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siete.

BIANCA
19 de Junio de 2022

Torneo de Roland Garros,
Paris, Francia

Nunca fui muy fan del tenis. De hecho, fue el deporte que más me costó abordar en la Universidad porque me aburría. Pero desde que había dejado la Formula Uno, había sido el unico lugar donde no solo habia encontrado una especie de distracción, sino que un espacio para trabajar.

No estaba muy involucrada en ese mundo como lo estaba en el automovilismo, por lo que tuve que hacer mi propia investigación. Comencé por las reglas, los primeros diez del ranking ATP, sus estadísticas, sus maneras de jugar y mucho más. Cada vez que tenía un tiempo libre, me dedicaba a averiguar en internet o a hablar con gente a la que le apasionaba el Tenis.

Debía hacer una entrevista previa al comienzo del torneo para que los tenistas contaran como se sentían, como llegaban y como se preparaban para Roland Garros, que era un torneo distinto a los demás. Tenía que estar acorde y no hacer un papelón, así que investigué de más.

Investigué lo suficiente como para conocer a los tenistas a los que entrevistaría. En mi calendario tenía a Taylor Fritz, Jannik Sinner, Stefanos Tsitsipas y Francisco Diconstanzo. El ultimo era argentino, así que investigué un poco más sobre él, aunque ya lo había conocido en un evento. En ese entonces él estaba en el tercer puesto del ranking de ATP, a nada de conseguir el segundo puesto.

Recuerdo que era el centro de atención, estaba en todos los medios y siempre daba de que hablar.

Francisco Diconstanzo ya no podía alardear sobre lo que alardeaba antes, porque ese año en particular estaba sufriendo y cayó muchos puestos en el ranking. Eso significaba una decepción para lo que hasta hace unos meses era la promesa argentina del tenis; y es que la nueva generación de tenistas se había adelantado demasiado, no como sucedió con la generación que llegó después de Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic, y le habían puesto el camino difícil a los tenistas que estaban ya cerca de los treinta años.

Dejando eso de lado, todo alrededor de él gritaba caos.

Cómo era él en su carrera, su actitud, su personalidad, la forma en la que se desenvolvía y como lo proyectaban los medios –los cuales aseguraban que era tan talentoso como problemático–, él era, posiblemente, uno de las figuras más mediáticas del momento en el Tenis, y tener una entrevista con él en ese momento tan crucial, en el que debía demostrar algo y lucirse, se convirtió en un gran desafío para mí.

Por eso, ese día apenas me levanté, decidí que iría con la mejor actitud y no dejaría que me faltara el respeto, ni yo lo haría con él. Ya había aprendido mi lección y el periodismo que hacía antes no era el mismo que estaba intentando ejercer en ese momento. Este era uno más tranquilo y sin querer que los entrevistados pisen un palito que los llevaría a olvidarse de que estaban frente a miles de cámaras y micrófonos y que sería su ruina.

Había aprendido mi lección. Este trabajo me tenía que durar.

—Bianca, ya estamos listos para comenzar—me avisó el camarógrafo, Hector. Un hombre argentino que tenía alrededor de cincuenta años y que según lo que me había contado cuando nos presentamos en el primer día de trabajo, llevaba más de veinte años trabajando en el canal.

—Gracias, Hector—le avisé, tomando mis apuntes y dirigiéndome a mi lugar, parándome exactamente en el lugar que habían marcado una X con cinta adhesiva para ubicarnos correctamente frente a las cámaras.

Tomé el micrófono que me extendía la asistente y levanté mi cabeza para observar como Francisco Diconstanzo se acercaba hacia el lugar, junto a su manager, su asistente y su agente de prensa, vestido con la ropa de su sponsor, con su pelo rubio peinado, un corte reciente y una expresión de fastidio.

—Buenos días—saludé, fingiendo una seguridad que en ese momento no tenía. Estaba nerviosa. Era mi primer día y todavía no tenía mucha confianza y experiencia con mi equipo, y jamás había cruzado ni una sola palabra con ninguno de esos tenistas. Sin embargo, tomé coraje y fingí seguridad, manteniendo mi frente en alto y tratando de que no me temblaran las manos.

Diconstanzo se colocó sobre su marca en el suelo, levantó la cabeza y me miró con una ceja levantada.

—Son la una y media de la tarde, así que la forma correcta de saludar sería «buenas tardes»—corrigió de mala manera—espero te hayan llegado mis términos, hay cosas de las que no hablo y...

—Esas cosas que mencionas en tu PDF de términos no me importan—lo interrumpí, hablándole de la misma manera que él—estoy acá para preguntarte sobre tu carrera como tenista, no sobre las decisiones de mierda que tomas una vez que estás fuera de las canchas.

Lo ultimo se lo dije en español. Abrió sus ojos con sorpresa cuando me escuchó, y al parecer su asistente también hablaba en español, porque fueron los únicos presentes que entendieron lo que dije.

Pensé que el tenista iba a contestarme o que se iría, dejándome sin entrevista, pero sonrió complacido y asintió con su cabeza, dejando que mis compañeros le coloquen el micrófono y el resto de las cosas del sonido en su camisa.

Cuando las cámaras estuvieron encendidas y Francisco parecía cómodo con la entrevista, supe que estaba saliendo bien. Creo que yo le demostré lo que le había dicho antes; estaba ahí para preguntarle sobre su rendimiento como tenista, y él me demostró que podía ser profesional cuando se lo proponía. Y de hecho, cuando la entrevista estaba llegando a su fin, ambos mencionamos que éramos los dos argentinos y bromeábamos sobre tener que hablarnos en inglés.

No obstante, cuando las cámaras se apagaron, un miedo que era completamente nuevo para mi comenzó a hacerse presente. Yo creía que lo había hecho bien, pero otra cosa era que eso realmente fuera así. Solté un suspiro y acomodé mi pelo, viendo como Francisco se acercaba a mí, ya despojado del micrófono y los cables, y libre de hablar sin que una maquilladora estuviera sobre él haciéndole retoques con una brocha cada vez que podía.

Bianca Di Marco—pronunció mi nombre, con seriedad y esa personalidad tranquila pero arrolladora que lo caracterizaba—. Escuché muchas cosas sobre vos, pero nunca nos conocimos.

—Puedo imaginar que escuchaste mucho sobre mi de parte de tu ex...

Francisco soltó una risa y yo me encargué de mirarlo con el ceño fruncido, sin entender porque había soltado esa risa tan burlona mientras me miraba con diversión.

—No sos relevante para Olivia, está acostumbrada a que digan sobre ella las cosas que dijiste—contestó con simpleza—escuché sobre vos de parte de varios deportistas, también leo mucho las redes sociales y todas nuestras agentes de prensa están atentas. Igual, lo que te quería decir es que no fuiste tan mala como decían o leí; bah, al menos yo después de esta nota no voy a pedir que te echen.

Sonreí al escuchar lo ultimo, más que nada por alivio. No era un cumplido directo, pero lo tomé como uno, más que nada porque venía de un deportista que era escandaloso dentro y fuera de las canchas, egocéntrico y que se creía que se podía llevar el mundo por delante. Él había recibido muchas críticas de la prensa, pero siempre lo había aceptado y creo que eso estaba dándome a entender ahora; que entendía mi trabajo y que su experiencia conmigo había sido buena.

Me sorprendió, pero lo tomé de igual manera, especialmente porque era mi primer día cubriendo Wimbledon estando presente en las canchas y en el lugar de medios, y era el unico de los cuatro tenistas que había entrevistado, que se había quedado aún cuando ya todo habia terminado y era libre de irse.

Gracias, Diconstanzo.

Podes decirme Francisco. Diconstanzo me dicen mis rivales—me dijo él sonriendo de lado—. Mis amigos me dicen Fran, pero todavía no llegamos a eso.

Después de esa nota, tomé mis cosas y me dirigí hasta el hotel. Por suerte, el canal que me había contratado nos pagaba a los empleados los aéreos y el hospedaje, porque de lo contrario, ni siquiera podría estar ahí, ya que no podía costearlo. El hotel era uno que se encontraba cerca de las canchas –para más comodidad y para que la puntualidad no dificultara nuestro trabajo–, y de hecho, había visto a varias figuras del Tenis, en especial en el gimnasio, allí.

Ellos cerraban el gimnasio para entrenar, y los demás huéspedes –los simples mortales como yo– debíamos ir la mañana o por la tarde, cuando ellos jugaban, cosa que tampoco podía hacer porque yo trabajaba en el mismo horario en el que ellos jugaban. Era irritante. Sentía inquietud, mucha ira y frustración y mi forma de distraerme y sacarme todo ese peso de encima era yendo a un gimnasio, pero ni eso podía hacer, así que no me quedaba otra opción más que llegar al hotel, cambiarme y salir a caminar o correr por el centro, buscar algún restaurante y luego volver.

Mi rutina para esas dos semanas era la misma. Hacer entrevistas, pasear por la ciudad y entrenar cada vez que encontraba un espacio libre. Aunque esos planes tranquilos terminaron cuando llegaron las semifinales del torneo.

Ese día se definiría quién pasaría a la final del Roland Garros; Francisco Diconstanzo o Casper Ruud. Los dos habían llegado en excelentes condiciones a la semifinal, y el ganador esperaría al tenista que saliera victorioso del partido que se disputaría ese mismo día en otra cancha.

Hubiese dado lo que sea por cubrir el partido de Rafael Nadal contra Alexander Zverev para ver cómo perdía el alemán, pero no podía exigir mucho en mi trabajo.

El partido entre Ruud y Diconstanzo fue todo lo que me esperaba. El argentino no estaba en su mejor día, y no era el mismo que había conseguido llegar hasta esa semifinal, lo que le estaba frustrando demasiado y se hacía cada vez mas evidente que estaba quedando sin recursos. Su oponente se estaba dando cuenta de cuales eran sus puntos débiles y los usaba a todos en su contra, asíque terminó con una victoria de Casper Ruud.

Tomé nota y edité algunas de las observaciones que había apuntado, pensando como haría las preguntas y que temas abordaría en la zona de prensa.

Cuando llegué ahí ya estaba repleto de fotógrafos y periodistas esperando por las declaraciones de los involucrados, asíque me hice un espacio junto al camarógrafo, esperando que Francisco tuviera la decencia de al menos salir.

Él fue el primero en hacerlo. Salió de los vestidores con cara de decepción y frustración e ignoró a todos los periodistas, por lo que bajé el micrófono adelantándome a un posible rechazo. Sin embargo, me tomó por sorpresa ver como él se paraba a un lado mío y apoyaba su mano en la valla que nos separaba, parpadeabdo un poco y acomodando su cabello antes de ponerse de nuevo su gorra.

Volví a recomponer mi postura, levanté el micrófono y lo sostuve cerca de mi boca para hablar. Inmediatamente, todos los demás periodistas aprovecharon el momento y copiaron mi acción.

—Francisco, dejas la cancha y el torneo con un sabor amargo después de ser derrotado por Casper—había empezado muy fuerte, me di cuenta cuando hablé, pero rápidamente traté de arreglarlo—hiciste lo que pudiste con un rival que llegó a las semifinales en un gran nivel y con mucha confianza, ¿sientes que te faltó la confianza de Ruud, o las cosas no salieron como querías hoy?

—Claramente las cosas no salieron como quería hoy—respondió él, sonriendo amargamente, ladeando su cabeza hacía los lados, como recapacitando—Ruud tenía mas claras sus jugadas, yo erré muchos saques y cometí errores estúpidos que me costaron el pase a la final. La verdad es que costó mucho remontar desde el segundo set.

—Lo próximo que sigue en tu agenda es el Boss Open en Alemania, ¿como te prepararas para ese torneo?pregunté, antes de que otro periodista se adelantara. Francisco me miró y luego miró hacia a su alrededor. Se veía frustrado y se notaba que no quería estar ahí, pero tenía que hablar con la prensa si o si.

—En este partido cometí errores que voy a chequear con mi equipo para mejorarlos y que no vuelvan a pasar, así que mi preparación para el torneo de Alemania será entrenar y revisar todo lo que salió mal hoy—contestó con educación, demostrando que todo el entrenamiento de prensa funcionaba, porque eran todas palabras rebuscadas para dar la información justa y necesaria.

Dudaba que ese chico fuera así en su vida cotidiana.

—Última pregunta; preocupa tu estado porque se te vió algo incomodo con tu rodilla izquierda, ¿sentiste una molestia al hacer un mal movimiento o es una posible lesión?—cuestioné.

—Fue una molestia, creo que fue muscular pero igualmente me haré una revisión medica para descartar una lesión o un posible desgarro apenas salga—contestó él, sonriendo de lado y mirando esa vez a la cámara—. Gente, estoy bien, no siento dolor asíque no creo que sea una lesión grave.

—Todo un país no iba a poder dormir si no hablabas nada, Francisco—me atreví a bromear. Sentí que capaz me había pasado un poco, pero el tenista soltó una carcajada genuina.

—¡Duerman bien! Algún día les daré algo para festejar, que se yo—bromeó también, refiriéndose a que siempre estaba a un paso de triunfar y llevar a Argentina en lo más alto con el tenis, pero siempre se quedaba en el camino.

—Creo que llegar a Semifinales ya es muchisimo y si bien no lograste volver a casa con el trofeo y tu primer Grand Slam, los argentinos deberían sentirse orgullosos de que seas el unico de nuestro país que nos sigue representando actualmente—hablé, recibiendo una sonrisa y una expresión de sorpresa de su parte—gracias por tu tiempo Francisco.

—A ustedes, gracias.

El tenista se fue, y yo me salí de mi lugar abriéndome paso entre los fotógrafos, periodistas y camarógrafos. Varios se me acercaron pidiendo permiso para subir y transmitir la entrevista, pero les respondí que yo no me hacía cargo de eso y junté todas mis cosas para dejar el lugar junto a mis compañeros, porque ya al otro día tenía que levantarme temprano para ir a la transmisión en vivo desde los entrenamientos y comentar lo que habían sido las semifinales.

Al llegar al hotel, Julia, la chica que se encargaba de las redes sociales del canal que cubría nuestra transmisión, se me acercó con timidez, pero mirándome algo incomoda, apenada y nerviosa, así que fruncí el ceño sin entender esa reacción. Siempre habíamos hablado bien.

—Julia, ¿que pasa?—le pregunté, viendo que ella tenía el celular que usaba para trabajar en la mano.

—Bianca... mira, esto... no se como contártelo pero me dijeron que lo haga si o si—comenzó a decirme—bueno, mejor lo ves y listo.

Me extendió el celular, el cual se encontraba desbloqueado, pero en la pantalla aparecía un video pausado que dejaba ver que claramente era de la persona a la que menos me gustaba escuchar.

—Realmente me estresa escucharle la voz a ese tipo, te juro—le dije, devolviéndole el celular—seguro está diciendo que se merece ganar, que los periodistas lo destruyen y él es la pobre victima de los medios y bla bla. No me interesa, perdón Julia.

Julia no me recibió el celular, así que fruncí el ceño nuevamente.

—Julia, tengo sueño...

Me quería bañar, comer algo y acostarme a dormir. Ver un video de Max Verstappen hablando alguna estupidez no estaba en mis planes.

—Además eso no me interesa.

—Ay, Bian, está hablando sobre vos en el video—me dijo Julia de forma directa, algo cansada también—nos pareció que tenías que verlo porque se metió con tu trabajo.

Lo ultimo que dijo fue lo que me alertó y lo que logró que no le devolviera el celular. En cambio, lo puse frente a mi y le di play al video, que lo mostraba en una conferencia de prensa, seguramente de las conferencias que se hacían después de las practicas libres.

No me gusta escuchar su voz. No me gusta verlo. No me gusta que estando cansada y cerrando esa etapa en la Formula Uno por su culpa, apareciera un video de él hablando sobre mi.

¿Que quiere lograr? Ya hizo que me echaran.

—Max, se sabe que has tenido problemas con varios periodistas desde que llegaste a la Formula Uno, pero quería preguntarte por una colega en particular y esa es Bianca Di Marco—comenzó le periodista—su trato siempre fue hostil, tenso y muy problemático. ¿Que fue lo que logró que decidieras no darle entrevistas a ella pero si a todos los demás, inclusos a esos que opinaban como ella?

—No tuve ningún problema con tu colega, solo me pareció poco profesional y lo hice saber así como hago saber cada acción que hacen en mi contra y me resulta injusta—contestó él con soberbia—creo que el problema lo tiene ella conmigo, ya que me atacó primero.

—Dices que te atacó primero, pero fuiste tu el que decidió no darle entrevistas—insistió el periodista. La verdad, un crack el tipo, bastante insistente, lastima que era con chusmerio barato.

Igualmente, seguí viendo el video.

—Porque ella empezó, creo que tiene un problema conmigo, pero eso suele pasar cuando ustedes los periodistas tienen a sus favoritos en la parrilla—dijo él con convicción, encogiéndose de hombros—Francisco Diconstanzo jugó espantoso hoy y ella lo halagó y lo felicitó después del partido.

—¿Crees que eso es favoritismo, felicitar a un deportista por intentar y no rendirse en un partido dificil?—le preguntó el periodista. Max lo miraba serio y asintió con su cabeza mientras a mi me hervía la sangre.

—Claro—respondió Max con seguridad—el favoritismo es evidente, él tiene la misma nacionalidad que ella. Aquí en la Formula Uno ocurría lo mismo, pero ella favorecía siempre a Charles, George o a Lewis Hamilton. Ella es poco profesional.

Apreté mi mano libre en un puño y le devolví el celular a Julia, quién me miraba preocupada. Sentí que mi cara se adormecía y quería gritar de la bronca, pero me aguanté la ira.

Al parecer, sacarme de la Formulo Uno no era suficiente para Max Verstappen, sino que tenía que verme aplastada en el suelo, derrotada. Lastima que eso no iba a suceder.

Buenass. Volví con otro capitulo más de Disaster. les juro que amo esta fic y no puedo esperar a que lean todo lo que tengo planeado. Espero que sigan apoyando este libro y que les esté gustando!!!

Max va a aparecer mucho más en los próximos capitulos, pero es necesario que conozcan la vida de Bianca sin él presente porque es suuper importante para el desarrollo. Confíen en el proceso.

En fin, no se olviden de seguirme en tiktok que voy a andar subiendo edits de este par 💞💞

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