« 08 »
Todos estaban siendo considerados en exceso con él y es algo que notó desde el momento en que puso en pie en el interior del salón. Los menores, al menos Taehyung y Jungkook, que no había visto, se abalanzaron contra él preguntado como se sentía. SeokJin no podía decir que se sintiera mal o débil, por el contrario, estaba bien, normal. Yoongi lo había invitado a la mesa para almorzar junto a los demás, como en otras ocasiones, había cocinado junto a Hoseok. Agradecía que fueran esos dos, de haber sido Tae o NamJoon, honestamente preferiría fingir seguir enfermo y esperar hasta poder prepararse algo. Aunque no iba a negar que ambos hacían esfuerzos por mejorar y al menos hacer su comida comestible, ahora mismo SeokJin solo estaba antojado de un jugoso pedazo de carne y de saciar toda la sed después de un día de no beber casi nada.
Disfrutó junto a los demás de una comida junto a sus típicas bromas. Ni siquiera le permitieron ayudar a limpiar y por algún motivo, se sentía cálido ser atendido de tal forma por los demás. Cuando la tarde llegó, todos tuvieron que prepararse para la filmación de un evento especial que iban a anunciar pronto. Él se sentía lo suficientemente bien para ir sin problemas, pero no evitó que el resto se le pegara queriendo vigilar cada pequeño detalle en su estado físico general.
La grabación fue rápida, o así lo sintió, porque entre risas el tiempo realmente pasaba volando. La parte buena de ello es que anhelaba su cama y con el fin del día, el podía regresar a dormir cómodamente y fingir tener más tiempo del que en realidad poseía. De camino al departamento, en la van junto a los demás y sentado al lado del líder, con los demás casi durmiendo, él realmente estaba tranquilo.
—¿Te sientes bien de verdad, hyung? —escuchó que el moreno susurró casi en su oído, causándole un pequeño escalofrío que amenazó con dejarlo hecho un manojo de nervios.
—Sí, lo estoy —afirmó. Lo estaba, parecía que no hubiera sido ayer que estaba, supuestamente, con la fiebre alta y semi inconsciente, porque el día de hoy estaba totalmente repuesto.
—Me alegro —aseguró el líder enseñándole su sonrisa con hoyuelos. SeokJin quiso apretujarle la mejilla, pero antes de extender la mano se reprendió de cuan aceptable era aquella muestra con su compañero y mejor amigo. No tenía demasiada razón de ser y prefirió apretar sus manos juntas para evitarlo. —Por favor, hyung, cuida mejor de tí mismo.
SeokJin tuvo que detenerse a pensar en que se había descuidado, más que su sobreexigencia acostumbrada a la hora de aprenderse una coreografía, aunque aquello no escapaba de lo normal. Asintió, sabiendo que NamJoon no le daría la razón.
—Nam —le llamó, recordando su rutina se había acordado de un evento específico que, según su calendario, sería en pocos días. —¿No es tu celo la próxima semana?
Ojalá. NamJoon se quedó con las palabras atoradas en la garganta cuando le oyó. No es que él fuera muy cuidadoso con las fechas aunque siempre tenía la noción, por miedo a errar como hacía unos años cuando casi atacó a Jimin. Por eso el resto era tan cuidadoso con los celos del omega rubio y por ello, SeokJin era especialmente cuidadoso con su celo. Pero no. Se suponía que ya habían pasado seis meses desde el último... Solo se suponía, porque la realidad es que en su último celo, y en el anterior a ese, NamJoon se la había pasado encerrado en una habitación de hotel esperando algo que jamás llegó.
Eso jamás se lo dijo a los miembros. Nunca, en esas dos ocasiones anteriores, llegó diciéndoles que su celo nunca pasó. Porque su instinto estaba lejos de querer tomar el control, demasiado lejos de los síntomas general previos al celo. Él no quería asumir la respuesta que flotaba entre la nebulosa de sus pensamientos aterrados por la falta de un celo desde hace casi un año y medio, cuando los celos regulares de un alfa solían suceder cada seis meses y analizándose ahora mismo, dudaba que el que tenía lugar en unos días fuera a pasar, también.
—Sí, así es —contestó, con toda la calma del mundo que logró reunir en su expresión y agradeciendo, por primera vez, que SeokJin sería incapaz de detectar el nerviosismo presente en lo que quedaba de su aroma. El resto de miembros estaba dormitando como para ser conscientes.
—¿Quieres que pida una habitación en el lugar de siempre? —SeokJin le miró con esos ojos calmados y, desconcentrándose totalmente de sus preocupaciones, NamJoon no pudo evitar fijarse en la media luna que parecía brillar en el iris castaño de su mayor.
Él es lindo.
—¿Nam? ¿O prefieres que busquemos otro lugar?
Maldición. El lugar de siempre... Una habitación en un hotel bastante modesto que no llamaba la atención, situado en la periferia de Seúl y que, contrario a su apariencia general, contaba con una estructura sólida que podía soportarlo a él en medio de la locura por un celo. Desde lo ocurrido con Jimin, SeokJin y él habían dado con ese lugar y cercano a las fechas de su celo, NamJoon iba a instalarse temporalmente al hotel, encerrado. SeokJin se llevaba las llaves con él dejando un anuncio de no molestar y le atendía de ser necesario, aunque por suerte los celos de alfa apenas duraban un día o dos. Esa había sido la rutina establecida desde hacía más de tres años, aunque ahora mismo no era necesario. Porque él no iba a tener un celo y lo sabía.
—No, hyung. El hotel de siempre está bien —aseguró. Jin pareció mirarle como queriendo entender que estaba mal con él, pero asintió rápidamente para reservar por medio de su celular.
Él no iba a decírselo. Porque ponerlo en palabras para otra persona que no fuera su propio subconsciente significaba aceptar algo de lo que él estaba aterrorizado. Que estaba roto, dañado.
Un alfa que no era alfa.
—Está bien, NamJonnie~ —canturreó, dejando su cabeza caer en el hombro del líder.
Y Nam olvidó nuevamente que era lo que lo aquejaba, escuchando la dulce voz de su hyung llamándole así y con su aroma a shampoo invadiendo todo su espacio, no había nada que le preocupara. Tan sencillo como eso, SeokJin lograba acallar todos su demonios internos sin proponérselo.
Cuando llegaron al departamento, separarse de él le produjo ese vacío e inconformidad que no comprendió, pero lejos de preocuparse por ello, recordó que su cita médica estaba también confirmada para la semana que venía. Lo mejor que se le ocurrió fue que iba a fingir su celo justo ese día, para escapar del hotel e ir con el médico sin tener que comentarlo a nadie. Tonto e inmaduro como fuera, no quería todavía decirle a los chicos qué es lo que sucedía con él.
En los siguientes días tenían varias sesiones fotográficas y entrevistas grabadas. Sabía que SeokJin avisaría con atelación de su celo a los managers, pero no estaba demás reafirmarlo por su cuenta en la proximidad para evitar malos entendidos.
Forzar su propio aroma para fingir la llegada de un celo que no daba señales de aparecer era terriblemente patético, aunque era justamente eso lo que estaba haciendo NamJoon. Quizá SeokJin, Taehyung y Yoongi no lo notarían, dado su estatus de betas, pero por el resto, debía fingir lo mejor posible que era un alfa normal liberando su aroma por su cercanía al celo común de cada seis meses. Nada más lejos de la realidad.
Desde temprano, Hoseok había mantenido un ojo sobre él y le había perseguido prácticamente por toda la casa, hasta que finalmente SeokJin llegó con él y lo arrastró hasta la habitación reservada en aquel hotel. A pesar de que su hyung siempre le encerraba llevándose las llaves con él, esta vez había pedido una habitación al fondo del primer piso, cuya ventana del costado le daba la salida al estacionamiento del recinto. Tenía tiempo de sobra hasta su hora médica, sobre prevenido en el caso en que el tráfico fuera más horrible de lo normal y se retrasase.
Para su suerte, no fue el caso y llegó puntual. Sentado en la sala de espera con una mascarilla y una gorra que cubría hasta sus ojos, esperó pacientemente hasta que la asistente le llamó por su número para el ingreso al cuarto cerrado que fungía como consultorio para la médica internista especialista en alfas.
—Buenos días, señor Kim —saludó cordialmente la joven, limitándose a darle una inclinación con una sonrisa. NamJoon agradeció su profesionalismo, si es que la joven lo reconoció, al menos actuó como se esperaría de su profesión.
—Buenos días —respondió de igual forma, siguiendo el ademán de la joven que le dio paso a la silla frente a ella.
Con las manos recargadas sobre el escritorio de cristal y una libreta entre ellas, empezó —dígame, joven Kim, ¿qué le trae a la consulta el día de hoy?
NamJoon la miró impávido, tratando de tragarse la vergüenza que quería brotar hasta de sus poros. Que la chica fuera especialmente atractiva hizo más difícil el tener que explicarse, pero era eso o buscar otro médico y buscar una excusa convincente para sus chicos. Suspiró largo cuando los ojos penetrantes y atentos trataron de confortarle, logrando ponerlo más nervioso.
Joder.
—Es... —revolvió su cabello, notablemente incómodo. La chica retrocedió casi instintivamente ante su gesto, quizá su entrenamiento a las respuestas corporales de las personas o quién sabe, NamJoon estaba tratando de tragarse el nudo de su garganta. —Es sobre mi celo... Hace más de un año y medio que no tengo ninguno, justo ahora es la fecha en que se supone qué es, pero no hay indicios, mi instinto simplemente no está.
La mujer empezó a garabatear rápidamente sobre la libreta antes de volver a mirarle. NamJoon estaba sonrojado y sus ojos viajaban por todos los objetos sobre el escritorio, sin detenerse en nada particular.
—¿No está? —reiteró. Nam asintió. —Dijo que desde hace un año no tiene un celo regular, ¿la desaparición de su instinto también está estimada en esas fechas?
—Lo de mi instinto fue gradual... Realmente no sé como explicarlo. Poco a poco mi lobo ha dejado de responder, de aparecer... Es como si ya no estuviera. En ocasiones vuelve, por poco puedo sentirlo, pero se siente extraño... No es lo normal. No lo noté al principio porque muchas veces estoy dejando de lado a mi instinto por mi trabajo, pero ya ha pasado muchísimo tiempo.
—Sí. —afirmó, su tono se elevó ligeramente y el moreno distinguió el leve regaño en su voz. —señor Kim, ¿no notó antes la ausencia de su celo?
—Algo así —confirmó a rastras, sabiendo lo irresponsable que había sido postergar esta revisión hasta estas alturas. —No le di importancia al principio. Honestamente el celo como alfa es algo molesto, pero entiendo que no es normal si no tomo ningún supresor.
La médica entornó sus ojos hacia él, casi bufando. —Una consulta, joven Kim, ¿usted tiene pareja? ¿O a pasado su último celo con una pareja?
—No, para nada. He tenido parejas antes, hace mucho tiempo, pero no he pasado ningún celo en compañía, incluyendo el último. —respondió, sin comprender muy bien porque esa pregunta tenía relevancia en su situación.
—Bien. —dejando el papel donde escribió todos los detalles respecto al estado de NamJoon, se echó hacía atrás sobre su silla. —Joven Kim, necesitaremos un examen simple para determinar los niveles de su hormona alfa para entender qué sucede exactamente. Con franqueza, sería apresurado decirle que es lo que tiene, pero sospecho que su estado se debe a la depresión de su lobo.
—¿Mi lobo... depresión? —NamJoon ladeó la cabeza totalmente confundido, por primera vez oía de algo así.
—Sí, es decir... —se detuvo, mirándole y notando su confusión, decidió explicar. —Si usted ignora constantemente a su lado animal, a su instinto, puede deprimirse. No es la única causa, la depresión de su lobo puede ser por el rechazo de su pareja o, en el caso de que su lobo escoja una pareja que aún no ha marcado, si este no hace caso de su llamado. En general sucede cuando nuestro lado racional y humano lo ignora, o lo hace su pareja. Nuestro instinto es muy susceptible y debe ser cuidado. Es parte de nuestra salud mental y no es sano ignorarlo.
NamJoon notó la mirada de la mujer, y él también se lo recriminó. Quizá ignorar de esa forma a su alfa lo había llevado hasta ese punto, porque no negaría que lo enterró en lo profundo de su ser tratando de olvidarse de él y que, en primera instancia en las ausencias de sus celos, estuvo más que feliz de no tener que lidiar con esa parte horrible de su género secundario. No tenía pareja y el celo de un alfa era extremedamente difícil en esa situación, tan salvaje y descontrolado, Nam estuvo aliviado de no lidiar con su parte animal, pero ahora estaba sufriendo las consecuencias.
—Señor Kim... —la médica llamó su atención una vez más. —Esto es solo una sospecha, por supuesto. Puede que yo esté totalmente errada, pero eso lo corroboraremos con el examen sanguíneo que deberá tomarse. ¿Está bien?
—Sí, claro —finalmente se dignó a responderle. La mujer se levantó a su lado para llamar al enfemero a cargo y pedirle la toma de su examen, dejando que NamJoon siguiera al hombre a través del recinto médico.
El hombre le llevó hacía unos cubículos donde otro encargado le extrajo sangre y colocó un algodón sobre el piquete de su brazo. Al terminar, el enfermo le entregó un papel con los detalles del examen, indicándole que el resultado estaría en dos días, y que, al pasar a retirarlo, debía acudir inmediatemente a la consulta con la médica para la revisión de sus resultados.
No es que estuviera conforme con como resultó su cita, pero aunque fuera una sospecha, quizá ahora entendía mejor que sucedía consigo mismo. Si bien la médica no se lo aseguró, NamJoon casi estaba seguro de que era exactamente eso, la depresión de su instinto, porque él había hecho justamente lo que ella dijo. Ignorarlo. Enterrarlo. Olvidarlo. Abandonó su atención a su instinto para concentrarse en su trabajo, sin esperar que hubieran reales consecuencias con ello.
Ahora solo esperaba que con el resultado, la médica le dijera que camino tomarían desde ahí. Como iban a solucionar a NamJoon siendo un alfa que no era alfa.
Tan cansado como estaba, regresó a la habitación de hotel antes de que a SeokJin se le ocurriera aparecer. Para no tener que explicarse con las recepcionistas o con su hyung si llegaran a decirle que entró por la entrada principal sin haber salido, nuevamente ingresó por su ventana, la que estaba medio abierta.
Depresión de su lobo. La delgada línea que dividía a los dos componentes de sí mismo que eran tan diferentes e iguales al mismo tiempo, ambos NamJoon, pero se sentía distante, distinto... Las personas tendían a pensar en sí mismas como la parte únicamente racional, consciente, abandonando al instinto. La depresión en una persona abarcaba comúnmente su lado racional, pero ¿su instinto deprimido? Nunca había escuchado nada así. Por supuesto, si su instinto no existía, entonces él era simplemente un beta...
—¡Nammie! —la voz del mayor cortó su línea de pensamientos segundos antes de ver al mismo ingresar por la puerta de la habitación tan campante como siempre.
SeokJin le inspeccionó silenciosamente y cuando decidió que NamJoon se veía bien y consciente, se acomodó a su lado sobre la cama cargando una bolsa llena de alitas de pollo crujientes que olían delicioso para el alfa hambriento que no había podido desayunar con calma ese día con Hoseok sobre él.
—Traje comida para ti, NamJonnie —le extendió la cajita, colocando servilletas a su lado y sirviendo un vaso de refresco mientras el moreno empezaba a devorar el contenido.
Incluso en su bruma por el hambre y la desesperación que sintió apenas el aroma llegó a sus fosas nasales, NamJoon no se perdió en la forma en que SeokJin se sentía tranquilo a su lado, sentado con toda la confianza en que no iba a dañarle. Incluso sin quererlo, no pudo evitar pensarlo... SeokJin se comportaba con confianza alrededor de un supuesto alfa en celo porque era un beta. Porque era beta. Y solo por ese momento, pensó en que realmente no le hubiera molestado nacer así. Siendo beta.
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