Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO VEINTIDÓS - SANTIAGO

Sábado, 22 de septiembre del 2018

A Rafael le ha pasado algo esta mañana. Ayer estaba como lo recordaba, más adulto, sin embargo, en su esencia era el Rafael de siempre. En el almuerzo no fue así y Laura también estaba un poco esquiva.

Le he preguntado abiertamente cómo se sentía después de encontrar a Rafael, al fin y al cabo, lleva toda la vida enamorada de él. Me respondió en un principio de forma evasiva, pero al darse cuenta de que no lo iba a dejar pasar tan fácilmente, se sinceró diciendo que cuando se lo encontró, se sintió confundida. Así y todo, se ha dado cuenta de que era una ilusión de niña y actualmente se está encariñando con un tal Carlos, que ya me ha nombrado antes.

¿Quién será ese Carlos? Ha quedado hoy con él y no quiere que vaya, porque aún están empezando. No sé si no se ha percatado de que soy su hermano pequeño, no su padre. ¿Cómo podría intimidar yo a un chico de veintiún o veintidós años? Ahora bien, si ella sale, yo aprovecharé para hablar con Rafael.

—Cuñado —le saludo en cuanto descuelga el teléfono.

—¿Friki? ¿Pasó algo? —se extraña de mi llamada, puesto que él no sabe que mi hermana me dejó su número de teléfono y que lo llamo de una tarjeta de, como las llamamos nosotros, usar y tirar.

—Te parece poco que mi hermana se haya vuelto una golfa, haya preferido salir con Carlos y me haya dejado solo en el hotel.

—Estar solo nunca te ha importado —bromea.

—¿Tú por dónde andas? —le pregunto.

—Estoy de camino a casa.

—¿Podrías venir y así charlamos un poco? Te noté un poco raro al mediodía.

—¿Raro yo? ¡Qué va! Pero está bien, en unos minutos paso por tu hotel. Si quieres podemos venir a comer a casa —le quita importancia a mis últimas palabras.

—Lo hablamos cuando llegues, ¿te parece?

—No tardo —responde antes de colgar.

***

A los diez minutos ya está Rafael en mi habitación del hotel. Me está sonriendo, aun así, se le nota más triste y pensativo que la noche anterior.

—¿Me lo vas a contar? —le pregunto después de saludarnos.

—¿El qué? —se hace el tonto.

—Eso que te está rondando por la cabeza y que hace que estés un poco más triste que ayer.

—No es nada, cosas mías que a veces me ahogo en un vaso de agua —intenta evadir mi pregunta.

—Si no lo quieres contar, no te puedo obligar, pero tienes que saber que estoy aquí, que no tienes que estar tan solo —le hago saber.

—No lo estoy, Santi, pero gracias por tu ofrecimiento, algún día lo aceptaré. ¿Qué te parecieron los apuntes que te dejé? —me dice desviando la mirada.

—Cuñado, no sabía nada de tu faceta hacker.

—¿Qué faceta hacker?

—Venga ya, no me puedes engañar. Toda esa información que has acaparado es increíble y no es tan fácil de conseguir con métodos convencionales.

—Tú lo has dicho, tengo mis métodos.

—No hace falta que me lo digas, pero que sepas que la teoría del encargado del proyecto es más que probable.

—Sí, pero cuál era la razón para hacerlo es lo que hasta ahora no he podido averiguar. Tengo varias teorías, pero no he podido encontrar una conexión que demuestre lo sucedido.

—¿Qué sabes a ciencia cierta?

—Hay dos suposiciones de las cuales podemos estar seguros, la primera, que el accidente iba dirigido a mi madre y la segunda, que el jefe del proyecto fue quien lo organizó todo.

—¿Y qué más?

—Tengo otras dos que estoy casi seguro, pero al no tener nada firme que las demuestre, no quiero formularlas todavía.

—Rafael, piensa que soy tu conciencia. Tenemos que compartirlo todo o no podemos llamarlo colaboración. También compartiremos los errores —intento convencerlo con mi mejor sonrisa.

—Bueno, te lo cuento, pero ten en cuenta que lo que te voy a decir no tiene que ser cierto. Tan solo son conjeturas de una mente ociosa.

—¡Qué sí, carroza! ¡Cuéntalo ya! —me impaciento.

—Te haré un resumen y tú me preguntarás lo que no entiendas, ¿vale?

—De acuerdo —le respondo entusiasmado.

—El proyecto por el cual hubo un accidente, es decir, el proyecto en el que se utilizaba metil isocianato, fue sugerido por mi tía Myriam. ¿Te acuerdas de ella? Era la esposa del único hermano que tenía mi padre. Mi tío, es decir, su marido, falleció cuando yo era pequeño. Tuvieron un hijo, mi primo, dos años mayor que yo, muy mal estudiante.

—Sí, recuerdo a tu tía y a tu primo. Él era muy deportista, siempre corriendo y haciendo ejercicio. De tu tía me acuerdo muy bien, era una persona con muchas personalidades, podía ser muy agradable y también muy desagradable. Nunca me gustó mucho. A mí nunca me hizo nada malo, aunque tampoco bueno, no me tenía en cuenta —le hago saber.

—Creo que es la que organizó todo lo del accidente. Tiene que ocultar algo importante, pero no he podido averiguar su secreto, Todo demuestra que ella creó el proyecto y se trajo a trabajar a Roberto Torres. Además, he encontrado vestigios de que ellos se conocían de antes y se han visto alguna vez después del accidente de tus padres —continúa Rafael, para luego quedarse callado.

—¿Y ya está? ¿Eso es todo? —protesto después de unos segundos, un poco desilusionado.

—Todo no, pero estoy intentando ordenarlo para no darte información superflua. Eres bastante impaciente, Santiago —se queja mientras me sonríe.

—Bueno, llevo casi cuatro años esperando por alguna información sobre el accidente de mis padres.

—¿Sabías que mi abuelo cambió hace unos años los estatutos de su empresa? La empresa es la propietaria de la fábrica, diversas propiedades y tiene muchas inversiones. Para muchas personas es una razón para matar. Desde que mi abuelo hizo los cambios, solo pueden dirigir la sociedad personas que tengan su sangre. Lo hizo cuando murió mi tío. Mi tío la dirigía junto con mi padre hasta su muerte, porque mi abuelo se había alejado un poco en la toma de decisiones en ella. Antes de que mi tía comenzara a dirigir la empresa, mi abuelo hizo el cambio en los estatutos y no pudo hacer nada. Entonces desapareció durante dos años y regresó unos meses antes del accidente. Mi abuelo siempre le enviaba dinero, como una asignación mensual. También me enteré de que no recibía una paga de viudedad porque en realidad mi tío y mi tía no se casaron, además de que mi primo no era el hijo de mi tío.

—Rafael, ¿qué tiene que ver todo esto con el accidente? Esto parece un culebrón —me quejo, porque no entiendo a dónde nos llevan todas esas informaciones.

—Cuando mi tía regresó, presentó el proyecto donde se utilizaba el metil isocianato a mi padre y le dijo que tenía un ingeniero ideal para el proyecto, le presentó a Roberto Torres y unos meses más tarde tus padres murieron.

—¿Y eso es todo? ¿Crees que por eso mató a mis padres?

—No, te dije que había algo que se me escapaba, me falta algo, pero no sé qué es. Tus padres murieron porque fueron a la fábrica en lugar de los míos. Estoy seguro de que mi madre sabe algo y mi padre no, por eso, mientras estemos escondidos, mi padre está a salvo. Mi madre no quiere ni oír hablar del porqué nos fuimos y la Yaya me dice que tampoco sabe nada. También creo que mi seguridad está en peligro, si no mi madre me hubiese dejado con mi padre. Ella siempre ha sido muy práctica y llevarse consigo a un niño, no ayuda a la hora de esconderse.

—¿Y qué hacemos ahora? ¿Quieres qué averigüe lo que tu madre no te quiso contar? —le pregunto sin saber por dónde seguir con esta investigación.

—Eso es la clave de todo.

—¿Y preguntarle a tu madre? —ofrezco una solución, como si fuese obvio.

—Lo he intentado, pero no me ha llevado a ningún sitio. Volver a lo mismo, no tiene sentido.

—Pues dame unos días para investigar por mi cuenta y dentro de dos o tres fines de semana nos reunimos y nos ponemos al día. Esta semana me quedaré hasta el miércoles o el jueves.

—¿Por qué? —se extraña Rafael.

—Tengo que comenzar a planificar las obras del edificio donde vive Laura. Ya le he dicho que lo hemos comprado y está también planificando lo que quiere hacer. El ayuntamiento nos permite hacer dos cuartos más en la azotea y el permiso del ascensor también habrá que solicitarlo. Estaré un poco liado hasta el miércoles. Tendré que ir con el abogado porque como soy menor de edad no puedo firmar nada y el lunes tendré que firmarle un poder.

—Yo lo haré.

—¿El qué?

—Hazme el poder a mí y yo te acompañaré esos días. El instituto es mucho más fácil de lo que puedas imaginar. Si me pierdo unos días de clase ni se notará —se ofrece, este Rafael sigue siendo igual de buena persona que antes.

—Por mí, perfecto. Será mejor que cualquier idiota que encima se hará el listillo —le contesto y le sonrío para darle las gracias.

—Yo también sé hacerme el listillo.

—Bueno, ¿me vas a contar lo que te pasa o lo dejamos para otro día? —le pregunto cambiando de tema.

—Ya sabes que no te voy a contar nada, porque además no hay nada que contar —responde, suspirando un poco.

—Si no vas a contar nada, por lo menos, cuéntame cómo te va con mi hermana —le pregunto interesado.

—Friki, ¿qué quieres que te diga? Nos hemos vuelto a encontrar y seguimos siendo los mejores amigos del mundo —me contesta.

—¿Y eso es todo? —insisto, porque sé que hay algo más y ninguno de los dos, ni él ni mi hermana, se atreven a admitirlo.

—Es muy especial para mí, lo sabes. Nunca querré tanto a una persona como a Laura —afirma tímido.

—¿Pero? —vuelvo a la carga, porque no entiendo a qué tienen miedo estos dos.

—No hay peros. La quiero mucho y ahora que nos hemos vuelto a encontrar, estamos juntos casi todo el tiempo: en clase, en el almuerzo, por las tardes. Hemos hecho un grupo muy pintoresco con mi compañero de piso.

—¿El que te llama hermano?

—Nos hemos convertido en más que amigos. Los tres nos hemos encontrado. De hecho, Laura conoció a Jacobo antes de verme a mí y se hicieron muy amigos. Al vivir yo con Jacobo era inevitable que nos acabáramos volviendo a ver —me explica.

—Entonces, ¿estáis juntos? Ya sabes que por mí no hay problema, siempre he pensado que estabais hechos el uno para el otro —le pregunto directamente.

—No en el sentido que tú imaginas. Solo somos amigos. Cuando la he encontrado me he dado cuenta de que la he echado más de menos de lo que yo suponía.

—¿Y ella? —vuelvo a intentar averiguar algo, aunque Rafael no me lo está poniendo fácil.

—Ella también me ha echado mucho de menos, ya lo sabes.

—Sí, pero ¿ella quiere ser solo tu amiga? —le digo levantando una ceja.

—Por supuesto, ya tiene un chico de clase como tu futuro cuñado.

—No, no te confundas. Tú serás siempre mi único cuñado, los otros serán los novios de mi hermana.

—Y tú serás siempre mi Friki —intenta molestarme.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro