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Capítulo 10

Cuatro meses después

Han pasado cuatro meses desde que inició todo el caos, cuatro meses desde que la cuarentena inició y desde que muchas personas perdieron seres queridos. El gobierno dice tener la infección controlada, pero en casa mi madre piensa lo contrario, los militares suelen dejar bolsas de comida cada dos semanas y medias, pero no son las suficientes, al segundo mes la comida fue menos, al tercer mes algunas cosas venían dañadas y para la fecha no hemos recibido más. Intentamos hacer que rinde, pero no sé si es debido al estrés que deseamos comer más. Desde que llegamos a casa no he podido dormir bien, siempre sueño con Heize acusándome de su muerte y acusándome por haber dejado solo a YoonGi, es más lo que intento mantenerme despierta que dormida.

Desde que llegamos estamos encerrados en casa sin poder salir.

La luz comenzó a fallar desde el mes pasado, el invierno está entrando y sé que será uno muy crudo. En las noticias hay personas que intentan entrar a las tiendas porque no pueden esperar por el gobierno, otros exigen respuesta del mismo ya que todos deberíamos estar en un refugio, al menos los que sí estamos sanos.

Otro día más ha comenzado, mientras cepillo mis dientes me miro al espejo del baño, hay unas ojeras debajo de mis ojos oscuros, mi cabello castaño se ha vuelto más opaco, suelo mantenerlo recogido en una coleta floja, mi cansancio se acumula cada vez más, cada día se está volviendo monótono, estoy odiando mi rutina y sigo odiándome a mí misma. Cuando salgo del baño hacia mi habitación consigo a YoonGi restregando sus ojos.

— Buenos días—me acerco a mi cama sentándome en ella.

— Buenos días—dice con voz más ronca de lo normal—¿Qué hora es?

— Nueve de la mañana—respondo al ver el reloj—¿Dormiste bien?

Sé que YoonGi cuando cae dormido es difícil que se despierta, por la noche al despertar de un mal sueño suelo verlo dormir hasta que el sueño vuelve a atraparme.

— Debería preguntarte eso—lo miro—¿Cuándo fue la última vez que dormiste bien? —guardo silencio y él pasa su mano por su cabello—Sé que no puedes dormir bien desde que llegamos.

— ¿Cómo lo sabes?

— Porque a veces te escucho llorando incluso cuando crees que estoy dormido—se levanta de la colchoneta acomodando su camisa—¿También la ves en sueños?

— En los míos siempre me acusa por no ayudarla y dejarte solo.

El chico dobla la manta que usa por las noches, mientras lo hace habla.

— En los míos dice una y otra vez lo que dijo ese día en la carretera—hace una pausa—Pase lo que pase, YoonGi, llévala a casa—siento un nudo en mi garganta porque si la imagino diciendo eso—También me siento culpable, GaRin, iba a casarme con ella.

— Me hubiera gustado ver su boda—sonrío tristemente—Heize hubiera sido la novia perfecta—noto su sonrisa. Deja la almohada y la manta en mi cama para luego levantar la colchoneta apoyándola de la pared, desde que llegamos mantenemos todas las ventanas y puertas cerradas, al igual que las cortinas.

— No lo pongo en duda.

...

— ¿Crees que quizás el cable se ha dañado? —pregunto a papá mientras él revisa el televisor, ningún canal quiere verse, ni siquiera hay señal, los teléfonos tampoco sirven, todo se ha caído.

— ¿Tienen alguna radio? —YoonGi mira a madre.

— Revisaré en el sótano, creo haber visto una.

— Voy contigo.

— No, quédate aquí, abajo hay mucho polvo y eso afectará tu asma.

YoonGi acompaña a mi madre, mi padre termina de darse por vencido cuando la luz se va. En la cocina consigo algunas velas, afuera hace algo de frío como los días anteriores, pero incluso estando dentro de la casa se siente un poco de frío. Reparto algunas velas en la sala donde mayormente estamos, YoonGi enciende la radio buscando la señal perfecta, no se escucha con claridad, pero se distingue algo.

— ¡Ahí! —mi madre lo detiene.

— Para todos los que no han escuchado se repite la siguiente información: El gobierno ha indicado que los jóvenes desde los veintiuno hasta los treinta años serán llevados a Daegu donde han construido un refugio dedicado a ellos.

— ¿Qué? —me siento en el suelo apoyando mis manos de la mesa de café. Mis padres están de pie mientras YoonGi se encuentra en el sofá.

— No importa si eres hombre o mujer, los militares estarán pasando casa por casa para llevarlos al refugio, el resto debe esperar en sus hogares, pronto habrá nuevas instrucciones.

Eso significa que debo separarme de mis padres.

— YoonGi, ¿Cuántos años tienes? —pregunta papá.

— Veintisiete, señor.

— ¿Podemos hablar un momento?

Los veo salir de la sala y mi madre se acerca. Sé lo que me dirá, apoyo mis manos en las suyas manteniéndome en el suelo.

— No iré.

— GaRin.

— No voy a dejarlos, mamá, están diciendo que iremos a Daegu, está lejos de Seúl, nunca he salido de la ciudad.

— Escúchame—aprieta mis manos—Tu padre y yo estaremos aquí, no nos moveremos, ¿Entiendes?

— No voy a estar tranquila, ustedes también están en peligro, ¿Por qué no podemos ir juntos? —mis ojos comienzan a picar. No quiero alejarme de ellos otra vez, la última vez terminó mal.

Ella me abraza acariciando mi espalda, intenta calmarme, pero no lo logra, no quiero irme.

— No quiero ir a ese refugio—digo.

— Yo si quiero que vayas, no estarás sola, YoonGi irá contigo.

— Mamá.

— GaRin—toma mi rostro—Estaremos lejos por un tiempo, ¿De acuerdo? —mira mis ojos con una pequeña sonrisa. Ella también tiene miedo, puedo verlo—Primero necesitan a los jóvenes como ustedes, luego vendrán por las personas como nosotros, ¿Sí?

— ¿Cómo estás tan segura?

— Porque es evidente que los jóvenes suelen contagiarse más rápido, ¿Has visto esas noticias? Son los jóvenes que intentan saquear las tiendas, quieren controlar a la población joven—me abraza—YoonGi y tú estarán mejor en ese refugio, cielo.

Mi vista va hacia la cocina, ¿De qué estarán hablando mi padre y él?

...

En la radio no especificaron cuando pueden venir a buscarnos, sólo dijeron que estuvieran alerta, todo aquel que se negara a ir sería sedado y llevado de igual manera. Sigo sin entender porque las personas mayores como mis padres no son priorizadas, una vez más debo guardar mi ropa en bolsos o maletas. YoonGi ha conseguido algunas prendas de mi padre que no suele usar mucho, le quedan un tanto anchas, pero le gusta ese estilo suelto.

— No quiero ir—miro al pelinegro que se detiene ante mis palabras—Viene el invierno, no quiero dejar a mis padres en el frío, ni siquiera hay luz y la comida...no sé si sobrevivan.

— Van a sobrevivir—se sienta a mi lado—Tu padre me dijo que con la comida que queda es suficiente para algunas semanas.

— ¿Y qué pasará luego de esas semanas?

— El gobierno traerá comida o quizás vendrán a buscarlos.

— YoonGi, tengo miedo.

Suspira tomando mi mano, asiente entendiéndome a la perfección, pero él controla más sus emociones.

— Yo también, pero incluso si nos negamos a ir terminarán llevándonos—da un suave apretón a mi mano—Estaré contigo, ¿De acuerdo? Todavía no llego a los treinta.

Y agradezco eso porque no sería capaz de ir sola, sé que no es muy demostrativo, aun así, lo abrazo con fuerza, YoonGi me corresponde intentando calmarme, quiero a este chico como si fuera mi hermano.

El hermano mayor que nunca pude tener.

Vamos bien :)

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