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Cuando el cielo se tornó blanco como el vientre de un pez, Draco acababa de terminar de hojear un <Guía de la transformación, nivel superior>, en este momento reinaba el silencio a su alrededor, no necesitaba lanzar un encantamiento acallador para no ser molestado por cualquier ruido, era el único dentro de la gran biblioteca.
Echó un vistazo a su reloj, resulta que sin darse cuenta ha estado leyendo durante toda la noche.
Sin embargo cuántas noches sin dormir era esta, hasta él mismo tampoco lo recordaba. De hecho, este rincón de la biblioteca está a punto de convertirse en el lugar donde él pasaba la mayor parte de su tiempo. Todos sus sueños intermitentes de los últimos días lo había pasado casi exclusivamente aquí —— él simplemente no había manera de que pudiera volver a su dormitorio y tumbarse a dormir, estando allí las pesadillas que aparecían en cuanto cerraba los ojos le aterrorizaban para entrar en sueño, él no debe permanecer dormido durante demasiado tiempo.
Poniéndose encima el abrigo y la capucha de su túnica de brujo, cubriéndose la mitad de la cara con la bufanda, planeó hacer un viaje a las cocinas de Hogwarts. Olvidó cuánto tiempo hace que no comía, solamente por fin sintió hambre.
Todo Hogwarts seguía todavía dormido, él recorría entre los largos pasillos, oyendo sólo sus propios pasos. Sabía que ahora mismo su este aspecto apareciendo aquí es un poco extraño, pero simplemente no quería que hubiera ninguna posibilidad de que le reconocieran. Una vez había oído decir a Pansy Parkinson, que él es el más fácil de ser visto a simple vista en una multitud de gente, ya sea dentro de Slytherin o incluso entre los alumnos de Hogwarts.
Pensando hasta esto, se detuvo inquieto frente al espejo del lavabo que pasaba para asegurarse de que nadie supiera que era él, excepto por la bufanda que lo revelaba como un Slytherin.
Al abrir de un empujón la puerta de la cocina de Hogwarts, no esperaba encontrar allí a una persona de espaldas a él, teniendo conversaciones con el elfo doméstico. La bufanda roja y marrón, el largo pelo castaño que parecía despeinado por los rizos, la persona que aparece en esta hora sosteniendo un libro, él con un sólo vistazo ya sabe quién era esa Gryffindor.
En el instante en que la vio él tentaba darse la vuelta y salir corriendo, se sorprendió de su propia reacción subconsciente de verla y querer huir de verdad. Pero al recordar lo totalmente envuelto que estaba, enfrentó y apresuró yendo en dirección a la comida más alejada de ella.
Al escuchar los movimientos, esa persona pareció mirar hacia este lado, fijando las miradas en su bufanda antes de darse la vuelta para continuar su conversación con el elfo doméstico.
Tal vez......al ver que era un Slytherin, no tenía ningún deseo de acercarse a hablar. Pensó de esta manera, rio con autocrítica, Gryffindors y Slytherins, originalmente eran difíciles compatibles en primer lugar.
Cogió una manzana verde, dio un mordisco, era muy ácida.
En silencio lanzó un encantamiento amplificador, él jura que no tenía ninguna mala intención, simplemente quería saber qué les hacía tener una charla tan agradable.
Sin embargo en efecto la última conversación había terminado, él oyó a ese elfo decir: -Señorita Granger, parece que tienes algo en mente, ¿puede ayudarte Dobby?-
Él dejó de masticar su manzana, quería oír con más claridad.
-Dobby- A pesar de que ha bajado deliberadamente la voz al hablar, pero bajo los efectos del encantamiento, Draco aún así oyó muy claro, la oyó decir, -¿Alguna vez has recibido un obsequio de Navidad anónimo? Si crees haber adivinado a esa persona que te regaló el obsequio, además esa fuera una persona muy increíble, ¿qué harías tú?-
Él sintió un poco inestable sobre sus pies, el corazón le atenazaba, le tiraba del estómago junto con la acidez de la manzana, pero no podía sentir nada.
Ese elfo dijo: -¿Le gusta ese obsequio a la señorita Granger?-
-Mucho.- Casi sin pensarlo, la respuesta llegó sin la más mínima vacilación.
Bajo la bufanda del Slytherin, las comisuras de la boca de alguien se fruncieron.
-¿Entonces por qué no estás contenta?- Mágicamente él dio cuenta de que los elfos domésticos siempre preguntan lo que él quería preguntar.
Esa Gryffindor guardó silencio un rato, en seguida la oyó suspirar, luego ella dijo:
-Porque......empiezo a echar de menos a esa persona.-
Él sintió que la sangre de todo su cuerpo corría hacia alguna parte, estuvo a punto de olvidar sobre cómo respirar, no sabía en qué tipo de emociones estaba siendo envuelto, si era más sorpresa que alegría, o más impotencia que dulzura. Lo único que sabía era que si seguía aquí, seguramente no podría resistirse ir frente a ella y abrazarla.
Rápidamente sostuvo un plato de tarta de manzana que tenía al lado de mano, lanzó un encantamiento acallador a sí mismo, salió a trompicones por la puerta.
Antes de esto, oyó a ese elfo: -Si le echas de menos, entonces ve a buscarle.-
Él no ha oído cómo respondió Hermione, lo único que sabía era que después de salir de allí estuvo deambulando sin rumbo durante mucho tiempo, todo lo que tenía en mente fue lo que ella dijo: -Empiezo a echarle de menos.-
Y entonces al recordar esa frase "Si le echas de menos entonces ve a buscarle", por fin le empezó a doler el corazón ferozmente.
Por favor......por favor no me vengas a buscar, porque no puedo hacer nada al respecto, igual que ahora mismo te estoy echando de menos, incluso hace un momento cuando te he oído decir que tú me echas de menos, sólo he podido huir lejos de ti.
En este momento el sol ya salió, era como si todo Hogwarts estuviera cubierto de un color dorado. Él oyó a sí mismo soltar un largo suspiro. Esta es la tarta de manzana más amarga que ha tenido dentro de sus recuerdos.
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