Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO TREINTA - LAURA

Sábado, 29 de septiembre del 2018

Cuando llega Jacobo, yo aún estoy en la piscina leyendo un libro que me ha regalado mi hermano el fin de semana pasado. El libro se llama Somos cinco rubios y trata de una chica que está en el instituto y tiene una vida totalmente diferente a la mía, con padres y muchos amigos. ¡Qué envidia!

Todavía tengo el pelo mojado e incluso he conseguido echar una cabezadita de tiempo en tiempo.

—¿Cómo está la reina de la casa? —me saludo Jacobo, regalándome una de sus sonrisas.

—Reponiendo fuerzas para esta tarde. ¿Y Rafael? —le pregunto sin darle importancia.

—Lo dejé con mi prima en nuestra habitación —dice tan tranquilo y me mira a los ojos sin yo poder reaccionar.

—¡Qué! —consigo chillar.

—Es broma, mujer, ¿cómo se te ocurre creer esas cosas? Pero ese chico necesita desahogarse como sea o va a literalmente explotar.

—¿Dónde está? —consigo decir a pesar del susto que me he llevado hace unos segundos.

—En la cocina, preparando una sorpresa para mi padre. Ya sabes que está siempre pendiente de todos, aunque si me pides mi opinión, Laura, últimamente está muy pendiente de ti.

—¡Qué cosas tienes, Jacobo! —protesto, desviando la mirada.

¡Qué difícil es mentir a mi amigo!

—Si quieres que no siga, vamos a meternos en la piscina, Laurita. Esta noche voy a cogerme un ciego y no sé cómo lo haré, pero Rafael me acompañará. Nos vas a tener que llevar a la habitación, amiga, porque esta noche va a ser la primera juerga de verdad de nuestro amigo.

—Déjate de tonterías, Jacobito, ya sabes que Rafael no bebe —le regaño sin creerme eso que cuenta el peludo.

—¿Apuestas? —me grita antes de meterse en el agua.

Jacobo es un loco, es increíble lo que me río con él. El único problema es que está empezando a sospechar que algo pasa entre Rafael y yo, deberé tener más cuidado.

Mientras estamos en la piscina vienen dos amigos de Jacobo, medios macarras, que están locos por conocer a Rafael. Parece ser que se corrió la voz del espectáculo de ayer en el paintball y quieren ver a Jackie Chan.

A los veinte minutos de estar hablando los cuatro dentro de la piscina, noto que alguien corre hacia nosotros y se zambulle. Tiene que ser Rafael, porque eso de entrar corriendo ya va siendo una costumbre suya, parece que lo hace adrede para que no pueda admirarlo un poco sin camiseta.

—Chicos, este es mi hermano, Rafael. Hermano, ¿qué estabas haciendo? ¿Por qué tardaste tanto? —le presenta Jacobo.

—Estaba haciendo de hijo modelo y preparando el almuerzo. Tu padre quería también unos aperitivos para la fiesta de esta tarde, así que tuve que improvisar un poco.

—¿Eres el cocinero de la fiesta? —le pregunta el recién llegado más alto, al que llaman tuerto, aunque tiene los dos ojos bien.

—No digas tonterías —le contesta Jacobo mientras nos pica el ojo a Rafael y a mí—, mi hermano es el puto amo y cocina de muerte.

—Pero ¿este es el que le pegó la paliza ayer a los chicos? —se interesa el tuerto, incrédulo.

—Y como te atrevas a tocarnos un solo pelo, actuará de guardaespaldas y morderás el polvo —le amenaza Jacobo.

—¡Jacobo! ¡Pareces un niño pequeño! —le regaña Rafael.

Cuando salimos del agua, nos quedamos charlando los cuatro en las tumbonas, mientras Rafael se queda nadando unos minutos. Yo me pongo una camiseta porque no me siento cómoda en bikini delante de estos dos que, según van hablando, me voy dando cuenta de que son unos delincuentes, de poca monta, pero delincuentes.

Jacobo los conoce porque suelen ir a entrenar al mismo rocódromo que él. Es cierto que se nota que están todo el día en el gimnasio, seguro que cualquiera de ellos nos machaca a los tres a la vez en una pelea, así que mejor no provocarlos.

De repente, sucede todo muy rápido. Los dos macarras se levantan velozmente de sus tumbonas y yo dejo de oír a Rafael nadando al otro lado de la piscina. Cuando me quiero dar cuenta tengo a uno de los primates sujetándome por detrás y dos segundos después está en el suelo con la nariz sangrándole.

—¡Tranquilo, rambo! ¡Tranquilo! —le dice a Rafael el que ha sujetado momentos antes a Jacobo y ahora se encuentra en el suelo con Rafael encima.

—¿Está muerto? —consigo decir refiriéndome al que me sujeto a mí y está en el suelo sin moverse.

—No te preocupes, Laura. Recoge tus cosas y vete a ducharte. Él se despertará en unos minutos —me tranquiliza Rafael con voz dulce.

—Jacobo, tu amigo está loco, ¿lo sabes? Esto tengo que contarlo el lunes en el gimnasio. Tío, te tengo que presentar a unos amigos —se entusiasma el tuerto con Rafael.

—No me interesa —le responde seco Rafael —y nunca y repito, nunca, ni siquiera si ellos te dan su consentimiento, te atrevas a ponerle la mano encima a mis amigos.

—Joder, rambo, ¡qué alucine con ese rollo de cocinero buenorro y de hijo ideal! Eres total, Rafael —le dice el tuerto contento, como si lo mejor que puede pasarle a un chico como él sea que le den una paliza.

—Sí, es el puto amo —añade Jacobo—, pero creo que ahora está un poco molesto, así que será mejor que recojas a tu amigo y salgáis de aquí.

—El próximo día que vengas, nos avisas y quedamos, ¿vale? —le propone el tuerto.

—Claro, sin problema. Lárgate ya, que no quiero forzar la situación —le contesta Jacobo, mientras yo no me he podido mover del sitio.

Cuando se van, me fijo en Rafael, que tiene todos los músculos del cuerpo tensos y los llenos de fuego. Da un poco de miedo. Aunque, cuando se acerca a mí, le cambia la mirada.

—¿Estás bien, Laura? Perdona, cuando vi que esos dos tipejos os ponían las manos encima, perdí el control —se disculpa y me abraza sin esperar por mi respuesta.

—Estoy bien, Rafael, solo son unos macarras de poca monta, no nos han hecho nada. Tan solo querían provocarte —le tranquilizo.

—Y yo les había advertido, hermano, les dije que no se metieran con nosotros —interviene Jacobo, que parece divertido ante esta situación.

—No, tú los provocaste y la próxima vez que me metas en una pelea sin razón, tendrá consecuencias, Jacobo. No te comportes como un descerebrado —le regaña Rafael.

—Entendido, es que me deje llevar. Siempre me han mirado por encima del hombro, como si ellos fuesen más hombres que yo —se defiende.

—¿Y crees que por pegar puñetazos a diestro y siniestro te conviertes en un hombre? —le amonesta Rafael.

—A mí no me pone nada —interfiero en la conversación, haciendo que los tres comencemos a reír, al menos se relajaba el ambiente.

La verdad es que ver a Rafael en acción, me dio mucho miedo. En qué clase de persona se ha convertido. Estaba nadando como un poseso al otro lado de la piscina y a la milésima de segundo había dejado en el suelo a los dos orangutanes que habían venido a visitar a Jacobo.

Si podía reaccionar así de rápido ante un peligro inminente, es normal que ayer se comiera a los demás equipos en el paintball. Mientras me quedo inmersa en mis pensamientos, Jacobo aprovecha para sujetarme por detrás e intentar tirarme a la piscina.

—¡Jacobo!, no te atreverás. Deja, por lo menos, que me quite la camiseta —le grito.

—Con lo que nos gusta a mi hermano y a mí una chica con la camiseta mojada, ¿verdad, amigo? —intenta Jacobo meter en la pelea a Rafael.

—Eso lo dirás por ti, yo la prefiero sin camiseta —contesta muy seguro de sí mismo y mirándome con descaro.

Y sin saber cómo lo hace, Rafael me quita la camiseta y acabamos en el agua tanto Jacobo como yo. Y luego se tira de cabeza en medio de los dos.

—¡Hermano! Me estás dando miedo. ¿Cómo hiciste eso? —se asombra Jacobo.

—Uno nunca revela sus trucos y menos delante de una dama —le contesta.

Y se queda mirándome con cuidado, como si pudiese romperme para comenzar a nadar otra vez como un poseso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro