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Beta. Ser un beta no era interesante. SeokJin no quería sentirse mal por su género secundario, pero esperaba más de sí mismo. Sin embargo, a la edad de 19 años, sin presentar ningún celo, lo tuvo que asumir. Era normal. Al menos se ahorró el examen de género. No iba a detenerse a pensarlo demasiado, todo lo que pudo pensar antes acerca de la decepción de su asignación como beta estaba en el pasado y honestamente, poco lo había recordado hasta ahora.
Ahora, en que él solo puede recordarse constantemente que es un simple y asqueroso beta, cada vez que las atenciones de su alfa mejor amigo se sienten demasiado bien sobre él. No era su intención malinterpretar a NamJoon tampoco, él era atento con todos, y ellos habían compartido siempre una relación más cercana dadas sus posiciones en el grupo, con él tratando de ayudar a su líder en cualquier cosa que tuviera que ver con el bienestar de todos los chicos, tanto físico como emocional. Por eso mismo, cuando se sentía demasiado bien bajo el tacto de ese moreno, tenía que recordarse rápidamente que era su mejor amigo y que era un alfa.
NamJoon es un alfa. Un alfa que en el futuro se asentaría con un omega, formaría un lazo con él y viviría feliz. Él no podía ocupar un puesto que no era suyo, no podía ofrecer su cuerpo inútil y normal a semejante hombre, y jamás llenaría la necesidad de NamJoon y su instinto interior. SeokJin no podría vivir calmado sabiéndolo, pensando en lo reprimido que tendría al alfa, el descontento de su lobo por la convivencia con otro ser que no era su pareja real, su destinado. Eso si era suficientemente egocéntrico para pensar en que NamJoon de verdad podría tener una fijación por él.
Nada más lejos de la realidad.
De todas formas, este era un nuevo día. Tenían filmación el día de hoy, además de una práctica previa de la coreografía. SeokJin ya estaba vistiéndose para bajar a la cocina a preparar algo rápido y liviano para el resto, sabiendo de antemano que los mánagers les darían más aperitivos para comer en lo que duraban sus actividades del día.
Como siempre, Hoseok era el primero en salir de su habitación, y viéndole en media preparación, no tuvo que pedírselo antes de que el alfa azabache volviera escaleras arriba para llamar al resto de los miembros.
Antes de fijarse, ya estaba junto a los demás en la van de la compañía, lo suficientemente grande y espaciosa para tenerlos a todos ahí dentro. Iba junto a Yoongi y Jimin en la parte de atrás, pero poca consciencia había tenido del momento en que subió y su posición espacial actual. Se sentía agotado físicamente y eso que ni siquiera había comenzado con ninguna actividad, sin contar el hecho de que podía afirmar que durmió bien y plácidamente, no entendía de donde salía tan repentino cansancio.
—Hyung, vamos —la voz de Jimin se alzó por sobre sus pensamientos y le observó. Todos estaban fuera ya, incluidos sus compañeros de asiento y el chico de regordetas mejillas, ahora rubio, le observaba con cierta preocupación desde la puerta del vehículo.
No notó cuando todos salieron.
Sonriéndole, le alcanzó junto a los demás que ya habían comenzado a caminar al interior del set, sin nada qué decir dada la sensación general de estar recientemente despierto. El bonito omega se quedó a su lado, pero SeokJin no fijó en ningún momento su presencia o la intensa mirada del chico sobre él.
Porque Jimin le miraba con ojos extraños.
Por órdenes de Hoseok, todos comenzaron a calentar tan pronto estaban en su propio salón de prácticas, estirándose sobre el suelo o intentando alcanzar sus manos lo más cerca posible de sus propios pies. Jin siempre había tenido una facilidad inusual para este tipo de ejercicios, él es muy flexible, pero ahora mismo apenas podía llegar más allá de su pantorrilla al estirar. El cuello dolía en cualquier posición que lo mantuviese y sus pies se sentían hinchados, como si hubiera pasado horas caminando, cuando claramente no era así.
Tan concentrados como estaban cada uno en sí mismos, nadie se dio cuenta del inusual cansancio en el mayor o su rostro fatigado. La práctica comenzó con el rapero de en medio como guía, mientras el coreógrafo miraba desde la esquina. Todo estaba bien, por supuesto, SeokJin no se equivocó demasiado, pero la intensidad de sus movimientos no era la misma y el omega rubio lo notó.
Jimin no tenía idea de si lo que él veía era igual de evidente para los demás, pero tampoco iba a cuestionárselo. Le convenía que nadie mirase demasiado ni hiciera preguntas, porque no había una respuesta. No de parte de SeokJin, al menos. Le apenaba un poco su situación, sabía que su hyung mayor había mejorado muchísimo en la realización de esta coreografía, había visto el vídeo que tenían como dance practice y la intensidad y fluidez de sus movimientos realmente le hicieron sentir orgullo, pero ahora con suerte podía alcanzar a estirar completamente los brazos, era como si nuevamente estuviera recién conociendo los pasos.
Sabía, por cierto, la realidad tras esa baja notoria en el rendimiento del mayor. Lo había visto en el calendario por la mañana cuando despertó, fijándose en que era el día. No presentaba síntomas evidentes y Jimin odió que adelantaran la grabación, porque ahora mismo necesitaba a SeokJin en una cama recostado y aislado del resto de Bangtan. Ya había notado desde, los tres días previos, al menos, que su mayor se notaba más cansado. Afortunadamente, dada la naturaleza de sus actividades, nadie podía sospechar más allá de SeokJin sin atribuírselo primero a sus largas prácticas y pocas horas de sueño. Solo porque Jimin sabía era capaz de notar el pequeño cambio, si es que antes esas mismas actividades hubieran llegado a cierto nivel de cansancio y ahora era más no era por algo de edad, no era que SeokJin estuviese cuidándose menos, era eso.
Aquello que destellaba en lo profundo de los ojos de SeokJin, algo que nadie podía ver, no había rastro, no había olor, no había ningún indicio, pero ahí estaba. Enterrado en lo profundo de él, tan débil como siempre.
Y SeokJin se desmayó.
Estaba divagando, pero el sonido del intenso azote contra el suelo no pudo perdérselo. Le miró con suerte por el espejo cuando sus ojos se cerraban y acababa por desvanecerse chocándose con los pies de Taehyung que era el más cercano en ese momento. Corrió rápidamente hasta él junto con los demás, con el beta moreno parado sin saber qué hacer o qué decir. Verle caer en primera plana lo impactó lo suficiente, y ahora solo veía a su hyung con una mezcla de pánico y preocupación.
Jimin llegó a su lado sentándose rápidamente a su lado y elevando con suavidad la cara de su mayor para colocarla contra su regazo. Revisó rápidamente en busca de una herida abierta por la caída y el choque contra el zapato de Tae, pero nada. Probablemente tendría un moratón después en la zona. Colocando su dedo sobre sus fosas nasales comprobó que respiraba, para su alivio y el del resto, pero estaba claro lo que iba a suceder después. Necesitaba deshacerse de los chicos antes de que despertara.
—Llevémoslo a enfermería —la voz de NamJoon se elevó sobre el bullicio de todas las otras voces hablando a las altas con preocupación. El alfa se veía intenso y su mirada estaba oscura. Al omega ni le dio tiempo a darse cuenta cuando el moreno líder había tomado a su mayor entre sus brazos y caminaba con él al lugar señalado.
Maldita sea. Lo que le faltaba. SeokJin no podía ver a NamJoon. NamJoon no podía verle. No ahora. Si despertaba y le miraba se haría evidente y lo último que necesitaba era un colapso nervioso de SeokJin. Apenas había conseguido estar estable en todo este tiempo, no podía permitir que se arruinarse por la presencia insistente de NamJoon, aunque estaba muy agradecido de su preocupación.
Corrió junto a él para alcanzarle en el momento exacto en que depositaban a SeokJin sobre la camilla. La chica, una omega bajita con el cabello atado, se apresuró hasta ellos para comprobar el estado de Jin, auscultándolo. El aroma intenso de las feromonas de NamJoon llenó el pequeño espacio, haciéndolo totalmente evidente para la chica y para él, ambos omegas, que habían comenzado a incomodarse por la tensión del alfa presente.
Normalmente NamJoon se controlaba muy bien y su aroma no presentaba problemas para ocultarse con el supresor, pocas veces dejaba escaparlo con evidencia de sus emociones como ahora, por lo que Jimin quiso golpearse contra la pared al notarlo. No quería reconocerlo, pero quizás Nam estaba ahí no solo como un amigo preocupado.
—NamJoon hyung —le llamó. Necesitaba que el alfa se largara de ahí, urgentemente. Y no solo por SeokJin, si no por la chica que a plena vista no parecía ser capaz de manejar su intensidad como él, que estaba más que acostumbrado a la convivencia con alfas. —Por favor, ve por el mánager. Quizá deberíamos retrasar la grabación, Jin hyung tiene que descansar.
Bien. Eso le había salido excelente. Era la jodida excusa perfecta y dado que el moreno era el líder, estaba claro que esa responsabilidad recaía en él. Se felicitó internamente, años de práctica llevaban a una mejor actuación.
—Sí, sí, está bien —el moreno dijo, pero contrario a su respuesta, pareció que el instinto no estaba de acuerdo. Fue evidente con el repentino brillo, aunque débil, en sus ojos, como si el lobo de NamJoon hubiera querido salir.
Fue capaz de respirar normalmente y soltar el aire que estaba aguantando cuando el alfa dejó la habitación. La enfermera le agradeció, pensando en que se lo había pedido por sus hormonas, que también, pero Jimin no se detuvo a corregirla.
—Solo se desmayó por el cansancio. —afirmó la joven, ya con sus manos fuera del chico tendido sobre la camilla, empezando a rellenar el formulario que correspondería a esa atención. —Honestamente, más que el golpe no hay otra secuela, pero él necesita descanso y reposo absoluto. Comprendo que sus actividades no lo permitan a menudo, pero tendrá que estar en cama al menos tres días. Recomendaría la visita a un médico solo si presenta algún problema al despertar, pero lo dudo.
—Está bien, muchas gracias —respondió. Tomó asiento al lado de su hyung y la chica, inclinándose hacia él, salió rápido de la sala excusándose en ir al baño. Probablemente el olor de NamJoon la había mareado y quería tomar aire fresco. Lo entendió, con la ventaja de que podría estar a solas con SeokJin. Justamente lo que necesitaba.
—Minnie-ah—la voz de su mayor le distrajo. Había estado observando fijamente la puerta por la que la chica huyó. Se aseguró de que estuviera cerrada con seguro antes de volverse a mirarle en la cama.
Ahí estaba, con esos intensos ojos grises brillando en su dirección. Con ese cariño que siempre irradiaba, con el aire maternal que poseía y aunque agotado, se esforzaba por verle de la mejor forma.
—Hyung —saludó.
—¿Cómo estás? —quiso saber. El sudor inundando todo el cuerpo del mayor y Jimin fue capaz de apreciar como temblaba, pequeños espasmos impidiéndole hablar correctamente.
Estaba muy débil.
—Bien, hyung, ¿y usted? —respondió. Una de sus manos encontró el camino hasta las de Jin y las apretujó. No sabía cómo ayudarlo y se veía bastante mal. Estaba consciente de que era débil, pero hoy anormalmente se veía peor. Quizá por las hormonas aún presentes en la habitación.
—Estoy bien. —respondió, correspondiendo y sonriendo ante el gesto de Jimin.
—Hyung, necesito que duermas. —expresó. Los ojos grises le miraron tristemente.
—Lo sé, Minnie-ah—su voz sonó quebrada y el omega rubio pensó que iba a llorar. —Dame un momento.
Jimin asintió y la mano de SeokJin se aferró inusualmente a la suya. Las lágrimas brotaron de aquellos ojos grises e inspiró profundamente antes de obligarse a cerrar los ojos, aparentemente volviendo a dormir. Lo miró por largos instantes con ganas intensas de solucionar todo, pero solo pudo tomarle entre sus brazos y llorar largo y tendido.
Porque no había nada en el mundo que pudiera hacer. Lo había intentado demasiadas veces para contar y lo único que le causó a SeokJin fueron ataques de pánico y colapsos nerviosos que más de una vez le dejaron en el hospital. Él no podía hacerlo de nuevo, no se atrevía a intentar y que el otro lo comprendiera tan bien dolía.
Jimin lo sabía, de hecho, a la perfección. Que SeokJin era un omega.
Y dolía porque el omega de SeokJin estaba encerrado, atado en la oscuridad, incapaz de manifestarse, con una existencia tan ajena que ni su propia mitad humana racional le reconocía. Pedirle que se ocultara era doloroso, obligándolo a vivir a una sombra sin conseguir nada, abandonado a su suerte, solitario y olvidado. Más débil cada vez que conseguía salir, con su rastro perdiéndose y Jimin en verdad temía que, si acababa por consumirse, su hyung pudiera sentir la repercusión de su instinto desapareciendo incluso cuando todavía no lo conocía.
Todo era tan jodidamente complicado.
—¡Jimin! —la voz de su líder, golpeando con un poco de fuerza la puerta le obligó a limpiarse rápido el rastro de lágrimas y depositar nuevamente el cuerpo de su mayor sobre la camilla. Corrió hasta la puerta para quitarle el seguro, recibiendo una severa mirada de parte de NamJoon por su acción.
Sin embargo, no se arrepintió. De no hacerlo, NamJoon hubiera podido verle en la extraña situación o quizá, ver ese SeokJin.
—¿No ha despertado aún? —cuestionó.
—Sí, lo hizo, pero volvió a dormir —contestó rápidamente, sin atreverse a verle directamente. —Está muy cansado
Si NamJoon notó o no el enrojecimiento de sus ojos por el llanto, o el de SeokJin por los mismos motivos, no dijo nada. Solo le cargó devuelta en sus brazos y comenzó a caminar con él en dirección al estacionamiento. Jimin no tenía idea de dónde estaban los demás y no le interesaba, tenía que cuidar de su hyung.
—Vamos a casa, la enfermera me dijo que tendría tres días de descanso —informó. NamJoon le cubrió como pudo al mayor con la manta y le envolvió un poco el rostro con ella para evitar que con el frío externo fuera a resfriarse o sentirse peor.
—Sí, la encontré en el pasillo cuando volvía —concordó —Ya avisé a los mánagers. PD nim me llamó al rato diciéndome que no había problema, que necesitábamos bien a SeokJin. Tendremos un reorden en la agenda, algunas pocas cosas, pero al menos podremos cuidar bien de hyung.
—Yo puedo hacerlo, no se preocupen —se apresuró a decir Jimin. No estaba interesado en ninguna actividad grupal o individual que pudiera impedirle cuidar de SeokJin, si bien sabía que los otros podían hacerlo perfectamente, necesitaba evitar que lo vieran.
Vieran lo que él. Al omega moribundo de SeokJin.
—Lo hablaremos después —respondió NamJoon, casi receloso.
Jimin se limitó a asentir, sabiendo que iba a discutir con él por cuidar de Jin.
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