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C u a r e n t a y s i e t e

-_- bueno, publiqué el cap. por error, así que si ven algo raro, es por eso sdfghjhg


Las familias ideales no existen. En la televisión y revistas de farándula se encargan de promocionar familias idílicas que posan frente a una cámara esbozando sonrisas en la sala de estar. Se esfuerzan en aparentar para que los crédulos compren sus penosos libros con consejos sobre cómo sobrellevar alguna crisis familiar o sus desgarradoras pero muy inspiradoras historias de supervivencia, como si formar una familia fuese como un juego del que solo necesitas hacer un tutorial para que sea perfecta. Pero no. Nada ni nadie puede ayudarte o decirte cómo ser la madre perfecta, el esposo ideal o el hijo pródigo. Ni siquiera el más experimentado consejero.

Mi familia no era ideal, mucho menos la mejor. Mis padres a veces se enojaban por días. Incluso, unos años antes de casarse, se enojaron por más de un año. Yo no sabía de esto hasta que me percaté de que no había ninguna fotografía de mamá en casa, así que alimentando mi espíritu curioso le pregunté a papá los motivos.

—Tu madre y yo nos enojamos por una tontería y terminamos —me explicó—. Estuvimos un año y algunos meses separados, haciendo nuestras vidas aparte. Yo terminé mi carrera y me metí trabajar; ella participó activamente en algunas obras teatrales.

—¿O sea que tuvieron familias con otras personas? —Mi Yionne no lo entendía del todo.

Recuerdo que hizo un movimiento con su cabeza. Sus ojos miraron hacia arriba, como a un punto invisible del cielo.

—Quizás tuve algunos romances pasajeros por ahí...

—¿Y ella?

Su respuesta fue extraña, no la entendí de niña. No, más bien, no me percaté de lo que intentó hacer. Cambió el tópico de la charla, preguntó una cosa sin sentido y luego me evitó. Pensé que era una acto natural, jamás creí que actuaba extraño, pero ahora de grande y que tengo mejor conciencia, pues lo entendí.

Hasta dentro de unos días, inclusive después de la muerte de papá, yo no sabía que viví en una familia feliz. Si bien hasta ese momento mi familia no podría describirse como una ideal o de catálogo, pues solo éramos dos personas, lo que queda de ella ahora solo es una sombra triste de lo que fue y pudo hacer.

Lo que pudo ser quedó ejemplificado el segundo día del aniversario.

El autobús del colegio pasó a recogerme más temprano de lo habitual dado a que las lluvias tenían un desastre en la ciudad y el tránsito se congestionaba más que mi nariz para un resfriado.

Era miércoles, un día que suponía ser tranquilo a primeras vistas, ya no estaba el caos del día anterior, ya la mayoría sabía cómo actuar ante las situaciones de catástrofes y el pese de tener que encerrarme en el baño con dos chicas acosadoras había quedado para la historia, con la declaración de ambas en la oficina del director. Me dirigía al campus de arte para regresar un par de cosas que pedimos prestadas, nada importante, solo una caja que me mantuvo con las manos ocupadas durante minutos. Cruzaba el secundario hacia un largo pasillo cuando me encontré con una especie de espectro de larga melena rubia.

Era Tracy.

Encontrarme con la hermana de Rust no era la gran cosa, sino algo cotidiano. Lo extraño esta vez fue que estaba sola. Se encontraba sentada en el suelo, apoyada en una pared, con la espalda curva, su largo cabello cayendo por sus hombros y el semblante sombrío. Al acercarme logré percibir sus sollozos, los cual trató de contener en vano al escucharme. Aquel semblante altanero que todos los días de semana me tocó ver, se había perdido.

Detenerme o pasar de largo.

Mis pensamientos formaron un debate corto que obtuvo como vencedora la primera opción. Tracy podía ser una niña caprichosa a la que no le gustaba relacionarse con los becados, pero me relacionaba con personas peores, ¿verdad?

Avancé con cautela y, a una distancia prudente, carraspeé para llamar su atención. Con rapidez, secó sus lágrimas y se limpió la nariz con un deprimente trozo de papel higiénico.

—¿Te encuentras bien?

Volteó para ocultar su rostro de mí.

—Sí, lárgate.

—¿Puedes dejar de ser una maldita por un segundo?

—No necesito que finjas compasión ahora solo porque tienes algo con mi hermano.

—Ni yo que me lo recalques. Y no, no estoy fingiendo, de verdad intento ser amable. ¿Puedes serlo tú conmigo?

Se lamió los labios y volvió a limpiar su nariz. Tras un largo y pesado suspiro, colocó un mechón de cabello detrás de su oreja y giró su cabeza hacia mí. No me miró, demasiado orgullosa para hacerlo. parecía que estaba dispuesta a contarme qué sucedía. Con su perfil elevado y los hombros rectos, se puso de pie, acomodó la ropa y me sonrió con cinismo.

—Buen intento —articuló.

Tomando lo que quedaba de su orgullo. Caminó con garbo junto a mí como si nada hubiera pasado.

Bufé viéndola alejarse. Ella y Rust tenían muchas cosas en común, el orgullo era una de ellas y contra eso mucho no podía hacer.

La razón por la que la inquebrantable y siempre digna Tracy lloraba en ausencia de su mejor amiga, la supe cuando regresé a la sala de clases.

Como el día anterior, nuestra sala era bastante concurrida. El aroma a café parecía atraer a más de algún interesado en resguardarse del frío y la lluvia. Se sentaban en las mesas para degustar de un rico café caliente o simplemente charlar. Gracias a esto el ambiente era bastante relajado, aunque los murmullos se alzaban con importancia por sobre la lluvia golpeando las ventanas.

Yo me hablaba con una pareja de chicas sobre México; nos habían obligado a cantar, pero como de cantante tengo cero talento, terminé haciendo una especie de escena cómica que logró animar a mi compañero. ¡Sí!, por fin Leon había dejado de verme con ganas de darme un empujón. Las risas de él y las dos chicas activaron una charla fluida que empezó por el país y se alargó a temas triviales como el clima.

Fue entonces que ella apareció. Parecía un ángel. Su cabello rubio, ondeado y largo le daba un aspecto celestial que la envolvía. Su atractivo siempre me fue cosa de envidia, los rasgos y la sonrisa fácil que poseía provocaba ese raro e inconsciente movimiento que te obliga a voltear. De primera vista su porte podría ajustarse al de una modelo de talla mundial; de segunda, a una chica sencilla con la que te gustaría pasar el resto de tu vida cerca. Vestía un abrigo rojo con una boina francesa del mismo color, lo cual resaltaba en su piel pálida. Sus ojos azules destellaban una chista vibrante que enternecía su rostro de joven-adulta. Los labios pintados de un rosado pálido le sentaban de maravilla. Sharick, sin lugar a dudas, era un chica estupenda con la cual en las otras líneas llegué a congeniar bastante bien.

—Vamos, Jax... —gritó hacia el pasillo justo antes de entrar a nuestra sala—. Apura ese paso.

Yo me quedé estática durante tanto tiempo que Leon tuvo que preguntarme si me encontraba bien.

—S-sí, estoy bien.

No lo estaba, en realidad no esperaba que Sharick viniera con el padre de Rust. Una comezón interna me invadió. Estaba algo nerviosa y no tenía la menor idea de los motivos. Me cuestioné sobre lo que había sucedido con Rust, la confesión que me dijo sobre amar a mamá y luego me pregunté si me reconocería.

—¿De verdad estás bien? —insistió Leon, mirándome por encima de su hombro.

Oh cielos, sin darme cuenta me estaba ocultando detrás de él.

Me acomodé en mi lugar pero con una intención diferente a la de mis compañeros. Agudicé mi audición. Sharick se había resignado y ella misma fue a apresurar a su padre.

—No me digas que los años ya te están afectando —le escuché decir en tono socarrón cuando entraron juntos.

—Sigo siendo una máquina —se defendió él.

—Se nota... ¿Estará Rust por aquí?

Retrocedí un paso para ocultarme en Leon, pero fue en vano. Tener el cabello rojo natural claramente no me favoreció, en cuanto ambos comenzaron una rápida búsqueda del chico Wilson, el azules ojos del padre de Rust dieron conmigo. Saludé formando una sonrisa y él me saludó con un ademán. Fui una privilegiada —o algo así— pues todos tenían los ojos puestos en él y... pues yo lo conocía.

Sí, gente, conozco al famosísimo Jax Wilson.

Lo de presumir no era muy yo. De hecho, cuando el mismo padre de Rust después de saludarme me llamó agitando su mano, creí que moriría de vergüenza. Desde el otro lado de la sala pude ver a mis amigas chillar de la emoción.

—Hola —me volvió a saludar. Su voz de adulto raspó su garganta con aspereza, como si tuviera un resfriado. Miré a Sharick—. Ella es la media hermana de Rust, Sharick.

Eso ya lo sabía. No corrí con tan cordial presentación en mi primera vez, pues supe de Sharick por los insultos que Rust le lanzaba en su modo odio-a-mi-media-hermana-porque-papá-la-quiere-más.

—Soy Yionne.

—Ella es la hija de Murph —añadió por mí su padre.

—Noooo, ¿¡en serio!? —en un gesto de sorpresa, se cubrió la boca—. ¡Con razón el parecido! ¿Y cómo está ella?

—Ah, super... —Supuse que decirle que en cualquier momento me visitaría sería arruinar su sorpresa. Para salir rápido de mi situación, decidí ir al grano—: ¿Están buscando a Rust?

Ambos respondieron al unísono que sí. La coordinación padre-hija de ellos me recordó a la que papá y yo teníamos. Su relación rezumaba naturalidad y confianza junto a una complicidad que envidié.

—No ha venido. Es el aniversario, no pasan clases, seguro está viendo series en casa de algún amigo.

—Vaya... Y yo que esperaba verlo de traje y arregladito —abucheó Sharick y formó un puchero.

—Quizás llegue más tarde. —No podía desanimarlos—. Pueden esperarlo si quieren, y de paso se toman un café.

Aceptaron y se dirigieron hacia la mesa de Italia. Yo volví con Leon sintiendo que una bola de masa crecía en mi pecho y luego bajaba a mi estómago. Miré hacia la mesa de Corea del Sur para preguntarle a Sharick información sobre Rust, pero ella no estaba, solo un grupo de amigos que había aprovechado el momento para pasarla bien.

La había visto en la mañana. Ella estaba más callada de lo habitual pero ninguna de las chicas decidimos presionarla, no con lo del día anterior. Decidimos darle su espacio, pero... ¿marcharse? No le tomé mucha importancia.

Mejor dicho, no pude.

Si de cabelleras que llaman la atención se habla, la de mamá no puede faltar. Su estrafalaria forma de vestir y su cabello voluminoso y rizado me ayudaron para dar con ella en un recorrido rápido que hice por la sala. Se asomó con el marco de la puerta de una forma cómica y me saludó con entusiasmo al verme.

No me tomó demasiado tiempo en recibirla con una abrazo en la entrada.

—Mi Onne, estás más linda que ayer —dijo.

Lucía muy animada y más amorosa, tuve que aprovechar el momento.

—¿Onne? —pregunté— ­¿Ya no estás molesta conmigo, mami?

Se separó de mí y golpeó mi nariz.

—No te regresaré el celular. Ven... quiero verte junto a tu compañero.

Ay no...

—Mamá, no vayas a tomarme una fotografía... por favor...

—Entonces me sentaré en tu mesa y pediré una foto. ¿Te parece mejor así? O, y a tus amigas también.

Mientras avanzábamos tomadas de la mano, mis amigas no pusieron reparos en saludar a mamá.

—¡Señora Onne, holaaaa!

No sé de dónde Rowin sacó tan horrible forma de llamarla, pero a su prima y María les gustó y también la llamaron así. Mamá se tomó la libertad de pasar a saludarlas también y, cómo no, fotografiarlas como si fuese una profesional. Bueno, algo de papá tenía que contagiarse. Al final, cuando llegó a mi mesa, le sacó conversa a Leon con una facilidad envidiable. Se sentó en nuestra mesa y obtuvo una fotografía tal y como lo había deseado. Me pregunté si se había percatado de que solo a unas cuántas mesas el padre de Rust y Sharick tomaban café. Mamá era —y es— buena actuando después de todo.

Fue Sharick quien se acercó para saludarla.

—¿Me recuerdas? —le preguntó con una sonrisita.

Mamá la miró y sus ojos brillaron más que la misma luna. Se levantó de su asiento con rapidez, asombrada.

—Por supuesto que te recuerdo —respondió. Pasó un segundo en que la eternidad se hizo presente solo para que ambas se miraran una vez más y recordaran las vivencias que antes tuvieron, entonces la rompieron en un abrazo—. ¡Estás tan grande...! —Mamá la admiraba con orgullo, como si hablara con su propia hija— Onne, a ella yo la conocí cuando era así, pequeñita e inocente.

Aunque eso ya lo sabía, me hice la sorprendida.

—¿En serio?

—Sí, tenía unos... —Sharick pretendió contar mentalmente— ¿cuatro años?

—¿Eso fue hace veinte años?, ¡vaya!

—Ven a nuestra mesa —le pidió Sharick con voz de niña pequeña—. Quiero contarte muuuuchas cosas. —Señaló la mesa de Italia y mamá siguió su dedo hasta dar con el padre de Rust—. Jax nos espera. Como en los viejos tiempos, ¿sí?

Hubo una pausa. Mamá no sabía qué decidir. Me miró, miró a Sharick y luego volvió a mí. Yo le hice un gesto con las cejas animándola a ir. Era lo que ella quería, con lo animada que estaba al ver a Sharick.

Antes de marcharse susurró: «No te librarás de mí, jovencita». Le respondí sacándole la lengua.

Vi a mamá sentarse y sonreírle al padre de Rust. El encuentro al comienzo parecía ser incómodo y algo callado, pero Sharick se encargó de hacer el ambiente más ligero. No podía oírles, la distancia no me lo permitía, pero me habría gustado ser partícipe de su charla. Reían, expresaban sus emociones, se veían como si se conocieran de toda la vida. Mamá hablaba con ambos con naturalidad, como si jamás se hubiera separado de ellos. Había confianza y el cariño se notaba.

Ellos juntos eran la muestra de lo que pudo ser: una familia feliz.



Hmmm... las cosas están demasiado relajadas, ¿no?

Les dejé un spoiler indirecto 7u7 Aersh si se percatan de él.

Por cieeeerto, hay varias cuentas de Instagram con los personajes de DALL, si alguno de los adm lee esto, que ponga el enlace de la cuenta para que los sigan :3 


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