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Capítulo 16

Los Preston estaban algo decaídos, y solo Julie se mostraba más animada. Se hallaban en el Hilton Diagonal Mar, donde pasarían unos dos días antes de regresar a casa. Ya habían tomado las habitaciones, y lamentablemente para David, debía compartir la suya con Julie. Annabelle ya estaba mejor, pero se quedaría con sus padres en la suya.

Julie estaba emocionada, porque tal vez ahora tuviera oportunidad de reconquistar a David. Sin embargo, el chico estaba cansado, y apenas le hablaba, ya que su mente se hallaba en el Disney Magic. ¿Cómo era posible que Anne no hubiese querido volver a verlo? ¿Por qué ni siquiera se había despedido de Annabelle? Entendía su dolor, se percataba de que era una situación en extremo difícil para todos, pero su reacción todavía le hería.

Estos eran sus pensamientos cuando recibió la llamada de un número que no conocía. No dudó en tomarla y, para su sorpresa, se trataba de Wendy. No eran para nada buenas las noticias que la chica le estaba dando…

—Espera, ¿qué dices? —David no salía de su asombro.

Wendy le contó con lujo de detalles todo lo que sabía sobre Anne, y que ya la joven estaba en el aeropuerto. “La han tratado casi como a una criminal” —le contó la pelirroja llorando—. “Un oficial la acompañará todo el tiempo, ni siquiera tiene opción de salir del aeropuerto. ¡Todo esto es culpa de tu ex novia!”.

—Gracias por decirme enseguida, Wendy —le respondió—. Haré todo lo posible por ayudarla. Mantenme al tanto, por favor.

Cuando David colgó, una sonriente Julie salía del baño, sin saber la llamada que él había recibido.

—¿Cómo te atreviste a hacer algo así? —le espetó airado.

—¿Hacer qué? —la chica tembló y se hizo la desentendida.

—¡Han despedido a la doctora Taylor del barco por tu culpa! —gritó.

—Ah, querrás decir a tu amante —repuso Julie con tranquilidad, dejándose caer sobre la cama.

—¡No sabes lo que estás diciendo! ¿Cómo pudiste hacer esto a nuestras espaldas?

—¿A qué te refieres, David? —replicó molesta—. ¿A cruzarme de brazos mientras me engañabas con esa doctora en mis narices, mientras yo me quedaba de reposo en el barco? ¡Bien merecido se lo tiene!

—No te voy a negar que estaba involucrado con Anne —aceptó—, pero eso a ti no tiene por qué importarte. Cuando conocí a Anne ya estábamos separados y jamás te he engañado…

—¡Qué fácil lo dices, David! —exclamó—. Yo tengo que contentarme porque ya estábamos separados, mientras ella ocupa mi puesto a tu lado, y en tu familia…

—El puesto que Anne tiene en mi familia jamás podrá ser el tuyo —contestó con sequedad—. Ella es hija biológica de Alice, y en estos días hemos intentado que se integre a nuestra familia. ¡No tienes ni idea del daño que has hecho!

Julie se quedó estupefacta. Aquello, en efecto, no lo sabía.

—¿Hija de Alice?

—Sí, es una larga historia —respondió—. Ahora imagina el daño que sufrirá Alice cuando sepa que por tu culpa han despedido a Anne en circunstancias sumamente vergonzosas. ¡No tienes perdón!

—Discúlpame, David —se excusó—. Yo no tenía cómo saber que era hija de Alice. Sin embargo, eso no justifica que se involucrara contigo. ¡Yo solo quería darle una lección, no estaba buscando que la despidieran!

—Pues ya ves: la despidieron y ahora mismo te arreglas pues iremos a las oficinas del barco a hacer una queja por su despido y dirás que mentiste respecto a nuestra relación, pues ya estábamos separados cuando yo comencé a salir con Anne…

—¡Por supuesto que no haré eso! —Julie se negó rotundamente.

—Sí lo harás, y ahora mismo iré a buscar a Alice para que vaya con nosotros. ¡Todavía no puedo creer lo que hiciste!

Alice quedó asombrada y molesta por lo que había hecho Julie. ¡Había ido demasiado lejos! Sin embargo, frente a ella tuvo que moderar su disgusto, pues necesitaba que Julie fuera y retirara la queja.

David llamó a Wendy para decirle lo que harían, ella a su vez le explicó a Nick, quien intercedió en las oficinas de Recursos Humanos, diciendo que unos pasajeros querían hablar sobre el despido de Anne Taylor. Aquello no era para nada una circunstancia habitual, y se salía por completo de los cánones establecidos. Era la compañía quien decidía si contratar o despedir a alguien, siempre a través de empresas que eran intermediarias en la contratación de servicios médicos, como era el caso.

Sin embargo, el gerente de Derechos Humanos decidió recibirlos, y se encontró con ellos en una de las oficinas del puerto de Barcelona, para evitar que subieran de nuevo al barco. El Disney Magic se estaba preparando para volver a zarpar muy pronto.

La oficina era pequeña, pero ya los estaban esperando el gerente y Nick, quien le pidió acompañarlo. Aquella no era su área, pero como había servido de enlace entre los Preston y la oficina, se quedó allí.

—Buenas tardes —saludó el hombre mandándolos a pasar.

Julie se quejaba del ajetreo, pues aún no estaba del todo bien del pie y caminaba con dificultad.

—Me han dicho que quieren verme con motivo del despido de la señorita Taylor —comentó—. Les agradezco por su preocupación, pero quiero advertirles que la decisión de mantener o no a un empleado, es totalmente nuestra.

—Señor, —comenzó Alice—, las bases sobre las que se realizó el despido de la doctora Anne son totalmente injustas.

—Me disculpa, señora Preston, pero esta misma joven que la acompaña, se quejó de la conducta poco ética de la doctora, quien se involucró con su novio.

—Ex novio —apuntó David—. Estamos separados desde antes de tomar el crucero. Por motivos circunstanciales que no vienen al caso, Julie, aquí presente, decidió hacer el viaje en el Disney Magic pese a que ya no estábamos ni estaremos juntos.

—Es cierto que no estábamos juntos cuando se involucró con ella —reconoció Julie avergonzada.

—De cualquier manera —repuso el gerente—, no fue ético que mantuviera una relación con usted.

—La relación comenzó mucho antes de que supiéramos que Anne trabajaba en el Disney Magic. Tal vez no esté al tanto, pero Anne me salvó la vida en Roma, y en ese momento comenzamos una relación —admitió—. ¿Quería usted que pausáramos ese noviazgo solo porque ella trabajaba en el barco? Le aseguro que en el Disney Magic manteníamos la relación más profesional del mundo, pero una vez en tierra éramos libres de hacer lo que quisiéramos.

Julie estaba sorprendida, pues esa parte de la historia no la sabía. Ignoraba las circunstancias en las que Anne le había salvado la vida a David, pero lo cierto es que estaba quedando muy mal parada.

—¿Por qué la señorita Anne no me explicó esto? —preguntó el gerente.

—Porque usted no le dio oportunidad de explicarse y la acusó de haberse involucrado con un hombre comprometido, lo cual no era cierto —respondió David.

—Sin embargo, señores, la compañía tiene una política de confraternización que…

—No me interesa en lo más mínimo la política de la compañía —esta vez fue Alice quien habló con firmeza—. Anne no le dijo esto porque son cosas demasiado privadas, pero yo no tengo el menor reparo de ponerlo al corriente de lo que sucede. Anne es mi hija biológica —confesó—, además de la novia de David. Es por ese motivo que salíamos juntos cuando el barco llegaba a puerto. ¿A quién se le prohíbe ver a su novio o a su familia? Le aseguro que, si esta decisión no se revierte, haré una queja personalmente en las oficinas en California a mi regreso.

—Y será una bonita historia para publicar en los medios —amenazó David—, en caso de que esta situación no se solucione.

El gerente tragó en seco.

—Les prometo que valoraremos el caso y que tomaremos una decisión —dijo al fin, sin comprometerse.

—¡Pero Anne está en el aeropuerto! —exclamó David angustiado—. ¿Va a permitir que se marche de manera tan deshonrosa?

—Lo lamento mucho, sobre eso no puedo hacer nada pues el vuelo de la señorita Taylor ya partió.

Alice y David sintieron un profundo dolor al saber eso; él incluso pensaba en ir al aeropuerto a verla, pero había sido demasiado tarde.

—Les prometo, no obstante, que analizaremos esta situación. Lamentablemente no soy yo quien único decide, aunque es probable que, por todo lo que nos han dicho, volvamos a tener en cuenta a la doctora Taylor para un puesto en nuestra línea. Pueden estar tranquilos, la compañía no presentará ninguna queja ante la empresa que nos provee los servicios médicos y personalmente explicaré el error que se cometió. La situación no era tan grave para haber tomado medidas tan drásticas como esta —prosiguió—, pero la doctora apenas se defendió.

—Se sentía muy humillada —masculló Alice, molesta.

—La comprendo; lamentamos mucho la incomodidad que han tenido, pero les prometo que me haré cargo de solucionar este asunto. Gracias por venir hasta aquí.

Alice, David y Julie se despidieron del gerente. Los dos primeros estaban muy afectados por lo ocurrido, más aún porque sus esfuerzos no hubiesen sido del todo fructíferos. Anne se había marchado.

—Siento mucho lo sucedido —les dijo Nick fuera del edificio—. Wendy y yo estamos consternados con todo esto.

—Gracias por la ayuda —David le estrechó la mano—, a ti y a Wendy. Se han comportado como unos leales amigos.

Sin nada más que decirse, tomaron un taxi de regreso al hotel. David apenas podía mirar el rostro de Julie, así que decidió dirigirse al lobby del hotel para preguntar si quedaban habitaciones disponibles. La suerte estaba de su lado, al menos en ese aspecto, por lo que pudo mudarse de cuarto, si bien era en otro piso y estaba algo lejos de su familia. ¡Cualquier esfuerzo era válido para mantener la distancia respecto a su ex!

Anne llegó al Miami International Airport, y de ahí debió tomar un autobús hasta Orlando. La joven había llamado desde el aeropuerto a su madre para decirle que había llegado, pero no le dio detalles de lo sucedido.

Corine le dio un fuerte abrazo cuando llegó; ya imaginaba que las cosas no estaban bien, pero no hizo preguntas indiscretas hasta que entraron a la casa. Anne se notaba cansada, pues no había pegado un ojo en poco más de un día, desde que partió de Barcelona.

—¡Te eché mucho de menos, mamá! —exclamó Anne llorando, mientras la abrazaba.

—¡Y yo también a ti, corazón! Dime que sucedió —Corine le acarició la cabeza.

—Me despidieron… —confesó.

—¿Y eso por qué? —Corine estaba sorprendida.

—Ven, siéntate conmigo, por favor —le pidió la joven.

Madre e hija tomaron asiento en el sofá del salón.

—Me despidieron por relacionarme con la familia Preston, más de lo permitido. Con David, sentimentalmente y con el resto de ellos… Fue la ex novia de David quien me denunció.

—¡Qué mala mujer! —Corine estaba disgustada.

—Así es, pero hay algo más que no te he dicho, mamá… Es sobre ellos…

—¿Alice ya te contó? —le preguntó Corine con una sonrisa indulgente.

—¿Lo sabías? —Anne estaba atónita.

Corine asintió despacio.

—La reconocí en la foto que me enviaste, ¿recuerdas?

—Lo había olvidado…

—Alice no deja de ser la adolescente que conocí hace más de veinte años. Tiene la misma tristeza en su mirada que entonces, y tú te pareces mucho a ella…

—¡No digas eso, mamá!

—Es la verdad, cariño, pero, además, ¿por qué debería molestarme? Nada ni nadie cambiará el hecho de que yo soy tu madre y tú eres mi hija.

Anne se echó a llorar sobre su pecho.

—No te pongas así, Anne. Sé que no debe haber sido fácil para ti, pero tampoco es algo malo. Cuando conocí a Alice era tan joven y tenía tan pocos recursos… No es una mala mujer, y no puedes odiarle por lo que hizo. Al menos si no lo comprendes, por lo menos respétalo. Todos no tenemos por qué actuar igual.

—¿Y por qué no me lo dijiste cuando supiste que estaba cerca de ellos?

—Pues porque no sabía si Alice te lo diría, y en todo caso, era ella a quien correspondía decírtelo —le respondió.

—Alice no me lo dijo, yo lo descubrí por casualidad. Vi el álbum de fotos…

—Todos los años le enviaba fotografías tuyas —reconoció Corine—, era parte del acuerdo de la adopción abierta que hicimos. Luego la costumbre se mantuvo, y no me arrepiento de haberlo hecho. Tu amor jamás lo perdería, de eso estoy segura, y si para tu madre biológica albergas afecto o cariño, eso jamás podría hacerme sentir mal. No te estoy compartiendo ni compitiendo con Alice. Yo soy tu madre, pero ella te dio la vida, algo que yo no podía, y solo por eso y por haberte puesto en nuestras manos, le estaré eternamente agradecida.

—¡Ay, mamá! —Anne la abrazó con más fuerza—. Eres la mejor persona que conozco y te quiero mucho.

—Yo te quiero más. Ahora ve a tomar una ducha, que preparé la cena para ti.

Esa noche, antes de dormir, Anne miró con curiosidad la carta que reposaba en su mesa de noche. Aún no había reunido el valor para leerla, así que apagó la lamparita y se quedó dormida.

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