Fukase tenía la atención médica y psicológica promedio. Incluso recibió mal tratos por algunos profesionales pero él mismo se expresa de esto como si fuese necesario registrarlo.

¿Era necesario golpearlo?

¿Tocarlo cuando él decía que no?

Aquí es donde lo poco de su cordura se rompe, la perdió totalmente junto con su libertad.

No hubo anotaciones por su parte pero si apareció en sus expedientes, "El detonante de sus celos".

La mayor parte de la mañana fue tranquila, no hubo un extraño movimiento por parte del chico, según cuenta, al final de las clases invitó a jugar a aquella niña amiga de Oliver.

Sin que Oliver se haya percatado. Esta vez tuvo la oportunidad de saludarlo. Cuando dio sus declaraciones de su delito, justo en la parte donde explicaba el saludo con el rubio, se notaba sorpresivamente feliz y satisfecho.

Como si todo hubiese valido la pena.

Engañó a la niña y la llevó a un parque, ahí fue donde primero le golpeó en la cabeza dejándola inconsciente. Para mala suerte de la pequeña, la gente no transitaba mucho y los pocos que pasaban se quedaban con la idea de que era un juego.

Los juegos de niños brillan por su peligro.

La arrastró hasta un lugar poco visible y ahí, sacó una pequeña navaja y empezó a hacerle cortes en piernas y brazos. La desnudó por completo y aunque nunca la violó, le hizo un sin fin de porquerías que no me sentiría cómodo describiendo.

Por fortuna la chica sobrevivió pero con secuelas, continuó viviendo para solo desear haber muerto en ese momento.

Obviamente la noticia corrió como pólvora en la escuela, las madres clamaban justicia. Fukase ya no pudo ni asomarse al jardín o de lo contrario terminaría herido.

Según cuenta Fukase, Oliver le observaba con repulsión y se unió a ese grupo que cada que lo veían, no perdían la oportunidad de lanzarle rocas o simplemente golpearlo.

Sus padres tuvieron una acalorada charla esa noche. La noche en que la justicia cayó sobre el menor y optaron por lo mejor para todos.

Las puertas se habían cerrado para Fukase.