Capítulo 46
—Príncipe
—Príncipe
—Príncipe
Me remuevo en la cama al escuchar los gritos de mis hermanas. Miro la hora en el móvil y veo que no son ni las ocho de la mañana.
«Dios, estoy muerto»
Anoche nos dormimos muy tarde, porque no contento con una vez, que tuve que desenvolver mi regalo hasta tres veces.
Pero Santa ha venido y mis enanas están desesperadas por abrir los regalos.
Busco a mi novia en la cama y me doy cuenta de que no está, porque ella al igual que mis hermanas está ansiosa por estas navidades y todo le hace tanta ilusión como a las niñas.
—Vamos dormilón —me habla desde la puerta de la habitación ya lista para salir.
Tiene la sonrisa más grande del mundo y esa chispa en los ojos que la hace única. Me levanto medio zombie y camino hasta ella. Juntos abrimos la puerta viendo a mis hermanas sentadas en el suelo junto a todos los paquetes de regalos que hay alrededor del árbol. Sus caras lo dicen todo, porque nunca habían tenido el árbol tan a rebosar de regalos y mucho menos con paquetes tan grandes.
—¡Mira príncipe! somos las niñas más buenas del mundo ¿lo ves? —señala mi hermana todos los regalos.
—Eso lo sé yo más que nadie, enana —les doy un beso a cada una—. Pero ya sabéis que Santa no trae regalos a los adultos, por eso Aria y yo nos regalamos entre nosotros ¿os acordáis que lo hablamos?
—Sí, príncipe nos lo has explicado todos estos días.
—Vale —me aseguro porque nunca hemos tenido que hacer algo así antes. Siempre han sido regalos solo para ellas y nada para mí. Pero este año les hemos explicado esa mentira piadosa. Más que nada porque uno de mis regalos para ella es imposible que Santa lo haya hecho.
—Venga vamos a abrirlos ya —se emocionan ellas.
Como era de esperar abren el paquete más grande de todos los que hay. Es el que trajimos de la mansión de Aria, el que ella quería darles como regalo de navidad. Pero sin que supiera que era de su parte. Por eso ha sido Santa quién lo ha dejado.
Se les humedecen los ojos al ver la gran casa de muñeras de madera con la fachada blanca y tejados de color morado claro con las ventanas del mismo color. Tiene cuatro plantas de altura, ascensor, mil quinientos accesorios, una familia de muñecos con tres mascotas, en fin... una barbaridad que me va a tocar montar pieza por pieza. Una vez este construida se quedará más alta que ellas y mide metro y medio de larga.
Una monstruosidad de casa.
—Príncipe miraaaaaa —corretea mi hermana por el salón más que feliz.
—Ariel, miraaa ¿Vas a querer jugar con nosotras?
—¿En serio lo tienes que preguntar? —les hace cosquillas a mis hermanas que están encima de ella sentadas—. Vuestro hermano ya está tardando en montarla.
Me mira y me hace gracia porque parece otra niña más.
—Vamos a terminar de abrir los regalos, que nosotros todavía no hemos visto los nuestros —comento.
Por primera vez en años estoy nervioso por abrir y dar regalos.
—¡Yo primera! —exclama Aria y me da todos los regalos que tiene para mí.
Me entrega una caja rectangular bastante grande y muy pesada de color negro con un gran lazo azul brillante. La miro asombrado por el gran paquete y ella me devuelve una mirada nerviosa. Se estira de las mangas del pijama hasta cubrirse las manos y juguetea con ellas.
—Vamos príncipe, ábrelo, ábrelo.
Destapo la caja y quito el papel de seda rojo que cubre lo que hay dentro.
Una gran sonrisa se forma en mi cara al ver el scalextric. Aquel que le pedí que nos lleváramos de su casa y que dijo que no podíamos porque era muy grande y teníamos que priorizar otras cosas.
He de admitir que me desilusioné, porque bueno ¿Qué chico no quiere uno? Aunque tenga más de veinte años.
Sigo sacando las pistas que hay dentro de la caja, ya con ver todas las que ha metido sé que el circuito va a ocupar toda nuestra casa. Al fondo, liados también en papel de seda rojo hay dos cosas más.
Abro uno de ellos y no puedo aguantar la sonrisa al ver a Mario Bros en su típico coche de carreras, corriendo deslío el segundo envoltorio y ese tiene a la princesa Peach con su típico coche también.
—No lo puedo creer —sigo asombrado—. ¿Cuándo? ¿Porqué? ¿Cómo? —balbuceo.
—¿De verdad pensaste, que después de saber que lo querías, iba a dejarlo ahí? —se acerca a mí y se sienta a mi lado—. Todo, amor, todo lo que yo pueda darte, si está en mis manos será tuyo. Y si no está en mis manos te lo consigo cueste lo que me cueste.
Hago la caja a un lado y cojo a mí novia de las caderas para sentarla en mis piernas, le doy besos por todas partes una y otra vez. Ella no puede dejar de reír y se retuerce en mis brazos que no la sueltan.
—Quedan dos más, venga ábrelos —me dice.
—¿Tengo más regalos? —levanto una ceja—. Debo de ser yo el mejor novio del mundo —una sonrisa arrogante se forma en mis labios.
—Del universo.
Me entrega dos cajas más pequeñas, la primera es un coche para el scalextric, pero no cualquier coche, es un maserati en color negro igual que el nuestro.
—Siempre tendrás este coche, da igual de que tamaño sea —susurra, sabiendo lo que me va a joder vender el grande. Asiento y beso su frente—. Y como dato curioso, el papel de seda rojo, es con lo que venía envuelto tu regalo de anoche.
Estallo en carcajadas y siento un calor recorrer mi cuerpo con solo acordarme de lo que hicimos anoche con mi regalo puesto, y sin él también.
Abro el segundo, es un tarro de cristal donde dentro hay un montón de papeles en forma de pergamino, el bote tiene una etiqueta que pone Erick.
—¿Qué es? —le pregunto porque nunca he visto nada igual.
—Es mi tarro Erick —se relame los labios antes de hablar—. Cada uno de esos pergaminos contiene algo diferente, por ejemplo: algunos tienen frases que me recuerdan a ti. Otros son mensajes bonitos que quiero que tengas presentes cada día, muchos son vales para canjear... —me guiña un ojo y se sonroja—. Pero lo que más abundan son las razones por las que te amo cada día, las que me hicieron enamorarme de ti y lo siguen haciendo a día de hoy.
Solo puedo admirarla, porque no puedo estar más enamorado de ella en este momento.
—Tú tienes una lista Aria, y me encanta que guardes todos los momentos, o los detalles que te han hecho quererme. Pero yo quería hacer algo especial por ti, para recordarte que lo eres todo en mi vida. Y que también tienes cosas buenas y únicas y que a pesar de todo lo que creas que no está bien en tu vida, el conjunto de todo eso, es lo que eres. Y por todo eso te amo.
«Joder»
Me besa y yo no puedo soltarla, no todavía, no cuando ha dicho todas esas palabras bonitas para mí.
—Hay 365 papelitos. Uno para cada día del año —me explica.
Pasa casi media hora desde que abrí mis regalos, mis hermanas están jugando con la casa, aunque no este construida todavía, pero están tan ilusionadas que les da igual.
—Amor, todavía no has abierto los tuyos —susurro en su oído porque se ha acurrucado en mi cuerpo de tal manera que no me extrañaría que se haya quedado dormida, a fin de cuentas, no hemos pegado ojo más de tres horas.
Se remueve en mis brazos y alza su cara para mirarme.
—¡Dámelos! —me sobresalto por el cambio de tono que ha tomado su voz a uno más escandaloso. Se levanta de mis piernas y se sienta a mi lado igual que estaba cuando ella me ha dado los suyos.
Le entrego primero el paquete grande, es tan alto y ancho como yo. Le quita el papel y no puede aguantarse la risa al ver el espejo de cuerpo entero que tiene el dibujo de la caja, con varias bombillas alrededor de todo el marco con graduación de intensidad de luz.
—¡Oh! Que pasada... —se muerde el labio inferior—. Esta noche lo probamos —dice sonrojada y yo asiento, muy muy conforme con la idea y le doy un beso.
Mis hermanas llegan hasta nosotros curiosas por ver qué escondía el otro gran paquete.
—¿A ver Ariel?
—¿Qué es? —preguntan ellas.
—Es un espejo —les contesta y mis hermanas se alegran por ello.
—¿Qué fantabuloso!
—¿Y nos dejarás usarlo?
—Por supuesto —se toca el labio con un dedo pensando—. Durante el día lo dejaremos aquí en el salón y lo usamos todos y por las noches, lo guardo en mi habitación, no vaya a ser que nos levantemos para ir al baño y sin querer lo tiremos al suelo por no ver nada ¿os parece bien?
Yo reprimo una risa al escuchar la excusa que les ha dado para tenerlo por las noches en el cuarto.
—¡Siii! super genial —ambas satisfechas vuelven a seguir jugando con la casa.
Le doy el último regalo. Lo desenvuelve ya imaginándose lo que es por su forma, pero sin esperarse para nada el contenido. Pasan dos segundos después de ver qué es y sus ojos se empiezan a humedecer, estoy confuso por su reacción al no saber si es buena o mala.
—Esto... esto es... —parpadea varias veces antes de volver a hablar—. Esto es más que un cuadro... lo representa todo.
—Así es, aquel día no fue uno más —asiente entendiendo que ambos pensamos lo mismo.
Es un lienzo pintado por mí. Tiene el fondo de color rosa claro casi blanco, una cama enorme con dosel que ocupa casi todo el espacio, tiene sabanas azules las cuales están arrugadas y ella está sentada en medio con su melena roja al viento y con una tiara sobre ella, en sujetador y cola de pez. Justo como ese día. Es la sirena más hermosa que jamás nadie haya contemplado. Su expresión no puede reflejar más todo lo que compartimos en su casa.
Y mi pintura no puede reflejar más como yo la veo a ella.
Hay una carta junto al cuadro, abre el sobre y la mira, después me mira a mí y sonríe.
—Léemela —ordena y me la entrega.
Suspiro porque no estaba preparado para leerla en voz alta, a pesar de que no tarde más de dos minutos en escribirla.
La vuelvo a sentar sobre mí y entre mis brazos, pongo la carta delante de manera que los dos podemos verla.
Beso su sien, trago saliva y empiezo a leer.
Aria.
Has demostrado ser más valiente de lo que crees que eres.
Eres mucho más fuerte de lo piensas.
A inteligencia no te gana nadie.
Y eres más amada de lo que jamás llegarás a imaginar.
Nunca pierdas tu sonrisa (ninguna de ellas) tampoco tu alegría, y mucho menos tus locuras, esas que nos dan los mejores momentos de nuestras vidas. Esa es tu forma de ser y para mí eres única y especial.
Cuando somos niños, tenemos estas tonterías de preguntar: ¿Si te dieran la oportunidad de pedir un deseo que pedirías? Bueno, de niño conteste demasiadas cosas. Si me lo preguntan hoy, lo tengo claro.
Darte la capacidad de verte a ti misma, con mis propios ojos, así sabrías realmente lo extraordinaria que eres para mí.
Conocerte ha sido mi mejor destino.
Convertirme en tu amigo fue la mejor decisión que he tomado en la vida.
Enamorarme de ti... bueno, eso estuvo fuera de mi control.
Siempre serás mi más bonita casualidad. Amor.
Por siempre y para siempre. Mi princesa.
—Ha sido una carta preciosa.
—Tú eres preciosa.
—¿Te das cuenta de lo cursis que estamos hoy? —asiento, dándole la razón, jamás me habría visto metido en este papel—. Pues hay que compensarlo —me planta un gran beso en los labios y se levanta—. Monta el espejo porque esta noche vamos a vernos hacer todas las guarradas en él.
Suelto la mayor carcajada que posiblemente haya dado en mi vida. Pero lo hicimos, vaya si lo hicimos... y fue increíble verla desde todos los ángulos posibles.
***
Las vacaciones de navidad han pasado más rápido de lo esperado. Solo quedan tres días para que tengan que volver a empezar con los estudios. Y yo para volver a trabajar.
Hoy es jueves. Y como cada día desde que Santa dejo su regalo están jugando las tres con él. Las miro desde el sofá porque la casa es tan grande que una vez que la monté no tenían espacio para ponerla en su habitación, la tienen tan llena de cosas que hemos tenido que dejarla como parte de la decoración del salón.
—¿Príncipe, podemos cenar pizza?
—Podemos.
—¡Bien! —gritan mis hermanas—. ¿Podemos cenar pronto hoy?
—¿Pronto por qué? —pregunto porque son casi las siete de la tarde y no pueden tener hambre, acaban de merendar.
—Queremos dormir pronto y tú siempre dices que no podemos irnos a la cama con la barriga llena de comida porque luego nos duele.
—Vale ¿os parece bien que vaya a por ellas a las ocho?
—Si —contestan a la vez.
Miro a mi chica que esta junto a ellas en el suelo y se encoje de hombros porque tampoco sabe sobre esto.
Se ha hecho la hora de ir a por las pizzas y mis hermanas casi me echan de casa.
Voy a por la moto, cuando por el camino me encuentro a Rosana que viene de frente con dos de sus amigas.
—Bomboncito, es un gusto verte solo sin tanto bicho alrededor —se ríe escandalosamente.
—No por mucho tiempo. Suerte que tengo a mi novia calentándome la cama —hago énfasis en «mi novia» y eso la molesta. Y me alegro, porque esa era la intención.
Sus amigas no parecen saber de qué hablamos y ella se lo explica.
—¡Ah! Es cierto, que vosotras no lo sabéis —las mira para hablarles—. Resulta que ahora mi bombón tiene una gatita a la que follarse.
Una de ellas se ríe en su cara y eso me hace gracia.
—Con razón no hay quién te aguante de lo tonta que estás —le dice su amiga y ella le frunce el ceño.
Paso de largo rodeándolas y sigo mi camino escuchando como hablan entre ellas, me importa una mierda lo que piensen mientras no la toquen a ella.
Media hora después ya tengo la pizza y los helados con ositos. Hago malabares para poder llevarme todo esto en la moto y que no se caiga. Por suerte no es la primera vez que hago esto y todo llega intacto.
Al llegar abro la puerta y el salón está a oscuras. Y no es lo único fuera de lugar. Han movido el sofá y lo han pegado a la barra de la cocina, paso del todo y cierro la puerta de casa, extrañado porque no las veo por ninguna parte.
Llama mi atención la luz que se proyecta por encima del sofá y se refleja en la pared que esta justo enfrente. Dejo la cena en la encimera de la cocina y me doy la vuelta.
La pared tiene una gran luz blanca y una cuenta atrás en pausa justo en medio.
Me suena el móvil con un mensaje lo miro y es de Aria.
Ariel: Siéntate y disfruta. Ah y dale al play.
Hago lo que me pide. Ya con la sonrisa más tonta en la cara porque si es idea de ella no puede ser nada malo.
El proyector empieza con una cuenta atrás y al llegar a cero aparecen mis hermanas. Van en pijama y Aria al otro lado de la cámara les dice acción y mis enanas empiezan hablar.
Hablan de cuánto las quiero y cuánto me preocupo por ellas. Nombran todo lo que he hecho por ellas desde que estamos los tres solos. No paran de hablar y hablar sobre nosotros. De la suerte que tienen de tenerme como hermano. Y no puedo evitar emocionarme.
Otro mensaje me llega y lo leo.
Ariel: Puedes llorar, prometemos no contárselo a nadie.
Que tonta, me hace reír y gracias a eso evito que no se me caigan las lágrimas que ya tenía en el borde de los ojos.
El vídeo termina con ellas tres diciéndome cuanto me quieren y que están muy orgullosas de mí. Y que por eso han hecho un día dedicado al mejor hermano mayor.
Cuando la grabación termina inmediatamente aparece la imagen del equipo de baloncesto de los Ángeles Lakers y la canción de Jock Jamz: Are You Ready For This. De la película de Space Jam y empieza a sonar.
Suena el teléfono de nuevo con otro mensaje.
Ariel: Ve a nuestra habitación y póntela.
Dejo el móvil en el sofá y con el corazón acelerado abro la puerta encontrándome encima de la cama una camiseta de los Lakers con mi apellido Evans escrito en la parte de atrás. Cuando ya la tengo puesta y salgo de nuevo al salón, ya están ellas allí, vestidas con una camiseta igual que la mía.
—¿Eh muerto?
—No amor, vives más que nunca.
—¡Sorpresa! —gritan mis hermanas viniendo corriendo hasta donde estoy yo y me dan un abrazo tan grande que me tengo que dejar caer al sofá para no caernos al suelo. Me besan por toda la cara mientras me repiten lo genial que soy y la suerte que tienen de tenerme, básicamente repiten todo lo que han dicho en el video.
—¿Y todo esto? —pregunto aun sin creer que está pasando.
Ellas se dan una vuelta para que las vea bien. Y es ahí cuando todas hacen hincapié en mostrarme su espalda, viendo como las tres llevan el apellido Evans a la espalda. Incluida Aria.
Me pregunto qué habré hecho yo para merecerla.
—Todo esto es cosa suya —señala a mis hermanas—. Yo solo he proporcionado el material para hacer de este día tan mágico como ellas lo querían.
—¡Sí! ¿Te gusta príncipe?
—¿Te ha hecho ilusión? siempre has querido tener una camiseta de tu equipo favorito y nunca te la has podido comprar.
—¡Por supuesto que sí! me encanta enanas. Y si podía comprármela, pero prefería gastarme ese dinero en vosotras —confieso.
—Lo sabemos, por eso esa camiseta la hemos comprado con nuestro dinero príncipe, con el que tú nos das de paga.
Miro a Aria que niega con la cabeza. Y me quedo mucho más tranquilo.
—Bueno, tú has traído la cena y nosotras el entretenimiento —anuncia mi chica haciendo cosas con el portátil y el proyector.
—¿Más videos? —pregunto divertido.
Las tres sonríen misteriosas y niegan con la cabeza.
—Un partido —anuncian mis hermanas a la vez.
Mi cara es de absoluta sorpresa. Miro a Aria y ella me lo confirma.
—Los Ángeles Lakers vs Golden State Warriors.
++++++++++++++++++++
Gracias por leer!!!!
Espero que os haya gustado, este capitulo es uno de mis favoritos ^^
Fans de los Lakers si o no!?
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