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𝒞𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁𝑜 𝐼𝐼𝐼


(T/A) = Tu Apodo


Capítulo 3: Collège Françoise-Dupont

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—Te lo digo (M/A), ¡Chat Noir vino a mi casa y me besó la mano!— Le conté a mi amiga muy emocionada.

—¡¡¡AAAAAAaaaahhhhhhh!!! ¡¡QUE ENVIDIA, DIOS MÍO!! Oye, aunque sea tráeme su autógrafo— respondió.

—Si, si. Te hablo luego, que debo ir al colegio.

—¿Al Collège Françoise-Dupont?— Preguntó ansiosa.

—¡BINGO Amiga! Adiós.

—Hey espe-

Le corté, guardé mi celular en mi mochila que llevaba en la espalda y me dirigí al comedor.

—¿Lista para tu primer día, amor?— Preguntó mi mamá dándome mi desayuno.

—Sip, este será un día para recordar— dije comiendo entusiasmada.

Quince minutos después, lavé mi plato y me despedí de mi madre. Salí de casa y comencé a caminar. (Dios mío, me pregunto qué pasará. Seguramente me juntaré con Marinette y Alya, Chloe será una beach como siempre y Adrien me saludará y me presentará a Nino, si es que estoy en su mismo salón, sino me voy con Luka ajio ajio, ah no, el es mayor ¿verdad? Ñe ¿ya que?).

Llegué al colegio y vi a varios estudiantes entrando. —Uff— suspiré. —Aquí vamos.

Comencé a subir las escaleras y me dirigí a la oficina del señor Damocles. Toqué la puerta dos veces y escuché un —adelante— por lo que entré.

—Con permiso. D-disculpe, soy ______ ______, la nueva alumna— dije nerviosa y tímida.

—Ah sí, ______, que bueno es recibir a una alumna con muy buenas calificaciones, espero que tu rendimiento no baje— respondió el director.

—Claro que no señor, me esforzaré mucho— dije con actitud positiva y alentadora.

El director asintió con aprobación y se levantó de su silla.

—Acompáñeme por favor.

Lo seguí hasta una clase que ¡sorpresa! Era la de Marinette y Adrien.

Cuando entramos el director y yo, inmediatamente las conversaciones de los estudiantes en el salón callaron y no dejaban de observarme. (Oh Dios, esto me pone más nerviosa cada segundo).

—Disculpe señorita Bustier, ¿puedo hablarle un momento?— Preguntó educadamente el director.

—Claro señor Damocles, ¿qué necesita?— Respondió la maestra.

—Ella es ______ (Tu apellido), se unirá a su clase a partir de hoy.

—¡Oh, que excelente noticia!— Exclamó emocionada volteándome a ver, a lo que yo le sonreí tímida.

—Este es tu horario ______, esfuérzate mucho— dijo el director entregándome una hoja y salió de la clase.

—¿Eres nueva en París?— Me preguntó.

—S-si señorita Bustier— le respondí.

—Bienvenida.

—Gracias— la señorita Bustier se giró a la clase.

—Chicos, a partir de hoy se nos unirá una nueva alumna, preséntate por favor.

Asentí y me paré en medio del salón.

—Hola, me llamo ______ (Tu apellido) y soy nueva en París, espero que nos llevemos bien— dije con una sonrisa sincera.

—Vaya, otra chica que se cree tierna solo por sonreír, que falsa— dijo Chloe disgustada, obviamente.

—Señorita Bourgeois, por favor ahórrese sus comentarios— regañó la señorita Bustier.

—¡Hum!— Chloe volteó hacia el lado opuesto claramente molesta.

—Muy bien ______, ahora te sentarás junto a Nathaniel— (¡WUUUUU! ¡¡Compañero de dibujo!!).

Al decir eso, Nathaniel levantó la mano.

—Está bien, maestra— dije y comencé a caminar. Adrien me sonrió, al igual que Marinette y Alya y yo les devolví la sonrisa.

—Ahora clase, continuemos en donde nos habíamos quedado— comentó la señorita Bustier apuntando en el pizarrón, entonces saque mi cuaderno para copiarlo. Durante la clase veía de reojo a Nath, no estaba prestando atención y solo estaba dibujando. (Jaja, me recuerda a mí, con excepción a que yo si pongo atención en las clases). —Iré a traer las hojas de trabajo que les mencioné la clase pasada, ya regreso— dijo la señorita Bustier saliendo del salón.

Cuando se fue, me giré a Nathaniel.

—Hola, soy ______— y le extendí mi mano sonriendo. Nath solo me vio tímido.

—S-soy Nath-thaniel— respondió en un susurro sin tomar mi mano, así que la bajé.

—Gusto en conocerte Nathaniel— traté de sacar tema de conversación para que perdiera la timidez; sin embargo, él solo se limitó a asentir. Dirigí mi vista a mi mochila y se me iluminó el rostro, en señal de que había tenido una idea.

Volví a verlo y luego bajé la vista a su cuaderno. —Woa— dije con los ojos iluminados y sorprendida, lo que causó un susto por parte del pelirrojo. —¡¿También dibujas?! ¡Que genial, un compañero de dibujo!— Nath solo se me quedó viendo sin articular palabra. —¿Sabes? Yo también dibujo, tengo varios cuadernos y hojas llenas jeje— reí con mi mano en la boca al decir lo último. —Mi estilo al dibujar es caricaturesco y a veces pegado a la realidad, pero lo que más me cuesta dibujar son los brazos, piernas y los ojos, es que no me salen del mismo tamaño— le sonreí.

Nathaniel me ve con simpatía y sonríe tiernamente de lado. (Aawwww, el tomatito es muy kawaii, y que bonitos ojos tiene).

—Puedo ayudarte a mejorar tu técnica— habló Nathaniel un poco bajo.

Se me iluminaron los ojos. —¡Me encantaría!— Alcé la voz emocionada.

—¿Quieres ir al parque después de clases?— Preguntó.

—Si, claro— respondí feliz.

Ambos nos sonreímos, Nath volvió a dibujar y yo dirigí mi vista al frente. Vi que Adrien nos miraba seriamente. (¿Okey? La mirada de Adrien me está poniendo nerviosa, mejor eeehhh ¡me pondré a dibujar!).

A la hora de salida, yo me encontraba en las escaleras para entrar al colegio esperando a Nathaniel.

—Hola— llamó mi atención el chico tomate, así que me di la vuelta para responderle.

—Hola tomatito— sonreí cerrando los ojos.

—¿T-To-matito?— Tartamudeó sonrojándose por el apodo, a lo que solté una risita.

—Eres muy tierno y tu color de pelo me encanta, me recuerda a los tomates— se quedó sin hablarme y bajó la mirada apenado. —Aaaww, no te avergüences, yo soy tu amiga ahora— le dije agarrándole por el brazo y arrastrándolo conmigo. —Anda, ¡vámonos! Que quiero que me ayudes.

—Eeeh b-bu-eno— respondió.

Al llegar al parque, nos sentamos en una banca. Comencé a dibujar un brazo y Nathaniel me asesoró. En especial, él dijo que la práctica hace al maestro, pero que mi técnica era buena. Me enseñó bases para aprender a dibujar ojos simétricos y en perspectiva. (Wow, Nathaniel es más cool de lo que pensé, incluso logré que se riera con algún comentario tonto sobre hacer a todos mis personajes emos para evitar hacer el segundo ojo).

Llevábamos tres horas en el parque.

—Gracias Nath, en serio me sirvieron tus consejos— dije aliviada por como mejoré.

—De nada, (T/A)— me respondió sonriendo.

—Vaya, vaya Tomatito, ¿ahora ya tienes confianza para llamarme (T/A)?— Le sonreí divertida, a lo que rápidamente se puso nervioso.

—E-eh e-es que que m-me llamaste T-tomatito, y p-pensé que- — lo interrumpí dándole un abrazo rápido.

—Es broma Nath, estoy feliz que me dieras un apodo— al contestarle, él sonrió aliviado.

—Bueno, creo que es hora de irme, te veo mañana en el colegio, (T/A)— dijo Nath levantándose.

—Claro Nath, y gracias otra vez— le sonreí nuevamente y se alejó.

(Que bonita tarde, sin tarea). Respiré profundo cerrando mis ojos.

—¿Disfrutando de la belleza de París?— Me preguntaron de repente, a lo que yo abrí mis ojos inmediatamente y volteé a ver quien era.

(Ay, wey). —¿Adrien?— Pregunté extrañada. —¿Qué haces por aquí? Creí que los modelos eran personas muy ocupadas— (ya que él practica chino, esgrima, piano, baloncesto ¿creo? ¿O no?).

—Pues...— Pasa su mano por su cabellera dorada desviando la mirada. —Tenía tiempo libre y decidí dar un paseo— volvió a verme directamente a los ojos. —Cuando te vi, y pensé en saludarte. Perdón si interrumpo-

—¡No, no!— Respondí alarmada, muy rápido para mi gusto. —Estaba aburrida, ya que Nath tenía cosas que hacer— sonreí nerviosa.

—¿Nath? Oh, hablas de Nathaniel, ¿estaba contigo?— Dijo quitando su sonrisa.

Al fijarme en sus ojos, noté que el brillo que normalmente poseían se había ido.

—Si, resulta que le encanta dibujar como a mí, así que nos hicimos amigos rápidamente y me ayudó a mejorar mi estilo de dibujo— sonreí orgullosa de mí misma.

—¿Dibujas?— Preguntó el rubio sorprendido mientras se sentaba al lado mío. —¿Puedo ver?

—Cl-claro, pero mis dibujos no son como que "waw, que Da Vinci" pero...— Dije jugando con mis dedos hasta que Adrien me interrumpió.

—¿Bromeas? ¡Están increíbles!— Exclamó a la vez que ese brillito en sus ojos hacía acto de presencia nuevamente.

—¡Uff! Que bueno que te gustaron— dije con alivio.

—Quisiera ver más— dijo entregándome mi cuaderno.

—Pues, tengo otro cuaderno en mi casa, mañana lo puedo llevar al colegio y enseñártelo— le sonreí con simpatía.

—¡Si, por favor!

Reí ante su reacción. Guardé mi cuaderno en mi mochila y me percaté de la cercanía de la Torre Eiffel, a lo que un suspiro escapó de mi boca.

—¿Um, qué sucede, ______?

Lo volteé a ver rápidamente.

—¿Eh? Nada, nada. Es solo que, deseo ir a la Torre Eiffel, pero mi mamá está muy ocupada para llevarme y si voy sola me puedo perder— dije desilusionada bajando la mirada. (La serie no muestra el camino exacto desde la escuela a la Torre Eiffel).

—Vamos ahora, juntos— dijo el oji verde emocionado.

—¡¡¿¿En serio??!!— Lo miré ilusionada.

—¡Claro! Apuesto que siempre has soñado con verla de cerca ¿no?

—¡Si!— Comencé a dar saltitos.

Adrien se levantó y comenzamos a caminar hacia la famosísima Torre Eiffel.

En el camino, obviamente, no podía ocultar mi emoción, Adrien me dio un mini tour de los lugares por los que pasábamos. Yo no dejaba de estar impresionada y corría, giraba en círculos y saltaba, por supuesto. El chico todo el tiempo me veía con ternura a causa de mi comportamiento infantil, pero no le di importancia a su incesante mirada ni a las impresiones que tenía la gente al pasar al lado nuestro.

—Y hemos llegado— anunció Adrien.

Jalé una bocanada gigantesca de aire. —¡¡¡¡¡OMG, OMG, OMG VAMOOOOOOOOOOS!!!!!— Grité a todo pulmón jalándolo del brazo para acercarnos lo más posible.

Al llegar, literalmente, bajo la Torre Eiffel, solté a Adrien y fui a tocar el edificio.

—Es mejor de lo que imaginé— susurré pasando mis dedos por la estructura. De repente me volteé hacia Adrien y corrí hacia él. —¡¡¡GRACIAS, ÁNGEL!!!— Lo abracé con todas mis fuerzas.

Lo solté y él se quedó petrificado mientras se sonrojaba cada vez más al procesar el nombre que le di. (¡Ay no! Creo que lo rompí). —¿Adrien, estás bien?— Lo miré preocupada.

(*Facepalm mental* f*ck, creo que no debí decirle así).

—...¿C-có...Cómo m-m-e llama-ma-maste?— Preguntó aún en shock señalándose.

Comencé a jugar con mis dedos por el nerviosismo. —Á...Ángel— sin embargo, Adrien solo me miraba fijamente sin articular palabra, lo que hizo que me alterara y comenzara a hablar rápidamente. —P-perdón si es muy raro y ¡sé que apenas nos conocemos! Pero, fuiste muy gentil en traerme y-y yo pues-

—¡Eh no! Am, tranquila es solo que no... Esperaba a que me llamaras por ese apodo. E-es lindo— me sonrió tiernamente.

Le sonreí. —Entonces te seguiré diciendo así. ¡Ángel!— Me emocioné. Al decirle nuevamente ángel, vi que bajó la mirada en un gesto tímido. (Huh, es más tímido y se sonroja fácilmente... Debe ser por la vergüenza) pensé despreocupadamente. —Oye Adrien, ¡tomémonos fotos!— Dije sacando mi celular, él accedió y la "sesión fotográfica" empezó.

En las fotos yo salía con una gran sonrisa, en unas estábamos abrazados, le tomé fotos a él y Adrien me las tomó a mí. Después de mucho tiempo, dejamos la Torre Eiffel y nos dirigimos nuevamente al parque, hasta que vi una tienda que "casualmente" vendía smoothies.

—¡Vamos ángel, te invito a un smoothie!

—¿Qué-?— Antes de que terminara de hablar, lo jalé del brazo hacia la tienda dicha.

—¡Buenas tardes!— Exclamó alegre la chica que nos atendió. —¿En qué les puedo servir?

—Quiero un smoothie arcoiris por favor. ¿Y tú Adrien?— Pregunté sonriente volteándolo a ver.

—Quiero el mismo que pidió ella, por favor.

—¡Ahora se los traigo!— Y se fue a preparar nuestro pedido.

Dirigí mi vista a Adrien. —Escogiste una muy buena opción. Pero no puedo evitar pensar que lo hiciste porque jamás has bebido un smoothie ¿verdad?— Lo miré divertida y con curiosidad.

Desvió la mirada avergonzado. —¿Es tan obvio?

Reí ante su respuesta y puse una mano en su hombro.

—Tranquilo Adrien, no tienes que ser tímido, está bien que sea la primera vez que pruebes uno por tu estricta dieta que me imagino que debes de tener ¡relájate wey! Estás en confianza— le sonreí y volteé a ver como la chica regresaba con los smoothies.

—G-gracias, ______— respondió pero no alcancé a ver su expresión.

—¡Y aquí tienen!— Nos entregó los smoothies.

—Gracias, ten— dije sacando mi billetera.

—¡Oye, espera! Yo puedo pagar— me dice Adrien de pronto.

—Lo sé, pero fue mi idea y yo te invité así que...— Dije sacando el dinero.

—Al menos déjame pagar el mío.

—No es momento para hacerse el caballero y además- ¡NO PUEDE SER, UN AKUMA!— me interrumpí a mi misma y grité señalando hacia afuera de la tienda.

—¡¿DÓNDE?!— Adrien giró la vista hacia donde señalé alarmado.

Mientras él estaba distraído, yo le pagué los dos smoothies a la chica que nos atendió dándole una sonrisa cómplice, la cual me regresó.

—No veo nada— Adrien me ve confundido.

—De seguro me equivoqué, vámonos— dije restándole importancia y jalándolo de la muñeca suavemente para que me siguiera.

—¡E-espera! No hemos pagado los smoo- — se interrumpió a sí mismo. —¿Acaso tú...?

Lo veo con una sonrisa inocente. —Este día se puso mejor en cuanto apareciste.

—No cambies de tema. No había ningún akuma ¿cierto?

Me quedé callada y seguí avanzando.

Él suspiró. —Gracias por el smoothie, no tenías que, pero para la próxima yo invito.

—Jeje— sonreí mostrando mis dientes. —Me parece bien.


Continuará...

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