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nueve

Lisa's pov:

—Hoy si traje condones. —murmuré en el oído de Taeyeon.

La castaña sonrió y me acarició la mejilla.

—Entonces... ¿El almuerzo? —preguntó y asentí.— Bien, nos vemos. —sonrío besando mi mejilla.

La vi alejarse. Es linda, físicamente y también... Me gusta lo dulce que es con los niños.

Ahora que lo pienso... ¿Por qué uso condones si dijo que es estéril? Es decir, claro... Las enfermedades, pero... Yo no me acuesto con nadie más y ella... Bueno, no importa. Que bueno que he comprado condones.

—¡Maestra Nanoban! —gritó una voz conocida.

—¡Super K! —sonreí y me agaché para chocar los cinco con él.— ¿Qué pasa? —pregunté.

—¿Hoy puede enseñarme guitarra en el almuerzo? —preguntó con un brillo en sus ojos.

—¿El almuerzo? —pregunté.— Estaré ocupada y... —vi su mirada entristecerse y me arrepentí.— Tal vez pueda acomodar algunas cosas, te veo en la hora del almuerzo en el salón de música.

El pequeño rubio me abrazó emocionado y se fue corriendo al oír la campana sonar.

Caminé dentro de la escuela yendo al salón de maestros para buscar mis libros y maletín. Jennie estaba en el fondo charlando con Joohyun y Nayeon mientras les enseñaba su anillo de... ¿Compromiso? ¿Matrimonio? Nunca fui buena para distinguir eso.

Me senté unos minutos esperando para poder comprar un café de la máquina, ya que no tengo clases durante la primera hora.

Jennie se sentó en el final del salón con una laptop sobre la mesa. El silencio inundó el salón en cuanto todos se fueron. Ella levantó la mirada y me observó.

Me dedicó una pequeña sonrisa incómoda y yo le sonreí enseñando mis dientes. Caminé hasta la máquina y me compré un café.

—No tiene azúcar. —murmuró Jennie.

—¿Uh? —pregunté girándome en su dirección.

—Supongo que por tu adicción al azúcar sigues usando cuatro cucharadas, la máquina no tiene azúcar por el plan de salud, todos traen su propio endulzante. —murmuró.

—Mierda. —me quejé.— No sabía.

—Mi casillero es el azul. —murmuró.— Dentro hay azúcar.

Asentí lentamente y caminé hasta allí buscando algo que dijera 'azúcar', lo encontré y le puse a mi café.

—Gracias, Kim. —sonreí y me senté a beber mi café.— ¿Llevas mucho trabajando aquí?

—Dos o tres años. —mencionó apagando la laptop.— Terminé los otros dos años de la carrera de idiomas a los veintitrés, sin embargo comencé a trabajar aquí antes. Ahora soy la maestra de inglés.

Asentí lentamente.

—¿Te tardaste un año? —pregunté.

—Sí.

—¿Por qué?

—El nacimiento de mi hijo. —murmuró.

Observé mi café algo apenada. ¿Acaso todos aquí tienen vidas más interesantes que la mía?

—¿Por qué? —pregunté.— ¿Lo tuviste joven?

—Ya tiene cuatro años y medio... —murmuró. Vi un atisbo de tristeza en su mirada y luego sonrió.— Es un encanto.

—Se... Nota que la maternidad te ha... Sentado bien. —sonreí algo dolida.

Fueron tantas noches después de perder a mi pequeña... En las que soñé con Jennie, lamentándome todo lo ocurrido, y... Lamentando no haberla perdonado, tal vez hubiésemos tenido un pequeño... Lo habría llamado Leo, lo hablamos en varias ocasiones.

Flashback:

El ataúd de Leo estaba siendo bajado en la tierra. Mi madre sollozaba apoyada en mi padre, Rosé estaba junto a su mejor amiga y Jennie tomaba mi mano.

—Te amo. Estoy aquí. —susurró en mi oído y la rodeé con mis brazos. Al ser más pequeña siempre apoyaba su cabeza en mi pecho y esta vez no fue la excepción.— Él está descansando... Ten por seguro que... Sabe que hicieron lo que estuvo a su alcance.

—Hubiese preferido ser yo... —sollocé.— Quiero irme.

Me alejé corriendo del sitio. Estoy tan ahogada, joder. Leo sólo tenía cinco años... Era un niño.

Me dejé caer contra un árbol del cementerio sollozando. Pegué mis rodillas a mi pecho y Jennie apareció dos segundos más tarde abrazándome.

—No quiero aceptarlo. —dije ahogada.— Él no puede morir.

—Amor... —murmuró ella.

—No, no... No puede. —insistí.

—Amor, mírame. Estás hiperventilando. Cariño, respira conmigo... —dijo ella preocupada.

—Voy a morir. —dije sintiendo que el oxígeno me faltaba.

Jennie comenzó a guiarme para poder respirar mejor y en cuanto recuperé el control de mi respiración me aferré a mi novia con todas mis fuerzas.

—No me dejes. —dije rápidamente.— Nunca... No sé que haría sin ti.

—Shh...no te dejaré. —dijo rápidamente.— Te amo. Todo estará bien...

—Quiero que nuestro primer hijo se llame Leo. —dije rápidamente.— Por favor...

—Así se llamará y será rubio como tú. —murmuró ella besando mi cuello.— Tendrá ojos avellanas y...

—Será bonito como tú. —dije rápidamente.— Y tendrá un gran corazón como tú y...

—Si sigues así voy a terminar enamorándome, Manoban. —murmuró ella y sonreí.

La vida con Jennie siempre será fácil.

Fin flashback.

Aprendí a no culparla cuando entendí que quizá no me dijo que ya no me amaba por miedo debido a lo mal que la había pasado... Sin embargo un poco de rencor queda cada cierto tiempo.

—Él hace la maternidad más fácil. —murmuré.— Tiene un gran corazón y...

Nos observamos fijamente unos segundos. Ella dejó de hablar y parecía confusa entre decirlo o no.

—¿Y qué?

—Y es un gran niño. —murmuró apartando la mirada.

—¿Qué le gusta? —pregunté.

—La música. —murmuró.— Le gusta cantar y... También disfruta de los Simpson, mucho.

Sonreí.

—Los Simpson son lo mejor que el ser humano pudo crear.

Jennie sonrió y asintió lentamente.

—¿Y qué más le gusta? —insistí.

—Le gusta mucho dibujar, lo hace genial. Creo que podría dedicarse a eso, aunque las mamás siempre creemos eso. Para nosotras los hijos son lo más...

—Maravilloso. —murmuré y ella asintió.

Ambas soltamos una risita.

—Duerme con un pijama dos tallas más pequeñas porque está obsesionado con ese diseño de los Simpson y no hay para tallas más grandes. —murmuró y solté una risotada.

—Es típico. Están obsesionados. Leo tenía un oso de felpa...

—El que no tenía ojo porque Silvestre lo mordió. —dijo ella y asentí.— lo recuerdo, y tu mamá todo el tiempo le repetía que botara aquél osito. —murmuró.

—Lo enterraron con el. —dije borrando mi sonrisa.— Supongo que sigue sin soltarlo... En donde sea que esté.

Jennie se acercó hasta mí y se sentó a mi lado.

—Probablemente cada vez que duerme desordena tus calcetines porque sabe que odias eso.

Solté una risita dejando caer algunas lágrimas.

—Probablemente por eso a veces están cambiados.

Ella asintió.

El timbre volvió a sonar indicando la mitad de la hora.

—Tengo clases. —murmuré.— Nos vemos luego.

Se levantó y yo también. Tomé mis cosas y me giré a ella.

—Gracias... Por... La charla. —murmuré insegura.

Ella me observó e intentó decir algo pero se detuvo.

—Suerte en tu clase. —murmuró y apartó la mirada.

[•••]

El salón de música está completamente ordenado. Super K dijo que iría al baño y luego vendría. Taeyeon me acompañó hasta aquí y está besándome antes de irse.

—Lamento no poder ir a... Bueno, ya sabes. Es que...

—Entiendo. —murmuró acariciando mi nuca.— Está bien.

Tomé su cintura y la acerqué a mí hundiendo mi lengua en su boca. Taeyeon sonrió contra mi boca y luego se alejó.

—Debo irme antes de que alguien venga.

Se alejó sonriente y yo la observé irse.

Leo apareció dos segundos más tarde con la camiseta mal acomodada.

—Hola maestra. Ya vine para que me enseñe.

—Hola, amiguito. —murmuré.— Ve por la guitarra pequeña de la esquina.

Él asintió y fue en busca de la guitarra. Tomé la que yo usualmente usaba comenzando a afinarla.

Será divertido.

[•••]

—¡Suena genial! —dije emocionada.

El pequeño tocaba los tres primeros acordes que le enseñé con mucha fluidez. Tiene un talento casi natural.

—¡Si me parezco a mi mamá! —dijo emocionado y asentí.

—Probablemente lo sacaste de ella, super K.

La emoción en su rostro definitivamente es lo mejor que he podido ver en años.

—Gracias, maestra Manoban. —dijo sonriente.

¡Dijo bien mi apellido!

[•••]

Al salir de clases caminé hasta mi motocicleta en el estacionamiento y me senté un momento junto a ella para preguntarle a Jackson si pasaba por pizza para la cena.

Vi a Jennie unos metros más allá saliendo y esperando a alguien en la entrada.

—¡Leo! —gritó y vi a super K correr hasta ella.— Te extrañé tanto, Leo. —dijo ella.

Jackson contestó la llamada y sin embargo dejé caer mi móvil.

Caminé hasta ella.

Se parece a Leo. Es rubio... Es... No puede ser.

Me mintió. ¡¿Por qué no me dijo?!

—Así que Leo, ¿eh? —pregunté burlona y ella me observó.

Su rostro se desfiguró por completo.

—¿No ibas a decírmelo, no? —pregunté dolida.

—Leo, ve al auto. —dijo ella.

—¡Maestra! —gritó emocionado.— ¡Ella es mi mami! —sonrío.— ¿A que es linda? —preguntó.

Lo observé y sentí ganas de llorar. Él es mi hijo.

Me perdí cuatro años de su vida...

—Leo, al auto.

—No quiero.

—Déjalo. —dije rápidamente.

—Leo... —insistió Jennie.

—¿Qué pasa? ¿Por qué discuten? —preguntó. Ninguna contestó.— Mami, dime.

—Ve al auto ahora, Leo Kim.

—¡No quiero! —gruñó.

—Leo, haz caso a tu madre. —murmuré.

No quiero que me vea discutir con ella.

—Pero...

—Por favor, amigo. —murmuré y él asintió lentamente observando molesto a su madre.

Se alejó y subió al auto de Jennie.

—¿Por qué no me lo dijiste? ¡¿Por qué no me llamaste?! —grité y todos comenzaron a observarnos.

—No hagas un escándalo, mi hijo está en el auto y sólo tiene cuatro años.

—Nuestro hijo. —la corregí.

—Mi hijo. Me he encargado de él sin tu ayuda.

Auch.

—Eso no es mi culpa, es solamente la tuya. —murmuré dolida.— ¿Crees que lo habría dejado?

—A mi me dejaste. Yo ya no confío en ti. —dijo rápidamente.

—Tú te lo merecías. —dije sintiendo las lágrimas caer por mis mejillas.

—No hagas un escándalo.

—Quiero que lleve mi apellido.

—No.

—Es mi hijo. —insistí.

—No lo es. Legalmente soy madre soltera.

—Es mío.

—No.

—Quiero un exámen de ADN. —dije molesta y ella me observó asustada.

—No vas a quitármelo.

Solté una risita.

—Ya veremos.

Me alejé molesta y caminé hasta la motocicleta.

Ella me mintió... Me lo ocultó.

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2/6

[Cualquier error será corregido más tarde]

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