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Capítulo 48

Aria.

—Yo no he firmado eso —le aclaro al ver lo que se supone que es mi firma en ese contrato—. Te ha engañado, porque yo nunca supe nada de todo esto.

—¡ESO ES MENTIRA! —ladra y ese cambio repentino de actitud me pone en alerta—. Tú sabes esto desde hace tanto tiempo como yo. Tu padre me dijo que habló contigo y ¡mierda! Tu firma está aquí.

Niego con la cabeza.

—Esa no es mi firma, tú mismo conoces mi letra y sabes que así no es. Has sido un títere más en todos los asuntos de ese hombre —miento, porque en realidad si firmé esos documentos cuando mi padre me lo exigió hace más de un año, igual que intentó hacer la última vez, solo que entonces era una idiota que se dejaba dominar por él, aun así, nunca firme con mi firma real, porque para documentos importantes siempre tengo otra. La oficial. Un consejo que me dio mi madre hace mucho tiempo y en su momento me extraño, pero que ahora le veo todo el sentido—. Y si tuviera conocimiento sobre esto, ¿no crees que habríamos hablado en algún momento sobre el tema? si es que estaba de acuerdo como tanto afirmas, ¿Cómo es que has tenido que llegar a hacer esto para tenerme?

Parece pensar en mis palabras porque está tan ciego con esto que es incapaz de ver las mentiras que todo este asunto tiene.

—Bueno, eso ya no importa, porque el lunes podrás firmar un documento real. Será consentido y auténtico. No está mal visto firmar contratos prenupciales y todos esos documentos con las cláusulas que queramos. Así son los negocios —se encoje de hombros con indiferencia.

—Ni lo sueñes. No pienso hacer tal cosa —hago una pausa—. Además, si soy mayor de edad no hace falta que firme nada, legalmente puedo hacer lo que quiera. Y eso incluye no ir contigo a ningún sitio. Yo no consiento nada.

—Eso ya lo veremos.

Y así, sin más, coge la puerta y se va. Me deja en el sofá, encerrada y a oscuras y sigo sin saber qué hora es.

El sol de la mañana llega pronto, las persianas están medio bajadas, pero entra luz suficiente para ver bien. Encuentro una nota en la mesa que tengo delante «otra nota» y me da asco ver qué es igual a las anteriores. Al lado hay una bandeja de comida que ni de coña pruebo, demasiados errores he cometido durante mi vida como para seguir haciéndolo, aunque me muera de hambre.

El mensaje dice que desayune y coja fuerzas que en dos horas regresa. Pero yo no pienso hacer nada de eso y si no está, como bien dice la nota, no pienso quedarme aquí a esperarlo.

No sé cuánto tiempo ha pasado desde que dejó eso en la mesa, y si realmente faltan dos horas para que vuelva o dos minutos. Como no tengo tiempo que perder saco con dificultad la navaja de mi bota y rompo las cuerdas. Me lleva un buen rato hacerlo. Pero una vez que estoy desatada voy hasta la puerta qué, ¡mierda! está cerrada.

Se me viene a la mente a mi increíble novio con su super don de abrir puertas y maldigo mentalmente porque no se le haya ocurrido enseñarme eso también. Ahora me sería de gran ayuda.

No puedo evitar llamarlo en susurros para que venga a buscarme, porque siempre lo hace y siempre me encuentra.

Voy hasta las ventanas y no se pueden abrir porque están selladas y no hay forma de salir por ellas. Abro cajones y muebles buscando una llave para la puerta para ver si con suerte el idiota no ha pensado en eso y ha dejado alguna por aquí.

Nada, lo he tirado todo al suelo y ninguna cosa puede ayudarme a salir. He destrozado la sala al completo en vano.

No me queda más remedio que romper las cristaleras y salir por ellas.

Cojo la silla que esta junto a la mesa grande y le doy un golpe con todas mis fuerzas.

«¡Joder!»

El cristal retumba y no se rompe. Vuelvo a intentarlo con todas mis ganas una y otra vez hasta que empieza a formarse una grieta, no sé de qué cojones están hechas estas ventanas, pero me ha llevado más tiempo del que pensaba y encima por lo débil que me siento he tardado más.

Doy golpes una y otra vez hasta que se va haciendo añicos, el golpe de gracia consigo darlo a la vez que la puerta del salón se abre de golpe. Los dos nos quedamos mirando al otro por unos segundos, pero yo soy más rápida que él y tiro la silla a Robert y salgo corriendo al jardín.

Grito por ayuda todo el tiempo que estoy en el exterior para llamar la atención de cualquiera que pueda oírme. La puerta del jardín está cerrada y para mi jodida mala suerte de nuevo siento el trapo mojado y frío sobre mi cara. Y vuelvo a quedarme inconsciente.

Rick.

He pasado la peor noche de toda mi vida, he estado dando tumbos por toda la maldita ciudad en busca de Aria. He enseñado su foto a todas las jodidas personas que me cruzaba por la calle. Y ninguna me daba razón de ella.

He asaltado de nuevo el distrito 1, solo que esta vez de una manera menos sigilosa, y los guardias me han sacado a patadas de allí porque no he dejado de gritar su nombre, y de hacer un escándalo con la esperanza de que si estaba allí me oyera y me ayudara a encontrarla.

Al ser de madrugada, la mitad de los vecinos ni se han enterado porque apenas me ha dado tiempo a recorrer unas pocas calles. Buscando la dichosa casa del innombrable y sus ex amigas.

Cuando ya estaba casi amaneciendo tuve que regresar a casa porque Hugo me llamó diciendo que mis hermanas estaban llorando y que no paraban de llamarme. Con todo el dolor del mundo dejé mi búsqueda para volver con ellas.

Ahora es mediodía del sábado, mis enanas están durmiendo en su habitación y Hugo sigue conmigo. Sé que está tan preocupado como yo y sé que aprecia a Aria tanto como para estar desesperado por su ausencia igual que lo estamos todos los que la queremos. Ahora mismo es el mayor apoyo que tengo emocionalmente, además de que cuida a mis niñas mientras yo no estoy.

Voy a darme una ducha para despejarme porque no he dormido nada. No puedo entrar a mi habitación porque ella no está, jodidamente no la tengo conmigo y me estoy volviendo loco por no saber una sola noticia suya.

Cuando salgo Hugo está comiéndose un bocadillo y ha preparado otro para mí. Me obliga a probarlo, pero solo consigo comer la mitad, no tengo hambre, no tengo sueño solo tengo una impotencia descomunal por la situación.

Llamo a la comisaría para que me dé información de algún tipo. No soy familiar y no tengo ese derecho, así que espero, espero y espero a que pase el tiempo y algo se sepa.

Después de hacerle la merienda a mis hermanas vuelvo a recorrer las calles en busca de Aria. Voy hasta la tienda donde vende su ropa por si la mujer que siempre la atiende supiera algo de ella, ya que anoche cuando fui a buscarla ya estaba cerrada. Pero nada, me voy sin noticias. Voy hasta la cochera por si hubiera ido allí a coger o dejar algo, alguna pista que me indique cualquier cosa, pero sin éxito.

Ahora que es de día voy hasta las afueras de la ciudad. A las naves donde ya estuve y que tan bien conozco. Las que están cerca del distrito 1.

Me oculto el rostro todo lo mejor que puedo para que no me identifiquen ya que sé dónde están las cámaras y empiezo abrir nave tras nave, todas y cada una de las que hay, que deben de ser unas cincuenta. Son casi cerca de las diez de la noche cuando termino de abrir la última y mis esperanzas se derrumban otra vez. Tengo las manos reventadas y llenas de heridas por forzar las cerraduras sin ningún tipo de cuidado y no tengo más remedio que volver resignado porque no está en ninguna de ellas, y tampoco hay ni una sola pista de que haya podido estarlo.

Vuelvo a pasarme por la comisaría al salir del polígono industrial porque yo necesito saber qué está pasando y qué es lo que ellos saben. Y algo tengo que sacar porque si no, no me muevo de ahí hasta que alguien me dé razón de ella, de la situación o de lo que sea.

Cruzo las puertas de la comisaría y todo el personal se gira en mi dirección desaprobando mi entrada. Porque estoy cansado, enfadado y hecho un asco por estar toda la tarde pateándome la cuidad. Voy directo al mostrador a reclamar por noticias sobre el caso.

—No podemos decirte nada, chico —dice uno de los policías más jóvenes, supongo que siguiendo el manual, que es lo más fresco que tiene, más que el alma ahora mismo y por eso intenta echarme de ahí. Pero otro policía que parece más veterano se compadece de mí viendo el estado de desesperación en el que me encuentro e interviene.

—Mira, muchacho. Brock Barnett ha estado aquí. No ha puesto ninguna denuncia por la desaparición de su hija, él asegura que está bien. Que se ha ido con un familiar. Y que todo esto no es necesario. Que solo ha sido un mal entendido.

—¡Pero eso no es cierto! —grito—. Ella no tiene a nadie más que a mí —me estiro de los pelos angustiado.

—No podemos hacer nada porque no hay ninguna denuncia puesta.

Pego un grito tan desgarrador en medio de la comisaría que me sacan a la calle por no meterme en un calabozo. El hombre que ha estado hablando conmigo me acompaña afuera.

Estoy tan, tan desesperado porque me ayuden que soy capaz de todo.

—¿Si yo te traigo pruebas de que lo que dice su padre es mentira, ustedes abren una investigación? —pregunto con el corazón latiendo a mil en mis oídos y con toda la esperanza puesta en este hombre que parece ser el único al que le interesa mi situación.

—¿Qué clase de pruebas? —pregunta el hombre cruzándose de brazos y adoptando una postura dominante.

—Bueno, aún no sé cómo conseguirlas, pero desde ya le digo que no le va a gustar la forma —imito su postura para no dejarme intimidar—. Y espero que no tome represalias contra mí, lo único que yo quiero es a mí novia de vuelta, pero le juro que oirá toda la verdad de lo que está pasando. Además, ya lo denunciamos hace más de un mes. Ella misma vino y presentó la denuncia de su acoso, no pueden dejar el asunto cerrado así sin más.

El oficial me mira, está claro que se lo está pensando, porque no es la forma correcta de proceder para él, pero yo no tengo más opciones. Me la juego a todo o nada.

—Por favor, por favor —suplico. A un policía ¡Yo! Tan desesperado estoy que no me importa y me humillo porque me ayuden a encontrarla.

—Está bien, haz lo que tengas que hacer y cuando vengas aquí pregunta por mí. Yo llevaré el caso dependiendo de lo que tengas para darme. Solo podrás ayudarla si lo haces bien, chico. No la cagues.

Asiento. Ahora si voy hasta mi casa porque mis hermanas ya están locas por tenerme con ellas. Y con un plan en la mente para ver como mierda consigo las pruebas.

Nikolay.

Nadie la supera en belleza, incluso así, magullada y herida como está por los cristales que se ha clavado por atravesar el ventanal.

Y todo para huir de mí.

Ilusa.

No puede huir de su destino, porqué para eso va a tener que matarme y todavía le faltan agallas para hacerlo. Aunque ha demostrado ser más fuerte y valiente de lo que pensé que sería y eso admito que me ha desconcertado.

En mi mente era mucho más fácil de dominar y está siendo todo un reto no romperla a golpes para demostrarle quien manda, cada vez que me desafía y no me toma en serio. Pero cuando se dé cuenta de que está en un avión camino a rusia se le irán todas las gracias de golpe.

Sus ojos empiezan a moverse rápidos detrás de sus párpados que aún los tiene cerrados. Espero paciente a que los abra y vuelva a mirarme con esos ojos verdes que tanto me han cautivado desde el minuto cero en que la vi aquel día en su casa.

Cómo olvidar ese momento. Por entonces acababa de entrar en los negocios en este país después de haberme hecho un nombre importante en rusia y con solo veintidós años. Me tiré de cabeza a firmar el contrato que su padre me ofrecía cuando aceptó venderme a su hija en matrimonio. Reconozco que la suma que pagué por ella fue absurdamente alta, pero por tenerla para mí, el resto de mi vida, bien valió la pena. Sobre todo, después de haber pasado con ella todos estos meses.

Al principio me costó no gritarle en la cara quien era yo realmente. Cuando no hacía más que hacerme desplantes, cuando ignoraba las conversaciones que teníamos y que no me tuviera en cuenta para nada.

Trabajé y me esforcé mucho para ser alguien en su vida hasta que por fin empezó a confiar en mí. Estaba tan feliz cuando ese hecho sucedió a finales del año pasado, que perdí el objetivo principal de todo esto, permitiéndole estar con ese cabrón al que llama novio. Y aunque todo se haya salido de control y no ha pasado como tenía en mente mi objetivo sigue siendo el mismo.

«Ella»

—Muñeca me has tenido muy preocupado, has tardado más tiempo en despertar del que esperaba —susurro cerca de su cara cuando está despertando. Su rostro se endurece al sentirme cerca.

—Que te jodan —sisea con odio.

—¡Oh! Me dueles muñeca. Pero no importa, vamos a poder conocernos ya que tendrás tiempo y aprenderás a quererme tanto como yo lo hago contigo.

—Eres un idiota. Tú no me quieres. No he hecho otra cosa más que despreciar a tu persona desde que nos conocemos. Tu amor, es solo una obsesión enfermiza que mi padre a creado en tu cabeza.

Me gira el rostro para que no pueda mirarla a la cara, ahora está tumbada y esposada a una cama y aun así no muestra ni un ápice de miedo ni respeto por mí.

—Robert, puedes dejar este circo de una vez y soltarme para que pueda volver a casa con mi familia —murmura, calmada, como si todo esto fuese una broma de mal gusto.

—¡QUE NO ME LLAMES ASÍ! —ladro tan fuerte que logro sobresaltarla—. Me llamo Nikolay y ahora tu familia soy yo —sentencio con firmeza y me muerdo la lengua antes de volver hablar—. Cuando tu padre se arruinó, tenía que llevarte a ese barrio asqueroso para hacerte vulnerable y dócil, tenías que sentirte abandonada y sin apoyo, de esa manera te abrías vuelto dependiente de la persona que te sacara de ese infierno. ¡YO! —grito enfurecido—. Yo tenía que ser esa persona y que me vieras como un héroe... y no ese matón callejero. Todo estaba saliendo bien, te aislé de tu mundo en el instituto siendo yo la única persona y el único apoyo emocional que tenías que tener. La única persona a la que le importabas, que se preocupaba por ti... tú salvador.

Respiro hondo cuando veo que se da la vuelta para mirarme mientras hablo, está claro que este tema le interesa porque posiblemente sean muchas las respuestas que le dé a sus tantas preguntas que nunca ha hecho, pero que si le rondan la cabeza.

—Llegué aquí con un solo propósito, muñeca. Tú. Y la manera en la que estaba planeada no era así... Pero por todo lo anterior acabarías enamorándote de mí, también por todo el tiempo que íbamos a pasar juntos, tanto dentro, como fuera de ese centro. Serías mía por ti misma y nunca habrías sabido nada del contrato de matrimonio qué tu padre y yo firmamos. Así estaba planeado y así tendría que haber sido. Pero tú no... ¡TÚ TUVISTE QUE JODERLO TODO! Eres una estúpida que se ha enamorado de un maldito delincuente, de un mindundi, que no tiene ni los recursos, ni los cojones que se necesitan para darte todo lo que te mereces y desde luego no ha sabido cuidarte, porque de lo contrario no estarías donde estás y mucho menos en estas condiciones —grito tan fuerte que se sobre salta varias veces cada vez que me he ido acercado más a ella. Y aun así no me baja la mirada.

—Lo llamas delincuente, porque es así como gana la vida ¿pero y tú? Eres un psicópata, un sociópata y un gilipollas por pensar que esto saldrá bien. Porque mindundi o no, es la persona que va a sacarme de aquí y acabará contigo por esto, si es que no lo he hecho yo antes.

Me toca los cojones que lo defienda cuando es una basura que no la merece.

La beso para demostrarle quién tiene el poder, quién la tiene en la cama, y quién soy yo.

Se retuerce mientras sus gritos se quedan ahogados dentro de mi boca, y sus lagrimas se derraman por sus mejillas. Dejo sus labios para besar su cuello mientras ella suplica que pare. Patalea y me siento encima de ella para que deje de mover las piernas. Paseo las manos por su cintura haciéndome una idea de la forma que tiene su cuerpo debajo de mis palmas.

Vuelvo a besarla con fuerza, la misma que ejerce ella al morderme el labio inferior y estirar del el tanto como puede. Grito por el dolor que me ha causado y le asesto un guantazo que la deja medio inconsciente en la cama.

Salgo de la habitación dejándola a oscuras y cerrando la puerta, cosa que sé que le aterra y si no tiene miedo de mí, haré que me lo tenga porque de otra manera no va a tomarme en serio.

Si no hubiera montado un escándalo en mi casa del distrito 1. No tendría que haberme visto obligado a traerla a esta casa perdida en medio de la nada. Pero no podía arriesgarme a que alguien la viera o la escuchara y lo echara todo a perder.

Llame a su ex gilipollas novio y me ofreció esta casa como refugio hasta el martes, que será cuando nos vayamos a rusia. Porque mientras que no tenga la mayoría de edad no puedo sacarla del país sin el permiso de su padre y ahora no estoy para eso.

He tenido que improvisar todo este asunto porque no soportaba que siguiera viéndose con ese traficante al que llama novio.

Se me corroe la piel solo de pensar todo lo que ese desgraciado ha estado haciendo con algo que es mío. Cuando el último día que la vi, me dijo que era su familia y ver cómo le brillaban los ojos al hablar de él, supe que era el momento de adelantar toda esta mierda, cuando yo pensaba esperar hasta el verano, incluso había barajado la posibilidad de estar un tiempo aquí antes de regresar a mi país.

***

Ya ha pasado casi todo el día del sábado.

Oigo que me llama con el nombre de Robert y la sangre me hierve en las venas. Subo al piso de arriba malhumorado para ver que quiere.

—No vuelvas a llamarme así o te coso la boca —pronuncio cada palabra con lentitud para que capte el mensaje y ella asiente—. ¿Qué quieres?

—Ir al baño.

Me acerco a ella y le quito las esposas, entrecierra sus ojos hacia a mi mientras ve que la sigo pegado a su espalda.

Salimos por la puerta y como ya es de noche tengo todas las luces encendidas. Llevamos todo el día en esta casa, pero ella no ha salido de esa habitación en la que ha estado encerrada y a oscuras desde que llegamos.

—¿Qué hacemos aquí? —frunce el ceño.

—¿Sabes dónde estamos? —pregunto porque en ningún momento Sean me dijo nada de esto.

—Claro, ya he estado aquí antes, hace mucho tiempo, pero no me sorprende si estás compinchado con Voldemort —hace una pausa antes de girarse para encararme—. En la otra casa hacía mucho frío, ésta por lo menos está más caldeada, si le prendo fuego calentará más ¿no crees? Digo... al ser de madera arderá de lo lindo —una sonrisa siniestra acompaña a ese último comentario. Y no disimula cuando sus ojos van hacia mi labio dándose cuenta de como lo ha dejado de morado por su mordisco.

Todo lo que yo tenía en mente sobre ella se desvanece a cada segundo que destila veneno por la boca, por cómo me desafía y no me toma en serio, da igual que la tenga encerrada y a oscuras y me sobrepase con ella, porque sigue pensando que su Romeo vendrá a salvarla.

Rick.

Otra noche agónica se cierne sobre mi persona por no saber nada de Aria.

No puedo cerrar los ojos porque recuerdo todo lo que hemos vivido: los días de navidad, todas las noches que la tenía debajo de mí, amada y protegida. Los momentos en los que escondía su cara en el hueco de mi cuello y susurraba que ese es su lugar favorito en el mundo. Tengo tan grabado a fuego su rostro, sus ojos, sus labios, su belleza entera. Que es una puta tortura hacerlo sin sentir el dolor de su ausencia.

Es domingo por la mañana.

Y ya van tres días.

Tres. Putos. Días. En los que no la tengo conmigo, que no sé dónde está, que no sé quién la tiene ni cómo lo está pasando.

Mis hermanas se levantan con unas ojeras de manual. Aunque no tanto como deben de estar las mías. Dos noches sin dormir y apenas sin comer ya me está empezando a pasar factura.

Les preparo el desayuno, llevan todo este tiempo sin hablar. Sin ser ellas. Lo único que hacen es ver la tele y no películas de Disney precisamente, la encienden y ven cualquier cosa que estén dando en ese momento.

—Enanas... —suspiro y me siento con ellas en el sofá, tienen el desayuno sobre la mesa que sigue ahí, intacto, tal cual lo dejé hace más de diez minutos—. Lo siento, estoy tardando demasiado, pero de verdad que hago todo lo que puedo —me muerdo la lengua para no derrumbarme delante de ellas.

Las dos rompen a llorar y eso acaba de matarme. Tres horas después Hugo viene a quedarse con ellas, y yo voy a por esas pruebas que van hacerme traer a Aria de vuelta.

Cojo la moto y cruzo el infierno derecho al lugar donde sé que vive el peor demonio de todos.

Subo corriendo las escaleras y preparo el teléfono justo como hizo Aria el día que estuvo aquí. Llamo a la puerta dando golpes tan fuertes que retumban por todo el lugar.

Pasan varios segundos y nada pasa.

—¡ÁBREME HIJO DE PUTA! —grito y sigo aporreando la puerta—. ¡Cobarde, dame la cara y abre de una maldita vez!

Más segundos en los que no pasa nada, pero sé que está dentro porque oigo como susurra, estas paredes son de papel y él muy poco sigiloso.

La paciencia se me acaba y tumbo la puerta de una patada. Busco con la mirada al hombre tan despreciable que tengo justo en mis narices apuntándome con un arma. Si se piensa que con eso va a hacerme detener esta muy equivocado. Le retuerzo la mano de tal manera que la pistola acaba cayéndose de su mano y de una patada la mando lejos de donde estamos.

—¿Quién te crees que eres para entrar a mi casa de esa manera?

—¿Qué quién soy? —escupo con ira dándole el primer puñetazo en la cara—. ¡Soy el que te va a romper hasta el alma si no me dices ahora mismo donde está!

La carcajada que suelta me enfurece tanto que no le doy tiempo a recomponerse del primer puñetazo cuando lo tiro al suelo y empiezo a darle más y más fuertes.

—¿Dónde está, quién? —pregunta con dificultad, como si no supiera de quién hablo.

—Aria. Mi novia. Y tu hija ¿Dónde está? —pauso cada palabra al hablar y el se ríe y escupe sangre al suelo.

Me da tanta rabia que le doy otro puñetazo, pero esta vez en el estómago.

—A sí que eres tú el que se revuelca con ella —sus palabras le provocan gracia mientras se retuerce en el suelo por el golpe y a mí todo esto me llena de ira.

—¡¡CONTESTA!!

—Es muy patético de tu parte afirmar que Aria es tuya, cuando todo este tiempo siempre ha sido de otro —otro puñetazo vuela a su cara y el sigue riéndose de mí—. Puedes pegarme todo lo que quieras, pero al final del día ella seguirá con Nikolay.

Nikolay.

Sabía que ese tenía que ser el acosador de Aria, pero no tengo un puto rostro con el qué identificarlo.

No me tiemblan las manos cuando una y otra vez arremeto contra la cara de este miserable. Me salpica su sangre, su cuerpo pierde fuerzas y deja de luchar contra mí. Pero yo no detengo mi rabia porque sus palabras no han hecho más que multiplicarla.

—No seas estúpido, ni gastes fuerzas por algo que no vale la pena —tose y vuelve a escupir sangre y apenas puede hablar, no lo golpeo más porque necesito que hable, necesito que diga todo lo que quiera para poder hacer algo en su contra—. Nikolay me la compró, hace más de un año que firmamos el contrato de matrimonio y ahora que va a cumplir la mayoría de edad va a llevársela a su país.

Mi cerebro no puede procesar todo lo que está oyendo ¿ha dicho que vendió a su hija a un tipo? Sigue hablando y yo intento no matar a este hombre todavía.

—Sé que has ido a poner la denuncia de su desaparición. Pero la verdad es que no hay nada que puedas hacer porque yo no la reporto como tal.

—¡Pero la tiene secuestrada! ¿Se la llevó y no te importa? ¿Cómo no puede removerte nada cuando una persona rapta a tu hija para llevársela a otro país y casarse con ella en contra de su voluntad?

—Yo se la vendí, así que no, no me importa porque yo ya recibí el dinero por eso. Firmamos un contrato y había tantas cláusulas que no se pueden romper, que no voy hacer nada por ella. Si hasta ella firmo los papeles —se vuelve a reír otra vez perdiendo más fuerzas cada vez que respira—. Es tan estúpida, que firma sin saber que se condena a sí misma.

—¡Eso es mentira! —gruño—. Ella no firmaría una cosa así.

—No, claro que no —sisea—. Pero sí, cuando la amenazas y créeme que eso es algo que se me da muy bien hacer con ella. Ha firmado tantas cosas que no sabe... —se esfuerza por hablar, pero cada vez le cuesta más. Yo todavía sigo encima de él con el puño preparado para que se tope con su cara unas cuantas veces más—. Aún tengo el contrato aquí, puedo enseñártelo para que te convenzas de que tienes que olvidarte de ella.

Suficiente.

Le golpeo hasta dejarlo inconsciente en el suelo y con todo lo que me ha dicho voy directo hasta la comisaría, no tengo tiempo que perder.

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AAAAHHHHH Se están revelando muchas cosas.

Supongo que ahora entendéis muchas de las cosas que han pasado anteriormente.

Contarme que os están pareciendo estos capítulos me encantará saber lo que pensáis.

Gracias por leer!!!!!

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