Treinta y nueve
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Con apresuro caminó hacia su auto en el estacionamiento de su edificio. No sabía cómo lo hizo, pero en la mañana muy temprano, SunMi había tenido que asistir al juzgado para una audiencia que tenía planteada para el día de hoy; por lo que JiAh había quedado sola con su padre.
Tenía que agradecer el hecho de que SunMi no le había contado al mayor sobre el problema que la menor de ambas hermanas estaba presentando, por lo que el decirle a su padre que debía ir al bufete por unos documentos de un caso que debía revisar, le funcionó. Lamentaba mentirle a su padre, pero no podía preocuparlo con estas cosas en su estado.
Al llegar al auto le quitó la alarma y con suerte no se había conseguido a JungKook por ningún lado. Ella había llegado al edificio y le preguntó al guardia de seguridad si JungKook había salido, por lo que el mayor le dijo que JungKook en realidad no había dormido allí, puesto que la última vez que lo vio fue en la noche muy tarde cuando se fue en un auto junto a dos chicas muy lindas... entonces supuso que SoHee y GaEun habían venido a buscarlo, razón por la cual su motocicleta seguía en el estacionamiento al lado del auto de ella.
El apartamento estaba como lo había dejado, todo, incluso la nota que Yoongi le había enviado estaba tirada en el suelo en una rendija entre el refrigerador y el mármol. Lo más probable es que JungKook no la haya visto, porque ella misma fue quien la tiró en un arranque de rabia y no supo dónde había parado la misma.
— Dios... esto me está matando. — murmuró cubriendo sus ojos con las manos mientras sentía un temblor en el pecho de los nervios.
Encendió el vehículo y salió del estacionamiento para ir al reclusorio. Sabía que estaba haciendo mal, no quería hacerlo e incluso le espetó a Min que hiciera lo que le diera la gana cuando ella no pudo más con la rabia... pero Min YoonGi era un jodido hijo de puta... aún recuerda sus palabras con ese tono tan macabro en su voz.
"...Sé que puedes tirar todo por la borda cuando te desesperas, no te importa nada y prefieres huir pero... ¿Acaso Jeon JungKook podría huir contigo también?... No, JiAh... no alcanzaría a hacerlo porque antes de un parpadeo tendría un disparo en la frente. Así que ésta es mi condición... no haces lo que te ordeno y yo mismo me encargo de mandar a asesinar a tu noviecito."
Tembló en su puesto en la cama cuando mencionó el nombre completo de JungKook y luego la amenaza contra él... no quería poner en peligro a JungKook, todo menos eso.
"...Vendrás al reclusorio y preguntarás por mi."
JiAh entró al sitio oscuro y dijo en recepción exactamente lo mismo que el canalla le había pedido, con un temblor en su cuerpo y una incomodidad en la boca de su estómago.
— Min YoonGi tiene limitadas las visitas. — el hombre corpulento detrás del mostrador le indicó y ella tragó fuertemente.
"...Dirás que eres mi abogada."
— Soy la abogada del señor Min, no puede limitar la visita de su defensa. — el hombre chequeó en su computador y luego le hizo seña a otros que estaban allí parados para que se acercaran a la mujer.
Ella se sintió un poco nerviosa pero recordó el protocolo, pues con tantos nervios había olvidado que debían revisarla.
Luego de chequear que no trajera nada prohibido en el establecimiento, la dejaron pasar mientras un guardia la guiaba hacia el sitio donde iba a esperar a su pesadilla.
Pocos minutos, pocos minutos fueron los que transcurrieron para que ella lograra divisar a una figura vestida en un uniforme color gris que combinaba perfectamente con su piel demasiado pálida, su cabello negro estaba largo y una cicatriz, nueva para ella, yacía en su ojo derecho... aunque lo que más la desconcertó fue su sonrisa macabra.
Típica de un psicópata.
Al sentarse frente a ella siguió sonriendo de la misma forma, observando el miedo en los ojos castaños que ahora lo veían.
— JiAh, JiAh, JiAh... — murmuró inclinándose sobre la mesa para verla más de cerca, algo que la hizo tomar aire.— En verdad estás hermosísima... como para lamerte entera. — mordió su labio inferior y luego chupó este mismo.— daría lo que fuera porque vinieras de visita conyugal y no como mi abogada. — mencionó travieso pero a ella sólo le produjo asco.
— Habla... ¿para qué querías que vinieras si me dijiste que no querías abogados? — espetó con la voz seria y él siseó.
— Cálmate, leona, que me enciendes... — dijo con su típico tono juguetón y ella se sintió desesperada, pues lo único que quería era irse de allí. Él colocó los antebrazos sobre la mesa en medio de ambos, aún estando esposado la miró fijamente y cambiando su semblante a uno serio.— Quiero que tú, me hagas un pequeño favorcito... uno al menos para cubrir tu delato con la policía. — JiAh frunció el ceño y lo miró confundida.
— ¿Y yo qué podría hacer por un psicópata como tú? — preguntó con su rostro molesto pero su voz seria. Nuevamente la risita que él soltó como respuesta la desconcertó.
— Una preciosidad como tu puede hacer cualquier cosa por y para un hombre, ricura. — su voz sonó tan enfermiza para ella que sintió náuseas de sólo pensar en nuevamente acostarse con un ser tan despreciable como él. Porque eso era a lo que se refería el psicópata frente a ella.
Extrañamente era la primera vez y la primera persona por la que sentía una fuerte repulsión, una que muy raramente sucedía en una ninfómana como ella.
— Simplemente habla, Min, y deja de perder el tiempo. — dijo apresurada y molesta.
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JungKook caminó lentamente hacia el consultorio del psicólogo que estaba atendiendo a JiAh y este le hizo pasar en cuanto tocó dos veces la puerta.
— JungKook. ¡Que bueno verte! — mencionó con una sonrisa y él asintió suavemente.— Me dijo mi secretaria que llamaste para pautar una cita ¿ocurre algo con JiAh? — preguntó con un poco más de discreción y el menor asintió suavemente.
— Sí, pero... en realidad hoy no estoy aquí por ella. Vine por mi. — respondió con suavidad y el profesional detuvo lo que estaba haciendo para mirarlo fijamente.
Emitió una suave sonrisa comprensiva y asintió luego, sabía que en casos como el de ambos jóvenes era mucho mejor que tratar a la pareja y no solamente a uno solo, es por eso que se lo recomendó en un principio pero estos no habían ido juntos a alguna cita programada, siempre entraba JiAh pero JungKook la esperaba afuera. Justo hacía poco los había atendido.
Pero lo bueno es que el chico estaba dando el paso.
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JiAh hizo resonar sus zapatos de tacón en la acera fuera del reclusorio y soltó un suspiro para luego llevar la mano a su frente.
"...Una palabra de esto y él muere ¿me entendiste?"
Las palabras de YoonGi resonaron en su cabeza. Si JungKook no creía que ella lo amaba lo suficiente ¿Qué se consideraba entonces lo que estaba haciendo ahora? No podía dejar que lo tocaran, no cuando él no tenía nada que ver con esa gente, ella misma era quien se había metido en la boca del lobo y JungKook no podía pagar sus deudas con la vida por los errores cometidos.
"...Le entregarás esto a alguien, yo te indicaré a quien una vez llegue el día. Sólo cumple y será lo último que sabrás de mi"
— Dios, esto es un dolor de cabeza. — dijo en un susurro mientras sentía una punzada en la misma. Necesitaba comprar un calmante para el dolor antes de proceder con el plan de Min.
Ironía del destino que sea este mismo quien le cause ese dolor de cabeza... él y las horas de la madrugada en las que no durmió y sólo estuvo llorando en silencio.
Una vez en su auto, manejó unos cuantos minutos para poder llegar a la ciudad, ya que Min estaba internado fuera de la misma. Al divisar una farmacia se detuvo y aparcó frente a la misma para salir del vehículo y así entrar al local. Al llegar al mostrador le dio una suave sonrisa a la mujer que atendía el sitio usando una bata blanca.
— ¿En qué puedo ayudarle? — preguntó con una suave sonrisa mientras veía el rostro ojeroso de la chica, unas ojeras que trataba de cubrir inútilmente con el maquillaje.
— Sí, verá... tengo un dolor que taladra mi cabeza como no tiene idea. — murmuró con los ojos un poco entrecerrados, pues la luz de pronto le afectaba más de la cuenta.
— Claro, de seguro tengo algo que le servirá. — revisó detrás de ella en la vitrina con las medicinas y sacó una caja pequeña para ponerla en el mostrador.
Sin esperar el monto JiAh pasó su tarjeta de débito y la mujer la tomó viéndola con compasión, pues se veía que no la estaba pasando muy bien. Por su parte, JiAh sabía que no debía tomar calmantes sin la prescripción de su médico, pero el dolor de cabeza se estaba volviendo insoportable.
Mientras la mujer se cobraba el producto, JiAh se sostuvo del mostrador y observó los diferentes medicamentos y otros productos que allí vendían, se quedó mirando fijamente unas cajas que estaban detrás de la mujer y se quedó de pronto sumida en sus pensamientos.
— Disculpe ¿Podría mostrarme una de esas? — pidió apuntando detrás de ella y la mujer asintió tomando la caja y pasándola hacia ella.
— Sí quiere, puede llevarse una de esas y... — se inclinó buscando algo debajo del mostrador y se incorporó mostrándole otra muy parecida.— puede llevarse ésta para más efectividad.
JiAh las observó bien y no estaba muy segura de si llevarse ambas o una, o sólo llevarse el calmante, así podría llamar a su doctor y tomarse la dosis que él le diga.
— Está bien. — sonrió levemente y la mujer procedió a cobrar los productos.
JiAh miró hacia la calle iluminada por el sol de la mañana, era casi medio día y debía al menos comer algo, ya que en el desayuno no tuvo hambre para alimentarse. Estaba mucho más asustada y nerviosa en la mañana que no le había apetecido lo que su padre le había preparado.
Salió de la tienda y tomó aire profundamente para luego soltarlo en un suspiro, caminó luego de unos segundos y se metió a su auto.
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