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15

"You stick around like imma change soon"




Seúl - El presente




—Tae...

—¿Hmm?

—¿Dónde pasarás la Navidad?

—Umm... No lo sé aún.

—¿Dónde acostumbras pasarla?

—A ver... Desde que me mudé aquí la he pasado con Jimin, pero este año él se irá con Namjoon y su familia. Me ha invitado pero me sentiría muy incómodo estando ahí —admitió.

—¿Qué hay de tu familia? —inquirió.

—Los últimos años mi padre se iba a pasar la nochebuena en compañía de su hermano y su familia y mi hermano mayor en lo de alguna tía materna. Yo sólo me quedaba en casa y ya —se encogió de hombros.

"Eso es horrible" pensó el castaño.

—¿Por qué no ibas con ellos?

—A los parientes de mi padre les desagrada cualquiera que no sea heterosexual. Para ellos no soy más que un "maricón".

"Y un debilucho que sólo busca atención" pensó al recordar sobre su opinión sobre su intento de suicidio.

Seokjin apretó los puños —Ese tipo de personas deberían extinguirse. Si alguien vive su vida sin hacerle daño a otros, nadie tiene el derecho de meterse con esa persona. Deberían aprender lo que es la tolerancia.

—Honestamente no me sorprende su actitud. Es lo que sus padres les inculcaron y lo que ellos inculcarán en la siguiente generación.

—No debería ser así. Yo me aseguraré de que mis hijos sean personas tolerantes y que respeten a sus semejantes aun si no los comprenden, siempre y cuando no estén cometiendo algo ilícito, claro —rió.

—Estoy seguro de que lo harás —concordó el pelinegro. Seokjin sin duda sería un excelente padre.

—Volviendo al tema... ¿Y tus parientes maternos?

—Ellos... Me culpan por su muerte.

"Y yo también, por mucho tiempo"

—Taehyung... No sabía lo de tu madre. Cuánto lo siento, no debí haber preguntado —se disculpó de inmediato.

—Nah, está bien. Es algo que pasó hace ya veinte años —le restó importancia.

—Eras apenas un niño... —Seokjin se puso una mano en el pecho, sin poder imaginarse lo que es crecer sin contar con la figura materna.

—Mhm. No tengo muchos recuerdos de ella. Sólo recuerdo que era muy hermosa, y que estaba enferma.

—¿Quieres contarme más? —propuso.

—La verdad no, es... un poco raro —los únicos con los que alguna vez habló de su madre habían sido sus terapeutas y Jimin.

—Tae... —acarició su mejilla —si necesitas hablar, desahogarte o cualquier otra cosa, estoy aquí.

—Ya. No me mires así, por favor. Odio que me tengan lástima.

—No es por lástima. Es porque en serio me importas, y una experiencia así le dolería a cualquiera —dijo con suavidad.

—Ya lo superé —hizo una pausa —pero gracias por el ofrecimiento.

Seokjin notó que el semblante del menor se volvió impasible y comprendió que el momento de sinceridad había terminado. Se levantó y quiso ir a la cocina a preparar la cena, pero el agarre en su brazo lo detuvo.

—¿Quieres salir?

—¿Te refieres a...

—Sólo salir, vamos a cenar fuera y ver qué podemos hacer —dijo el menor.

El castaño aceptó de inmediato. No tenía idea de lo que harían, pero si era con Taehyung estaba dispuesto a todo.

Media hora después, Seokjin apagó el motor y ambos salieron del vehículo. La nieve caía con parsimonia y las luces que adornaban la plaza le daban al ambiente un toque acogedor. A pesar de que la temperatura era bastante baja, el flujo de transeúntes y el tráfico no parecía disminuir en la ciudad de Seúl.

Ingresaron a la taquilla y compraron dos entradas, fueron hasta la cabina de alquiler donde les dieron dos pares de patines, dos de rodilleras y un par de cascos. El mayor había tenido bastantes reservas al respecto, pues nunca antes había patinado. Pero los grandes y brillantes ojos de Taehyung y el adorable puchero que hizo con los labios lo terminaron de convencer.

Probablemente quedaría en ridículo frente al menor, pero no importaba.

Se quitaron los abrigos y esperaron un rato mientras la pista terminaba de ser restaurada, y cuando se hubo terminado el trabajo, les quitaron los protectores a las cuchillas de los patines e ingresaron a la pista. Taehyung sostuvo su mano y se deslizaron lentamente, pegándose al borde. Seokjin tenía el rostro totalmente relajado, pero las piernas no le dejaban de temblar. Era digno de un Oscar.

El menor lo soltó y se deslizó por la pista de forma ágil. Se deslizó moviendo los pies dejando un rastro como de reloj de arena y luego hizo una especie de vuelta de bailarín de ballet. Seokjin le aplaudió y vitoreó desde su lugar.

—Ese truco me lo enseñó Jimin —comentó el azabache con una gran sonrisa —ven —tomó ambas manos de Seokjin y tiró de él suavemente.

—Si sientes que estas por caer, ponte de cuclillas ¿está bien?

—Ok , ok —contestó tratando de concentrarse en las palabras de Taehyung, y no en sus dedos entrelazados, o en la voz aterciopelada y grave con la que le hablaba.

—No mires hacia abajo, ahora hay mucha gente y podrías chocar con alguien, además perderás el equilibrio. Párate de esta forma, como si estuvieras por hacer sentadillas —el castaño hizo tal cual le indicó el menor. Éste soltó una de sus manos y se colocó a su lado.

—Ahora, da dos pasos al frente como yo, y así comenzaremos a deslizarnos —el castaño asintió y ambos comenzaron a moverse con cuidado. El menor miró a Seokjin, quien temblaba como una hoja, por lo que presionó un poco el agarre de sus manos intentando darle confianza. Seokjin pareció entender el mensaje y tomando coraje, se impulsó hacia adelante.

Se movieron por la pista y luego comenzaron a tomar velocidad. Se impulsaron un par de veces más pero el castaño perdió el equilibrio y terminó estrellado su trasero sobre la pista congelada. El menor quiso sostenerlo pero no pudo y terminó cayendo a su lado.

Ambos estallaron en carcajadas mientras que las demás personas se deslizaban su lado evitando chocar con ellos. Taehyung ayudó a Seokjin a levantarse mientras la cara del mayor ardía en vergüenza. El azabache se dio cuenta de lo apenado que estaba su compañero por lo que le dijo:

—Vas a caer un par de veces más mientras sigas aprendiendo. Yo también lo hice, un montón. Lo importante es que no te dejes desanimar por estos pequeños deslices.

Seokjin asintió y volvieron a intentarlo. No se soltaron las manos en ningún momento. Patinaron más despacio que el resto de la multitud, pero no importaba.

—Tae, si quieres ir a tu ritmo, yo puedo quedarme al costado de la pista.

—¿Huh?

—Tú patinas muy bien y yo sólo te estoy retrasando, ve, yo me quedaré aquí practicando solo.

—Ni hablar. Si hubiese querido patinar solo no te hubiera dicho que vengamos aquí. Este —señaló sus dedos entrelazados —es el punto —aseguró.

Seokjin no pudo sentirse más feliz.

Luego de un par de caídas más, interminables risas e intentos inconscientes pero exitosos del menor por impresionar al castaño, se deslizaron hacia la puerta. Habían pasado una hora en la pista y ya tenían que restaurarla para el próximo turno.

Salieron y se quitaron los patines y los accesorios de protección, y los devolvieron a la casilla. Se colocaron sus abrigos de vuelta y fueron a un local de comida rápida.

Mientras esperaban su orden se echaron en los asientos, totalmente exhaustos.

—Nunca antes había ido a patinar, no me imaginaba que sería tan divertido —comentó el castaño acomodándose.

—Podríamos venir más seguido, hasta que aprendas a patinar solo —respondió el azabache —eres bastante bueno, lo hiciste mucho mejor que yo en mi primera vez —confesó riendo.

—Me gusta esa idea... si vas a ser tú quien me enseñe.

El menor sonrió y mientras charlaban, llegó su pedido. Cenaron y para sorpresa del mayor, Taehyung no le pidió que lo lleve a su casa.

—¿Te quedarás a dormir? —preguntó dudoso el mayor.

El azabache sólo asintió. Seokjin le prestó uno de sus pijamas, el cual se puso y notó que la parte de arriba le quedaba un poco grande. Se tumbaron de espaldas en la cama en silencio, sin saber exactamente qué hacer. Apagaron las luces y estuvieron un rato mirando al techo.

—¿Tae?

—¿Sí?

—Gracias por lo de hoy. Por contarme un poco sobre tu familia. Sé que debió ser duro, y probablemente no se lo cuentas a todo el que conoces. Sólo quería que supieras que puedes contar conmigo para lo que necesites. Yo quiero... quiero conocerte más. Al verdadero tú, ese que se esconde bajo la coraza que llevas puesta casi todo el tiempo. No te avergüences de decirme lo que sientes, no sabes cuánta alegría me dio que me hayas confiado lo que sucedió con tu madre y un poco sobre tus parientes... Y quiero que siga así, quiero demostrarte que merezco tu confianza y que jamás te traicionaría. Yo, um, no te lo diré todo hoy, pero esto es todo lo que necesitas saber por el momento.

El azabache no dijo nada. Y Seokjin creyó haberlo arruinado todo hasta que sintió el brazo de Taehyung rodear su cintura y su boca siendo besada por la del menor. Devolvió el beso, aliviado y se colocó de costado para estar más cómodo.

Siguieron dándose dulces, cortos y ligeros besos hasta que el sueño finalmente los venció.

Al día siguiente el primero en despertar fue el azabache. Tenía sus musculosas y vellosas piernas entrelazadas con las lampiñas y esbeltas de Seokjin. Notó la respiración pausada del mayor en su cuello, y su brazo estaba posado sobre su pecho. Alejó un poco la cabeza para escudriñar el rostro durmiente del castaño.

Sus densas y naturalmente arqueadas cejas estaban relajadas, sus ojos cerrados dejaban ver un poco mejor las pequeñas pestañas. Su nariz y sus ligeramente hinchadas mejillas estaban prácticamente tentándolo a apretujarlas. Sus rollizos labios formaban una especie de puchero, dándole un aspecto adorable.

"Holy cow. Quién diría que este cara de bebé folla como un animal" pensó Taehyung con una sonrisa.

Con cuidado se levantó y sigilosamente fue a la cocina. Le hizo una seña a Jjangu para que se callara y éste pareció entenderlo. Buscó en la alacena sus croquetas y se las dio, después de rascarle la cabecita, por ser un buen chico.

Abrió la nevera y tomó todos los ingredientes necesarios, y se puso a preparar el desayuno. Mientras cocinaba los huevos, recibió un mensaje en su celular. Con una mano lo abrió y era un número desconocido.

"Te encontré"

Frunció el ceño e ignoró el mensaje. Seguro se habían equivocado de número. Terminó de preparar el desayuno, pero cuando estaba colocando todo en su lugar, Seokjin entró en la cocina.

Taehyung levantó y bajó los brazos, en gesto de derrota —Quería sorprenderte.

—Estoy sorprendido —dijo Seokjin —¿esto es para mí?

—Sí. Tú siéntate y disfruta, yo debo ir por mis cosas.

—¿Acaso ya desayunaste?

—Sí —mintió, no había tomado nada, pero olvidó por completo que debía tomar su medicamento. No se suponía que pasaría la noche fuera de casa.

—Ya veo. De todos modos gracias por preparar el desayuno. Cuídate —se despidió del azabache, quien le hizo una seña con la mano. Al salir se cruzó con la joven que hacía la limpieza y la saludó.

Seokjin tomó rápidamente su celular y envió un mensaje a Hoseok.

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—A ver. ¿Entonces ese lujoso local será de tu amigo Sandeul?

—De todo lo que te conté, ¿de verdad es eso todo lo que escuchaste? —cuestionó indignado el castaño.

El pelirrojo rió —Ya, lo siento. Es que ese lugar es impresionante, y la ubicación es muy favorable. Si le hubieras dicho que sí, seguramente ya les habrías asegurado la educación hasta a mis nietos —bromeó.

—Me conviene, lo sé. Pero no puedo ser su socio si la condición es casarme con él.

—Recuerdo que cuando nos conocimos, todo lo que hacías era llorar por él. Tú estás soltero y él también, ¿qué te detiene?

—Lo sabes perfectamente.

—Si te refieres al chico de ojos azules, tú mismo dijiste que lo suyo es algo casual. En cambio este cabeza de naranja sí quiere algo seguro. Que es lo que tú realmente deseas.

—Sí, es lo que deseo, pero ya no lo quiero con él. El tiempo nos ha cambiado a ambos, y yo... estoy...

—Jin —lo interrumpió —creo que te estás apresurando. Ni siquiera le has dado una oportunidad a Sandeul, y no conoces bien a Taehyung. Por favor, piensa bien lo que dirás.

Seokjin se quedó callado. Tal vez su amigo tenía razón. Al menos tenía la confirmación de los sentimientos de uno de ellos. El otro en cambio, seguía siendo un enigma para él.



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Se encontraba en el asiento del avión en compañía de Sungjae y otras tres personas. Estaban por aterrizar en el aeropuerto internacional de Jeju. Taehyung había sido invitado por el médico, quien estaba de vacaciones y había organizado un pequeño viaje a la exótica isla junto con otros colegas.

El azabache no había tenido idea de lo que haría en vacaciones, pero se alegraba de que haya surgido un plan de último minuto. Siempre había querido conocer el lugar, pues quedaba sólo a una hora de vuelo desde Seúl, pero las diferencias de tiempo libre que tenía con Jimin había impedido que visitara la isla antes.

Luego de aterrizar, fueron a un lujoso hotel —cortesía de Sungjae— y más tarde, después de acomodar sus cosas, salieron a hacer turismo. Fueron a Manjanggul, una cueva de lava solidificada, donde caminaron por un kilómetro a pie.

Taehyung se aseguró de tomar fotos a cada paso que daban, llenando su galería de fotografías de tubos volcánicos. Salieron tiritando de frío, golpeándose por el contraste de la temperatura de la superficie, que era mucho más cálida que del interior de la cueva.

Caminaron por la playa por un rato, posteriormente hicieron una pequeña fogata y contaron algunas anécdotas. Al parecer Sungjae era todo un prodigio en el hospital donde trabajaba. Según los muchachos, era el favorito de los cirujanos adscritos. El joven médico podía hacer maravillas con sus manos.

"Eso ya lo sabía" pensó Taehyung, con sorna, recordando sus encuentros del pasado.

—Soy el residente de neurocirugía más joven del distrito de Gangnam. Y además he ayudado en varias intervenciones complejas con los neurocirujanos más renombrados de Corea.

—Incluso saliste en televisión un par de veces, ¿no? —dijo uno de los muchachos.

—Mhm. Pero eso no me importa. Lo realmente importante es la tasa de éxito que he tenido. Las personas a las que ayudé a operar ahora pueden vivir tranquilas con sus familias, y eso es lo que me inspira.

—Si sigues así serás como tu padre —comentó el más bajito de ellos.

—Mi sueño es trabajar en su equipo —dijo otro.

Sungjae soltó una risa baja y atizó el fuego, sonriendo irónico y susurrando para sí mismo —No, yo seré mucho mejor.

Taehyung se apartó un rato del grupo y caminó solo por la costa, puso sus manos en sus bolsillos y se relajó, concentrándose en el murmullo de las olas del mar. Ese lugar le traía una innegable calma.

La brisa marina despeinó su oscura cabellera, y luego de un rato de volcar su completa atención en las aves, decidió volver con el grupo. Se sentía exhausto y un poco abrumado. Dondequiera que iba, sus pensamientos tenían al mismo protagonista: Kim Seokjin.

El mayor le dijo que quería conocer al "verdadero" Taehyung. El azabache bufó. No era una buena idea. Todo lo que tenía en su interior era un vacío enorme. No tenía nada que ofrecerle, nada que fuera de valor realmente.

Cada vez que Taehyung se consideraba lo suficientemente bueno para algo, había una molesta y filosa voz que le repetía que era un ser mediocre. Que las cosas y personas buenas no estaban hechas para él.

Que todo lo que estuviera a su alrededor terminaría contaminándose y perdería su esencia hasta marchitarse por completo.

Sus terapeutas le decían que no escuche esa voz, que él era más fuerte que eso, que él tenía el poder de que sea o no cierto lo que le decía. En las épocas buenas, era Taehyung quien tenía el control. Se sentía poderoso y lleno de confianza. Era capaz de dominar al mundo, si así lo deseaba.

Y en las épocas malas... Caía en espiral en un hoyo profundo, se dejaba engullir por esa insistente voz en su cabeza. Menos mal que siempre hubo alguien quien lo sacara cada vez que tocaba fondo. Sus terapeutas lo hicieron durante siete años seguidos. Ya habían pasado casi cinco años desde la última vez que llegó a su límite.

Fue Namjoon quien lo ayudó, y fue gracias a él que Taehyung se estaba manteniendo sin crisis los últimos años.

Pero si algo había aprendido Taehyung a lo largo de su vida, era que lo bueno, dura muy poco. Si se dejaba llevar por la explosión de emociones que Seokjin le hacía sentir, seguramente perdería el control de nuevo.

Necesitaba con urgencia enfriar sus pensamientos, de lo contrario su volátil mente terminaría por explotar, cual bomba de tiempo, haciendo daño a todos a su alrededor.

Esperaba que ese viaje lo ayudara a despejarse un poco, y que lo ayudara a recargar energías. Cuando salió de su ensimismamiento y volvió junto a sus compañeros de viaje, éstos ya querían ir al hospedaje y descansar un poco.

Al llegar a su hotel algunos aprovecharon y cargaron sus móviles y otros ordenaron la cena. Taehyung se lavó la cara y tomó un analgésico para el ligero zumbido en la cabeza, antes de ir a ducharse. Al terminar salió del baño y cambió su ropa. Se acostó en la cama y revisó sus mensajes. Entre ellos estaba de nuevo un número desconocido.

"Hola, V. Puedes ignorarme pero no esconderte"

Marcó el número del remitente pero fue enviado directamente al buzón de voz.

"¿Qué clase de broma es ésta?" pensó.

Tomó una pastilla ante la ansiedad inminente. Se acostó y deseó que quien sea que estuviera enviándole esos estúpidos mensajes se detuviera de una vez.

Cuando estaba por conciliar el sueño, fue zarandeado por Sungjae, quien le dijo algunas cosas que no pudo entender. Se levantó y lo siguió medio dormido, hasta llegar al baño, que estaba casi completamente inundado. Taehyung había olvidado cerrar el grifo.

—Debes ser más atento —murmuró el médico mientras usaban toallas para secar el desastre.

—Lo siento. No sé cómo pude olvidarlo —dijo el azabache aún medio aturdido.

—¿Te ha pasado algo parecido antes?

—Hmm. Un par de veces.

—Ya veo —dijo mirándolo de reojo.

—¿Por qué? ¿Crees que sea algo malo?

—No —le restó importancia —seguro es por el estrés.

Taehyung asintió, y cuando terminaron de limpiar fueron a dormir, olvidándose del asunto.




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Hello :3

Creo que ya va más de la mitad de la historia. Pronto se viene lo bueno (?)

Gracias una vez más por leer. Lxs quiero mucho. 😔❤️

Buen finde y buena semana para todxs. ❤️

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