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Seis

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Ah~ ¡JungKook, lo siento! — exclamó SoHee con las manos en el rostro por la vergüenza.

— Despreocúpate, SoHee... da igual. — hizo un gesto con su mano y ella negó. Se acercó a él y lo miró fijamente.

— Guárdalo ¿si? — él asintió.— no pasó nada. — le advirtió con el dedo y este entre risas asintió. Ella le pasó por un lado para salir de su oficina y JungKook la miró mover las caderas en un vaivén al caminar.

— ¡Oye, SoHee! — llamó viéndola girarse.— Besas muy mal. — arrugó su nariz y ella tomó aire con ganas de despellejarlo, levantó su mano y le enseñó su dedo medio.

Con la risa de él escuchándose por lo alto empezaron su jornada laboral al abrir el gimnasio.

En toda la noche había estado pensando en JiAh, necesitaba ir a buscarla, ayer mismo lo decidió. Es por eso que a la hora del almuerzo tomaría su moto e iría a buscar a esa preciosa mujer.

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JiAh acomodó su cabello detrás de la oreja mientras salía del tribunal un lunes por la mañana. Traía mal humor, y no era para menos, pues había perdido un caso por primera vez en mucho tiempo.

— ¿Abogada Seo? — llamó NamJoon detrás de ella. Ésta se detuvo en las escaleras y volteó a verlo.— Sé que es tu primer caso perdido en mucho tiempo y... no pude evitar venir a preguntarte si... si todo está bien. — por la brisa temprana ella siguió acomodando su cabello y él la miró.

— Sí, ah... yo sólo me desconcentré un poco y de pronto perdí el hilo y... — se encogió de hombros.— Sólo eso.

— Bien, eh... yo sólo quiero decirte que no quiero que me tomes como un enemigo o algo así. — rio un poco colocándose la mano en el pecho y ella sonrió negando.

— No te preocupes, NamJoon. — ella elevó la mano y le apretó el brazo, él sonrió dejando ver sus hermosos hoyuelos y JiAh hizo un asentimiento para voltearse.

— ¿Quieres ir a comer? — preguntó de pronto y ella se giró nuevamente. NamJoon lo dijo tan rápido que ella frunció el ceño subiendo otro escalón. Ella era baja y delante de NamJoon parecía un gnomo.— Sé que no se ve bien después de habernos enfrentado en un juicio pero... siento que necesitas algo de compañía.

JiAh sonrió enternecida con el gesto y asintió lentamente. Hacía mucho que no salía con un hombre a comer, pues casi todo el contacto con ellos era en el sexo o en los besos en la discoteca, y en cierta parte... se sentía sola.

— Bien, entonces vayamos, conozco un muy buen sitio donde venden unas ensaladas divinas... te vas a enamorar. — JiAh rio por lo bajo y asintió caminando a su lado para seguir bajando las escaleras.

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Al llegar la hora de almuerzo, JungKook le pidió a SoHee llegar una hora después del horario normal, pues no tenía a quien entrenar en esa hora y estaba justo después de almuerzo.

Fue a su casa y vio a su padre sentado en un sillón, le había ofrecido comer pero el menor sabía que no tenía mucho tiempo si se quedaba.

— Vuelvo en la tarde, papá... me esperas para la cena. — el mayor lo vio pasar detrás del sofá hacia la puerta y lo notó más formal que de costumbre. Le había crecido un poco el cabello después de llegar del ejercito, ya no lo tenía tan corto como antes.

— Está bien, hijo. ¿Llevas la moto? — JungKook asintió y el mayor hizo lo mismo.— Ve con cuidado, por favor.

— Está bien, padre. — asintió regalándole una sonrisa y terminó por salir de allí.

Al llegar al estacionamiento con su chaqueta y casco en manos, le puso la llave a su moto y luego se montó para dejar el casco sobre el tanque. Se colocó la chaqueta de cuero y luego tomó el casco para colocárselo y encender el motor.

Salió pronto de allí y tomó la avenida a una velocidad moderada, llegando en tan sólo minutos al sitio donde iba a ir. Aparcó la moto donde habían otras y guardó su chaqueta debajo del asiento donde había un apartado para ello. Al asegurarla caminó hacia la entrada del despacho y se encontró con una secretaria, era rubia y tenía un buen porte de grandes pechos; seguramente operados.

— Muy buenas tardes ¿en qué podemos ayudarle? — preguntó con amabilidad y él le sonrió.

— Estoy buscando a la abogada Seo JiAh. — murmuró con una sonrisa igual de amable que la de ella.

— Oh, claro. La abogada Seo estaba atendiendo un caso en el tribunal, tenía que llegar hace una hora pero avisó que iría a almorzar. — contestó suave y él asintió decepcionado de no encontrarla.

— ¿Tiene alguna idea de donde podría estar? — preguntó curioso y ella negó.

— No, la verdad no sé... es muy impredecible... podría estar en una cita con algún apuesto caballero. — soltó una pequeña risita y JungKook borró todo rastro de amabilidad al escuchar eso de su JiAh.— Si quiere puede decirme su nombre y le asigno una cita para la tarde ¿le parece? — propuso tomando un post it y él negó.

— No hace falta, gracias. — se dio la vuelta y se fue del sitio.

Al estar nuevamente en su moto fue directamente a su casa.

— Llegaste pronto. — dijo su padre confundido.

— SoHee me llamó diciendo que necesitaba mi ayuda en el gimnasio... sólo vine a buscar mis cosas. — sonrió un poco sin ganas.

— Está bien, hijo. — murmuró viendo la espalda del chico con su ceño fruncido cuando este mismo se dirijo a su habitación.

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Tenía sus manos en los bolsillos mientras miraba a la lápida con el ceño fruncido por el sol. SunJi resplandecía en la fotografía por el sol del medio día. Ni siquiera sabía porqué había venido, sólo fue a una florería y compró un ramo de lirios para después venir aquí directamente.

Suspiró mirando las flores allí al lado de su foto, estaban muy solitarias, pues hoy no estaban las flores de tigre dándole vida al lugar.

Ladeó su cabeza un poco al leer nuevamente su nombre y el mensaje tan bonito debajo de este. Soltó otro suspiro y luego se escucharon hojas pisadas detrás de él, por lo que se dio media vuelta y se encontró frente a frente con ella cuando levantó la mirada de las flores que venía arreglando.

Seo JiAh. Frente a sus ojos... y demasiado hermosa.

JiAh lo miró fijamente a los ojos, casi sorprendida y sin creerlo. Él hizo lo mismo, la vio a los ojos y luego a su rostro, pues estaba preciosa.

— JungKook — susurró con sorpresa y luego parpadeó rápidamente para enfocar nuevamente su vista.

— JiAh. — susurró también pero con una pequeña sonrisa formándose en sus labios.

Ella no lo podía creer, lo estaba viendo... estaba viendo a JungKook luego de dos años. para ella era un shock tan fuerte que no entendió a la primera, creyendo que era una broma de alguna droga que tuviese efecto tardío, pero no... él estaba allí frente a ella, con su cabello corto, sus hombros más anchos, su porte más firme y una medalla en su pecho que le confirmaba que estuvo en el ejército.

Eso explicaba muchas cosas.

Él dio pasos hacia ella y se detuvo frente a su cuerpo, mirándola a sus ojitos brillantes y aún confundidos.

— Tanto tiempo... — susurró al tenerlo más cerca que antes.— y nos encontramos aquí, justo donde...

— Justo donde nos vimos por última vez. — susurró asintiendo y ella lo imitó para sacudir un poco su cabeza y arreglar su cabello algo alborotado por la brisa, volvió a verlo y una muy pequeña sonrisa se formó en sus labios.

Jungkook hizo una igual con la ironía de la situación.

— ¿Cómo has estado? — preguntó con algo de torpeza por su voz un poco temblorosa por los nervios.

— Bien... — asintió, ella hizo lo mismo y miró a otro lado sin que le llegara otra pregunta a su mente.— Te extrañé. — murmuró con una risita por lo bajo y también agachó un poco su cabeza.

— ¿En serio? — él asintió.— yo... ah... creí que luego de tanto tiempo tu... tu me... me habrías olvidado. — se encogió de hombros mientras se sentía avergonzada, y él negó de inmediato.

— Luego de todo lo que pasó... ¿En verdad crees que podría olvidarte? — ella sonrió un poco más y él hizo una amplia. Quiso arreglar un poco la situación nostálgica y continuó.— ¿Son para mi? — preguntó sorprendido y ella rio un poco negando.

— No... — alargó en un susurro.— las traje para Suni. — él la vio borrando su sonrisa al ver que ella borró un poco la suya. Caminó a su lado y él volteó para verla ponerse de cuclillas sobre la tumba y dejar las flores allí al lado de las que él había traído.

— También es mi flor de nacimiento ¿lo sabías? — quiso nuevamente suavizar el ambiente y ella asintió de inmediato.— ¿Cómo lo sabes?

— Suni... ella lo mencionó... — murmuró cabizbaja.— mencionó muchas cosas... — siguió susurrando.

— ¿Cuándo lo hizo? — susurró curioso, pero ella negó, dándole a entender con un gesto de su rostro que no queria hablar de ello.— ¿Tienes algo que hacer ahora? — JiAh levantó el rostro y sus ojos se volvieron más brillantes que antes, por lo que dedujo que quería llorar. Por esa misma razón se acercó a ella un poco y ésta negó pasando a un lado suyo. De inmediato JungKook la siguió.— JiAh. — le tomó del brazo en la entrada del lugar y ella volteó dejándose ver destruida.

— JungKook yo... yo aún siento mucho lo de ese día, no... — él siseó viéndola con pesar, pues ahora mismo estaba soltando pequeñas lágrimas.

¿Qué le pasaba a JiAh?

— Pero, preciosa... — susurró y ella negó.

— No me llames así ¿sí? — él frunció el ceño y JiAh continuó.— yo... yo no me merezco ese trato, yo... yo sólo lo arruino todo y... no quiero arruinarte a ti... porque eso no era lo que quería Suni... — siguió soltando lágrimas y pasó a un lado de él para caminar a su auto.

— JiAh, espera... ¿Qué sucede? — preguntó al verla sentarse en el asiento piloto de su auto. Ella lo miró desde allí y JungKook se puso de cuclillas impidiéndole así que cerrara la puerta.

— Yo... soy un asco. — susurró apartando la mirada de sus ojos y colocó sus manos en el volante aprentándolo.— Ahora soy la mujer  que ninguna madre quiere para su hijo... soy la mujer que está volviéndose loca por andar de fiesta en fiesta bebiendo, fumando y... — se detuvo cuando estuvo a punto de decir otra cosa y sólo suspiró.— yo no soy buena para nadie, JungKook...

— JiAh sabes que no tienes que pensar eso... porque eso no es así... ¿Quién me ayudó hace dos años, ah?

— A cambio de algo, JungKook, y algo muy diferente a lo que se le conoce como pago por servicios legales. — murmuró con molestia y él enmudeció de pronto.— debo ir a mi casa, yo... no me siento muy bien. — negó encendiendo el auto y JungKook se levantó para no apartarse. Ella lo miró y él negó.

— No puedes irte así. — JiAh miró al frente y suspiró.

— Si crees que estoy ebria, no lo estoy... tomé unas copas pero no estoy ebria. — limpió sus lágrimas y prosiguió a ponerse el cinturón.

— JiAh no es eso, yo...

— JungKook, aunque estuviste en el ejército sé que sabes lo que he estado haciendo todo este tiempo así que... me gustaría irme a casa ahora. — mencionó sincera, sabiendo que él estaba preocupado por ella, pero era más grande su vergüenza sobre la vida alocada que llevaba que no supo actuar delante de él.

¿Por qué se tuvieron que encontrar justamente cuando ella estaba bajo los efectos del alcohol?

Sí, claro, JiAh... ¿Cuándo has estado libre de este en estos dos años?

Se hizo a sí misma la pregunta y tragó fuerte.

Sí, tenía un problema y lo sabía, pero simplemente no lo aceptaba.

— Al menos déjame llevarte a casa ¿sí?

JiAh levantó la mirada y se encontró con esos ojitos redondos nuevamente.

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