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Día Tres

Un día. ¡Tonta! Debería haberle pedido por lo menos dos.

Terminé de comer el pequeño sándwich de pollo, con los ojos clavados en la carpeta roja y miles de dudas en la cabeza. Seok Jin se encontraba en consulta y yo había pasado la mañana leyendo historiales y contestando correos electrónicos sin importancia con tal de demorar lo máximo posible mi respuesta a Kim Wo Kum, quien, seguramente, estaría con el teléfono en la mano despotricando mil merecidas maldiciones sobre mi impuntualidad. Había quedado en llamarle a las once y ya eran la una y media. Detestaba dar imagen de desidia pero no había sido capaz de decidir nada sobre su propuesta.

"Los restos estaban enterrados en la ladera de la montaña, en el bosque de la entrada. Supongo que no quedará más que el cráneo y algún que otro hueso porque hace muchos años de eso y yo troceo las cosas en pequeñito".

Una fuerte ansiedad me azotó el pecho.

Recordaba que, hasta ese día, y a pesar de la complejidad que me había supuesto organizar las sesiones del trauma, todo había ido más o menos bien. Yoon Gi había seguido al pie de la letra mis indicaciones y hasta se había dejado exponer al estrangulamiento con la bolsa de plástico lo que, por cierto, no dejaba de descuadrarme, al igual que lo hacía el asunto de los perfiles de los tests psicodiagnósticos. Si se había inventado a Pang Eo, ¿cómo había conseguido falsear las respuestas sin alterar las escalas de sinceridad?

"¿Tu casa es solo para una persona?"

En ese momento me había parecido tan feliz y tan decidido a estar conmigo que...

¡Rayos! Definitivamente, la propuesta de forense me había revuelto demasiado. Mi negación había empeorado exponencialmente.

"No quiero muerte para ti. Regresa a casa".

Maldita sea. ¿Por qué se había ido de esa manera? ¿Por qué me había dejado tan vacía? Yo... Yo le quería... Le quería... Y le hubiera perdonado todo. Todo.

—Nena, ¿cómo sigues?

Suni me saludó con una pizca de preocupación desde el pasillo y me apresuré a secarme los ojos, como pude. No quería que nadie me viera llorar.

—¿Tienes ganas de ponerte al día en el "asombroso mundo de la Salud Mental"? —trató de bromear.

—Las pastillas me dan sueño. —Intenté devolverle la sonrisa pero apenas me salió una leve mueca—. Es un poco extraño estar aquí otra vez. Es como si hubiera pasado una vida entera cuando apenas ha sido un mes.

—Tesoro, no sabes cuánto lo siento. —La escuché decir entonces, y sus palabras me agarrotaron todavía más—. Quiero que sepas que te apoyo y te entiendo aunque ahora eso no te ayude.

—No conozco a ninguno de los pacientes ingresados. —Cambiar de tema no era muy educado por mi parte pero, si seguía por ese camino, me pondría peor de lo que ya estaba—. Tengo que abrir un montón de historias clínicas y no sé ni por dónde empezar.

—Bueno... —titubeó—. Ya conoces a... A... —dudó—. A ya sabes.

Jimin, claro.

Por lo que había podido ver en su ficha de ingreso, se encontraba en la planta desde hacía varios días diagnosticado de Episodio Depresivo de intensidad grave porque no había parado de culparse de la muerte de su hermano y de verbalizar ideas autolíticas de contenido bastante fuerte. Debía de estar devastado. Los enfermeros habían reflejado que apenas se movía de la silla, pese a tener autorizadas salidas a pasear, y que tampoco comía, por lo que Dark Ho le había pautado un suero intravenoso y una fuerte dosis de antidepresivos que seguramente le tendrían la mayor parte del tiempo en sedación.

—Quiere verte —me recordó—. Me lo pidió antes de ayer y ayer volvió a pedírmelo. — Suspiró y su mirada distraída se perdió hacia el fondo del pasillo, donde se encontraba la puerta de cristal que separaba nuestro espacio del de los pacientes—. Ahora mismo iba a ir a echarle un ojo. ¿Quieres que le diga algo de tu parte?

—No lo sé. —Podría haberme excusado con cualquier cosa pero la sinceridad siempre era lo mejor—. Me gustaría visitarle pero me da miedo ponerme a llorar delante de él.

—Es normal. Date tiempo.

Tiempo. Ya.

—Entonces voy a comentarle que, por el momento, no te es posible asumir más trabajo y le ofreceré de nuevo la posibilidad de elegir otro terapeuta —decidió, mientras agitaba la mano en el aire, en un gesto de despedida—. Tu tómatelo con calma y no te preocupes por nada.

Se lo agradecí con una leve inclinación de cabeza antes de que su imagen desapareciera de mi campo de visión, y quedé de nuevo inmersa en una soledad que, lejos de relajarme, me hizo atisbar de nuevo por el rabillo del ojo la dichosa carpeta del forense. En una situación normal la habría abierto sin dudar pero ahora... Ahora...

"Hoy mi reflexión del día es la siguiente: Es muy fácil abandonarse y lamentarse. Fácil y mediocre. ¿No estás de acuerdo?"

El nuevo mensaje de texto me dejó atónita. ¿Otra vez ese tipo?

"Tus pulmones todavía se llenan de aire y tu corazón palpita así que reconstrúyete. Te necesito".

¿Qué demonios estaba pasando? ¿De qué iba aquello? Sentí los latidos en las sienes y la respiración se me aceleró. Ya no me parecía un simple bromista de teléfonos.

"Voy a bloquear tu número" escribí, antes de localizar entre los ajustes el recuadro para silenciar la conversación. "No se puede ir por la vida asustando así a la gente".

"¡Oh, vamos! ¿A quién quieres engañar?" contestó. "Ambos sabemos que tu no te escandalizas ni huyes por nimiedades cono esta".

Tenía razón pero, ¿cómo podía saberlo? ¿Acaso me conocía? ¿Sería algún ex paciente? Hacía un par de meses un usuario de las consultas se había obsesionado conmigo de tal forma que hasta me había esperado varias veces en la puerta del hospital solo para verme salir e incluso le había llegado a encontrar deambulando por el rellano del portal de mi casa. ¿Y si ahora había conseguido mi teléfono?

"Odio ser repetitivo". Las letras se sucedieron, una detrás de otra. "Me resulta de lo más cargante y suena a desesperación lamentable pero TE NECESITO".

"¿Para qué?" Por supuesto, nadie en su sano juicio le hubiera preguntado pero, como yo no lo estaba, me lo podía permitir. "¿Qué quieres?"

"Restáuralo. Se te está dando una valiosa oportunidad para que lo hagas".

Una oportunidad... De restaurarlo...

Me sorprendí con el portafolios abierto sobre la mesa y el móvil apagado en la mano. Miré el reloj de pared, confundida. Habían pasado diez minutos y la laguna mental de ese lapso era absoluta. ¿Me había bloqueado? Las cuatro fotografías del bosque de Daegu extendidas en hilera ante mí me dejaron bien claro que había sufrido un breve estado de disociación completa. Diantres.

Parpadeé varias veces y me concentré en la que tenía más próxima. Repasé con la punta del bolígrafo la zanja que se veía, hundida en la tierra del campo. Era una especie de fosa, como las que se utilizaban en la Europa Medieval para sepultar a los muertos sin identidad o sin dinero, y, como buena tumba que era, parecía contener huesos en su interior.

Foto 1. Anoté en un folio. Cadáveres en estado esqueleto. Se necesitan al menos dos años para llegar a este grado. Seguramente lleven más tiempo.

Tomé la segunda entre las manos y mis pupilas hicieron un barrido completo por cada esquina. Cráneos. Tres. Estaban en un espacio muy alejado de los cuerpos, colocados en círculos como si conversaran. Parecía un ritual de muerte pero sin la piel ni los ojos era difícil determinar el Modus Operandi.

Foto 2. El homicida separa las cabezas de los cuerpos de las víctimas y las entierra juntas y a parte. Esa distribución puede indicar que, o bien el autor desea que no estén solas en su muerte, o que las víctimas tenían algo en común.

La solté y revisé la tercera. Era otra muestra de la zona de los cuerpos, más detallada. No había restos de prendas de vestir ni de objetos y los huesos estaban relativamente bien conservados.

Foto 3. Desnuda a las víctimas. Los huesos no están partidos y el esqueleto está definido.

En cuanto puse el punto, el bolígrafo se me deslizó de la mano y se me cayó al suelo.

Esas personas no habían sido descuartizadas. Eso significaba que no eran obra de Yoon Gi aunque él lo había confesado como si lo fueran. ¿Por qué? ¿Acaso no había hecho lo indecible por quitarse la responsabilidad con respecto a Yarek Seong?

"Amor... ... No... No te conviene que... Tengo que estar yo... Yoon Gi solo me tiene a mí... Y tu... También tu... Si me rompo os rompéis... Lo dos. Los dos".

Una angustia increíble me cerró la garganta y me tuve que agarrar a los reposabrazos del asiento para evitar caerme sobre la mesa. ¿Qué era eso? ¿Qué demonios significaba todo eso? ¿Acaso...? Ay, Dios. Detrás de su auto inculpación había mucho más de lo que había pensado.

—Lo haré. —Mi decisión rompió el espeso silencio en cuanto Kum Wo Kum respondió a mi llamada, con la tos asmática que le caracterizaba—. Cuente conmigo.

—Estupendo —respondió, con una más que evidente satisfacción en la voz—. Sabía que el asunto despertaría su interés.

—¿Quiénes son?

—Todavía no lo sabemos. El laboratorio está analizando los restos.

—Cuatro personas desparecieron en Daegu hace unos años —reflexioné en voz alta—. Si no fuera porque aquí hay solo tres, juraría que se trata de ellos.

De hecho, lo creía y rezaba por equivocarme. No era capaz de prever la reacción que tendría Seok Jin si resultaba que uno de esos esqueletos era el de su hermana.

—¿Y qué hay del caso de Yarek Seong? —aproveché para preguntar—. ¿Me puede decir algo al respecto de la resolución final?

—Como ya sabe, la muerte de Min Yoon Gi ha provocado que la fiscalía haya solicitado una revisión del informe pericial —contestó, ronco—. Se han echado para atrás en la absolución. Quieren inculparle post mortem y cerrar el caso pero no lo han hecho todavía porque el diagnóstico de Trastorno Disociativo les escuece un poco la ética.

—Entiendo.

Era increíble. Yoon Gi había podido ser lo que fuera pero en ese tema había claras declaraciones que lo exculpaban.

—¿Y qué hay de la descripción que Kim Nam Joon me confesó? —recordé—.¿Y qué pasa con la gravedad del asunto de Sun Shee? —Rayos; ya me estaba empezando a indignar y aún ni había comenzado—. Lo han dejado correr porque es una persona esquizofrénica.

—Estoy de acuerdo con usted, doctora. —La concesión me pilló de sorpresa—. Por eso ahora investigo por separado. Mi trabajo es hacer que se cumpla la ley y cuando veo algo que no me convence, sencillamente no lo puedo dejar estar.

El contenido de los mensajes de aquel desconocido se me vino a la cabeza. Era tal y como había dicho. Wo Kum me estaba dando una nueva oportunidad.

—Usted cree que Min Jimin está implicado en los homicidios. —De repente, lo vi todo claro—. Me ha buscado porque quiere que le haga una valoración diagnóstica.

—No, no digo que sea el autor. —meditó—. Pero de lo que sí estoy convencido es de que sabe bastante más de lo que nos dijo. Necesito su intervención para comprobar si estoy en lo cierto.

—Tenga presente que mi trabajo me obliga a cierta conf...

—La confidencialidad, sí, sí. —adivinó—. Usted ayúdele como deba, que yo haré lo apropiado para solicitarle la información que quiero. —Se rió entre dientes—. Solo recuerde que me saltaré el secreto de sumario con usted de modo que espero cierta reciprocidad.

—Perfecto —acepté.

Era curioso. Apenas una hora antes me había estado lamentando, sin fuerzas para nada más que para llorar y ahora, segundos después de haber finalizado aquella conversación, estaba mágicamente centrada y buscaba en el listado de extensiones los dígitos del control de Enfermería con los ojos completamente secos.

—Buenos días. —La voz de auxiliar Swaw me saludó al otro lado de la línea— . Bienvenida, Doctora Eun.

—Gracias —respondí—. ¿Puedes, por favor, traer a Min Jimin a mi despacho?

—El paciente de la... —Le imaginé rebuscado en la lista de las habitaciones con cara de despiste. Había cosas que nunca cambiaban—. Es el de la... De la...

—Habitación setenta y uno —me impacienté.

—Ah... Sí... —Emitió una ligero sonido de liberación—. Sí, sí, ya, ya sé quién es. Voy a buscarle y ahora mismo se lo llevo.

Por fin me había atrevido a empezar. Ya solo tenía que seguir. Seguir y reconstruirme.

Tenía que hacerlo por él.

Por Yoon Gi.

Han descubierto tres cuerpos, asesinados y enterrados, separados de su cabeza, años atrás en Daegu.
Jimin desea hablar desesperadamente con Mei y ella desea limpiar el honor de Yoon Gi.
Como dice el desconocido, es una nueva oportunidad de restaurarlo.

Todo esto y mucho más en la próxima actualización.
No te la pierdas.
Mei y Jimin se encuentran en la primera sesión.


N/A:

Uy... Qué vergüenza... Que en este espacio decía yo "hoy vengo en plan autopublicitario, lo siento, pero quiero a invitarles a leer otras dos obras que tengo". Y ninguna de las dos obras que mencioné están actualmente publicadas 😅. Qué onda conmigo... Veo que tengo una seria tendencia a eliminar mis trabajos.

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