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31 ━━━ Bloodlines.

━━━ ❛ VALHALLA XXXI ❜ ━━━

Eyra alza sus finas cejas rubias y me observa con los ojos azules curiosos. Ella señala detrás de mí, donde Thor permanece de pie también aguardando una reacción de su parte. Eyra está más grande, su cabello rubio ahora es largo y se la pasa carcajeándose.

—Di mamá —le pido, juntando las manos a modo de súplica.

Eyra se carcajea.

—¡Papá! —exclama mientras aplaude, y aullando en risas empieza a tararear—: ¡Papá, papá, papá!

—Muy bien —resoplo y me levanto de la silla, dejando que Thor pase adelante de ella.

La niña nada más verlo extiende los brazos para que este la levante y ella se emociona al tenerlo cerca. El rubio deja un beso sonoro en su mejilla y empieza a hacerle cosquillas.

—¿Quién soy? —le pregunta en voz aguda.

Eyra se lleva las manos a la cara con asombro.

—Mamá.

Me echo una buena risotada. Esta niña hace lo que le viene en gana.



Han pasado bastantes horas desde que regresamos a Nuevo Asgard. Está lloviendo a cántaros de tal manera que parece que el cielo puede romperse a pedazos, la ventisca que envuelve el puerto es tan tenaz que hace que a las personas que aún están fuera de sus casas se les dificulte caminar de regreso. Y yo también debo salir, pero a mí no me molesta la lluvia, por eso no me inmuto al poner un pie fuera de la cabaña.

Ha empezado a caer la tarde en este lado del planeta y con ella vino mi bajón. Hace dos días me encontraba calmada, tranquila y relajada incluso ante la idea y la conversación que había tenido con Victoria, Beverly y Halley acerca de la profecía, pero hoy he comenzado a sentirme amarga e intranquila. Me siento ansiosa, y sé perfectamente que eso no es bueno para mis nervios. Lo último que necesito es tener otro ataque, que la poca voluntad que me queda se resquebraje y me nuble el juicio, imposibilitándome actuar de manera adecuada, así que debo respirar. Debo respirar profundamente y encontrar un balance, pues este no es el momento de perder la cabeza.

Ha llegado el momento que de manera inconsciente esperé, porque sino hubiera sido así entonces la revelación de que Victoria había escuchado a Althea me hubiese puesto histérica, pero eso no fue lo que sucedió. Permanecí tranquila, lo digerí en paz, porque de algún modo ya lo estaba esperando. Ahora tengo que asegurarme por todos los medios que esa sensación de calma se mantenga constante. Si las cosas van por donde mi cabeza las imagina, entonces calma es lo que más necesitaré.

Casi me resbalo en la entrada de la cabaña de Thor, así que me tengo que sostener de un barandal para no caer al suelo. Resoplo y me recupero, dejando el paraguas en la entrada y dándole un empujón a la puerta mientras me saco el abrigo.

Hago una mueca de disgusto cuando el hedor a licor me golpea la nariz. Solo fueron tres días...

—¡Sirena, regresaste! —exclama Korg nada más al verme, pues una vez asomo la cabeza fuera del pequeño vestíbulo lleno de abrigos me lo encuentro apoltronado sobre el sillón con Miek a su lado—. Se te extrañó por aquí —añade con una sonrisa ladina.

Aprieto los labios en un atisbo de sonrisa y lo saludo con la mano.

—Llegamos de madrugada, Eyra está en clases con la Lady Asta... ¿Dónde está Thor?

Korg encogió los rústicos hombros de roca.

—En el techo. Está peleando con la antena, ¿puedes creer que hace días nos quitaron CineMax? No tener los canales de deporte lo pone de mal humor —contesta con sencillez.

—Ya veo —arrugo la nariz—. Este lugar es un chiquero, pónganse a recoger. Ya. Voy a buscarlo.

Korg me hace una pequeña reverencia.

—A su orden, Lady.

Alzo una ceja pero elijo pasar de eso. Continúo mi camino en el interior de la cabaña y me dirijo directamente hasta la puerta trasera, empujándola y empezando a buscar al rubio en el cielo. Poco a poco, el nivel de la lluvia empieza a disminuir hasta convertirse en una llovizna, pero no se detiene... Entonces lo comprendo.

Niego con la cabeza y dejo caer los brazos. Escucho las grandes y toscas pisadas pero no logro verlo con tanto viento, tengo que subirme encima de un desnivel de rocas pegajosas para poder echar un vistazo más encima. Finalmente lo encuentro y suspiro de alivio.

—La lluvia y los truenos no van a reparar CineMax, Thor —grito desde abajo, viéndolo zanquear por encima del techo de dura madera. Cuando repara en mi voz da un respingo sobre sí mismo; definitivamente tiene los sentidos adormecidos.

—¡Llegaste, preciosa! —responde con inusitado entusiasmo—. Tenía que intentar algo, no quería perderme el partido.

—¿Puedes bajar de allá arriba, por favor?

Lo veo refunfuñar unas cosas bajo su aliento y también propinarle una patada a la antena, solo para después bufar con resignación.

Me bajo del desnivel al mismo tiempo que Thor da un salto desde el techo y aterriza, tambaleándose, sobre el resbaloso suelo rocoso. No está usando camisa, solo lleva un par de desgastados y sucios pantalones de pijama de color verde oscuro y unas pantuflas en forma de león. No estamos precisamente cerca, pero aún así soy capaz de percibir un olor bastante agrio. Olfateo en su dirección y después dejo escapar un sonido de disgusto. 

Lo observo fijamente mientras lo continúo oliendo.

—¿Por qué hueles así? ¿¡Cuándo fue la última vez que te bañaste!?

Thor se lleva una mano a la larga barba y se la rasca distraídamente, como si intentara sacar la cuenta. Su ceño se frunce y le echa un súbito vistazo al cielo, empezando a contar con los dedos.

—¿Cuándo se fueron? —hace un mohín, pues parece muy concentrado en sus cuentas—. Unos dos... tal vez tres o cuatro días antes de que se fueran.

No doy crédito alguno a lo que me está diciendo pero dada la situación no tengo más remedio que aceptarlo y creerle. Respiro profundamente y lo tomo con fuerza del brazo para que no se suelte. Es tan mañoso que seguro intenta huir.

—Te vas a bañar —increpo comenzando a jalar al interior de la cabaña.

—¡No! —chilla, y entonces empieza a oponer resistencia a mi agarre. Me planto en el suelo y ejerzo más presión sobre su brazo—. ¡No puedes obligarme, no eres mi madre!

—¡No te voy a dejar ni siquiera acercarte a Eyra si no te bañas ahora mismo, Thor Odinson!

El rubio jala de vuelta y me hace tambalear.

—¡No me voy a bañar, me toca en dos días más!

—¡Las personas se bañan todos los días, puerco!

—¡No soy una persona, soy el Dios del Trueno! —chilla, y entonces un trueno resuena en la distancia.

Entrecierro los ojos y se me escapa un siseo ofendido.

—¡No me resuenes tus truenos, Thor Odinson! —insto mientras termino de zarandearlo hacia el interior de la cabaña—: ¡Vamos, vamos! Arriba, arriba, rapidito. No, no mires a Korg, no te va a salvar de esta —lo empujo por las escaleras.

Parece que estoy empujando un camión lleno de cargamentos pesados como toneladas. Thor se clavado en el suelo para que yo no lo meta al baño mientras refunfuña cosas en voz baja como que no tengo ningún tipo de respeto por su espacio personal o su divina persona, así que tengo que poner ambas manos en su espalda mientras me impulso hacia adelante. Este rubio es solo un poco más fuerte que yo, solo un poco.

Me cuesta, pero lo consigo. Cierro de un portazo la puerta del baño y cuando este se deja caer sobre la tapa del inodoro, me detengo a mirarlo con las manos en las caderas.

Thor arruga la frente.

—¿Te vas a quedar ahí todo el rato? —inquiere, curioso.

—Si tengo que bañarte lo voy a hacer.

Thor abre la boca, a punto de decir algo, pero se detiene. En su lugar, frunce los labios en un seco gesto obstinado. Trato de ponerle mi mejor expresión, pues lo último que quiero es que se enoje conmigo por tonterías sinsentido.

Y es raro por muchas cosas, pero al menos en estos pequeños momentos podemos estar en la misma habitación sin Eyra o alguien más de por medio. Aún no me ha echado a patadas ni se ha cerrado por completo, así que tengo que aprovechar esos segundos esporádicos lo más que pueda. Tengo que aferrarme con todas mis fuerzas a este instante porque no sucede muy a menudo, y lo extraño tanto, de todas las maneras posibles, que incluso estos cortos y escasos minutos son suficientes para hacerme sentir un poco mejor. Aunque no termine de ser lo necesario ni mucho menos me cure por completo, al menos está aquí.

Pero aún así me aterra. Me asusta sentir tanto estos momentos que cuando terminen el brusco descenso que sufre mi esperanza de que todo pueda recuperarse me deja hecha polvo.

Sé que él también me extraña, pero es su cabeza la que le prohíbe volver a mí. Es la culpa, el sentimiento de que no me merece después de todo lo que pasó, desde que sucedió lo de Eyra... Todo eso se aploma en sus hombros y no lo deja soltar el dolor; al contrario, se aferra a él con todo lo que tiene y de tal manera que el vacío que nos separa no se puede cruzar. Esa es probablemente la mayor ruina de nuestros corazones: estamos tan cerca, nos extrañamos tanto... pero si uno de nosotros no está dispuesto a soltar, el otro no puede acercarse. Hasta que no se derrumben los muros seguiremos así.

—Necia —farfulla Thor, levantándose y dándose la vuelta para empezar a deshacerse de las pantuflas.

Cruzo los brazos.

—Puedo hacerlo más entretenido para ti —le digo de manera graciosa, levantando una mano y moviendo los dedos de un lado a otro. El agua empieza a llenar la gran bañera, y de esta empiezan a emerger figuras bailarinas de animales marinos—: A Eyra le fascina bañarse con delfines, ¿no crees que te sirva a ti también?

El rubio se saca la pijama y me observa con cara de pocos amigos.

—Muy graciosa. Muy, pero muy graciosa. Ese es todo el tiempo que pasas con Stark —me señala.

Bueno, pues la verdad estoy segura de que a todos se nos han pegado un poco de las mañas de Tony. No puedo discutir eso.

Se me escapa una corta risa y me dejo caer donde él se encontraba sentado antes, viéndolo echar una buena cantidad de productos a la bañera y después lanzándose en ella. Yo me muevo y me siento en el borde de esta, viéndolo cerrar los ojos y poner los brazos a los lados. Aprovecho para echarle más jabón al agua, va a necesitar unos dos o tres envases más a juzgar por el olor.

—¿Le estás echando más jabón? —pregunta sin abrir los ojos.

—Sí —suspiro, y me seco las manos con la tela de los ajustados pantalones de mezclilla—. ¿No quieres un corte de pelo? ¿O de barba?

Abre los ojos azules lentamente y me mira con detenimiento.

—No, y tampoco tienes que quedarte aquí. Te prometo que me bañaré —parpadea—. ¿Eyra?

—Estoy haciendo tiempo para buscarla en casa de Lady Asta.

Thor asiente y vuelve a cerrar los ojos.

Pasan un par de minutos en silencio y toda la bañera empieza a abarrotarse de burbujas. Probablemente ha sido demasiado jabón. Tengo que ponerme de pie para alejarme del borde, pues este también se ha llenado de esa espuma blanca y ahora le llega por la barba a Thor.

Se me escapa otra risa entre dientes al ver la espuma llegarle a la boca para luego verlo toser porque se ha ahogado. Sin dejar de reír, me acerco sin prisa y paso lento hasta la llave que está encima de su cabeza y la abro para que el chorro de la regadera le caiga en la cara y se libere de la invasión de burbujas.

—Lo hiciste a propósito —refunfuñó con el ceño fruncido.

—Nop —negué con la cabeza, apretando los labios para detener la sonrisa—, pero sí lo disfruté. El lado positivo es que tienes la barba limpia.

Su mirada revolotea hacia mí y me echa un montón de agua con las manos.

—¡Eso no es gracioso!

—¿A la Diosa del Agua no le gusta el agua? —se burla, ladeando un poco la cabeza.

Abro la boca con incredulidad. Con mucho disimulo nuevo el dedo índice de mi mano derecha, y entonces un chorro de agua sale volando en su dirección y golpea contra su boca.

—¡No lo hiciste! —exclama, y estira el brazo para jalarme.

Al principio me resisto, pero este me toma con tal fuerza que me hace trastabillar y acabo cayendo redonda en la bañera. Termino empapada y encima de él, hecha un desastre, pero me percato de algo en seguida.

Thor se está riendo. No es su risa usualmente lastrada por la fatiga ni tampoco ese sonido ahogado y adolorido que deja entrever de vez en cuando. Esta es su risa genuina, con los ojos azules chispeantes de manera sincera y también por la forma en la que sus manos me están sosteniendo en medio de ese montón de espuma.

Y me parece que él también se da cuenta de eso, porque el agarre se afloja y sus carcajadas reducen el volumen. Pongo una mano contra su rostro y paso los dedos por ahí suavemente, a lo que él se me queda mirando sin decir nada. Me acaricia a cada lado de la cintura con esas manos suyas tan toscas, por lo que acerco mi rostro al suyo hasta juntar nuestras frentes. El baño queda envuelto en un silencio que apenas es roto por el sonido del agua que cae sobre la bañera y por la respiración profunda y agitada del rubio.

Quisiera poder ver dentro de su mente, para ver si de esa manera soy capaz de encontrar una manera de ayudarlo. O mejor aún, ojalá él pudiera ver dentro de la mía. Quizás así comprendería lo mucho que lo quiero, lo que significa para mí y lo que me duele que me aleje. Quizás...

Thor se estremece ligeramente y su boca busca la mía, empezando a mover los labios encima de los mío con más bonita de las delicadezas.

Y por un segundo que hubiese gustado nunca llegase a su final, no soy capaz de recordar cuándo fue la última vez que me besó, pero sin duda ha pasado demasiado, a juzgar por la manera en la que golpetea mi corazón en respuesta. Se me acelera el pulso, mis orejas se ponen calientes y en mi estómago estalla una sucesión de fuegos artificiales que me hacen jadear.

Pero eso se termina, porque él comienza a apartarse como si fuera un reflejo.

—Crystal, no...

—Lo sé —murmuro con un nudo en la garganta, al tiempo que me arden los ojos—. Lo sé.

Thor niega cansadamente.

—Lo siento.

Yo lo siento más, repito en mi cabeza antes de ponerme de pie y salir por la puerta el baño. Me duele el corazón completo y siento que me flaquean las piernas, así que me meto el puño en la boca para no gritar cuando mi espalda se encuentra con la pared del pasillo. Eso no fue una mentira. La forma en la que me tocó y me besó, el cómo me miró, todo fue real. Él podrá apartarse todo lo que quiera, pero yo sé que aún me ama. Ese lado no se va romper nunca, estamos atados para siempre.

Y él lo sabe.


👩🏻‍🦰 👩🏻‍🦰 👩🏻‍🦰


Hoy es ese único día del mes en el que Thor deja la cabaña para buscar provisiones (que es solo mucha cerveza y cualquier licor que se encuentre en el camino), así que cuando ya ha dejado de llover y un mínimo rayo de sol se escurre en medio de las nubes grises es cuando salimos. Él aprovecha que yo voy en busca de Eyra, y me parece una buena idea que la niña lo vea al menos un rato fuera de esas cuatro paredes y ese hedor horrible a alcohol.

Así que trato de no sopesar lo sucedido en el baño mientras caminamos por las calles de Nuevo Asgard, que han quedado encharcadas por el chubasco del día. Las personas se detienen a observarlo sin ningún tipo de disimulo conforme avanzamos, pero trato de no prestarles atención.

Llegamos a la intersección del muelle y las casas del otro lado de la colina, así que me detengo para ver qué piensa hacer. Thor se rasca la cabeza, pero no tiene que decidir cuando un grito entusiasmados resuena en la distancia.

—¡Papá precioso! —grita Eyra, que viene corriendo a toda velocidad.

Una docena de niños detrás de ella se detienen junto a Lady Asta, pero la niñita rubia los ignora por completo tan pronto se percata de que Thor ha salido de su madriguera. Se impulsa hacia adelante con todas sus fuerzas y da un salto para que este la atrape justo a tiempo, enredando sus pequeños brazos alrededor de su cuello.

—¡Hola, sirenita! —la saluda con una gran sonrisa. Está muy feliz de verla—. Te extrañé, ¿no me extrañaste?

—¡Saliste, saliste! —Eyra me mira con las cejas alzadas por la sorpresa—. ¡Salió, mamá!

—Sí, me sorprende que no se haya quemado tan pronto respiró aire natural.

Thor me pone mala cara.

—¿Quieres ayudarme a recolectar latas de cerveza? —le pregunta a Eyra, aún sin soltarla.

La rubia asiente.

—¿Cuando las dejes vacías se las puedo lanzar a Korg?

—Por supuesto.

—Entonces sí.

Sacudo la cabeza y los veo alejarse en dirección al muelle. A lo lejos veo como Valkyrie se percata de su presencia y alza los ojos para verlos caminar, al igual que el resto de Asgardianos que están en la orilla de la playa.

Me abrazo a mí misma y me giro un poco cuando percibo a la docena de niños pasar corriendo por el paso peatonal, dirigiéndose a sus padres que los esperan del otro lado. Lady Asta, la anciana que dedicaba sus días por aquí a enseñarles de la misma manera en la que se hacía en Asgard (o al menos lo trataba), se acerca de forma paulatina hasta donde yo estoy. Le dedico una sonrisa gentil cuando se detiene a mi lado.

—Hola, Crystal —me saluda cortésmente—. Es refrescante ver que Thor recoja a Eyra. Ella siempre habla de él.

—Sí, estar juntos es su pasatiempo favorito —contesto sin borrar la mueca amable.

Lady Asta asiente, pero su rostro refleja un enorme cansancio. Se ríe entre dientes, pero incluso así hay una nota apagada.

—Es una niña muy peculiar. Piensa y habla de maneras en la que un infante no lo hace —comenta.

Alzo las cejas.

—Espero que eso sea algo bueno.

—Lo será —musita, pero hay algo extraño en la manera en la que pronuncia el vocablo. Su entrecejo se frunce cuando escudriña mi rostro, como si estuviera buscando algo—. Te veo apagada, muchacha —acaba diciendo con las facciones consternadas.

Vuelvo lentamente la cabeza para mirarla con un gesto mudo de pregunta. Inhalo y exhalo, haciendo pausas entre estos, y clavo los ojos en los suyos.

—No sé a qué se refiere, Lady Asta —repongo al final.

La anciana de cabello blanco reniega.

—Muchacha, mis hermanas eran brujas —me palmea la mejilla izquierda—. Veo y sé más de lo que imaginas. Lo que veo en ti... es un hilo agotado, a punto de desvanecerse. Tal parece que sí se está cumpliendo.

Lo sopeso durante un instante.

En Asgard, las brujas estaban intrínsecamente relacionadas con la capacidad de prever posibilidades futuras, y sé que entre más tiempo pases con una, tus sentidos se van aguzando un poco más. Nosotros de por sí tenemos sentidos muy agudos, pero ellas más, aunque parezca imposible. Lady Asta es probablemente una de las Asgardianas con más años de vida, de los pocos que sobrevivieron a Hela, a Thanos y después al chasquido. Ella sabe muchas cosas, y quizás no debería tomarla por sentado.

Cambio mi postura y la observo con expectación.

—¿Conoce profecías, Lady Asta? —inquiero en voz baja.

La anciana entrecierra sus ojos.

—Oh, Crystal. La profecía que tú buscas ha sido sellada hace milenios, y ese destino está a punto de completarse.


***
N/A: ya decidieron ayer en Sapphire así que vamos a inaugurar el #10DayChallenge lala
Saquen los bombos y los platillos que hemos comenzado 🥰🥰🥰

BUT HOW ARE YOUUUU KIDDOS???? los extrañé y también a mi crystyyyyyy🥺 menos mal ya estamos de vuelta uwu

Este no estuvo tan movido como el de ayer de Sapphire pero al menos tuvimos un momento medio cute Thrystal 🤧

Ya se viene toda la devastación así que aprovechemos mientras podamos todo esto mis amorcitos lindos🤘🏻

En fin, hoy no tengo mucho que decir. Gracias por todo! Nos leemos rapidito!


Thors virtuales para todas 🖤




Ashly se despide xx

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