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Capítulo 8.

Lo ocurrido en el pasado que fue doloroso, tiene mucho que ver con lo que somos hoy.
William Glasser

—No soy un policía.

—Lo sé, pero eres lindo cuando te molestas por eso.

Isagi ríe, nunca se había sentido así antes en un interrogatorio. Por lo general, el enojo es todo lo que le embarga, la rabia de tener al sospechoso frente a él y no tener la información suficiente para hacerlo hablar o simplemente teniendo a la persona equivocada y perdiendo el tiempo a falta de más pistas.

Hay una cosa que no te dicen en la academia, y es que debes seguir tu intuición. Esa voz en el fondo de tu cabeza, tan atrás y tan apartada que aunque grite con toda su fuerza apenas logra oírse como un susurro. Un pequeño tirón en el pecho que te hace dudar antes de lanzarte de forma precipitada. Esa voz que te hace desconfiar hasta de tus compañeros (si es que existe algo por lo que dudar) y esa voz justo ahora, no le dice absolutamente nada.

—¿Qué puedo hacer para que confíes en mí? —pregunta entonces, viendo como Rin abre otra de las botellas de té, su labio ya se ve un poco menos hinchado. —De verdad quiero ayudarte.

—Me encanta la forma en que me trata. Es tan lindo. —responde Rin con un susurro que intenta sonar como si existiera alguna clase de complicidad entre ambos. —Tan dedicado y preocupado por las almas en desgracia como yo.

—Si esto llega a un juzgado ¿Dónde te dejará eso? Tu mismo lo dijiste, las cartas no están a tu favor en este caso.

—¿Por qué debería creer entonces que usted realmente quiere apostar por una partida perdida?

—Porque esto no es un juego, y en la realidad, la verdad es siempre la vencedora.

—¿Qué verdad?

—Eres inocente.

Los ojos de Rin lo observan, sorprendido pero cauteloso, como si tuviera alguna clase de pelea en su interior, entre aquella que quiere darle una oportunidad y la otra que lucha por mantener los muros alzados. Y no lo culpa por eso.

Isagi no es un adivino, pero ha pasado años de su carrera estudiando las reacciones de las personas y puede, por lo menos, suponer lo que está sucediendo con solo observarlas. En todo este tiempo hablando con él, estudiandolo atentamente, puede notar que no ha mentido, simplemente ha cuidado con precaución absoluta todas y cada una de sus palabras con la mayoría precisión para no dejar ir alguna palabra que lo deje en evidencia.

—No mientes con tus palabras pero ocultas algo.

Y aquello que oculta puede ser la clave para resolver todo esto.

Su mirada cambia y ahora parece estar a la defensiva. No es algo que a Isagi le sorprenda.

—¿Y sí tenemos una conversación, agente?

—¿No la hemos tenido todo este tiempo? —pregunta en lugar de contestar, acomodando su postura en la silla con cierto aire relajado. El hecho de que finalmente lo llame por su rango correspondiente es una muestra de que empieza a tomar la situación seriamente.

—No, solo he estado respondiendo en su mayoría a lo que usted pregunta cuando no está ocupado intentando meterse en mi cabeza.

—Jamás he intentado eso. Eres muy listo para caer ¿O no? —contesta con cierto tono burlón.

—No me gusta que te rías de mí.

—No lo hago.

—¿Vas a ser un maldito imbécil como todos los de esta comisaría? Creí que estábamos de acuerdo en que...

—¿Son una mierda? Sí, estamos de acuerdo en eso. No comparto su forma de trabajar, pero no es mi labor el hacer algo al respecto.

—¿Solo te callarás y los dejaras ser? Patético. —dice Rin con cierto desprecio.

—Te equivocas, cuando dije que reportaría la actitud deplorable de ese oficial contigo, lo dije enserio, pero solo puedo reportar lo que he visto y de aquello que tengo pruebas. —respondió, acercando ligeramente su mano en dirección a la mejilla de Rin, aunque esté lo observó consternado, pellizcando la piel de sus manos sin parar. Sus dedos no llegaron a rozar su boca, simplemente hizo el ademán de estar señalando la parte enrojecida. —Tu herida es una prueba, pero tus palabras como sospechoso que eres, lamentablemente no valen tanto.

—Es un mierda.

—Ciertamente.

—¿Puedes dejar de ser un maldito adulador?

—Creí que te gustaba. —contestó con inocencia.

Rin se cubrió el rostro dejando escapar un gruñido, mientras que el agente lo miraba con cierta sonrisa. La coraza que el menor mantiene a su alrededor no parece tener indicios de caer muy pronto, pero la actitud bromista y amable de Isagi logra confundirlo lo suficiente para hacerlo dudar.

En un mundo donde Rin se ha tenido que encerrar bajo muros y muros de concreto, espinas y cadenas para protegerse de los malos tratos. Una actitud que por lo mínimo es agradable logra desestabilizar su fortaleza por momentos.

—Me molesta que juegues conmigo, agente. Solo me das falsas esperanzas.

—¿Por qué crees que son falsas?

—¡¿Qué más pueden ser?! ¡A usted realmente...! —Rin levanta la voz y hace el amago de ponerse de pie. Isagi entonces lleva su mano a la funda de su arma y el menor se queda totalmente quieto enseguida, como si el miedo paralizara su cuerpo por un momento antes de dejarse caer en su asiento otra vez. Su voz es ahora baja, susurrante, cualquier atisbo de enojo que hubo anteriormente desapareció sin más. —No le importo.

Lo último solo fue un susurro mientras que aparta la vista en dirección a la mesa. Actuando sumiso de forma repentina. Isagi no sabe como reaccionar al segundo, mira hacia Rin y hacia su mano por un momento. El arma lo asustó, de eso no cabe dudas, pero ni siquiera tuvo la oportunidad de desenfundar o siquiera tocarla, fue entonces, su simple acción la que desató aquella reacción absolutamente sumisa en Rin. Y por supuesto, cualquier persona con un mínimo sentido de auto-preservación se asustaría pero esto está simplemente fuera de lo común.

—Las esposas. —Rin lo saca de su sorpresa, la chispa en sus ojos cambio. Aquel pequeño momento de sumisión se ha extinto.

—¿Qué?

—Ya, ponme la esposas. Sí decides dispararme quiero que como mínimo te amonesten por atacar a alguien con una clara desventaja.

—Yo no iba a dispararte, Rin. Simplemente te levantaste y...

—¿Te asusté? ¿Cuándo claramente tú tienes todo el poder y las posibilidades de ganar aquí? Sí, claro. —bufa este con molestia, moviendo con insistencia las manos sobre la mesa. —¿Me tendrás esperando todo el día?

Isagi frunce el ceño pero lo hace, descuelga las esposas de su cinturón y se levanta para alcanzarlo un poco mejor. Cuando se las quitó no se dió cuenta, pero sus muñecas están irritadas y siguen con marcas aún cuando había pasado un largo rato desde que se las quitó.

—No me dijiste que te habían lastimado.

—¿No lo notaste? Creí que eras más minucioso con tu alrededor. —Se burla Rin, aunque la sonrisa altanera se borra para ser reemplaza por una muñeca y un siseo. —¿Qué mierda haces?

—Ya te lo dije, aunque seas sospechoso, no mereces nada menos que un trato respetuoso y digno. —contesta con seriedad, aplicando un poco de loción para manos que traía en su bolsillo en las muñecas del menor, al esparcirla, puede notar más tinta de tatuajes que se oculta debajo de los guantes. —Es una mierda que te hagan esto, las esposas pueden causar heridas graves. Podría afectar la circulación de tus manos y eres tatuador, son importantes para tu trabajo.

—No finjas que te importa.

—Me da completamente igual lo que pienses de mí, porque esto lo hago en base a lo que creo que es correcto. Si no te gusta fácilmente puedes apartarte o decirme que me quite. No hacerte el difícil para que yo mismo quiera alejarme. —respondió con absoluta seriedad. —No sé que clase de personas conociste en tu vida, Rin. Pero yo no voy a rendirme y a dejarte a mitad de todo esto solo porque se ponga difícil. Sí dije que quiero ayudarte, es porque realmente quiero hacerlo, pero no puedo hacer nada por una persona que no quiere dar su brazo a torcer.

—No tengo ninguna razón para confiar en tí. ¿Crees que solo con un par de palabras y acciones lindas puedes lograr que haga lo que tú quieras? Necesitas más esfuerzo que ese. —contestó con una clara molestia aunque sin apartarse ningún centímetro, mirando directamente a los ojos del agente. —Eres uno más. Y en cualquier momento puedes cambiar de opinión. Ya te lo dije, mi persona no vale más de lo que vale otro caso resuelto en tu record personal. Solo soy de interés por ahora porque crees que tengo algo que pueda ayudarte a tí. De no ser así, no te habrías molestado en siquiera hablarme como si fuera alguien.

El sonido metálico de las esposas al cerrarse es lo único que se escucha luego de eso.

—Lo decías enserio ¿No?

—¿A qué te refieres?

—¿Dejaste de esperar cualquier cosa buena de la vida? —pregunta Isagi con cierto tono suave en su voz.

—Lo que está en ese expediente sobre mí no es ni la mitad de toda la mierda que he tenido que aguantar desde antes de cumplir diez años. —contesta Rin, y por un segundo puede ver el dolor que se escapa de su cuerpo, en su voz, su mirada, su actitud.

Está herido, tan roto por la vida y por todas las cosas que ha tenido que vivir que Yoichi no tiene dudas de lo cierto que es todo, porque esa clase de dolor es simplemente imposible de fingir.

—Y esta mierda simplemente no acaba. No sé qué hice para merecer todo esto pero cuando finalmente después de tanto dolor, tantas caídas, después de sacrificar tanto de mi cuerpo, de mi persona, de lo que soy. —Su voz suena cada vez más rota, el maldito muro se está cayendo a pedazos. Están a punto de cumplirse veinte horas desde que Rin está encerrado y la presencia de Yoichi le ha afectado lo suficiente para empujarlo al inicio de su quiebre. —Creí como un maldito estúpido que finalmente iba a tener una vida tranquila. Que tonto ¿No?

Yoichi no tiene siquiera palabras para decirle.

—Isagi, tendremos una reunión. Ahora mismo. —Karasu abre la puerta y le habla.

El de ojos azules apenas puede reaccionar y mirar en su dirección con sorpresa.

—¿Lo ves? Te irás. El no dejarme solo fue una mentira más.

—No, Rin. Espera... —Isagi le habla pero simplemente no sabe que decirle. —Karasu... Yo...

—Tienes que salir. Ahora.

Tal vez Rin tenga razón. Tal vez Isagi sí es otro mentiroso.

—Adiós, agente.

[...]

Sé que él anterior es súper confuso y este básicamente también es confuso y corto. Perdón, pero parte del retraso creo que viene de tanto esforzarme en cada detalle y al final pensar tanto en que todo encaje es parte de lo que me frena jaja.

Me doy cuenta ahora mismo que simplemente no soy esa clase de escritora que planea absolutamente todo, soy más de dejarme llevar porque mientras más organizo, más me aburro y menos cosas se me ocurren. Así qué aquí apliqué la de dejarme llevar y aunque sí quedó corto, sentí que al cortarlo ahí, los dejaba en un buen momento de tensión.

Eso y porque para avanzar (y ver finalmente algunas verdades) es el Capítulo de "investigación" pero por los turnos, tocaba era otro momento de nuestra pareja favorita.

¿Alguna teoría hasta ahora?

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