Capítulo 15+Epílogo: We were just Disposable Heroes.
Una vez que haya regresado a la vivienda de James, me obligué a mi misma dejar el llanto de lado. Yo tenía que ser fuerte ante esa situación, seguía siendo 11 de Septiembre por la tarde, casi anocheciendo.
- Ha muerto -suspiré y me expliqué mejor porque James no comprendía-, el amor de mi vida ha muerto.
Entré a la vivienda, cabizbaja, el corcel estaba afuera, descansando, todavía con el cadáver de Lars. Del escote de mi vestido, saqué el corazón y se lo enseñé al rubio, él y sus amantes me observaron impactados, algo aterradas ellas.
- ¿A dónde fuiste, mujer? -consultó boquiabierto, acercó sus manos al órgano y yo lo alejé, nadie más tenía derecho a tocar ésto que me pertenecía.
- A rescatar al amor de mi vida, pero llegué demasiado tarde -apreté el puño-. He quedado viuda de nuevo.
- Lars no fue tu esposo, nunca lo fue y merecía morir de todas formas, él no llevaba bien su cargo de Gobernante.
Dirigí una mirada llena de furia hacia él.
- ¿Y tú qué sabes?
- Lo suficiente, señorita, conocí a Lars más años que tú, no me shockea su muerte, una vez que llegas al nuevo continente, lo último que debes hacer es establecer lazos de cariño o amistad con alguien porque así de rápido esa persona va a morir.
- Pe-pero... fueron tantos años de gloria juntos, éramos...
- ¿Unos héroes, dices tú?
- ¡Exacto! -admiré dolorida el corazón, sollocé y limpié mis lágrimas.
- Pues, no lo fueron, anda, Leonor, pudiste salir así de fácil adelante tras la muerte de Gonzalo pero no puedes aceptar la muerte de Lars.
- ¡Son casos muy diferentes!
- ¿Por qué no eres tan fácil de domar como éstas? -señala a sus varias amantes- Que les dices algo y aceptan, tú eres demasiado obstinada, eso no te sirve de nada en la vida, sólo Lars te hacía caso en tus caprichos.
Traté de ignorar aquel horrible comentario que hizo de mi.
- ¿Qué me recomiendas tú, Hetfield, para salir adelante? Si mi vida estaba basada en la aventura de conquista de él y yo, que ambos seríamos reyes, que gobernaríamos juntos... Ahora vamos perdiendo en la guerra, perdí a mi dulce amor, no... ¿Qué puedo hacer, carajo, para mejorar?
- Búscate a otro hombre, ¿no fue lo que hiciste con Gonzalo? Vamos, ya que estás aquí de visita y no haces nada, te las das de alguien importante mientras que las otras trabajan, ¿por qué no te unes a la familia Hetfield y olvidas al idiota de Ulrich?
Posiblemente, esa fue la peor sugerencia que podían haberme dado. Comparemos situaciones: Lars me ofrecía todo, libertad, amor, un montón de cosas utópicas para cualquier mujer de la época. James me ofrece... esclavitud, ser una más del montón y cosas malas. Joder, es que no se puede dejar ir así de fácil a un hombre tan perfecto como lo fue mi amante. ¡Que pena que nunca pudimos ser más allá de sólo eso!
La conquista de Luri supuestamente era sólo algo de él y yo, porque nosotros liderábamos a todos éstos imbéciles, no, no podían ellos continuar así como si nada. ¡No comprenden lo buen líder que Lars fue!
No valía la pena proseguir con la misión ésta, conquistar Luri, no... no se podía, yo no podría de la nada tomar el poder y hacer lo mismo que Lars y yo hicimos juntos, actuábamos de a pares o él solo. Pero yo sola imposible.
Así que, mi decisión final, fue hacer que nadie más tuviera la oportunidad de hacer lo que ambos hicimos.
Salí de aquella vivienda a su vez que guardaba el corazón adentro del escote, regresé al corcel y lo primero que fui a hacer fue viajar a la campaña de Nick, en donde solía trabajar. Liberé uno por uno a los esclavos mientras les explicaba:
- Vayan y cojan las armas que quieran, asesinen a sangre fría a los de piel blanca, porque pensamos en retirarnos, ustedes aprovechen de vengarse como quieran.
Una vez que todos los esclavos -que no eran pocos- fueran puestos en libertad y éstos se unieran a la pelea que se efectuaba frente a mis ojos, los Rattleheads contra los Merusos. No, la conquista no debía seguir, si Lars y yo juntos no la hacíamos, ¡nadie más lo haría!
Agarré una antorcha y me encargué de que cada campaña médica o lugar que perteneciera a los casteles, ardiera en llamas. Recibí insultos, demasiados. Los indios comenzaban a admirarme por mi locura al haberme ido en contra de todos. Una vez que ellos comenzaran a ahogarse y quemarse vivos en aquel infierno viviente, yo huí. Huí lejos con el corcel hasta Castel del Mar.
Era de noche, muy de noche.
Me asomé por un acantilado que conducía al mar. Liberé de la red el cuerpo de mi amado y ambos nos mantuvimos inmóviles, admirando la luna llena. Acaricié su fría mejilla, le susurré al oído un par de palabras de amor y me despedí de él para que fuera libre.
Lancé su cadáver por el acantilado. Al rato, en el cual me lamenté mucho, decidí ser fuerte y sostuve el corazón, le di un pequeño beso para demostrar cariño eterno.
Nada importaba, nada valía, nada simbolizaba ni significaba algo si juntos no volveríamos a estar. En aquel segundo quise dar por acabada mi vida puesto que no me arriesgaba a vivir más miseria y salté.
Salté del acantilado con el corazón de Lars brotando sangre entre mis manos, los ojos cerrados y la respiración entre cortada. El viento azotaba mi rostro con fuerza y el último recuerdo que yo tuve en vida, fue que caí inconsciente antes de tocar al agua.
Ahora, por fin, sería libre. Dios, perdóname si fui infiel a tus enseñanzas, no soy merecedora de la vida eterna ni de un lugar en el cielo.
Adiós, para siempre.
A final de cuentas, cuando siempre creí que Lars y yo fuimos los mayores héroes en este lugar, me di cuenta que sólo fuimos... desechables. Que una vez que nos íbamos, nadie nos recordaría y llegarían otros héroes más para ser desechados también, olvidados. Como Dave, que ya nadie habla de él a pesar de su gran trabajo en la conquista de Iradil y lo buen líder que fue, James se retiró y nada, nadie lo ha mencionado, Kirk sólo va de aquí para allá dando comunicados pero de mérito no tiene nada, no lo tienen como alguien admirable. Eso mismo nos pasó a nosotros, Lars y yo...
Sólo fuimos héroes desechables.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro