Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

36 ━━━ Now or never.

━━━ ❛ VALHALLA XXXVI ❜ ━━━

Estoy despierta para notar el cielo colorearse con la iluminación del amanecer, con las nubes comenzando a abrir pequeños espacios entre sus formas para que los tenues rayos del sol empiecen a colarse por ellos. Pronto, el color oscuro desaparece y es reemplazado por las tonalidades naranjas y amarillas que preceden el anuncio de un nuevo día. La temperatura desciende poco a poco, la brisa se acrecienta y el sonido casi indiscernible de aves en la lejanía dan por acabada la espera. Ha llegado el día.

La habitación aún se encuentra a oscuras, e incluso Thor se halla raramente silencioso. Nada más allá de sus respiraciones profundas es capaz de llegar a mis oídos, así que, muy cuidadosamente, giro sobre mí misma para darle la espalda al ventanal y quedar frente a su rostro.  Al hacerlo, una cruda epifanía relampaguea sobre mis pensamientos. El hecho de que ni siquiera durmiendo con él he sido capaz de conciliar el sueño, de ahuyentar mis pesadillas o simplemente descansar me acecha con saña. Allí me doy cuenta de algo más, del motivo por el que Thor tampoco ha podido lidiar con sus propios pesares a pesar de contar con mi presencia: porque no es suficiente. Lo que nos pesa, eso que nos agobia, va mucho más allá de la manera en la que nos sentimos el uno por el otro y, hasta ahora, yo no lo había notado. Él no puede hacerme sentir libre hasta que yo misma no me libere, de igual forma en la que yo no puedo hacerlo sentir digno hasta que él no se crea eso por sí solo.

Tal vez, solo tal vez, el amor que nos tenemos solo sirve para sostenernos pero no para sacarnos del vacío. Porque tal vez el amor no es idóneo si no se balancea con otros aspectos igual de necesarios. No podemos esperar que alguien nos salve o nos quite los pesares con su única existencia, ese es un deber individual y en el que, en su mayoría, fallamos. Si no nos encontramos a nosotros mismos, nadie más lo hará. Somos nuestro propio templo, nuestro juez, jurado y verdugo. Somos la condena y también la salvación, la enfermedad y la cura. Alguien puede colocar medicina sobre nuestras heridas pero, al final, solo nosotros mismos tenemos la capacidad de sanarlas.

Pasé muchísimo tiempo predicando no necesitar la ayuda de alguien, rechazando cualquier conato auxilio, únicamente para acabar cayendo en la convicción de que quizás el socorro era lo que me faltaba para estar completa —pero nunca se sintió así. Pensé que, si cedía ante el amparo que Thor siempre me ofreció, todo estaría bien, que quizás yo solo era terca, porque se sentía correcto tener a alguien que se preocupe por ti. Pero el problema no era ese, no era la manera desmedida en la que él se interesaba en mí o en la fiereza en la que siempre estuvo dispuesto a luchar por mí... el problema soy yo. Yo, que no supe equilibrar todo lo que él me daba con mi propia redención. Que lo dejé intentar salvarme pero nunca, jamás, moví un dedo por salvarme a mí misma. Y no hablo de peligros o de las veces inverosímiles en las que mi vida estuvo en riesgo, me refiero a un nivel más profundo. Me refiero a cómo solo he subsistido, sobre la marcha...

Pero, en verdad, todo lo que quiero es librar el dolor, la culpa, las peleas. Vencer por completo la parte de mí que se encuentra agazapada bajo un grueso velo de algo oscuro, la parte a la que le temo. La que se empeña en parecerse a Cyrano, la que quiere sucumbir ante todo lo que él predijo que sería. Y yo no quiero eso, no quiero dejar que mi agua mansa se vuelva turbia, lo que yo quiero es... ser libre. De una vez y para siempre.

Cuando los ojos de Thor comienzan a abrirse lentamente, yo llevo con sigilo mi mano derecha hasta su rostro. Con la yema de mis dedos recorro la cicatriz encima y debajo de su ojo.

Él suelta una exhalación profunda ante el toque.

—¿Cómo es posible que nunca te vea con los ojos cerrados, Crystal? —pregunta, con la voz ronca y áspera.

—No lo sé —susurro de la misma manera—. Nunca te quedas lo suficiente para saber si los cierro o no.

Parpadea en su totalidad y sus orbes revolotean por un segundo, al menos hasta que consigue enfocar mi rostro tranquilo con efectividad.

Hay un motivo por el que me gusta ver a Thor a tempranas horas de la mañana, y es que cuando sale el sol me da la sensación de que regresa. No se aparta, no huye, solo se queda. Se queda para mirarme a la cara, para hablarme como solía hacerlo e incluso para estar conmigo. En esta fracción de momento tan efímero la agonía no es tan pesada, pero como todo lo demás también desaparece.

Hoy, en particular, siento que el hilo se está desgastando.

—Siempre tienes razón —contesta en voz bajita.

Permanezco con la mirada fija en sus ojos, pero tengo que inclinar la cabeza ante la repentina necesidad de sollozar. La cosa es que el sentimiento abrasador no se siente doloroso, se siente cálido.

Lenta, deliberadamente, presiono la palma de mi mano contra su rostro y esto lo hace mirarme con confusión.

—¿Por qué luces triste, sirena? —inquiere. El sonido de su voz se redobla ante la ansiedad que probablemente le ha generado mi expresión, así que le dedico una media sonrisa sin dejar de acariciar sus facciones.

—No estoy tiste —musito—. Solo me gusta mucho cuando me miras así —admito, y al hacerlo me río entre dientes—. Me gusta saber que estás aquí.

El rubio arruga la nariz.

—A mí me gustan tus ojos —me dice, y pasa los dedos de su mano derecha por encima de mis párpados—. Es fácil saber cuándo no los has cerrado por mucho rato, porque el verde esmeralda se vuelve más oscuro, intenso. Cuando los cierras y luego decides abrirlos nuevamente, es como si el verde se derritiera hasta crear un pequeño océano. Hay puntos de azul en tus esmeraldas.

Mis ojos se llenan de lágrimas pero, contrario a ese hecho, me largo a reír. Thor frunce el ceño y me mira sin comprender muy bien el motivo detrás de mi extraño humor combinado.

—¿Me quieres contar el chiste?

—No es ningún chiste —niego—. Es solo que... Tú dices que no me mereces, y te alejas de mí por la misma razón, pero aún así me miras de la misma manera en la que siempre lo hiciste. Aún te preocupas por mí —junto mi frente con la suya y, sujetando sus hombros, libero una pierna y le envuelvo con ella la cintura—. ¿Y sabes qué? No me importa. No me importa porque yo sé que aquí —toco su corazón— siempre vamos a estar juntos. Soy consciente de las consecuencias que han tenido todas las decisiones que tomamos, pero no me arrepiento. No puedo arrepentirme porque, sé que yo nunca fui fácil y después el difícil fuiste tú, y caímos hasta el fondo de un vacío del que no pudimos sacarnos, pero de algún modo u otro, siempre nos guió hasta aquí, hasta nosotros. Siempre se resumió a nosotros dos.

» Y puede que yo no haya sido lo suficientemente valiente como para encontrar mi propia libertad, pero quién me hizo sentir que aún valía la pena fuiste tú —hago una breve pausa cuando, sin poderlo advertir, un nudo se arma en mi garganta y me dificulta el trabajo de seguir hablando—. Tú me diste un hogar, tú siempre volviste a mí, tú no me dejaste sola, tú seguiste apostando por mí aunque no te la pusiera sencilla. Tú me hiciste sentir que no estaba tan vacía y hueca después de todo.

El nudo se retuerce cuando, de pronto, son los ojos de Thor los que también se llenan de lágrimas. Su pecho empieza a subir y bajar de manera irregular y sus labios tiemblan, temerosos.

—Quizás nosotros no tenemos un final feliz —continúo diciendo en susurros—, pero eso no significa que el trayecto no lo haya sido. Mi corazón siempre va a ser tuyo y eso nunca va a cambiar. Ni siquiera con la memoria borrada dejé de sentir por ti —le recuerdo, y allí es donde cae la primera lágrima—. ¿Sabes qué? Después de todo, sí tenemos un final feliz. El final feliz es la niñita rubia, porque ella es la mejor parte de mí misma. Ella tiene solo lo bueno, porque lo malo me lo he quedado yo, y por eso mismo ella debe ser feliz. Todo lo que hagamos debe ser para garantizar eso.

Thor aprieta los labios con fuerza.

—¿Por qué me estás diciendo esto, Crystal? —pregunta.

—Porque no solo vamos a la montaña a buscar el collar —confieso finalmente entre jadeos—, sino a también tratar de detener la profecía, Thor. Has estado haciendo oídos sordos ante esto por días, ¿no te parece que es momento de que lo enfrentes?

Un espasmo de dolor revienta las facciones duras de su rostro y su expresión se descompone.

—Pero Eyra... —comienza dando una sacudida de cabeza adolorida, así que tengo que abrazarme a él con fuerza para evitar caer en una espiral de pánico imparable.

—... Va a estar bien —lo interrumpo, acercando mi rostro al suyo—. Yo voy a hacer mi parte por asegurarme de que eso sea así, la pregunta aquí es si tú piensas hacer la tuya.

Su gesto no mejora nada, de hecho, empeora. Empiezo a temer que toda esta conversación tenga un desenlace desafortunado a juzgar por la forma en la que me mira, pero entonces él se abraza mucho más a mí.

Su mano desciende con lentitud por mi espalda y me apega más a él cuando lo oigo suspirar con resignación.

—He vivido con el dolor y el miedo de que todo se repita de nuevo, pero la única cosa que me recuerda la razón por la que lo sigo haciendo eres tú —dice—. Cada vez que tengo que apartarte, hacerte a un lado e incluso ignorarte, me pregunto a cuál de los dos le duele más, pero... No puedo perderte a ti también, Crystal. No puedo perderte de la misma manera en la que he perdido a todo el mundo, a todos los que una vez estuvieron cerca de mí. Tengo que protegerte de mí mismo, porque aún tengo algo que perder y no puedo perderlo. Porque no puedo vivir en un mundo en el que tú no estés —me toma de las mejillas, haciendo que su nariz roce con la mía—. Apartarte de mí ha sido la cosa más difícil que he hecho en mil quinientos años... pero te ha mantenido con vida. Estás viva. Y eso significa que yo estoy maldito, que no puedo mantener con vida a nadie cerca de mí, y por eso está bien que tú y Eyra estén lejos de lo que soy. Puedo lidiar con eso porque sé que están ahí, que si me giro las voy a ver. Pero eso no lo puedo garantizar si se quedan conmigo.

» Y yo no puedo perder esto —reitera mientras niega frenéticamente con la cabeza—. No puedo no ver esta cara, estos ojos, esta sonrisa, este cabello. Simplemente no puedo, Crystal. No puedo terminar de perderlo todo...

Para cuando termina de hablar, yo no soy la única que se encuentra llorando. Siento la hilera de sus lágrimas estrellarse contra mi cara por la posición en la que estamos, y todo lo que puedo hacer es abrazarlo más.

¿Esa es la razón por la que se ha empeñado tanto en hacerme a un lado? ¿Porque realmente cree que él puede hacerme matar? De la misma manera en la que murió Frigga, Odín, Heimdall, Loki, como se destruyó Asgard y cómo Thanos asesinó a la mitad de los Asgardianos, a la mitad el universo.

—No —digo bajo mi aliento—. No es tu culpa, nunca lo será. Lo que suceda o no suceda conmigo será el resultado de mis propias decisiones, no de ti, Thor.

—Pero no quiero perderte a ti también —gimotea—. Soy un imbécil, lo sé, pero no puedo.

Abro la boca en busca de aire cuando me siento atrapada. Sus brazos se traban firmemente a mi alrededor, como si no quisiera soltarme por nada del mundo, así que hice un esfuerzo tremendos porque, al sacar la cara para verlo otra vez, mis facciones no evidenciaran ninguna nota de agonía, lo suficiente para hacerlo sentir mejor a él.

Sus brazos se apretan con fuerza contra mí.

—Mi corazón es tuyo —corroboro, y se me escapa un suspiro muy bajo—. Y mi amor nunca te va a dejar —repongo mientras paso mis dedos por su mejilla.

Thor torció la boca.

—¿Me lo prometes?

Te lo juro.

Claro que puedo asegurarle eso, porque no es ninguna mentira. Yo no voy a dejarlo nunca porque mi corazón siempre se quedará con él, sin importar qué suceda ni que se meta en medio, mi amor siempre lo va a acompañar, hasta que el universo llegara a su apoteósico final.


👩🏻‍🦰 👩🏻‍🦰 👩🏻‍🦰


Después de eso no solo tuve que lidiar con que Eyra no quisiera soltarme por ningún motivo, ahora Thor tampoco quiere despegarse de mí. Así que cuando el solo salió en su totalidad, la hora de prepararse también llegó y con ella, los que se habían marchado la noche anterior regresaron al complejo listos para la misión. O bueno, pienso mientras me dirijo con Eyra entrelazada sobre mí hacia el jardín, tan listos como se pueda estar.

En el camino veo a todos preparándose, aprovechando las pocas horas libres que nos deja la mañana antes de lanzarnos de lleno hacia lo desconocido.

Vislumbro a Amethyst afuera, detenida antes de llegar a la represa, con los brazos cruzados y la mirada fija en la distancia. La Diosa del Tiempo no es muy habladora, voluntariamente permanece en silencio y siempre tiene esa expresión de clarividencia analítica que te deja pensando, pero nadie se atreve a preguntarle qué tanto sopesa. Uno solo asume que serán posibilidades infinitas, pero es imposible saberlo.

Veo a Scott Lang tratando de servirle el desayuno a Silena Vassos, pero este tropieza con un desnivel del suelo y acaba tirando todo el café sobre la mesa de la cocina. La bonita castaña suelta una risita de lo más educada y se pone de pie, lista para arreglar el desastre que acaba de hacer Scott. Pero mientras lo hace, le explica algo en voz bajita, a lo que él asiente y hace una mueca que pretende dar a entender que ya lo sabía (cuando claramente no es así), y luego se resigna, dejándole un sonoro beso en la mejilla.

Cerca de la máquina del tiempo, Bruce, Barton y Samantha mantienen una conversación bastante concentrada. La de mechas rubias está sentada en el orillo de esta, con Clint detenido muy cerca de donde cuelgan sus rodillas, mientras que el gigantesco hombre verde les explica algo. Señala los controles, después a los lados y luego la máquina para hacer más énfasis a su alegato. Rhodes, Nebula y Rocket también se encuentran con ellos, solo que un poquito más alejados de la máquina.

Un poco antes de llegar a la puerta de vidrio que te deja entrar al jardín, Natasha y Halley se hallan escuchando algo que Edward y Grant tienen para decir. La pelirroja tiene al niño rubio cargado, recostado contra su cintura, y Halley tiene las manos sobre los hombros de Edward a la vez que estos parlotean a toda velocidad sobre algo que los tiene muy emocionados. Las observo carcajearse por algún comentario de Edward y entonces Grant le planta un beso en la mejilla a Natasha, ocasionando que Halley le haga cosquillas al niño únicamente para, ella también, besar a la pelirroja.

En el jardín se encuentran las piezas faltantes de todo el engranaje. Steve y Victoria están sentados en un largo sillón de color arena, con las manos entrelazadas entre sí, y parecen ser los que lideran la conversación que se está llevando acabo. La castaña parece muy serena mientras interviene las palabras del rubio, y él también se ve igual de calmado. De hecho, todos parecen tranquilos, exceptuando por alguien. Frente al largo sillón hay un par individual, notoriamente más pequeños que ese, pero en uno de ellos se encuentra sentado Tony, que atentamente escucha lo que tienen que decir sus amigos. Sin embargo, es la expresión de la pelinegra que se halla sentada encima de él la que me causa una extraña curiosidad. Beverly está sentada sobre sus piernas, pero tiene la cabeza tan metida en el hueco del cuello de su esposo que es difícil apreciar muy bien su mirada, y aún así, el mínimo atisbo de ella es... angustiante. Tiene los brazos enlazados alrededor de él y parece muy distraída mientras su hermana y su cuñado hablan, como si su mente estuviera volando por otro lado.

Me pregunto si...

Detengo mis movimientos antes de llegar a la entrada y Eyra da un respingo para asomar la cabeza por encima de mí.

—Sigue —me dice con impaciencia.

—No soy tu chófer —contesto con gesto de desaprobación, lo que la hace fruncir el ceño—. ¿No quieres ir a usar a tu papá precioso como transporte?

La rubia resopla.

—Y sí —da un salto fuera de mi regazo—. Hasta me da donas en el camino.

Y entonces echa a correr hacia el otro lado, exclamando el nombre de Thor a gritos.

Ruedo los ojos tras verla desaparecer a toda marcha, sin pensarlo dos veces. Al menos hoy se siente y se ve mucho mejor en comparación a los días anteriores en los que se notaba muy apagada e indispuesta.

Niego con la cabeza, y entonces me percato de que Tony ha reparado en mi presencia. Se levanta, no sin antes murmurarle algo en el oído a su esposa, y luego se dirige hacia donde me encuentro. Le hago una seña con la cabeza para indicarle que voy a cambiar mi rumbo hacia la entrada, pero él continúa siguiéndome de cerca. Una vez nos detenemos en uno de los bancos de afuera, yo cruzo los brazos sobre mi pecho y también las piernas, pero Tony solo se inclina sobre sí mismo para poner los codos sobre sus rodillas.

—Sigues muy callada —observa. Chasquea la lengua y entrecierra los ojos, pero no me mira a mí, sino al paisaje.

Inspiro.

—He estado pensando...

—¿En...?

—En las posibilidades —me encojo de hombros—. ¿Tú no las hecho? ¿No has dudado de nuestras posibilidades de sobrevivir? Porque, te lo digo en serio, yo no he podido dejar de pensar en eso. Siento que el hilo está a punto de romperse —le confieso al tiempo que giro la cabeza para mirarlo negar lentamente.

Hace una mueca con su boca y se echa hacia atrás de sopetón.

—Lo hice.

Frunzo el ceño ante el tono que adoptan sus palabras y la manera en la que altera su expresión. Estoy segura de que es un movimiento puramente involuntario y del que probablemente no es consciente, pero sus ojos viajan de la lejanía hasta la parte del jardín en la que todavía se encuentra Beverly. Ella no está haciendo nada en particular, pero él la observa con mucha fijación, dando a entender que realmente le gusta lo que ve.

Ladeo la cabeza y paso la mano por su espalda.

—Te despediste de ella, ¿verdad? —adivino. Tony exhala un suspiro bastante enigmático, pero asiente—: ¿Y cómo lo tomó?

—No muy bien —hace un mohín y un ademán exhaustivo con sus manos—. Pero yo solo no podía dejarlo en el aire, es decir, esa es la cosa. No sabemos qué va a pasar, si va a funcionar, si vamos a regresar. En el mejor de los casos todo sale exactamente como debe, ¿pero y si no? Yo puedo garantizar que ustedes regresen, pero...

Su voz se apaga súbitamente al final de la frase, así que decido contemplarlo en silencio. Mis pensamientos actúan bajo la creencia de que todo sucede por algo, ¿no? Y eso concede que cada acción tiene una reacción, incluso las más pequeñas, pero a veces no todo se revuelve alrededor de ello. Suelen ser las decisiones individuales las que forjan el destino, así que cuando te mentalizas para una situación, básicamente estás atrayendo un futuro inmediato. Si asume que va a morir, es porque va a morir.

—No yo —discrepo en un murmuro.

—¿Cómo que tú no? —quiere saber Tony, evidenciando confusión.

—Yo no debería estar viva si no fuera por una razón, porque si no es así, significa que todas las personas que se sacrificaron por mí lo hicieron en vano, que su muerte no vale nada —le digo—. Y eso no puede ser verdad, porque por algo yo soy la única que puede tomar el collar, ¿cierto? Incluso si es una oportunidad muy pequeña, si las probabilidades no son nada halagüeñas... Lo debo, a todo el mundo. Toda mi vida he dejado que las personas se sacrifiquen por mí, y no puedo seguir haciendo eso. Esta es la primera vez, en mil quinientos años, en la que realmente estoy tomando una decisión por mí misma y no bajo las motivaciones de alguien más.

» Todo lo que había estado haciendo era lamentándome por mí misma, lloriqueando porque no quería parecerme a mi padre, pero tal vez eso solo depende de mí. Que compartamos el mismo instinto no quiere decir que terminaremos igual, ¿verdad? Porque, ¿qué pasa si puedo equilibrar eso que creo que solo va a condenarme y puedo voltearlo hasta que resulte útil? Si puedo sobrevivir a eso, si puedo lidiar con mi propia sangre y vencerme a mí misma, entonces todo estará bien. Pero sino...

» Tenía miedo, mucho miedo —admito—. Pero ahora no lo siento así. Esto es lo que tengo que hacer, porque quiero que mi hija también tenga la oportunidad de elegir e imponer su voluntad cuando llegue el momento, no que esté marcada por un linaje maldito o lo que dicta una profecía de la que no es culpable, que no vea atrás y se encuentre con que su madre se dejó vencer otra vez, que alguien más volvió a sacrificarse por ella. Quiero que termine de crecer en un mundo que no esté manchado de sangre —suelto una bocanada de aire, sacudo la cabeza y me abrazo más a mí misma—. Porque solo así podré encontrar mi propia libertad, cuando el trabajo esté hecho, cuando me asegure de que estoy viva por algo más que solo respirar... y cuando esté completamente segura de que ella estará a salvo. Ya no más sacrificios, no más.

Tony alza una ceja y me mira por un largo segundo, pero hay un poco de entendimiento chispeando en sus facciones, torciéndolas hasta convertirlas en una sonrisa apesadumbrada.

Yo deshago mi propio abrazo y estiro las manos para tomar las suyas.

—Tú me dijiste que era más que solo una tragedia.

—Lo eres —conviene con un tenue asentimiento de cabeza—. Esto es parte del trato, lo que hace un héroe. Parte del viaje es su final.

—Todavía no sabemos qué va a terminar —le doy un leve golpecito tras soltarlo, lo que lo hace echarse a reír entre dientes.

—Tal vez soy yo el que se muere y no tú. Nos estamos adelantando a los hechos.

No reparo en la fuerza que estoy utilizando cuando lo golpeo de nuevo, haciéndolo tambalear sobre la banca.

—¡Hey!

—Cierra la boca —le pongo mala cara—. Hace unos días hiciste el mismo comentario, ¿ya se te olvidó lo que te dijo Victoria? Tú no puedes morir hasta que ella no lo diga, te lo prohibió. Te prohibió rotundamente morir, y ya sabes lo terca y mandona que es Victoria, ¿en serio quieres hacerla enojar?

Sin arriesgarse a echar una mirada hacia atrás, Tony deja escapar una risotada ronca.

—Me patería el trasero de regreso a la vida —responde.

—Exacto —concedo. Yo también me río un poco, pero luego esta risa se va desvaneciendo, justo cuando vuelvo a poner mi mano sobre su hombro—. Pero hablando en serio, no es solo Victoria. ¿De verdad crees que Bevs va a permitir por algún motivo que algo te suceda? Y yo tampoco planeo hacerlo. No quiero arruinar tu ideología dramática, pero ninguna de las tres va a dejar que mueras. ¡Y Steve! ¡Tu esposo! Aunque él no es tan relevante aquí. Que los demás se preocupen, pero nosotras tenemos las prioridades claras.

Una enorme sonrisa adorna su rostro a la vez que me palmea la rodilla.

—Esas son mis chicas.

—Oigan, ya es hora —anuncia Natasha, asomando la cabeza por el umbral de la entrada—. Es hora de prepararnos.

Es ahora o nunca, digo para mis adentros. 


***
N/A: tony and his girlsss 🥺

Porfavor señoras amarrense bien las pelucas que llegó la hora de las misiones y no quiero que se les vayan a volar🥳

Ay me dolió escribir estos capítulos sentimentales, se los juro, pero eran necesarios. Ahora finalmente pueden ver qué Thor no se alejó solamente por mamón y culero, sino que de verdad siente feo por la Crysty😔☹️

La buena noticia es que... HARPER I CAN FEEL YOU😭🥺💘

Pero en fin, nada está asegurado aún, así que esperemos a ver qué nos trae el destino👀🙌🏻⚡

Espacio para que me digas: ¿Qué te gusta de Disturbia?💫🌈❤️



Thors (gordos) virtuales para todas 🖤



Ashly se despide xx

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro