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VI- Los cuchillos.

Cait no volvió a ver a Vi sino hasta la tarde, cuando se reanudaba el entrenamiento y correspondía tiro al blanco con cuchillos, bajo la supervisión de Finn, algo que hacía que Diana quisiera correr y esconderse debajo de una cama, pero sabía que no podía. Mientras daban las indicaciones, Cait se embebía de la imagen de Vi demostrando cómo se lanzaba apropiadamente un cuchillo, estos eran delgados, el mango era una extensión de la hoja filosa, aerodinámicos, especialmente hechos para esa actividad.

— Ahora ustedes— indicó Vi, alejándose de los paneles y permitiéndoles pararse delante de cada panel, cinco cuchillos en mano y listos para lanzar.

Como hacía siempre que probaba algo nuevo, Cait primero practicó sin lanzar el cuchillo, únicamente sintiendo como su cuerpo se iba acomodando hasta encontrar la postura correcta, la fuerza idónea, el ángulo adecuado. Podía sentir la mirada de Vi fija en ella, estudiándola y cuando tuvo el valor de mirar, la sonrisa ladina, pero orgullosa, que le dio la pelirosa le hizo saber que entendía lo que Cait estaba haciendo y la felicitaba por ello.

— Oigan, parece que a la cerebrito se le fundió el cerebro— comentó Marcus con un tono arrogante de burla— ¿Se te olvidó lo que es un cuchillo, Cait?

Ella nunca pensó que su nombre podría sonar con tanto asco y diversión a la vez y le enojaba que usaran el apodo que su padre le había dado de esa manera tan irrespetuosa. Realmente no importaba, tenía una mejor forma de vengarse.

Cait se giró hacia el frente, ambos pies mirando en dirección al panel, respiró profundamente mientras llevaba el brazo hacia atrás y dejó ir el aire al hacer un movimiento firme y lanzar el cuchillo. El filo se encajó en el panel, justo en el centro, no solo era la primera en dar en el blanco, era la primera que lograba que el cuchillo se encajara. Pudo escuchar el sonido de disgusto de Marcus, quien lanzó nuevamente y su cuchillo rebotó en la madera que rodeaba los paneles.

— Oye Marcus, ¿se te olvidó lo que era un objetivo?— preguntó Cait con una sonrisa de suficiencia, disfrutando la mueca de molestia en el rubio y la risa general de todos. Sus ojos buscaron los grises de Vi y está ya la miraba, una ceja elevada con gracia, una sonrisa en sus labios, le había agrado lo que Cait había hecho y eso hacía a la peliazul sentirse feliz.

Luego de dos horas de entrenamiento, todos los iniciados habían acertado aunque fuera una vez en el centro y sus cuchillos ahora se encajaban en los paneles, aunque no fuera el objetivo central, al menos no era la madera que los rodeaba. Para lastima de Cait, la excepción en ese todos era Viktor, que mientras los demás buscaban los cuchillos en la pared, él iba recogiéndolos del piso. Finn empezó a caminar detrás de ellos, evaluando la manera en que algunos todavía se equivocaban, hasta que se detuvo detrás de Viktor.

— ¿Qué pasa, iniciado? ¿No sabe lanzar directo al blanco?— preguntó con fuerza, atrayendo la atención de todos.

— Lo siento— se disculpó Viktor, lanzando una vez más, para su mala suerte, esta vez el cuchillo se desvió un metro del panel, cayendo directo al suelo.

— ¡Eso fue lamentable, iniciado!— bramó Finn, Cait podía ver a Viktor encogerse en su lugar— ¿Os he dicho que paréis?— preguntó enojado hacia los demás, haciendo que todos retomaran los lanzamientos.

— Se me resbaló— se disculpó Viktor, sintiendo su rostro rojo de vergüenza.

— ¿Y qué espera? Vaya a buscarlo— ordenó Finn, Viktor abrió mucho los ojos al escuchar la orden, se encontraba incrédulo.

— ¿Mientras todos tiran?— pregunta tentativamente, sin comprender del todo cómo pueden siquiera darle esa orden.

— No te preocupes, estoy seguro que tus compañeros iniciados tienen mejor puntería que tú— responde Finn con burla, acercándose un paso más hacia Viktor.

— No— se negó Viktor, el miedo cubriendo su cuerpo, un instinto de supervivencia, al que los osados rara vez accedían, apareciendo.

— ¿Por qué no?— inquirió Finn con un tono lento que erizó la piel de Caitlyn, aunque ella continuó lanzando— ¿Tienes miedo?

— ¿De que me apuñalen con un cuchillo? Claro que sí— respondió Viktor alterado. Su error había sido la sinceridad, quizás de otra forma Finn hubiese aceptado la negativa, pero ya estaba hecho, la mecha estaba prendida, era hora de aguantar el fuego.

— Paren todos— la orden llegó firme y todos se detuvieron inmediatamente. Cait podía ver como Finn tragaba o la forma en que sus venas se marcaba, sabía que nada bueno vendría— Me gustaría ver qué tan valiente eres, iniciado— comentó Finn, su lengua pasando por sus dientes con lentitud— Párate delante del blanco— ordenó, dando dos pasos hacia atrás, donde estaba Vi— Vi, por favor, haz la demostración— pidió en una falsa educación.

— ¿Tengo que hacerlo?— preguntó Vi desafiante. Cait tragó en seco ante la imagen, Vi era siempre cuidadosa al lado de Finn, aunque no le gustaban sus elecciones, nunca lo retaba, pero ahora lo había desafiado delante de todos los trasladados, eso no iba a salir bien.

— Sí, porque aquí soy yo quien da las órdenes— espetó Finn, sus ojos ardiendo en rabia mal contenida— Aquí y en todas partes— añadió.

Cait vio a Vi contener un suspiró y respirar profundo, sus pasos avanzando hasta estar en el rango de lanzamiento. Se notaba que no quería hacer eso y Viktor quería menos, parecía a punto de desmayarse en cualquier instante, su tez más pálida de lo usual, sus manos temblorosas, los ojos bien abiertos y el sudor visible dándole un aspecto enfermizo.

Era un error, sabía que no debía de hacerlo, pero ella jamás había podido permanecer a un lado mientras observaba una situación de abuso, independientemente de las veces que eso causó que su madre la castigara sin comer ni salir de su habitación durante días. El cuchillo se movió entre los dedos de Vi, que le daba vueltas dubitativa y Cait supo que no podía presenciar aquello.

— ¡Para!— exclamó, Vi deteniendo el ascenso de su mano y todos observando directamente a Cait— Cualquier idiota puede pararse delante de una diana, eso no prueba nada, excepto que nos estás acosando y eso no es muy valiente que digamos.

Sus ojos permanecieron fijos en los de Finn, el desafío latente frente a ellos. Era una estúpida, había ofendido directamente a uno de los líderes de Osadía, pero su lengua se había soltado y ese lado de ella que no concebía otra cosa más que proteger a los más necesitados y débiles había tomado el control.

«Creemos en la libertad del miedo, en los actor ordinarios de valentía, en defensa de los que no pueden defenderse» Cait se repitió mentalmente, recordando el manifiesto de Osadía que había aprendido en su infancia, junto con los de las demás facciones. Ella había escogido Osadía, era de Osadía, si no defendía aquello en lo que creían, nada habría valido la pena.

— Entonces no tendrás problema en ocupar su lugar— comentó Finn venenosamente, aceptando el reto de Cait.

A paso firme, Cait avanzó entre los trasladados, que le abrieron camino. Podía ver la mirada temerosa y agradecida de Viktor, aunque en el fondo ella lo culpaba por no ser más cauteloso respecto a lo que decía delante de Finn, y también el enojo latente en los ojos grises de Vi. Cait sabía lo que esa mirada significaba, “eres una estúpida”, eso gritaban los ojos de Vi y Cait estaba de acuerdo. Antes de salir del grupo, una mano se cerró en su antebrazo.

— Despídete de tu linda cara, cerebrito— susurró Marcus en su oído, su cuerpo escondiéndose detrás del de Cait— ah, no, que no tienes.

Quería contestarle y mandarlo a la mierda, pero Finn era la prioridad, así que simplemente se zafó del agarre de Marcus y avanzó, pasando al lado de Viktor, quien se alejaba de la diana y ocupando su lugar. Colocó conscientemente sus brazos al lado del cuerpo, alzó la barbilla de esa manera orgullosa que su madre le había enseñado y mantuvo la mirada en Vi, que seguía lanzándole llamas con los ojos.

— ¿Estás lista, Pastelito?— preguntó Vi, un reto escrito en sus palabras.

No sabía de dónde había sacado el decirle pastelito en ese momento, quizás fuera porque de tanto observarla se había dado cuenta que la chica consumía una cantidad llamativa de los pastelitos del comedor, o tal vez solo buscaba atraer su atención y a la vez darle algo de seguridad, porque Vi podía decir que esa firmeza en su pose era real, pero que a la vez había preocupación. Quería que confiara en ella.

Cait no contestó, aunque su mente se relajó ante la confianza con la que Vi la había llamado. ¿Tenían esa cercanía? No, pero al menos Cait sabía que Vi no la lastimaría. Vio el cuchillo dar dos giros en la mano derecha de Vi y luego ella alzó el brazo, Cait se recordó mentalmente que no debía cerrar los ojos, sí lo hacía le demostraría a Finn que eso no era tan fácil como ella había dicho. Vi hizo un lanzamiento brusco y Cait pudo percibir el giro del cuchillo en el aire antes de encajarse a la derecha de su cuerpo, a unos veinte centímetros.

— Si te rindes alguien más ocupará tú lugar— habló Vi, sus palabas calando en Cait. No, no podía permitir que alguien más se viera metido en esa situación solo porque ella había hablado de más.

Vi pasó con destreza un cuchillo de su mano izquierda para la derecha, le dio tres vueltas entre los dedos antes de alzar el brazo y volver a lanzar, sus ojos fijos en los de Cait en todo momento. Cait lo vio girar en el aire y luego escuchó el impacto en el momento en que la hoja se hundió sobre su cabeza, debía de estar muy cerca de ella, podía sentir la presencia del cuchillo allí. Cerró los ojos un instante, el alivio recorriendo su cuerpo.

— ¿Has tenido suficiente, Pastelito?— preguntó Vi con sarcasmo— ¡Abre los ojos!— ordenó, Cait obedeció de inmediato. Los ojos grises de Vi se mostraban tormentosos en ese instante, pasó el último cuchillo a su mano derecha, dándole tres vueltas entre los dedos— Vamos, Pastelito, deja que alguien ocupe tu lugar— Cait no entendía por qué Vi intentaba picarla, pero no tenía paciencia para esas provocaciones.

— ¡Cállate, Vi!— bramó, siendo plenamente consciente de que era la primera vez que mencionaba su nombre.

Vi no esperó, apenas Cait respondió ella dejó que su brazo se alzara, lanzando el último cuchillo en su dirección. Cait lo supo, el cuchillo le daría, la forma en la giraba, la altura a la que Vi había lanzado, iba a lastimarla y ella no debía moverse o sería peor. Mantuvo el rostro sereno, aun cuando todo en ella gritaba por moverse, y el cuchillo se enteró a su lado, rozando su rostro, el filo abriendo una herida en su oreja. Sintió la sangre bajar por su lóbulo, pero no hizo gesto ninguno, simplemente dio un paso al frente y se alejó de la diana.

— Me encantaría quedarme a ver si todos sois tan valiente como la cerebrito— comentó Finn, admitiendo que esa entereza sostenida no era algo común en una situación así— pero me temo que tengo mejores cosas que hacer. El entrenamiento ha terminado por hoy.

Cait observó cómo Viktor miraba en su dirección, ella solo negó con la cabeza, dándole a entender que podía retirarse sin ella, vio de reojo como Marcus se iba con el rostro deformado en una expresión de frustración, eso la hacía sentir bien, sin embargo, ella estaba más ansiosa por el momento en que la sala se quedase sola.

— ¿Está bien tu…?— inició Vi al notar que todos se habían ido, ella había estado esperando, disimulando que organizaba los cuchillos.

— ¡Me cortaste!— reclamó Cait con enojo, interrumpiéndola.

— Sí, lo hice— aceptó Vi— Finn no te iba a dejar salir de allí sin un corte, hice el más sencillo y exacto que pude— explicó la pelirrosa, su ceño fruncido demostraba que no mentía.

— ¿O sea que tengo que agradecerte?— se burló Cait, la ira tomando control de sus acciones— ¿Qué cosa exactamente? ¿Que seas tan sádica como él?— acusó, su voz alzándose y resonando en el silencio de la sala de entrenamiento.

— No soy una sádica— rebatió Vi, mirando fijamente a Cait con una expresión que a ella le pareció entre molesta y dolida, pero que en esos momentos no quería procesar.

— ¿Entonces por qué seguías pinchándome para que me rindiera?— reclamó enojada. Pudo apreciar el rojo que se apoderó del rostro de Vi, no era vergüenza, era ira. La pelirrosa se acercó a ella a paso lento, marcando con su presencia todo el lugar hasta que su aliento tocaba el rostro de Cait.

— ¡Estoy empezando a cansarme de que no lo entiendas!— espetó, y Cait hubiese dado lo que fuera porque ella estuviera gritando, pero en cambio hablaba en ese tono bajo tan amenazador que se escuchaba casi doloroso. Vi pasó por al lado de Cait, consciente de que no debía tocarla en ningún momento.

— ¿Pues sabes qué? Yo también me…— inició Cait, gritando desesperada por dejar salir todo lo que pensaba, pero Vi ya la había dejado sola en la habitación.

                                ♧

Debía irse de Osadía, tenía pensado intentar llegar hasta finales de la iniciación, pero después de la discusión de esa tarde con Cait, Vi había ido a despejarse al centro de control. Regularmente en esa etapa ella debería tener prohibido entrar, pero su jefe sabía que era algo que ella amaba hacer, pasar largos ratos en el silencio y la paz de la sala de control, monitoreando la valla y el complejo de Osadía, riéndose de cada vez que Claggnor hiciera algo mal en el área de producción de armas y escuchando a Mylo hablar incansablemente.

Ir allí esa tarde había sido un error. Estaba mirando las cámaras ocultas del complejo, esas que ella no debía de observar, pero que había logrado hackear de alguna manera después de meses de esfuerzo, y había visto como entraba un nuevo cargamento de sueros provenientes de Erudición.

Hacía meses que había logrado colocar un micrófono en la oficina de la infalible Ambessa Medarda, a la cual nadie llamaba por su nombre, algo que Vi había aprendido prontamente, así que se aseguró que no hubiese nadie en la sala que estuviese prestándole atención y se colocó uno de los audífonos.

Era normal ver a algún osado estar vigilando y traer audífonos puestos, escuchando alguna canción de esas que todavía se sintonizaban en emisoras de radio. Nadie hacía música nueva ya, pero se transmitían todas esas que alguna vez habían sido escuchadas durante la época de vida del planeta, antes de la guerra. Sin embargo, el problema de esto era que cuando Vi los usaba para espiar tenía que estar atenta de que nadie se le acercara por detrás y notara lo que estaba haciendo. Había pasado auténticos sustos con anterioridad.

— ¿Todo el cargamento está listo?— preguntó Medarda a un hombre que mantenía su rostro oculto, pero era visiblemente calvo.

— Todo en perfecto estado, la señora Kiramman quiere que se pruebe en los iniciados que superen la prueba final— informó el hombre, su tono de voz ahogado por la tela en su rostro dejaba pensar que debía de ser un hombre mayor.

— Los líderes ya están informados, puede decirle a Cassandra que se despreocupe— aseguró Medarda y eso fue todo lo que Vi pudo escuchar, de reojo viendo a su supervisor acercándose y teniendo que cambiar la imagen rápidamente, sintonizando una emisora cualquiera.

Después de unas excusas baratas sobre que el estrés con los iniciados no le dejaba descansar apropiadamente y que extrañaba su antiguo trabajo relajado, su supervisor le aconsejó que se fuera a despejar la mente en otras cosas, una clara insinuación que incluía bebidas y sexo, algo que en otra ocasión vi hubiese aceptado gustosa sin siquiera pensarlo, pero desde hacía meses que no se permitía esas distracciones con todo el estrés al que estaba sometida por la corrupción de los líderes.

Vi había salido de la sala de control como si esta estuviera en llamas, dirigiéndose directamente a su apartamento, uno de los pocos que estaba en los niveles más altos, por lo que tenía un balcón que dejaba ver la cuidad y el atardecer, dos cosas que ella adoraba. Se dio una ducha rápida y pasó un largo apoyada en la baranda del balcón, observando el sol ponerse.

No bajo a cenar, prefirió meditar su plan de huida de la facción mientras devoraba parte de las hamburguesas y el refresco que tenía en la mini nevera.
Podía irse, sin importar qué hiciera no iba a conseguir salvar a esos iniciados de ser los conejillos de indias de lo que fuera que Erudición estuviese tramando. Iba a irse desde el primer día del recibimiento de los iniciados, ese había sido el plan desde hacía meses.

¿Qué la atrasó? Unos ojos azules profundos le vinieron a la mente como respuesta. Vi no sabía por qué, pero Caitlyn Kiramman la tenía casi obsesionada, tenía unas ansias extrañas de protegerla, algo que no sentía desde Powder, aunque podía notar la obvia diferencia entre sus emociones por su hermana y las que tenía por Cait.

¿Por qué no se iba? Era obvio que la chica no entendería nada de lo que Vi hacía, y aunque lo hiciera, nunca creería que su propia madre sería capaz de tantas atrocidades, de muertes de cientos de divergentes o de experimentos humanos. De todas formas, ella estaría a salvo, Cassandra Kiramman no lastimaría a su perfecta hija, incluso si esta había desertado. No estaba en su poder controlar lo que era, si la prueba había dado Osadía, esa era la elección obvia.

La noche ya había llegado sobre Piltover y Vi no lograba analizar nada más. Estaba cansada, pensar mucho las cosas no se le había dado bien nunca, si bien comprendía la importancia de la mente, solía meditar una sola vez las cosas. Furiosa consigo misma, vendó a consciencia sus brazos y salió apresurada hacia la sala de entrenamiento, necesitaba despejar un rato.

A pocos metros de la puerta pudo escuchar un ruido dentro de la sala, se suponía que a esa hora nadie debía de usarla, excepto los entrenadores. Con cautela, Vi entreabrió la puerta sin hacer ruido, pasando sutilmente y manteniéndose en la oscuridad para no ser notada.

Sus ojos se embebieron en la figura de Cait, sudada y ligeramente despeinada, pegándole con todas sus fuerzas a uno de los sacos de arena. Parecía tener los mismos deseos que Vi por sacar toda su frustración golpeando, aunque por la manera en que Vi la había visto lanzar cuchillos y disparar, diría sin lugar a dudas que la lucha cuerpo a cuerpo no era lo suyo.

— Tienes que trabajar más con los codos— habló Vi, saliendo de la oscuridad y luchando por mantener una expresión neutra mientras por dentro se divertía ante la imagen de Cait sobresaltada— Te dije ya que son tu punto fuerte, por el momento.

— ¿Acosar iniciados es tu pasatiempo?— rebatió Cait, retomando los golpes contra el saco, pero esta vez haciéndole caso al consejo de Vi, quien rio quedamente por la contestación.

— Tu no deberías estar aquí para empezar, yo vengo porque me gusta sacar la frustración sobre los sacos de arena, no es tan efectivo como con las personas, pero mantiene la rabia bajo control— repuso Vi, decidiendo sincerarse sobre sus motivos. Apreció como Cait dudaba unos segundos ante de golpear el saco nuevamente, le estaba prestando atención.

— ¿Qué te frustró?— preguntó la peliazul entre jadeos, intentando no detener los golpes.

— Me frustra que cuando intento ayudar a alguien, esta persona me malentienda totalmente— respondió Vi, acercándose y colocando ambas manos en la espalda de Cait, presionando para ajustas su postura unos centímetros— Golpea ahora— indicó, un susurro vago en el oído de Cait que hizo que ella tragara en seco, mojando sus labios con su lengua antes de volver a pegarle a la arena.

— ¿Qué fue lo que malinterpretaron?— habló Cait, percibiendo como su voz de repente estaba más ronca. No era estúpida, habían dos cosas claras en esos momentos, la primera era que Vi se refería a ella y a su discusión de la tarde, y la segunda era que ella deseaba jodidamente que Vi no apartara las manos de su cuerpo.

— Intenté ayudar a una chica jodidamente valiente, tanto que rozaba lo estúpida— Caitlyn sonrió al escuchar los susurros de Vi en su oreja, centrándose en su voz y no en el firme agarre de la chica en su espalda baja, corrigiendo su postura de diferentes maneras.

Cait sabía que lo estaba haciendo de forma profesional porque cada vez que golpeaba el saco, su cuerpo se resentía menos, el golpe era más firme, pero no podía evitar pensar que tal vez había algo más detrás de eso. Más que pensarlo, era algo que ella esperaba.

— Le recordé de la forma más disimulada que pude que tenía que resistir, porque alguien más sufriría si ella se rendía, pero no podía animarla porque tenía a un supervisor molesto respirándome en la nuca, así que al final la chica no me entendió— explicó Vi, sus manos bajando hacia la cadera de Caitlyn, girándola unos centímetros y luego ajustando un poco la posición de las piernas, disfrutando de cómo sus siguientes golpes hicieron que el saco de moviera ligeramente, por primera vez.

Caitlyn se sentía soberanamente estúpida. Claro que Vi no podía simplemente darle ánimos con pompones, Finn ya era lo suficientemente arisco a su alrededor como para añadir eso. ¿Por qué demonios ella no supo interpretar la situación? Una vez más, la prueba fehaciente de que no pertenecía a Erudición se mostraba en sus actos, al menos no totalmente, pero prefería no pensar en eso en ese preciso instante.

Su cuerpo disfrutó el momento en que el saco finalmente se movió de uno de sus golpes, porque Cait dejó de golpear después de eso. Dio una respiración profunda y giro lentamente, sintiendo frío en su piel cuando Vi apartó las manos.

— Supongo que siendo tan estúpida, no supo verlo claramente— comentó, sus ojos alzándose y quedándose fijos en los de Vi, devorando el gris que parecía mirarla como un niño a su regalo de cumpleaños, destellando en pureza— Quizás quiera pedirte disculpas— susurró más bajito, sintiendo como profundizaba su respiración ante la cercanía de ambas.

Un sonido afuera de la sala de entrenamiento captó la atención de ambas, Vi colocó rápidamente su mano en la boca de Cait y la otra en su espalda, impidiendo que hiciera sonido alguno mientras intentaba escuchar si pasaba algo más afuera. Ya Osadía no era segura.

Pasados unos minutos, decidió que nada malo estaba ocurriendo, por lo que retiró suavemente sus manos de Cait, mirándola nuevamente, pero la tensión que antes las envolvía había disminuido considerablemente después del susto. Vi dio un paso atrás, permitiendo que ambas despejaran su mente.

— Debería irme— anunció Cait, entre pidiendo permiso y justificándose— Buenas noches, Vi— se despidió, mirando a Vi con dulzura, haciendo que la pelirrosa se encontrase a sí misma sonriéndole suavemente.

— Buenas noches, Pastelito.

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Awwww, que tiernas, digo yo.

¿Qué creen del capítulo señores? ¿Les gustó?

Dejen a esta pobre alma saber cómo escribe, así que díganme.

Dicho esto, creo que sería todo hasta el fin de semana que viene. Espero hayan disfrutado y nos leemos la semana que viene. Besitos, pequepinkypitufibolas. 💙💜.

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