Capítulo 19
Despertar con Aria a mi lado cada día se vuelve algo más necesario, tenerla pegada a mí, notando su calor, es casi el mejor momento del día, y más si como ayer, el día ha sido un asco.
No sé qué mierda me pasa, pero ya no puedo sacar estos pensamientos de mi cabeza. Todo esto me está confundiendo y debo de hacerme a la idea de que solo estamos fingiendo y que nada es real, aunque se sienta como lo más real que he vivido con alguien nunca.
Pasar todo el día anterior con gente que no me interesa, haciendo algo que puede llevarme a la cárcel es algo que me acojona, solo me centré en el asunto cuando recibí la foto que Aria me había mandado de ella con mis hermanas. Solo tenía una cosa en mente: que esto saliera bien y volver con ellas.
No pedía nada más que una vida tranquila con las tres.
Después de estar todo el día de ayer con planos y estrategias sobre lo que han catalogado como la misión "A por el arte" (desde luego el peor nombre para ponerle a una misión si no quieres que te descubran, es llamarlo igual a lo que vas a robar) más vale que esta gente no se gane la vida etiquetando cosas, porque se morirían de hambre.
Tengo la cabeza como un bombo. Por hoy tenemos el día libre hasta que consigan reclutar a un par de personas más para perfeccionar el plan y conseguir todo lo necesario para no acabar en lo peor: bajo tierra.
Aria se remueve a mi lado, está de la misma manera en la que nos quedamos dormidos, tan cansados estábamos que ni siquiera nos hemos movido durmiendo, en cuanto noté como se pegó a mí no pude resistirme y la atraje mucho más cerca de mi cuerpo.
Desde que me desperté esta mañana solo podía pensar en que llegara la noche para volver a la cama con ella, porque no necesito más que sus abrazos, su roce, y sentirla cerca para sentir la mente tranquila y el cuerpo relajado.
Ella me da calma, en mi vida llena de caos.
Me levanto sin hacer ruido, no quiero despertarla porque todavía falta para que su despertador suene, salgo al salón donde West duerme también, pongo en marcha la cafetera y el desayuno de Aria, nunca antes había hecho el desayuno a nadie que no fueran mis hermanas pero ayer sin pensarlo se lo preparé a ella, sus ojos brillaron por no esperárselo, tanto se sorprendió, que su agradecimiento llamándome amor bien valió la pena escucharlo, no me pude resistir y la llamé de igual manera, fue como si decir Aria y amor fueran sinónimos de la misma persona.
—Joder muñeco, ¿que mierda haces despierto tan temprano? —gruñe West desde el sofá—. Deja de hacer ruido y déjame dormir.
—Ponte unos tapones en los oídos si tanto te molesto ¡capullo!
Varios minutos después, Aria sale de la habitación con su uniforme ya puesto y se dirige al baño, no puedo evitar darle un repaso con la mirada a toda ella mientras pasa por mi lado dándome una sonrisa y los buenos días de su parte.
Y por los gruñidos de oso que se oyen desde el sofá no soy el único que la ha visto.
—Joder, creo que voy a levantarme ya —anuncia West a la vez que va a sentarse al taburete alto—. Tengo mejor vista desde aquí —se relame los labios el muy asqueroso.
—Compórtate —le advierto antes de que Aria llegue hasta nosotros.
—Tranquilo muñeco, seré todo amabilidad y buenas palabras.
—Por qué será que no te creo nada...
—Porque me conoces muy bien, muñequito.
Aria sale del baño y tal y como hizo ayer se sienta en el otro taburete, yo le paso las tostadas y el zumo, más unas cuantas fresas que sé que le encantan con un poco de azúcar.
—Gracias, no sabía que teníamos fresas —habla entusiasmada con una gran sonrisa.
—Las compré ayer antes de venir.
—Están muy buenas, ¡gracias! —se levanta un poco del asiento y me da un beso en la mejilla.
—De nada amor —le contesto con ese apelativo que desde ayer he querido decírselo de nuevo.
—¿Para mí no hay beso? —el capullo saca morritos como un idiota mientras se le acerca a ella despacio—. También fui a comprarlas y no te creas que las cogimos de la tienda de aquí abajo, no... las compramos en los primeros distritos.
—Gracias —le contesta ella metiéndole una fresa en la boca antes de que se le acerque más.
West empieza a toser porque casi se atraganta y eso hace que tanto Aria como yo rompamos a reír.
—Eso no ha tenido ni puta gracia, bonita —habla entre medio de toses y bebiendo agua al a vez.
—Yo creo que sí —contesta sin mirarlo.
Ella termina de desayunar y se va al baño mientras yo termino de preparar el desayuno a mis hermanas que no tardarán en levantarse.
—¿Cuál es el plan de hoy? —pregunta West con la boca llena de comida esta vez sin atragantarse.
—Come bien capullo, lo estás dejando todo hecho un asco.
—Perdón su alteza —dice en tono burlón y haciendo una reverencia—. No sabía que el rey ponía su cara aquí.
—Imbécil —mascullo—. Mis hermanas comen aquí, no hace falta que se coman lo que sale por tu boca, es asqueroso —le tiendo la bayeta húmeda y el limpia la encimera a gruñidos.
Aria ya está con el abrigo puesto y se dirige a la puerta, voy hasta ella para despedirnos.
—Cuando salgas nos vemos para comer en el centro comercial, avísame cuando estés llegando y te decimos donde estamos.
—Vale Rick —sonríe.
Ahora que sé que ya sabe mi nombre y después de todo lo que me dijo anoche, no quiero escucharla llamarme así, cuando me preguntó si podía llamarme con mi nombre entero no sabía que responderle, pero me moría de ganas por decirle que sí, que me llamara Erick, pero entiendo que no lo diga delante de West.
—Que tengas un buen día, amor —dice poniéndose de puntillas y dándome un beso tímido en los labios, cada segundo que pasa está más colorada.
Cuando se separa y sale por la puerta, yo quiero más de eso, mucho más, la llamo y ella se gira, y en dos zancadas estoy frente a ella, le rodeo la cintura con uno de mis brazos y la levanto solo un poco del suelo, lo suficiente hasta tenerla a mi altura y entonces hundo mi boca en la suya. La beso, saboreando sus labios, ella gime en mi boca y mi corazón se acelera mucho más, tengo que sepárame porque no quiero incomodarla al fin y al cabo solo estamos fingiendo delante de West. Y aunque el beso no dura mucho ha sido intenso y mi erección es la prueba de ello.
Una vez se ha ido entro en casa con la mirada de West fija en mí y en mi entrepierna.
—Hostia puta muñeco, solo con un puto beso te ha puesto más duro que una piedra, y no me extraña, el monumento debe de saber de hacer todas las guarradas de puta madre. Solo de pensarlo me pongo duro yo también.
—Vete a la mierda —lo fulmino con la mirada—. Y no tengas pensamientos pervertidos con mi novia —le amenazo con el dedo.
—Lo digo en serio, cada vez me pone más cachondo, ándate con cuidado muñeco aún tengo tiempo por aquí antes de irme. Ya te dije que podría robártela.
—¿Qué mierda has querido decir con eso? —frunzo el ceño, no me fio un pelo del gilipollas este porque no respeta nada y todo le da igual—. Ya te dije que no hablaras de ella —ladro rabioso.
—Relájate muñeco, ya te dije que no puedes influir en mis pensamientos ni en si la miro. Ya que solo puedo darme el gusto de correrme así. Lo hare siempre que pueda.
Estoy por decirle algo más cuando mis hermanas me llaman desde su habitación. Voy a buscarlas, siguen en la cama esperando por mi para que las lleve al salón.
—¿Cómo habéis dormido enanas?
—Bien, aunque te eché de menos ayer —dice Lucy cabizbaja.
—Yo he dormido regulín —me dice Nora ahora.
—¿Por qué enana? ¿Has tenido alguna pesadilla? —le pregunto mientras me siento a los pies de su cama.
Ella menea el cabeza negando.
—¿Algo te preocupa? ¿Algo... relacionado con mi nombre? —como si hubiera visto un fantasma levanta la cabeza muy sorprendida y los ojos se le empiezan a humedecer y las lágrimas empiezan a caerle por las mejillas.
¡Mierda! No quería que llorara.
—¡Eh! Enana no llores, no te preocupes, no estoy enfadado —le aclaro rápido para que no esté triste mientras limpio sus mejillas para borrar todo rastro de lágrimas.
Me mata cuando mis hermanas lloran, rara vez lo hacen.
Hubo un tiempo cuándo mamá murió y luego papá entró en la cárcel, que ellas tuvieron que ir por unos meses a un centro de acogida hasta que yo pude hacerme cargo legalmente de ellas. Durante todos esos meses lloraban mucho, cuando las llamaba por teléfono para hablar con ellas o cuando las visitaba, incluso cuando ya estaban definitivamente conmigo, cuando legalmente ya tenía su custodia y nada las volvería a separar de mi lado, seguían llorando, y no las culpo son solo unas niñas. Después de un tiempo han aprendido a vivir con todo eso en su cabeza y ahora son felices, ellas me lo hacen saber siempre, y que lloren por algo por lo que no tienen que hacerlo me destroza.
—Pe-pero se lo dije príncipe, le dije tu nombre —solloza bajito dejando caer alguna lagrima más.
—Y fue lo mejor que pudiste hacer enana, yo no sé si me hubiera atrevido a contarle esa parte de mi vida de no haber sido por ti.
Ella me sonríe y me da un abrazo fuerte. Lucy se une al abrazo también.
—¿De verdad no estás enfadado? —pregunta para asegurar mi respuesta.
—No, enana. Al contrario, te estoy muy agradecido.
Y se lo digo en serio, realmente no sé si hubiera llegado a decirle la verdad alguna vez, me avergüenzo tanto de todo lo que pasó en aquellos años... Pero con ella es fácil hablar, además esto nos ha unido más, lo sé. Ya nos pasó cuando me contó su no tan bonita historia. Y ahora al hacer lo mismo yo con la mía siento que estamos más conectados el uno con el otro. Cosa que me hace desearla cada vez más y eso me está volviendo loco.
Odio no tener el control de esta situación.
Y dejarle a mi corazón carta blanca para que sienta lo que quiera.
—¿Entonces...? —pregunta con el dedo índice tocándose los labios—. ¿Ariel te llamará así?
—Puede hacerlo, si es lo que ella quiere. Al igual que vosotras niñas.
Tanto una como la otra parecen pensárselo. Nunca les había dicho tal cosa, cuando les confesé mi nombre las primeras veces que vimos la película nunca les dije que podían hacerlo y ellas me llamaron príncipe para ocupar el lugar a mi nombre, hasta entonces solo me llamaban hermano, que es a lo que mamá las acostumbró.
Pero ellas tan cursis y rosas como son prefirieron llamarme príncipe.
—A mí me gusta más príncipe —sentencia Lucy dándome un super abrazo.
—Yo te llamaré príncipe también porque Ariel es tu princesa y al final os casareis, como sois novios.
Me quedo mudo ante el comentario, y una sonrisa se forma en mi cara, la noto y no puedo hacer nada por evitarlo, pero tengo que hablar con ellas, no sé si tengan la cabeza hecha un lío por todo esto, pero tengo que dejarles clara la situación entre la chica y yo.
***
Durante el tiempo que West esté con nosotros en casa obviamente no voy a ir a trabajar a la obra, eso sería como dejar al zorro con tres ardillitas en una jaula. Y de todas formas tengo hechas horas de más, y aun no he cogido vacaciones asique me tomo estos días libres.
Dejo a mis hermanas en el colegio. West aprovechó que no teníamos que estar en el gran hotel donde hacemos las reuniones con sus mafiosos para tener la mañana libre, no se reunirá con nosotros hasta después de comer, por lo que yo también la aprovecho y voy a hacer la compra.
Voy al supermercado que está al lado el colegio y aunque me pilla mucho más lejos de casa y tener que coger el autobús, me compensa por no tener que entrar a la tienda de Rosana. La última vez ya estaba haciendo preguntas de más y eso no nos conviene.
Vuelvo a casa y dejo todo en su sitio antes de arreglar un poco la casa. No es que esté desordenada, pero hago las camas de mis hermanas que hoy con la charla se nos echaba el tiempo encima y nos hemos ido sin hacerlas, y también hago la mía, que ahora al dormir los dos siempre en la cama cada noche no sé muy bien a quien le toca hacerlo, el sistema que impuso ella al principio se ha ido a la mierda ahora. Pero haría la cama todos los putos días con tal de dormir junto a ella cada noche.
Me suena un mensaje en el teléfono y voy a por el que está encima de la encimera de la cocina. Es Andy.
Andy: Hermano en media hora en los trasteros.
Yo: Entendido.
Media hora después estoy esperando dentro del trastero que usamos para hablar del negocio del barrio lejos de los ojos y oídos de todos los demás.
Andy no tarda en llegar con dos cervezas.
—¿Está todo listo? —le pregunto en cuanto entra por la puerta y me tiende la cerveza que ha traído para mí.
—Hola a tí también —dice con el ceño fruncido—. Lo tiene todo controlado —chasquea la lengua—. Hugo irá a dos de las fiestas y ya tiene casi toda la mercancía vendida solo falta que los muchachos las entreguen donde siempre. El Russo irá con él y el venderá la que falta en las fiestas de los niños de papi —dice con retintín—. Son una pareja imparable esos dos.
—Y que lo digas —digo riendo y sentándome en la silla mientras bebo un trago de la cerveza—. Prepáralo todo tú, esta semana no puedo hacerlo yo, tengo a West en casa.
—Con razón tienes esa cara de haber comido bichos fritos—se ríe a carcajadas—. Pero ahora en serio ¿Cómo ha acabado ese mal bicho en tu casa con mis niñas? —pregunta ahora muy serio.
Sé cuánto adoran a mis hermanas los dos y lo que se preocupan por ellas y saben de sobra como es West, solo lo han tratado una vez hace muchos años, pero conocen su pasado y el paso por el reformatorio y me conocen a mí, si lo tengo en casa es porque saben que no he podido hacer nada para evitarlo.
—Le debía una muy gorda ya lo sabes y ha venido a cobrársela —respondo—. Oye... Necesito pedirte un favor.
—Pide por esa boquita niño bonito.
—Es largo de contar, así que lo resumo, necesito que estés listo la noche del viernes a cualquier hora por si tuviera que llamarte —hago una pausa y el me mira esperando a que continúe—. No sé cómo acabarán las cosas en la misión y si tengo que salir de allí no podría hacerlo por mi cuenta, porque todos vamos en un mismo furgón y el plan es volver todos en el de nuevo porque las naves a las que tenemos que entrar están a las afueras de la ciudad.
—Cuenta con ello —dice apretándome el hombro con la mano—. Pero... ¿y quién se queda con las niñas, Hugo?
—No, eso ya lo tengo cubierto.
—¡No pensarás dejarlas solas! Sabes que Hugo se puede quedar.
—No pienso dejarlas solas —pongo los ojos en blanco—. Ya tengo a alguien que las cuidará más que a su propia vida —sonrío por recordarla.
—Hostia puta ¿no me jodas que el bonito de cara tiene novia? —ahora me da un puñetazo en el hombro—. Y no cualquier chica si te fías tanto de ella como para confiarles a tus hermanas.
—Bueno, esa también es otra larga historia.
—Estoy deseando escucharla ¡y llevaré palomitas! —mueve las pestañas muy rápido—. Rick enamorado, esto es jodidamente bonito de ver. Joder, ya te hacía falta una chica en tu vida, una que no tenga siete años
Yo me río por el comentario porque siete años no tiene, pero si diecisiete.
—Gracias, hermano, te pasaré los detalles más tarde, cuando sepa todo el plan con lujo de detalles.
—No me des las gracias, para eso estamos, nos cuidamos entre nosotros.
—Y hablando de novias, también se de tu reciente conquista —sonrío con malicia.
—¡Que diablos! Hugo no puede quedarse callado —ríe a carcajadas—. Para hablar de ellas necesitaremos una tarde entera y más de estas —señala los botellines de cerveza ya vacíos—. Algo me dice que no son relaciones sin más.
—No, la verdad que la mía es jodidamente complicada —suspiro profundamente.
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Gracias por leer!!
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