Capítulo 40
El olor a cambiado, se siente fría y me da escalofríos de solo pensar en mi último día aquí.
Todo está tal cual lo dejamos aquella mañana.
Recorro la cocina solo con la luz de la luna como única iluminación, abro cada uno de los armarios viendo como todo esto se ha echado a perder por todo el tiempo que lleva aquí, no me atrevo a abrir la nevera ya que el olor debe de ser asqueroso, porque mi cocinera siempre tenía todo a reventar de comida y no sé si alguien se ha molestado en vaciarla.
No sé si hay electricidad, o agua y no voy a comprobarlo, eso sin duda alarmaría a cualquiera de que hay alguien dentro, por eso aprovecho la cantidad de ventanas que tiene esta casa, es suficiente con la luz que entra por ellas de la calle.
Continúo hacia el salón dando un repaso rápido a todo lo que hay. Nunca he sido consciente de todo lo que tenemos, ni del valor de las cosas, pero ahora que mi objetivo es vender para conseguir dinero mi lado delincuente se activa y justo en este momento veo el símbolo del dólar en cada uno de los objetos que hay en esta mansión ¡y está por todas partes! Rick me sigue de cerca entrando conmigo en cada una de las estancias sin hacer ningún comentario, tan solo admirando cada rincón de la casa.
Reparo en la lámpara que cuelga del techo del salón dándome una gran idea.
—Amor, ven a ayúdame —le pido en susurros.
Voy corriendo hacia el garaje alumbrándome con la luz de la linterna del móvil hasta encontrar la gran escalera que guardamos ahí.
—Coge la escalera, hay que llevarla al salón.
Hace lo que le digo sin preguntar y entre los dos la llevamos hasta dejarla justo debajo de la lámpara de araña, que está hecha de cientos de cristales de Swarovski, no lo tenía en la lista, obviamente ni se me había ocurrido, pero cada uno de estos cristales vale cientos de dólares y son fáciles de transportar y vender y no puedo dejarlos aquí.
—Tienes que quitar tantos cristales como puedas, valen una fortuna.
Hace lo que le digo, pero no logra sacarlos.
—Tienes que darme algo para poder cortar los cables que los unen, es imposible hacerlo solo estirando de ellos.
Pienso que puede servirle para cortar algo tan grueso, me rompo la cabeza hasta que doy con el objeto más apropiado, aunque no sé si vaya a resultar. Vuelvo al garaje y cojo las tijeras de podar del jardín y se las entrego. Esas que mi madre usaba para las plantas más pequeñas.
—Prueba con esto —le digo.
—Apártate no sé cómo vayan a caer —susurra y procede a cortar desde más abajo y varios cristales caen al suelo, por suerte no llegan a romperse ni dañarse y lo dejo haciendo eso.
Voy a buscar una bolsa de tela de esas que tengo para cuando voy de viaje y se la entrego para que pueda ir metiendo los cristales en ella.
Tomo un par de suspiros y voy corriendo hacia la entrada, al lugar donde dejé las maletas que no pude llevarme en su día. Son cuatro maletas de las grandes y ya veo que no van a caber todas dentro del coche, no, si quiero llevarme muchas más cosas.
Pienso rápido como hacer para llevarme la ropa y voy hasta la cocina a por bolsas de basura grandes, las que usábamos para el contenedor que tenemos detrás, vacío las maletas y toda la ropa la meto en las bolsas, es mucho más difícil de transportar, pero más moldeable a la hora de meterlas en el coche y ocupan menos espacio también.
Empiezo a vaciar una de las maletas mientras que Rick sigue con la lámpara, cuando he terminado paso a las otras tres y hago lo mismo. Al final son dos bolsas por lo que eran las cuatro maletas.
En tiempo récord mi chico ha desmantelado la lámpara casi en su totalidad y ha llenado la bolsa hasta arriba, ahora lo dejamos todo en la cocina para tenerlo todo a mano para ir sacándolo después.
Corro hacia el despacho de mi padre, sé que él ya lo sacó todo el día que nos fuimos, pero no voy a desperdiciar esta oportunidad para sacar todo lo que tenga de valor aquí y que el haya pasado por alto en su momento. Es tontería rebuscar papeles o algún documento que me de alguna pista de lo que me insinuó en su casa el otro día, ya que si algo era importante se lo llevó de aquí.
La caja fuerte está abierta y vacía, como era de esperar no hay nada. A simple vista no veo objetos que nos puedan dar grandes cantidades de dinero y en los cajones tampoco hay nada de valor. Resignada continúo hacia la planta de arriba donde están las habitaciones.
—Amor, esta casa es un puto palacio —habla mi novio a mi lado que recorre la casa conmigo.
Observa con asombro las alfombras persas, los grandes cuadros, la porcelana de las figuras y un sinfín de cosas que hay por toda la casa.
—No puedo creer que hayas estado viviendo aquí toda tu vida —niega con la cabeza. Pasamos por la habitación de mi padre y entramos mientras él sigue hablando—. Mi casa comparada con esta debe de parecerte una pocilga, ya solo la cocina de aquí es como toda mi casa de allí —se lamenta.
Me freno de golpe al escuchar lo que ha dicho y el choca con mi espalda porque no se esperaba esa reacción de mi parte. Me doy la vuelta para mirarlo.
—Tú casa es el mejor hogar que he tenido en mis diecisiete años de vida. Hubiera cambiado todo esto mucho antes de saber que vivir con vosotros me daría el hogar que no he tenido aquí. El amor que nunca me dieron aquí y que si me dais allí.
—No puedes estar hablando en serio. ¡Mira todo esto! —señala todo lo que tiene alrededor—. Las comodidades, el lujo, el dinero...
—Si te oyes... todo cosas materiales, que cambio con tan solo un chasquido de dedos por tener la vida que tengo justo ahora. No me hace falta nada de esto porque ahora soy feliz, antes simplemente vagaba por la vida como una persona sin rumbo, atrapada en una vida de la que no podía escapar, con lujos y comodidades sí, pero con las carencias más importantes —lo fuerzo a que me mire porque solo mira hacia el techo, pensativo—. No te lamentes por lo que he perdido. Más bien alégrate por saber que ahora estoy donde quiero estar.
—Pero conmigo nunca tendrás nada ni remotamente parecido a esto. Solo tengo problemas —se apoya con las dos manos en el marco de la ventana que da al jardín trasero dándome la espalda.
—¡Erick, basta! —me enfado. Aprieto los puños a cada lado de mi cuerpo y me pongo seria para hablarle ahora—. ¡Todo esto no me importa nada! no quiero una vida parecida a esta. No la quiero así, me la pudieras ofrecer. Tú ya me das todo lo que quiero y necesito; seguridad, amor, confianza, protección, complicidad, un hogar, una familia, una vida Erick.
Se sienta en la cama y me siento junto a él.
—No pienses en eso y más bien ayúdame a que nos llevemos todo lo que podamos para tener una vida como nosotros queramos. Además, cuando nos vayamos lejos, igual no vamos a tener una casa como esta, pero tampoco una como la de ahora. Buscaremos un lugar donde poder empezar de nuevo y sea como sea la casa será nuestro hogar, porque juntos la haremos nuestra.
Tuerce la cara hacia a mí con esa expresión suya donde sabe que si quiere puede obligarme hacer lo que quiera cuando me mira de esa forma.
—Te quiero —dice y no solo con palabras, sus ojos trasmiten el sentimiento también.
—Te quiero —sonrío y las facciones en su rostro se relajan—. Y amo la idea de un nosotros juntos, en un lugar lejos de aquí, viviendo nuestra vida como queramos hacerlo. Con las niñas, la casa y el perro. No le pido más a la vida y quiero que no te lamentes porque no cambio todo eso por una mínima parte de todo esto. Sé que parezco un disco rayado, pero quiero que te quede bien claro.
—¿Te he dicho ya que te pones guapísima cuándo estás en plan mandona y autoritaria? —sonríe travieso mientras me abraza por la cintura y esconde su cara en el hueco de mi cuello.
—Deja de alimentar a mi ego y más bien vamos a terminar con esto, cuando antes lo hagamos antes podrás conducir nuestro nuevo bebé.
Se ríe a carcajadas y saca su cara de mi cuerpo, yo respiro un poco más aliviada, no creía que pensara todo eso. Es cierto que todo lo que hay aquí impresiona y que vivir mi antigua vida tenía sus cosas buenas, y muchas ventajas, pero no miento ni dudo de todo lo que le he dicho hace unos segundos. He sido más feliz viviendo con ellos estos meses que aquí toda mi vida.
—Oye... respecto al coche... —hace una pausa mientras se levanta de la cama—. ¿De verdad tenemos que venderlo?
Ahora soy yo la que rompe a reír fuerte.
—Puedes disfrutarlo hasta entonces, ya que todavía quedan algunos meses hasta que tengamos que deshacernos de él. Pero ya sabes que es nuestro mejor billete.
Asiente, no muy convencido y no lo culpo, el coche es toda una preciosidad y el único lujo que tendremos seguramente en toda nuestra vida.
Volvemos a la misión. Echamos un vistazo al dormitorio de mi padre, sé que hay muchas cosas de mi madre todavía aquí y no quería dejar pasar la oportunidad de coger el collar de mi madre, aquel que tenía igual que el mío. Su madre se lo regaló cuando era pequeña y ella hizo lo mismo conmigo. Como una especie de tradición, solo que en vez de pasar el mismo objeto de generación en generación lo compraban nuevo. Y nosotras añadimos otra tradición, intercambiando el collar entre nosotras. De manera que yo llevo el de mi madre y ella tendría el mío.
Busco y busco, pero no lo encuentro. Estoy segura de que mi padre arrasó con todo cuando se llevó las joyas incluyendo las suyas. Lo maldigo mil veces por ser así. Diría que, por haberse convertido, pero ahora estoy segura de que siempre fue de este modo.
Salimos de allí y cierro la puerta de la habitación para siempre.
Continuamos con la sala de juegos que está en la segunda planta, es el lugar más grande de la casa. Miro a Rick que parece que tenga quince años dentro de esta habitación, no para de tocarlo todo y jugar con todo lo que hay.
—¿Crees que nos podríamos llevar el scalextric? —pregunta, tan emocionado que los ojos le brillan con la idea.
Suelto una risa, pero enseguida se me apaga cuando me doy cuenta de que lo está diciendo totalmente en serio.
—Bueno... es enorme no creo que nos podamos llevar todo esto, ocupa toda la habitación. Lo siento, pero deberíamos coger cosas que podamos vender ¿no te parece? —comento, porque la pista rodea toda la sala, de hecho, tienes que levantar los pies para no pisarla porque está por todo el suelo, veo la decepción en sus ojos, pero enseguida se pone a mirar otras cosas.
Pero sí que cogemos las consolas y los juegos más actuales, no ocupan mucho espacio y podremos venderlas bien, seguro que nos salvan de algún que otro mes. Están prácticamente sin usar.
—¿Qué hay arriba del todo? —pregunta, con curiosidad mientras se asoma al último tramo de escalera que llega justo hasta una puerta de color rojo.
—¡Oh! esa es la sala de tortura sexual —hablo lo más indiferente posible como si fuese la cosa más normal del mundo.
Oigo como se atraganta y empieza a toser mientras yo me parto de la risa.
—¿Qué? Toda casa de familia adinerada que se precie tiene una. Ven, te la enseño —él frunce el ceño obviamente no me cree y el juego se acaba—. Es el ático, solo hay polvo y cosas antiguas —admito viendo que no me sigue la corriente.
—Subamos, puede que haya algo que podamos llevarnos —miro el reloj y todavía tenemos bastante tiempo, solo llevamos casi dos horas así que accedo y subimos.
Abro la puerta y enseguida una ráfaga de aire sale haciendo que nos de la tos por la cantidad de polvo que hay, creo que hace años que no subimos aquí, al menos yo.
—Espero que no haya ratas, este sitio lleva cerrado mucho tiempo.
—Bueno, déjame yo paso primero —asiento con la cabeza y lo sigo.
Entramos alumbrando con las linternas de los móviles hasta que encontramos la luz, dado a que en este lugar no hay ventanas no la verán desde la calle, la encendemos, la bombilla está casi fundida y por ratos parpadea, nos damos prisa en mirar todo lo que hay.
Paseo la mirada por todo el lugar antes de ir levantando las sábanas viejas que cubren muchas cosas, como muebles y trastos viejos.
Encuentro una caja con mi nombre y al lado de esta muchas más, sin pensármelo dos veces empiezo a abrirlas y ver todo lo que hay. La primera contiene ropa, decenas de vestidos de cuando era niña.
—¿Me esperas aquí un momento? Voy a bajar a por bolsas para poder meter todo lo que pueda llevarme de aquí y cogeré alguna bolsa de viaje también.
—Claro no tardes, yo iré abriendo lo que me llame la atención.
Asiento y bajo corriendo las escaleras a por lo que me hace falta.
Momento que aprovecho para guardar otra cosa también.
Poco después subo con las bolsas y empiezo a llenarlas con los vestidos que sin duda les van a encantar a las chicas, no tengo tiempo de mirar cómo están, pero si me fijo en la talla, cojo todos los que hay hasta la talla de diez años. Continúo abriendo cajas, en muchas hay ropa de cuando era más pequeña y esa obviamente no la cojo.
—Aria ven —voy corriendo hasta mi novio que está en la otra punta del ático.
—Úrsula —corrijo y él rueda los ojos—. ¿Qué pasa? —pregunto y me señala la caja fuerte que ha encontrado debajo de una tela amarillenta—. ¿No se puede abrir? —el niega con la cabeza. Podría intentar abrirla, pero creo que sería una gran pérdida de tiempo, no creo que dé con la combinación.
—Puede que esté vacía —se encoge de hombros—. Si está aquí arriba será porque no hay nada dentro ¿no crees? —pregunta y yo le doy la razón porque si nos empeñamos en querer abrirla puede que nos lleve mucho tiempo, para que al final si llegue a estar sin nada dentro.
—Yo he visto otra cosa, puede que no nos de dinero, pero si nos va a llenar el corazón cuando las niñas la vean.
—¿Qué es? —pregunta, curioso y lo llevo hasta la gran caja sin abrir—. ¿Quieres llevarte eso? —asiento—. ¿Para las niñas?
Vuelve a preguntar como si no se creyera que le estoy diciendo la verdad.
—Sé que es una caja muy grande, pero no puedo esperar a que ellas la vean, mira, no está ni abierta, ni siquiera yo la había visto antes... —niego con la cabeza—. Nunca llegaron a dármela. Además, ahora es su cumpleaños y navidad... y yo quiero que la tengan. No quiero dejarla aquí.
—Eres la mejor cuñada que podrían haber tenido jamás —me río sobre sus labios cuando va a besarme.
—Creo que deberíamos ir dejando las cosas dentro del coche, para ver qué espacio nos va quedando, no podemos llevarnos todo lo que queremos y seguro que tengamos que priorizar.
—Llevas razón, vamos.
Bajamos todo lo que hemos cogido del ático y lo dejamos junto a la puerta de la cocina que da al patio trasero.
—Vamos a llevarnos primero las bolsas a ver como las podemos encajar para dejar más espacio libre y después seguimos con las cajas —informo y él asiente.
Salimos con la ropa intentando no hacer ruido ya que el plástico de las bolsas suena, rodeamos la piscina y pasamos por el césped para ser más sigilosos y entre los dos llevamos las bolsas que pesan bastante.
Despacio y en silencio saco la cabeza por la puerta de la valla para comprobar que no hay nadie en la calle, aunque por las horas que son sería bastante raro, pero nunca se sabe.
Doy luz verde y con rapidez me va pasando la primera bolsa que voy encajando en el hueco que hay en los pies de los asientos traseros, echo el asiento del copiloto todo lo que puedo hacia delante para dejar el hueco suficiente para meter la bolsa más llena ya que en el lado del conductor posiblemente mi chico tenga que echarla hacia atrás para poder conducir bien.
Me tumbo sobre los asientos traseros para poder colocar la segunda bolsa que me pasa en el hueco de detrás del asiento del conductor, pero con las prisas se engancha con la puerta y está a punto de romperse, es entonces cuando vemos la luz del porche de mi vecino de enfrente encenderse.
Es piloto y posiblemente tenga un vuelo nocturno. Y con eso no había contado. ¡Mierda!
Empiezo a ponerme nerviosa porque la bolsa no cede, Rick no deja de gritar en silencio que nos van a pillar si no la metemos ya, porque él se encuentra con medio cuerpo fuera y medio metido en el coche empujando la bolsa que yo trato de entrar desde dentro, vemos como la puerta del garaje empieza a subir y las luces del coche de mi vecino se encienden.
—¡Mierda amor! —maldice y en un segundo con toda la fuerza que puede, empuja la bolsa que se rompe al acceder al interior, pero al menos la ha introducido completamente en el coche, la ropa sobresale y queda en medio de los dos (parecemos una hamburguesa) con él encima de la bolsa y sobre mí y como puede cierra la puerta detrás suya.
Empiezo a agobiarme porque el espacio es muy pequeño, el miedo de que nos vea dentro del coche aumenta, aunque tenga los cristales polarizados y no se vea nada desde afuera, pero no puedo dejar de pensar que esto es el fin de la misión.
Intento recolocar la bolsa dejándola en el hueco que hay en el suelo donde se apoyan los pies, con cuidado de no perder ninguna prenda de vestir del agujero que se le ha hecho al meterla a la fuerza.
Ahora tengo a mi novio completamente sobre mí sin nada de por medio, está entre mis piernas, he tenido que encoger las rodillas hacia arriba para que él pudiera entrar y cerrar la puerta corriendo. Rick es tan grande que está apoyado con sus rodillas en los asientos y mis piernas a cada lado de sus caderas, su cuerpo inclinado hacia delante pegado totalmente al mío.
Siento la respiración acelerada y no ayuda que el ardiente de mi novio no deje de frotarse contra mí y besarme el cuello. Todavía vemos el coche de mi vecino dentro de su garaje porque no ha salido todavía. Lo que hace que toda esta situación se vuelva peligrosa y excitante al mismo tiempo.
Los dos estamos en un estado de nervios importante y no dejamos de jadear por aire, el muy tonto aprovecha para seguir besándome el cuello ya que lo tiene a su alcance, provocando que mi cuerpo se agite mucho más. Entre los nervios de ser pillados y la adrenalina por lo que estamos haciendo, sumado a sus besos en mi piel hace que este momento me encienda volviendo mis bragas un desastre por lo mojadas que se están poniendo. Encima no ayuda que su notable erección se apriete justo en esa parte de mi cuerpo que tanto la reclama.
—Amor —susurro mientras él me besa el cuello y mi cuerpo reacciona a eso levantando las caderas para encontrarse con su miembro el cual ya está muy feliz—. Nos van a pillar, estate quieto.
—Deja de moverte y no se darán cuenta de nada —habla sobre mis labios los que no duda en morder y eso hace que mi centro empiece a palpitar. ¿Estoy loca por estar poniéndome cachonda en esta situación? Puede ser, pero no puedo evitarlo, no cuando es él quién la provoca.
No contento con solo besarme, que también se dedica a acariciarme por todo el cuerpo, aun cuando tenemos capas y capas de ropa de por medio, pero no parece importarle. La respiración empieza a ser pesada para los dos y mis pobres bragas son un charco ahora mismo. Entre el calor que hace, el calor que me provoca y la sensación de peligro, esto se está volviendo excitante a más no poder.
No para de besarme y yo no puedo evitar ir a buscar esa parte de su cuerpo que ya está bien preparada. No sé cuánto tiempo pasa hasta que vemos como el coche de mi vecino sale poco a poco por la puerta del garaje hasta la carretera que compartimos, quedándose justo al lado de mi coche.
Las sensaciones aumentan por tres, la adrenalina, el peligro y la excitación, los besos frenéticos de ambos y el roce de esas partes de nuestros cuerpos pidiendo a gritos que se encajen entre ellas de una maldita vez.
El coche termina por irse y yo estoy tan extasiada por todo que necesito salir de aquí y coger aire.
No tardamos mucho en abrir la puerta y volver a entrar en la casa. Dejo a Rick en la cocina y subo corriendo hasta mi habitación. Respiro un par de veces para tranquilizar mi corazón y busco unas bragas limpias para poder cambiarme, es incómodo lo mojadas que éstas se encuentran, tanto que no puedo ni andar. Y es jodidamente doloroso cómo palpita mi sexo aclamando por algo que nunca ha tenido como si lo anhelara.
Me quito los pantalones que también se han mojado, pero no tanto como las bragas las cuales también me quito y casi puedo retorcerlas y escurriría de ellas toda mi esencia en el suelo.
Busco por los cajones que están casi vacíos porque ya saqué todo en su momento, pero sé que aún me dejé muchas cosas porque no cogía nada más en las maletas. Encuentro un par de bragas en uno de los cajones de la cómoda.
Sé que está detrás porque noto su presencia, aunque no lo haya oído llegar. Cuando levanto la mirada a través del espejo que tengo enfrente veo a Rick apoyado en el marco de la puerta de mi habitación, con los brazos cruzados sobre el pecho mirándome como siempre hace cuando está en ese estado de deseo por mí.
+++++++++++++++++++
Que les ha parecido!??
El próximo capitulo es de alta tensión +18
Gracias por leer!!!!
Que tengáis un día fantabulosoo!!
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