V e i n t i s é i s
Tener mi celular de regreso significó calma y confianza. Me sentí resguardada de alguna manera, inconscientemente subyugada a mi maldición. La odiaba por mi poder a elegir entre la relación de mamá o la mía, pero al mismo tiempo dependía de ella para sentirme segura. ¿Existe algo más contradictorio? Por supuesto que sí, Rust "Siniester" Wilson sería la definición hecha persona de la palabra.
Antes de que llegara el lunes, hice la prueba de fuego: comprobé si podía seguir usando mi celular para hacer mis viajes. Para bienaventuranza mía, pude viajar sin problemas hacia mi pasado y el de mis padres antes de tenerme. Dos viajes hacia el pasado sin cambiar nada, solo como un seguro para mi futuro. Ya sabes que un mínimo cambio puede tener desenlaces terribles, y siendo mi presente relativamente estable, no quería complicar las cosas. Decidí dejar todo como estaba.
El lunes por la mañana llegué a Sandberg visualizando a mis amigas en la puerta del colegio, como de costumbre. Rowin y María compartían chocolates, Aldana mirada a Sindy leer unos papeles. Por poco no se percatan de mi llegada a su lado, saludar dos veces para hacer mi flamante acto de presencia.
—¡Onneeeeeeeeeee! —Rowin me sujetó de los hombros y zarandeó, acercando su rostro peligrosamente al mío. Me vi sujeta a la atención puesto que María y Aldi ahora se fijaban mí— Cuéntanos cómo fue la cita con Claus.
A María se le había escapado lo del chantaje con Claus, pero en lugar de considerarlo una tragedia, Rowin y Sindy estaban muy entusiasmadas por eso, diciendo que estarían feliz de intercambiar lugares conmigo para salir con Gilbertson. Aldana y María empatizaban más con el laborioso trabajo que me resultaba salir con el chico, porque mi desánimo se mostró sin tapujos durante la semana anterior.
—No estuvo mal —murmuré entre dientes, negándome a creer en ello por mi abundante orgullo.
Rowin dejó escapar un chillido tras soltarme y entrelazar sus dedos, fantaseando con la cita probablemente. Hice una mueca y me vi obligada a continuar hablando tras un profundo silencio entre María y Aldana y los expectantes ojos de Rowin.
—Fuimos al Observatorio Griffith —añadí—. Hablamos. Un poco. Eso es todo.
—Por eso subió una foto en Instagram de la ciudad el otro día —comentó Rowin, haciendo uno de su mano izquierda en el mentón para darse un semblante meditativo.
Nunca pude comprender cómo Rowin podía pertenecer al selecto grupo de seguidores de Claus. Asimilaba con aspereza esa noticia e inevitablemente me preguntaba qué opinaría Rowin de él si supiera que el pasatiempo atroz de ese ser deplorable consistía en engañar en base a su apariencia de chico genial.
—¿No pasó nada más? —murmuró Aldana, dubitativa. Sabía que tras esa pregunta existía algo más oculto, solo por el hecho de que conocía cómo reaccioné el día en que decidimos celebrar la victoriosa elección que tuvo Sindy.
Respondí con la misma expresión que mi amiga.
—Sorpresivamente se portó bien; no hubo chantajes (excepto el que llevó a la cita), no existieron los acercamientos indeseados, no habló desde su ego. Claus se comportó diferente.
La duda expelía de mis palabras, insegura y tratando de comprender más allá.
Sindy —que hasta el momento no se unió al encuentro pues estaba muy concentrada con el discurso sobre el aniversario de Sandberg— se acercó a nosotras con las hojas en su mano y una lapicera roja señalando un párrafo rayado del color.
—¿Deberíamos añadir el tema de los alumnos becados? —preguntó sin mirarnos; sus ojos marrones apresaban las hojas— ¿Sí? ¿No? ¿Qué proponen?
Verla tan seria y concentrada en su trabajo la hizo ver como una extraña ante mis ojos. Por poco olvidaba a la Sindy Morris esmerada en que todo resultara perfecto para el Consejo Estudiantil. Se preocupaba demasiado en expresar con elegancia y puntualidad lo que la tendría que decir ese lunes en el auditorio de Sandberg.
—Puede traer problemas para los becados —sostuvo Aldana, volviéndose hacia la rizada Morris—. No sé, yo digo que puede generar recelo.
—Le diré a la delegada que no quite...
Previo a continuar hablando, el arrebato inoportuno de las hojas la dejó sosteniendo aire. Rowin empezó a reírse por su osada acción, meneando el discurso impreso lejos del alcance de su prima.
—¡Dámelo! —chillaba Sindy, persiguiendo a Rowin— ¡Los llenaras de chocolate!
—Solo quiero leer —justificaba ella, esquivando todos los manotazos de su prima por agarrar las hojas—. Déjame ver un rato.
Finalmente, un chasquido de las hojas golpeando a Rust detuvo el truculento juego de Rowin, provocando que ella le entregara las hojas a su prima y corriera a ocultarse detrás de nosotras. Rust, por su parte, nos hizo una morisqueta que dejaría temblando hasta al mismísimo director y se adentró al colegio.
—¡Diooos..., creí que iba a golpearme! ¡Torturarme, matarme y echarme a las bestias que posiblemente tiene de mascotas! —hablaba atropelladamente, abanicando su rostro.
—Me habría encantado ver eso —afirmó Sindy, más despeinada que antes.
Mientras Rowin se disculpaba en un coro de lo siento hacia su prima, leí la parte del discurso marcada.
«Este año decidimos no usar dinero de los apoderados para la fiesta de fin de año ya que salimos al mundo emprendedor y necesitamos conocer el valor de ganar las cosas por nuestros propios medios, siendo este aniversario algo diferente, formar una unidad para afianzar lo que sería el compañerismo, por otro lado, el número de estudiantes becados ha aumentado este año dándole la bienvenida a personas que por su esfuerzo han podido entrar gracias a altas calificaciones, sin embargo, la situación familiar puede llegar a ser muy diferente...»
Sí, un discurso clasista traería muchos problemas. No obstante, aun sin la parte de los becados, Sandberg fue una llamarada de furia donde los chicos ricos se quejaban de tener que trabajar. Sobre el Consejo Estudiantil estaban las cuerdas que eran movidas por el director del colegio, quien le pidió encarecidamente a Sindy que no dijese que el colegio estaba quedándose sin el apoyo de los padres; por lo que Morris y sus ayudantes tuvieron que disfrazar todo el discurso llegando a ellos una avalancha de críticas, improperios y quejas.
El auditorio de Sandberg estuvo lleno de malas palabras, incluyendo una de Sindy frente al micrófono cuando de los nervios los papeles se le cayeron al suelo. Las únicas que no reímos fuimos sus amigas y algunos chicos distraídos en sus celulares.
La semana empezaba desastrosa para ella y así se mantuvo hasta el miércoles, cuando después del último recreo, justo cuando todos nos manteníamos ansiosos por almorzar, todos los de último año tuvimos reunimos en la sala del auditorio para organizar lo que haríamos para el aniversario.
Entrábamos de las últimas en busca de un sitio para sentarnos, casi todos los estudiantes ya estaban acomodados mirando hacia la tarima, entonces la voz imponente del segundo chico más arrogante de Sandberg (después de Claus, claro) me detuvo en seco solo con la mención de mi apellido. Todos, incluyendo a acomodados de la primera fila, voltearon a la entrada del auditorio para enlazar con sus ojos la figura intimidante de Rust.
El silencio se hizo real por una fracción extensa de segundos antes de que los pasos de Rust martillaran la madera antigua de la sala. Caminaba hacia mí, con una determinación incuestionable.
—¿Pasa algo?
—Hablemos —sugirió a una distancia prudente.
Como su expresión retrataba con detalle que necesitaba tratar conmigo algo serio, no pude decirle que no, menos viéndolo en un estado tan deplorable (físicamente hablando, ya que seguía con las de la pelea). Tenía a un publico expectante por saber qué cosas turbias necesitaba arreglar Siniester con la nueva. La inquietud me abrazó con un resquemor en la nuca, que me hizo decirle en silencio a mis amigas que no tenían que preocuparse. Luego, cuando Rust no halló la mejor forma de hablar que en un sitio apartado del auditorio ordenando que lo siguiera con un movimiento de dedos, las voces se alzaron en especulaciones y rumores. Lo típico.
Seguí a Rust hasta las sillas del fondo, donde la tenue luz del auditorio apenas iluminaba y el frío se intensificaba, lo que me hizo soltar un jadeo al sentarme. Sin mucha delicadeza, el sucesor de Legión se sentó a mi lado. Su penetrante mirada se acopló con la mía, retorciéndose en una batalla campal por descifrar lo que el otro pensaba.
Finalmente, tras unos segundos en que Sindy y su grupo del consejo subía al escenario, Rust se permitió romper la tensión.
—¿Saliste con Santa? ¿Él? ¿Entre tantos y tantas?
No pude creer que haya hecho tanto para preguntar algo tan absurdo. Ni siquiera tuve un instante para preguntarme cómo llegó a enterarse, simplemente me quedé procesando sus preguntas y comportamiento. Hice un gesto tentada a unirme al lado de la risa, pero decidí aventajarme de su posición. En primer lugar, no tenía que darle explicaciones; y en segundo, no existía nada de malo en evidenciar sus estrafalarios celos.
—¿Tienes problemas con eso?
Me crucé de brazos en señal de inconformismo y negación bien aprendidos de las actuaciones de mamá.
—Creí que no salías con él —murmuró con injuria.
—No respondiste a mi pregunta.
—No te conviene —afirmó con tanta franqueza que quise volver a reírme, no sé si porque evitó mi pregunta otra vez o porque él me daba una charla sobre mi conveniencia.
—Yo decidiré qué me conviene y qué no —solté con tanta sinceridad y apatía que pareció lastimarlo. Su orgullo decaía en una rueda lenta hacia la decepción que evidenció en su expresión.
—Hay chicos mejores —aseguró—. Gilbertson es un hijo de puta, lo sabes...
—Genial —interrumpí, dándole unas palmadas en su hombro—, gracias por el dato. Tú ocúpate en lo tuyo y Shanelle.
—Estoy ayudándote. —Me detuvo del brazo antes de que pudiese levantarme—. Poco me importa con quién gastas tu tiempo, pero creo que sabes que Claus no es para ti.
—Ya te dije que yo sé quién me conviene y quién no —insistí—. Y la cita con Claus no estuvo mal, es chico es bastante interesante.
—Es un manipulador.
No había que mencionar las "cualidades" de Claus Gilbertson, las cuales sobresalen bastante. Conocía al chico más de lo deseado: sus apodos, sus ideales, sus retorcidos pasatiempos...
—Y tú eres impulsivo —alegué, tuve que elevar la voz porque los demás estudiantes se quejaban de las propuestas que la delegada del Consejo Estudiantil les decía—. ¿Sabes? Yo sé que me buscas solo por conveniencia, no soy una idiota. No, miento, sí soy una idiota. Lo soy por permitirlo. Tú y Claus son iguales en el fondo: manipuladores.
—No me saques al baile.
—No te estoy sacando al baile —respondí con severidad—, tú te metiste solo, con tu personificación dominante y luego trayéndome aquí como consejero amoroso.
—Me estoy preocupando por ti. Lo entiendes, ¿verdad?
Mi yo interno gritaba porque los animales del zoológico estomacal se escaparon de sus jaulas. Tenía muchos animales provocando que mi estómago cosquillara de formas terribles y adictivas.
—Tómalo como los consejos de un amigo, Cerilla —agregó, dándome ahora él dos palmadas en el brazo.
—Ya te agradecí por tus... sabios consejos. —Parece que mi comentario le supo a bilis, porque evocó una mueca entre asqueada y dolida—. Ahora, ¿puedes decirme qué harás con todos ellos? —Recorrí con mis ojos el auditorio para enseñarle a nuestros compañeros, todo el último año de Sandberg reunidos en una sala—. Tu abaratadora forma de actuar los hace sospechar. El otro día, cuando me raptaste en el bus, no paraban de mirarme, no resultó grato, tuve que mentirles a mis amigas sobre nuestra rara relación. Dime, ¿qué les diré a ellas? ¿Que me aconsejabas? ¿Que ocultas tus celos? ¿Qué, Rust, qué les diré a los demás si es que preguntan?
—¿Ellos?Puedo ocuparme en callar unas cuantas bocas, si eso es lo que te preocupa —amenazó con una chispa de malicia en sus ojos—. Seguro piensan que hablamos de trabajo. Tranquila, no se meterán contigo a menos que piensen que te estoy intimidando y quieren estar bien conmigo.
Och...
—No quiero que llegues otra vez creyéndote el amo del mundo y me llames en ese tono.
—¿¡Cuál tono!? —Rust tuvo que elevar la voz esta vez, parece que por fin los chicos se ponían de acuerdo.
—El que usas cuando estás en modo Siniester —increpé tras el bullicio de la sala, acercándome un poco para que pudiese oírme.
—¿Algo más que exijas?
—Sí, hay más. Dile a tu hermana que no tome mis cosas.
Rust no lo sabía, por supuesto. La sorpresa hizo cobrar vida a sus cejas pobladas, elevándolas y arrugando su frente.
—Oh, aún no sabes. Claus dijo que ella tuvo mi celular todo el tiempo, así que ella envió la foto a Shanelle.
Meditó lo que pareció una eternidad.
—Hablaré con ella.
La verdad, no sabía qué estamos acordando específicamente.
De pronto, extendió su mano en un gesto rígido que la mantuvo así durante mi incursión a la duda. Volví a mirarlo.
—Para que los demás no sospechen, estrechemos la mano como si lacráramos un contrato —dijo, lo que figuró en mi cabeza como una maquinación excepcional, así que respondí al agarre y constreñí su mano—. Ahora sonríe —murmuró, e imité su intento de sonrisa.
Fue entonces en que su truco barato cobró sentido: Rust no quería aparentar frente a los chicos, sino que deseaba arrastrarme a la actividad escolar para en aniversario junto a él, en la que nos tendríamos que vestir con la ropa tradicional de un país y hacer el ridículo de manera magistral.
—¡Nosotros nos ocuparemos de Corea del sur! —gritó el legionario, levantando su mano al aire, y por consiguiente la mía también. Mi sonrisa se quebró en segundos, deseosa de ocultarme tras notar que volvíamos a acaparar la atención.
—B-bien —balbuceó la delegada del Consejo Estudiantil—. Ya tenemos a los participantes de Corea...
Omití escuchar más para abrirle paso a la aglomeración de reprimendas hacia Rust.
No sé qué me impresionó más: que Rust se ofreciera para una actividad escolar o el que prestara atención a nuestra charla y la organización del aniversario al mismo tiempo.
❤ ❤❤
Aquí les traigo el capítulo del miércoles 7u7 Más vale tarde que nunca, y dicho esto, seguro encontrarán horrores de ortografía ya que son las 7 de la mañana y no he dormido nada pensando en tu beieza loco voy a parar ♫
Okey ya.
Por cierto: publiqué el primer capítulo de Un diario perdido, esto como especial de San Valentín, la historia se publicará frecuentemente cuando ésta termine (aun falta, tranquis). Lo otro es que pasé al borrador Jugando con tus reglas, tengo planes con ella.
Un agradecimiento a las personitas del gashinero por sus ideas *-* Y sí, Trixx, a ti también beia 7u7 Y a mi esposa 7u7r Comenten maldetas >:v Sin comentarios no hay dedicatoria.
Los jamoneos *-*
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