02
Guardé la última camiseta que quedaba y cerré la maleta de viaje sin creerme que por fin había llegado el día después de una larga y aburrida semana en el instituto. Habían finalizado las clases dando pie a las vacaciones de verano, indicándome que por fin la vería. Dejé la maleta apoyada en el suelo para comprobar mi cuaderno escrito con todo lo que necesitaba para el viaje mirando que todo lo que había escrito lo había metido en la maleta. Una vez comprobado recogí la habitación para vestirme y prepararme para el viaje.
—¿Necesitas ayuda, Jiminie? —Preguntó mi madre desde la puerta de mi habitación. Asentí haciendo que pasara seguida de mi padre.
—Ya tengo la maleta preparada, solo queda meterla en el coche junto con mi mochila de mano y me quedaría vestirme aparte de recoger un poco más la habitación.
—Papá bajará las maletas con ayuda de tu hermano y yo te ayudaré a recoger para que te vayas vistiendo —organizó mi madre como una gran única mujer de la casa.
Todos comenzamos a realizar las tareas encomendadas por mi madre. Me metí en el baño para cambiarme y prepararme. Mi madre me eligió la ropa ya que lo que tenía elegido supuestamente iba a ser incómodo para el viaje —realmente me estaba vistiendo lo más informal pero arreglado que podía pero supuestamente era incómodo—, me sacó un pantalón como de chandal que tenía negro y una camiseta blanca básica. Me puse la ropa para peinarme, lavarme la cara y los dientes. Una vez acabado recogí el baño y llené la bolsa para meterla después en mi bolso de mano.
—Qué guapo, y eso que vas muy de deporte —me halagó mi madre en cuanto salí del baño. La habitación estaba totalmente arreglada y mi madre estaba sentada en la cama esperando por mí.
—Bueno, espero que a Haeri le guste tanto como a ti... —medio susurré y mi madre sonrió de lado. Caminé hasta sentarme a su lado, solo me iba tres días y sentía que iba a echar mucho de menos a mi madre, era la primera vez que viajaría completamente solo.
—Ya verás que sí, ella te quiere a ti no a tu ropa —dijo sabiamente haciéndome ver algo que era cierto. Mi madre era la única persona que sabía tranquilizarme.
—Estoy nervioso —admití y sonrió con fuerza. Apoyó su cabeza en mi hombro transmitiéndome tranquilidad mientras movía el pie con intensidad.
—Es normal cariño, vas a verla después de mucho tiempo... —dijo con suavidad y posó su mano sobre mi muslo aportándome la tranquilidad que ella transmitía—. Me has hecho ver que realmente las relaciones a distancia funcionan.
—Bueno, en realidad son una mierda —admití sin tapujos sonriendo de lado al ver como mi madre reía.
—Voy a tener que lavarte con jabón esa boca, Park Jimin—dijo riendo levantando un poco la cabeza para mirarme a los ojos.
—¡Es que es cierto! —me defendí mientras ella continuaba riendo. Ver a mi madre reír era realmente bonito y siempre me recordaba a lo mucho que me parecía a ella—. Es duro querer abrazarla y no poder, estar físicamente cuando ella lo necesite...
—¿La amas? —Me interrumpió a la vez que interrumpía su risa para hablarme seriamente. Levantó su cuerpo para mirarme a los ojos y me sentí algo cohibido ante su seria mirada.
—Creo que nunca había sentido nada por nadie como lo siento por ella —medio susurré y aunque miraba hacia el suelo, sabía de sobra que mi madre sonreía ante mis palabras.
Levantó su cuerpo de la cama y extendió los brazos para ayudarme a levantar. Me levanté con la ayuda de su fuerza y al instante pasó uno de sus brazos alrededor de mi cintura para abrazarme de lado, le correspondí al abrazo de la misma manera. Tiró de mi haciéndome caminar por la habitación. Sonreí un poco al sentir como tiraba de mí con ese cuerpo tan pequeño que ella tenía.
—No sabes cuánto has madurado, Jimin —confesó haciéndome sonreír. Mi madre era la única persona que podía hacerme sentir bien solo con una palabra insignificante—. Pero que sepas que la mujer más importante de tu vida es tu madre, ¿eh? —Dijo algo celosa y la abracé con fuerza.
—Eso va a ser para toda la vida, tú eres mi única madre —le besé la frente haciendo que sonriera. Entendía su postura, no iba a permitir que le robaran a su hijo.
Llegamos hasta el coche y toda la familia se subió en él. Entre conversaciones, canciones y algún otro baile recorríamos el camino hasta el aeropuerto. No podía parar de pensar en que cada vez estaba más próximo a mi sueño más deseado, más próximo a que por fin la distancia se borrara y nos permitiera permanecer juntos toda la vida. Cada vez que avanzábamos estaba más ansioso por llegar.
.....
—Ten cuidado, vas a viajar solo... —la interrumpí abrazándola con fuerza. Me correspondió el abrazo mientras me acariciaba la espalda aportándome de nuevo tranquilidad y sentimiento de familia.
—Lo tendré mamá, ni que fuera un loco, ya sabes como soy.
—Igualmente, no conoces el lugar y...
—Cariño déjale ya, al pobre le estás sumando más nerviosismo del que tiene ya encima —bromeó mi padre haciendo que mi madre soltara un mohín mientras separaba su cuerpo del mío. Mi padre pasó su brazo por mi cuello con una pequeña sonrisa.
—Algún día me pasará algo por todo el maltrato que me hacéis, ¡ya veréis! —Exclamó dramática mi madre provocando que todos riéramos. ¿Cómo podía sobrevivir entre tanto hombre cada día de su vida?
—Mamá, deja el drama —comentó mi hermano haciendo que mi madre se cruzara de brazos y pusiera los ojos en blanco.
—Hombres... —susurró mientras miraba hacia un lado.
—Te hemos oído —dijimos al unísono y ella nos miró mal para después reír.
El altavoz hizo llamada de mi vuelo haciendo que el ambiente cambiara por un
segundo. Mi madre tomó mi maleta para acercármela mientras me miraba con los ojos brillantes y una gran sonrisa, la notaba feliz y orgullosa de lo que iba a hacer. Cogí la maleta y apreté con fuerza el mango mientras respiraba hondamente tratando de tranquilizar mi respiración y los fuertes latidos de mi corazón.
—Pásalo bien, Jimin, confío en ti —susurró mi padre y me abrazó con fuerza. Le correspondí al abrazo al que se unió mi hermano.
—Dile a mi cuñada que tenemos ganas de verla —bromeó mi hermano haciéndome reír. Mi madre miraba la escena divertida, pocas veces los hombres de la casa hacíamos una escena tan emotiva.
—Venga tórtolos, después de tanto tiempo no vamos a hacer que Jimin pierda el vuelo —dijo mi madre en parte bromeando en parte con celos. Reímos y nos separamos del abrazo.
Volví a despedirme una vez más y me encaminé al vuelo con un paso rápido ya que estaban avisando por última vez. Todo estaba en orden después de las revisiones por lo que ya estaba en el avión esperando a que despegara. Me quedaban unas cuantas horas de vuelo pero, daba igual el tiempo que tuviera que esperar, solo sabía que nada iba a impedirme verla esta vez.
Estaba ansioso y eso era lo único que iba a hacer que vuelo fuera largo.
......
Después de esas largas horas aburridas de avión en las que gracias a Dios había conseguido dormirme a causa del cansancio que traía de los exámenes, ya estaba recogiendo mi maleta en el aeropuerto de Incheon. El corazón me iba tan rápido que pensaba que en cualquier momento un infarto se apoderaría de mi cuerpo y sería lo único que me impediría no poder ver a Haeri. Salí arrastrando mi maleta por el manillar mientras con la vista buscaba al padre de Haeri quien me estaría esperando para llevarme a su casa.
—¡Jimin-ssi! —Exclamó al verme, le miré y no pude evitar sonreír, llevaba un cartel con mi nombre. Me acerqué a él y me sorprendí al ver que me daba un abrazo a pesar de lo poco que nos conocíamos—. Menos mal que el vuelo no se atrasó, dudo mucho que Haeri se crea la mentira durante mucho tiempo, ya sabes lo lista que es —admitió y asentí mientras hablaba, realmente era cierto y, quien más para decirlo que su padre.
—Gracias por venir a buscarme —hice una reverencia formal y en cuanto me levanté vi una sonrisa dibujada en sus labios.
—Eres la persona que tiene loca de amor a mi hija, menos no puedo hacer para verla feliz —bromeó y sentí un extraño calor en mis mejillas. No quería que su padre me viera así pero, no podía evitarlo—. No hace falta que seas tan formal, ya eres parte de la familia aunque yo voy a ser para toda la vida su hombre favorito —sonreí al recordar que mi madre había dicho exactamente lo mismo hace unas horas. Seguramente cuando fuera padre lo comprendería.
—No se preocupe.
Salimos de camino al coche hablando de cosas del día a día. Me preguntó sobre mis estudios para ver que tal lo llevaba, seguramente estaba interesado en un chico que fuera activo laboralmente para que su hija no tuviera que mantener a nadie. También me preguntó sobre mi familia ya que hace poco habían contactado para que me vinieran a buscar y le hiciéramos una sorpresa a Haeri.
Metimos todo en el coche y comenzó a conducir en dirección a su vivienda. Por el camino me iba comentando cosas sobre aquel lugar desconocido para mí haciendo que el viaje en coche se hiciera más ameno y menos incómodo. Había muchas cosas interesantes en aquel lugar, me hacía pensar que apenas conocía muchos lugares de mi país. Cada zona, cada sitio tenía algo diferente de Busan y eso hacía que mi atención se refugiara en eso.
—Este parque, es el parque de la infancia de Haeri, siempre que podía la traía a que jugara con los niños o que jugáramos juntos, el trabajo me impedía apenas verla y cuando estuve enfermo ella aparte de mi mujer eran las únicas que me sacaban de los problemas que circulaban por mi mente —me contó y le escuché atentamente. Miré con nostalgia el parque mientras recordaba los momentos que compartía con mi hermano en un parque cerca de mi barrio en Busan.
—Me recuerda a esos tiempos en los que compartía tiempo con mi hermano —comenté mientras él miraba con tranquilidad la carretera. Tamborileaba con los dedos el volante al ritmo de la música que sonaba de fondo.
—Es genial tener un hermano, es una pena que nunca le pudiéramos dar ninguno a Haeri, lo hubiera protegido con toda su alma —dijo apenado y aparté la mirada para admirar el paisaje a través de la ventana. Haeri siempre me había comentado lo mucho que le hubiera gustado poder tener un hermano.
—Pienso que al igual se hubiera enamorado de ese hermanito antes que de mí —bromeé y soltó una carcajada provocando que le mirara.
—Igual puede que tengas razón —admitió mientras cerraba un poco los ojos—. Nunca lo ha reclamado pero, en el fondo sabía que lo quería... es duro pero, mi enfermedad lo impidió, ya es tarde para volver a ser padres.
En muchas ocasiones Haeri me había nombrado la enfermedad que su padre tuvo a causa de exceso de trabajo, por suerte se recuperó con facilidad pero estuvo mucho tiempo en reposo. Justo ella me había comentado que sus padres estaban planeando tener un bebé por esa temporada y, probablemente toda la presión había hecho que su padre terminara enfermando.
Llegamos rápidamente sin darnos cuenta de todo lo que compartimos. Me ayudó a bajar las cosas del coche intentando hacer el menor ruido posible. Me colgué la mochila admirando la bonita casa que tenía delante de mis ojos; una gran casa blanca y azul clara con una gran puerta blanca como entrada y un pequeño recibidor con unos bancos blancos de madera. La entrada tenía un camino de piedras y habían unos árboles llenos de flores rosas por el jardín. Era de esas típicas casas con las que todo el mundo soñaba.
—Le he enviado un mensaje a Haeri de que me olvidé de las llaves y que tocaría en cuanto llegara —me informó mientras avanzábamos por las piedras—. El plan es que toques tú la puerta y la sorprendas, me quedaré por fuera en lo que ella lo asimila —dijo con una pequeña sonrisa. Respiré hondo llenándome de valentía, era hora de hacerlo.
Cada vez que avanzaba un paso mi corazón latía con más rapidez, aún creía que esto era un sueño, que en cualquier momento despertaría en mi habitación con ganas de llorar porque todo era mentira. Pero, era real, estaba delante de la puerta de su casa con miedo a ver su reacción cuando tocara el timbre. Toqué con el corazón a punto de salir por mi boca y un gran océano de animales navegando o, más bien, atozando mi estómago con intensidad.
—¡Papá eres un desastr...
Dejó de hablar en cuanto vio que no se trataba de su padre. Abrió la boca sorprendida de verme y bueno, no era la única sorprendida. No podía creerme que la tenía delante, que por fin toda esa distancia se había roto como un plato al impactar contra el suelo. Estaba ahí, delante de mí; podía notar que había crecido unos centímetros desde la última vez que la había visto, sus ojos marrón intenso brillaban de la emoción del momento, podía oler su perfume y podía notar que un moño mal hecho podía hacerte la persona más perfecta del universo.
—Sorpresa... —susurré tímido y ella se lanzó a mis brazos con fuerza refugiándose en ellos.
Noté como lloraba de la emoción y para que mentir, yo me encontraba de la misma manera.
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