
CAPÍTULO VEINTIUNO - JACOBO
Sábado, 22 de septiembre del 2018
Laura tiene razón, si lo pienso bien, no estoy enamorado de ella. La quiero, la quiero muchísimo, pero como amiga. Ni siquiera quiero besarla. Lo que no entiendo es cómo no me he dado cuenta antes. Estoy esperando a que llegue Rafael a casa para contárselo.
Hoy le he hecho el desayuno. Él siempre se preocupa por mí y yo nunca tengo la oportunidad de hacer algo por él. No es gran cosa si lo comparo con lo que él me suele preparar, sin embargo, le he puesto todas mis ganas.
—¡Hermano! Llegaste antes de lo esperado —exclamo al verlo entrar por la puerta de la cocina.
—Cuando me enviaste el mensaje, estaba a cinco minutos del apartamento. Pero ¿qué es esto? —me contesta mientras me devuelve la sonrisa.
—Te he preparado el desayuno. Solo es un revuelto de pimientos y albahaca y un tomate con queso fresco, pero creo que no había preparado algo tan elaborado en mi vida.
—Peludo, tú sí que sabes cómo sorprender a alguien —se emociona.
—Muy gracioso, sobre todo, viniendo de una persona como tú, míster maravilla.
—No obstante, esto está buenísimo, Jacobo, tienes talento. Cuéntame, ¿cómo te fue anoche? —me pregunta mientras desayuna.
—Bueno, fue muy revelador—le confieso.
—¿Qué quieres decir?
—Después de hablarlo y discutirlo, me he dado cuenta de que el amor que siento por Laura es un amor de amigos. Un amor que es tan grande como el que siento por ti, lo que no quiere decir que me haya enamorado de ti, que ya te gustaría —acabo diciendo en tono de guasa.
—Pero ¿qué dices? No entiendo nada —se sorprende más de lo que estuve yo anoche, cuando me di cuenta de que lo que decía Laura sobre mi supuesto amor por ella era cierto.
—Laura y yo hemos decidido seguir siendo solo amigos —intento explicarle.
—Y tú, ¿cómo estás? —se preocupa.
—Aunque no sea lo que te esperes, estoy genial. No es mentira, ella me hizo ver la verdad, no la quiero de esa forma, ¿sabes? No me muero por besarla o sueño con ella por las noches —intento convencerlo de la misma forma que Laura me convenció a mí, porque por la cara que ha puesto estoy seguro de que no me cree.
—Sí, claro, y cuando la veas con otro chico, ya me contarás —me contesta un poco contrariado.
—Me contó que está tonteando con un tal Carlos y no me importó. Te lo digo en serio, ¿por qué iba a mentirte?
—No lo sé, ¿por orgullo? —me dice mirándome fijamente a los ojos, cosa que no suele hacer por mucho tiempo.
—¿Contigo, hermano?
—Es verdad, pero es que parecía que estabas tan enamorado —me contesta para luego quedarse un poco pensativo.
—Ahora toca conocer a ese Carlos. Laura dijo que lo conoces. ¿Qué tal es? —le pregunto curioso.
—No está mal, es un par de años mayor que nosotros, un poco lento en clase, pero parece buen chico —me contesta un poco molesto.
—Lo importante es que no nos quite a nuestra Laura —intento animarlo un poco.
—Nadie podrá quitarnos a nuestra Laura, hermano, hicimos un pacto, ¿no lo recuerdas?
—Sí, seremos un trío eterno —le contesto mientras recuerdo el juramento que hemos hecho.
***
Faltan quince minutos para que llegue Laura con su hermano y ya está todo preparado. Después de la conversación del desayuno no he vuelto a hablar con Rafael. Salió a correr y luego se metió en la cocina. Tenía puesto los cascos con música, lo hace cuando quiere concentrarse, pero así no me escucha y, por lo tanto, no podemos entablar una conversación.
Tengo la sensación de que le decepcionó como acabó la cena de ayer. No sé si fue por lo que se había esforzado en ella o porque piensa que le estoy mintiendo con lo de Laura. Este chico es un misterio y a veces no consigo comprender que es lo que pasa por su cabeza.
De repente, suena el timbre y voy a abrir la puerta porque Rafael todavía está en la ducha. Como siempre, Laura llega unos minutos antes.
—Santi, este es Jacobo. Jacobo, él es mi hermano Santiago —nos presenta Laura.
—Encantado —me dice Santiago con una gran sonrisa en la cara.
—Igualmente —le contesto, intentando averiguar si este niño puede tener trece años, parece que tiene diez.
—Rafael sale en un minuto, se está duchando, pero sentaos, no creo que tarde —me adelanto en invitarlos a la mesa.
—Jacobo, es increíble lo que has preparado —me dice Santiago.
—Ha sido Rafael —contestamos Laura y yo a la vez.
—¿Rafael? —responde pensativo.
—Mi hermano es el mejor cocinero que conozco, ya tenemos varias ideas de cómo beneficiarnos económicamente de ello, pero no le he convencido todavía para llevarlas a cabo—presumo.
—¿Por qué no le cuentas la idea original? La del mayordomo a medida —se vacila Laura de mí.
—Laura, no lo cuentes así. Tu hermano va a pensar que estoy pirado y en realidad soyelputoamo.com será lo más productivo que salga del Instituto Gutenberg en los próximos años —le sigo la broma.
—Santi, no empieces a comer hasta que llegue Rafael —le advierte Laura a su hermano, mientras Rafael, recién bañado y vestido de la forma más elegante que le he visto desde que lo conozco, entra en el salón.
—Cuñado —le saluda Santiago.
—Friki —le contesta Rafael con una sonrisa.
—¿Cuñado? ¿Friki? —pregunta Laura, nerviosa e incrédula.
—Nos conocimos en un proyecto que hemos hecho juntos y... —deja Santiago la frase sin terminar.
—Sí, el mundo es un pañuelo —le secunda Rafael.
—Debes tener cuidado, Laura. Por lo que he podido observar, tu hermano intenta emparentarte con todos con los que hace un proyecto —le advierto.
—Santiago, ¿en qué estabas pensando? —le regaña Laura sin saber muy bien qué decir.
—En ti hermana y en tu catastrófica vida amorosa —dice mientras todos empezamos a reírnos.
—Pues deja de interferir tanto —le advierte un poco molesta.
—Sí, Santiago, tu hermana tiene un nuevo ligue. Un compañero de clase, así que no le des la vara con ese tema que no le gusta nada. Ese chico lo tomaremos para hacer nuestra prueba de ensayo—le explico yo intentando no reírme de lo absurdo de la situación.
—¿Prueba de ensayo? —pregunta Rafael, que ya se ha sentado en la mesa y nos ha servido a todos.
—Para la transformación, lo convertiremos en un genio de la cocina, la limpieza y el orden. Lo transformaremos en un Rafael en todos los sentidos.
—Tú estás delirante —me dice Rafael, mientras me mira contrariado y los demás se echaban a reír.
No sé cómo lo ha hecho Rafael, pero ha preparado un almuerzo que dejaría en vergüenza a cualquier restaurante del país. Hoy sí que se ha esmerado. Este chico es increíble, cuando acabemos de estudiar, me mudaré con él. No podré vivir más sin él y sus comidas.
El hermano de Laura es muy divertido y simpático. A veces es un poco listillo y sabe de todo, pero no presume de ello, no te hace sentir como que eres bobo. Es una gran coincidencia que Rafael y él se conozcan. Se nota que se llevan muy bien. Además, Laura está superfeliz, se nota que los dos hermanos se quieren mucho.
El que está raro es Rafael, parece que algo le preocupa, pero no puedo averiguar qué es, porque en cuanto acabamos de comer, se va a su cuarto, le da un dosier a Santiago sobre un trabajo anterior y luego nos ponemos manos a la obra con el proyecto del padre de Jimmy. En realidad, no es del padre de nadie, pero Rafael lo llamó así para fastidiar a Laura y así se ha quedado.
***
Cuando Laura y Santiago se van, Rafael ya ha salido. Quedó con su jefe en el gimnasio. Este chico tiene demasiada energía, debería visitar a su novia para descargar un poco la adrenalina que le corre por el cuerpo. Es normal que luego acabe medio muerto en la cama. A saber que estuvo haciendo ayer toda la noche y después de verlo tan raro hoy, me estoy empezando a preocupar por él.
Es mi hermano, debería poder ayudarlo, pero es tan reservado en sus temas personales que no creo que me cuente nada. A veces parece que guarda un gran secreto y tiene miedo de que se le escape algo y otras que es como un niño que no sabe cómo lidiar con algunas situaciones.
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