Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO - RAFAEL

Viernes, 5 de octubre del 2018

Me he retrasado un poco a la hora de venir a la fiesta del cumpleaños de Charlie Brown. Tardé un poco más de lo que había planificado en dejarlo todo listo en nuestro apartamento.

Cuando dejé a mi padre embarcando en el crucero donde estaban la Yaya y mi madre, me vine lo más rápido que pude, pero sin pasarme porque encima que no tengo carné, que me paren por exceso de velocidad solo me traería problemas.

Ayer ayudé a mi padre a dejar todo organizado para que pueda desaparecer unos días con mi madre. Mi tía y mi primo están en la cárcel y para el juicio aún queda mucho, pero siempre es mejor a que nuestro problema no se resuelva nunca.

No he hablado con mi madre, pero sé que se enfadará bastante cuando se entere de que no hui, sino que me metí en la cueva del lobo. Espero que entienda que no podía vivir huyendo indefinidamente. Necesitaba recuperar mi vida y no quería renunciar ni a Laura ni a Jacobo, ni siquiera a Santiago. Aunque tenga que esperar dos años para volver a verlos después de esta noche, saber que cuando regrese, no me tendré que volver a ir, hace que vea la vida llena de esperanza.

Estos dos días con mi padre han sido muy interesantes. Lo echaba muchísimo de menos y me atrevo a decir que él a mí todavía más. Estuvimos hablando hasta que casi amaneció y luego nos dormimos unas horas. Yo me desperté el primero, me puse la gorra, las gafas de sol e hice la compra. Necesitábamos ropa y algo de comer, y cuando mi padre se despertó, ya tenía el desayuno en la mesa. Mi padre alucinó con mis habilidades culinarias.

Había alquilado un piso por internet que había pagado con una tarjeta de crédito de prepago. Estaba cerca de donde teníamos que estar al día siguiente para que mis padres pudiesen encontrarse y se podía ver el mar desde la terraza.

Estuvimos casi todo el día en la terraza del apartamento, aunque al mediodía nos fuimos a una biblioteca cercana con el ordenador de Santiago y ayudé a mi padre a organizar las próximas dos semanas para que pudiese estar desconectado. También llamó al abuelo para tranquilizarlo, aunque ya le había enviado un mensaje el día anterior.

Me apetecía mucho hablar con el abuelo, pero no pude. No conoce mi voz actual y cuanto menos sepa, mejor. Además, el abuelo siempre ha sabido sonsacarme información sin yo apenas decir nada. Si hablase con él, mi madre se enfadaría todavía más.

Desde que acabamos de organizarlo todo, volvimos al apartamento, nos sentamos en la terraza y estuvimos hablando, riendo e incluso jugado a las cartas. Cuando empezó a oscurecer, salí a correr y mi padre me acompaño. Santiago había solucionado lo del secuestro de mi padre con la policía y no estaba en busca y captura, aun así, nos pusimos gafas y gorra para que nadie nos reconociera.

Mi padre sigue estando en forma, parece ser que desde que desaparecimos hace más deporte, una forma de controlar el estrés. Al final quiso hacer una carrera y lo dejé ganar hasta el último momento que lo adelanté riéndome de él. Él no daba crédito a lo que estaba viendo.

Cuando desaparecí era muy poco deportista, ya que desde que me diagnosticaron el síndrome de Asperger, mi padre quiso sobreprotegerme y uno de los efectos secundarios era que no me dejaban practicar mucho deporte o, mejor dicho, prácticamente nada.

Después de correr, nos bañamos en la playa, nadamos un poco y cuando llegamos a casa, preparé la cena y caímos los dos rendidos en la cama. Antes de dormir le envié un SMS a Santiago: "Friki, aquí todo OK ¿?". No tardó en contestar: "Aquí también todo OK". Había sido un día estupendo. Lo disfruté como un niño y sé que mi padre también.

Pero esta mañana, mi padre estaba nervioso. Tuve que obligarle a desayunar y tardó más de lo normal en arreglarse. Salió conmigo a comprar ropa para llevarse con él y cuando se despidió de mí me dijo: "Hijo, deséame suerte". Creo que lo de volver a ver a mi madre lo tenía con los nervios a flor de piel.

Mi madre seguro que estaba mucho más tranquila, en parte, porque no sabía que mi padre aparecería hoy. Otra razón por la cual va a matarme. Pero ya está hecho y cuando llegue el momento de que me regañen, estaré preparado.

En este instante me toca estar nervioso a mí. He venido a la fiesta de cumpleaños de Carlos, después de preparar la comida en nuestro piso para los próximos tres días y ordenar un poco mis cosas en mi habitación, bueno, mi antigua habitación. No quería dejar a Jacobo y a Laura sin nada comestible en la nevera ni a Laura sin sitio para poner sus cosas. Parece que los dos están aquí, en la fiesta, según me escribió Santiago en el último SMS.

El coche lo aparqué muy cerca. Eso de conducir se me da genial. Tendré que sacarme el carné pronto y así no tener que arriesgarme, como hoy, a que me multen si me controla la policía.

Ahora que estoy frente a la puerta del apartamento donde es la fiesta, dudo si entrar o no. ¿Estará Laura enfadada conmigo? ¿Estará bailando con Carlos? Sé que le dije que fuese feliz con él, pero una cosa es decirlo y otra verlo. Mientras dudo si tocar a la puerta o no, aparece Carlos con un amigo y una caja de cerveza cada uno.

—Hola, Rafael, me alegro de que hayas venido. Laura me dijo que no podrías. Tus amigos ya están dentro.

—Felicidades, Carlos —le felicito con una sonrisa sincera—. ¿Cuántos?

—Veintiuno —me responde mientras se da la vuelta y baja—. ¿Me puedes echar una mano?

—Claro —le contesto dispuesto a ayudarlo.

—Julián, lleva esto dentro, por favor, que Rafael y yo vamos a buscar las que faltan —le pide al amigo que va con él.

—Vale —le contesta Julián antes de irnos.

—¡Gracias por el regalo! Me encantó —me agradece.

—No es nada, un detalle, te habrán regalado muchas cosas.

—En realidad, el regalo de vosotros y los chicos me regalaron una muñeca hinchable.

—¿Una muñeca hinchable? ¿Para qué? —le pregunto, porque no entiendo la utilidad del regalo, cada vez me parezco más a mi madre.

—Es una broma de mis amigos, por eso de que no tengo novia.

—¿Y Laura? —le pregunto, porque es imposible que la haya dejado.

No termino de entender lo que está pasando, sin embargo, no está bien que ahora que yo no esté, él no quiera estar con ella.

—¿Laura? Yo nunca podría aspirar a una chica como Laura, no soy tan iluso. Aunque les estaré eternamente agradecido por la ayuda en las clases, tanto a ella como a ti. He mejorado muchísimo, sobre todo con tus explicaciones. Rafael, tú sabes que Laura está coladita por ti, ¿verdad? —me dice serio y entonces me mira y se queda callado, mi cara debe de ser un poema.

—¿Cómo? —intento añadir algo a la conversación, aunque no sé qué decir, solo tengo ganas de ir corriendo tras ella y besarla hasta dejarla sin aliento—. Carlos, ¿hay música en la fiesta?

—Sí, un meloso es el que pincha, todo el tiempo pone música romántica. Es un compañero de piso que dice que otra clase de música incitaría a que nos destrocen el mobiliario —me dice mientras me da una caja de cerveza y él se hace cargo de la que queda.

—Y tiene toda la razón. ¿Puedes sacar a bailar a Laura cuando volvamos a la fiesta? Quiero darle una sorpresa, ya que no sabe que voy a venir —le pido mientras el corazón se me acelera.

—Claro, Rafael, lo que sea. Dejo las cervezas y la saco a bailar.

Laura se queja de mí por lo de mi novia ficticia y ella jugando al mismo juego, mejor dicho, lo de ella es peor, porque su supuesto novio era de carne y hueso. No sé cuándo volveré a verla y me tengo que ir en menos de una hora, así que no tengo tiempo que perder. Pondré la canción de Ya me enteré de Reik, es la primera que se me ocurre y podríamos usar el baile de la canción que bailaba frecuentemente con su madre. A mí me encantaba.

—¡Hermano! Viniste —se sorprende Jacobo.

—Sí, aunque solo un rato. Tengo el coche aparcado fuera y no puedo estar mucho tiempo. Ya sabes que los próximos días serán muy intensos.

—Santiago tampoco pudo venir. Además, no creo que se sintiese a gusto en este sitio.

—Bueno, yo tampoco soy muy amante de estas fiestas. Solo vine a felicitar a Carlos y saludarte a ti y a la princesa.

—Está bailando con Carlos, la acaba de sacar a bailar, pero... —no dejo que Jacobo acabe la frase.

—Lo sé, se lo pedí yo.

—¿Y eso? —se extraña.

—Voy a darle una sorpresa. Antes de irme, dame un abrazo hermano, no sé cuándo será la próxima vez que te vea. Perdona por haberte involucrado en todo esto.

—¿Bromeas? Es lo más alucinante que he vivido en mi vida. Los cinco primeros minutos fueron muy desagradables, sin embargo, el resto del tiempo lo he disfrutado como un niño.

Nos damos un abrazo. Si he aprendido algo estos últimos días es que abrazar a las personas que quieres te hace mucho bien y no es tan desagradable como pensaba, al contrario. Cuando me separo de Jacobo voy directamente a hablar con el DJ. Después me dirijo al salón, donde se encuentra la pista de baile improvisada. En cuanto me percato de que la canción que le pedí al DJ va a sonar, me acerco a Laura que está de espaldas a mí y le pregunto a Carlos en voz alta para que ella me oiga.

—Carlos, ¿me permites bailar con la princesa? —le pido.

—Claro, Rafael, si a ella no le importa —y me pasa la mano de Laura.

—Rafael —susurra sorprendida.

—¿Bailas? —le pregunto.

—¿Tú? —me dice mientras me pierdo en el azul de sus ojos.

—¿Acaso lo dudas? ¿Te acuerdas del baile que hacías con tu madre?

—¿Te lo sabes? —ahora la he sorprendido de verdad.

—Claro, lo he practicado mucho —cuando lo digo, siento una pizca de vergüenza, le estoy confesando que he practicado como un bobo ese baile, pero con ella es tan fácil ser completamente franco.

Me sé este baile de memoria. He visto a Laura con su madre bailarlo decenas de veces y luego yo lo practicaba solo, en casa, soñando con poderlo bailar con ella algún día. El día que nos fuimos de casa lo dejé de practicar, aun así, lo recuerdo como si fuese ayer.

Aunque no lo demuestre, a mí me gusta bailar, pero he tenido pocas ocasiones donde haya podido disfrutarlo. Además, bailar con ella es increíble. Nunca lo diría en voz alta, pero este baile es un sueño hecho realidad.

—La canción la he elegido aposta —le digo, picándole el ojo cuando acabamos de bailar.

—¿Qué quieres decir? —me pregunta todavía enfadada conmigo, no entiendo cómo lo hace, yo la veo y me derrito.

—He estado hablando con tu amigo Carlos —le digo entonando la palabra "amigo".

—¿Y? —mientras hablamos la voy arrinconando en una esquina del salón.

—No juegues conmigo, Laura —le susurro mientras Laura evita mirarme a los ojos y yo intento perderme en los suyos, pero ella no me lo permite.

—Ahora eres tú quien... —es todo lo que consigue decir, porque la interrumpen mis labios.

No sé cuándo volveré a verla y el saber que todavía me quiere, ha provocado que tenga unas ganas incontrolables de besarla.

—Rafael, por favor —susurra unos segundos después.

—Por favor, ¿qué? Ahora que sé que no existe nadie que te detiene, ¿por qué tenemos que parar? —le digo mientras le muerdo el lóbulo de la oreja y siento cómo su pulso se acelera.

—Rafael —me dice, sin embargo, no sé si me está pidiendo que pare o que siga.

—Laura, me quedan unos minutos y luego me iré. Si quieres que te bese, dímelo y si quieres que pare, dímelo también. No tengo tiempo para adivinar lo que deseas. Tú sabes que nunca haría nada, que tú no desees —le suplico mientras me separo de ella.

—Quiero que me quieras —dice con lágrimas en los ojos—, que me elijas a mí y que no te vayas.

—Princesa, sabes que no puedo quedarme, prometo volver lo antes posible. No puedes pedirme eso. Te quiero mucho, siempre has sido el centro de mi universo, pero no me pidas eso —le suplico, entonces ella deja de mirarme y se aleja de mí.

Cuando veo a Laura en ese estado, se me quitan todas las ganas que tenía de quedarme en la fiesta, por lo que me despido de Carlos y sus amigos y para no acercarme a Jacobo, que está consolando a Laura, le hago un guiño y me voy.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro