, su voz jadeante y algo alterada. Cait recordó repentinamente que Vi era su instructora y ella se suponía que debía de estar aprendiendo algo de esto.
—Entrenar nuestra mente, trabajo en equipo tal vez —contestó Cait dubitativa.
—¿Trabajo en equipo? —cuestionó Vi, cierta nota de incredulidad en su voz.
—Es posible, tal vez no —repuso Cait, pensando que el trabajo en equipo no era algo muy fomentado en el entrenamiento que ellos estaban recibiendo, sobre todo con las calificaciones para los cortes.
—Antes lo era —comentó Vi de forma pensativa, como si de repente sus pensamientos hubiese viajado a algún recuerdo lejano.
Cait miró hacia abajo, estaban a pocos metros de la plataforma, el suelo se mostraba imponentemente lejos y si se caía moriría, pero ella no pensaba en eso. Sus manos se aferraron a nuevos barrotes y sus pies la impulsaron, de repente, el barrote que la sostenía se rompió bajo el peso de su pie, haciendo que ella perdiera el equilibrio y se fuera hacia un lado, sosteniéndose solo de sus manos y soltando un grito ahogado.
Una mano firme tiró de ella de regreso a la escalera, presionándola contra las barras de metal y sujetándola en su lugar. Cait sintió una ligera sensación de mareo, su respiración acelerándose, llegando a los jadeos, pero lo más incongruente de todo era que no se debía a la casi caída que pudo haberla matado, sino a la mano callosa y vendada de Vi que se había colado bajo su ropa al sujetarla y tocaba directamente su piel.
—Ten cuidado —bramó Vi en su oído, Cait contuvo un gemido suave al sentir como con sus palabras, el agarre de aquella mano se afianzaba en su abdomen.
—Hay que seguir subiendo —contestó Cait, intentando normalizar su voz.
—Cielos, Pastelito, ¿eres siquiera humana? —bromeó Vi cerca de su oído —¿Estar a semejante altura no te da miedo? —preguntó más seriamente.
Cait lo pensó, el viento las aprisionaba y afectaba su equilibrio, los barrotes oxidados ya habían demostrado que podían romperse, la distancia del suelo era abismal, si caía, Cait sabía que moriría en el acto. Aun cuando casi acaba de hacer un viaje al suelo, todavía no sentía miedo exactamente, había un grado de ansiedad, era cierto, pero no había temor.
—No —afirmó resueltamente —Ahora vamos.
Afianzó el agarre de sus manos y siguió subiendo, sintiendo la presencia de Vi más cercana que antes, queriendo ignorar por todos los medios la sensación de frío que había dejado el fantasma del tacto de su mano en su abdomen. Finalmente sus manos tocaron el borde de la plataforma, impulsándose para subir, admirando las barras que se extendían alrededor de ella, formando la estructura redonda de la noria y soportando las pocas cabinas que todavía se sostenían.
Cait se sentó en el borde, dejando que sus pies colgaran al vacío y admirando la vista, esperando a Vi, quien rápidamente apoyó su espalda en el soporte posterior, sus piernas recogidas contra su cuerpo. Cait la observó atentamente, sus músculos tensos, su cuerpo ocupando el menor espacio posible, un sudor frío recorriendo su piel, la tez pálida y sus ojos fijos en la distancia.
—Le tienes miedo a las alturas —afirmó, preguntándose cómo no lo había notado antes. Vi la miró durante unos segundos, antes de cerrar los ojos en una expresión de rendición.
—Todos le tienen miedo a algo —repuso Vi, su voz ronca y baja en comparación con su tono usual. Cait sonrió ante la afirmación, mirando hacia el horizonte nuevamente, habían edificios que se alzaban por encima de los árboles y bloqueaban la visión.
—No estamos lo suficientemente alto, hay que seguir subiendo —declaró, poniéndose de pie y aferrándose a una de las barras diagonales que sostenían la rueda.
—Maldita sea —farfulló Vi en descontentó, poniéndose de pie y asiéndose a la barra de al lado de Cait.
—No tienes que venir conmigo si no quieres —ofreció Cait, pensando que ya había sido lo suficientemente osado subir hasta allí teniendo miedo a las alturas.
—Sí, sí tengo —rebatió Vi, iniciando el ascenso a la par de Cait, ignorante de la sonrisa alegre que adornaba el rostro de la peliazul, quien pese al peligro, solo lograba concentrarse en la pelirrosa.
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Hay un capitulo anterior a este, que está publicado, diganme si sale, porque Wattpad no lo sacó en notificaciones.
Uy, la escalada del amor le dicen 🤣🤣🤣🤣.
¿Qué les parece el capítulo? ¿La tensión entre Vi y Caitlyn? Esa Cait es una coqueta que le encanta ver a Vi hacer cosas por ella. 😏.
En fin, déjenme vuestras opiniones y si les ha gustado, SIGUIENTE🔜🔜🔜
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