El trío de mejores amigos
Después de cruzar el camino de piedra, Scaramouche y tú os dirigisteis hacia el Restaurante Wanmin. Miraste discretamente alrededor, asegurándote de que no había ninguna señal de la Geoarmada por allí. Tu superior incluso hizo un comentario positivo sobre lo atenta que estabas. Sus comentarios positivos nunca dejaban de gustarte.
Hablando de tus alrededores, notaste que las nubes estaban comenzando a tapar el sol. Debía de haber una probabilidad del cincuenta por ciento de que fuese a llover. Rezaste para que no fuese así, ya que haría vuestra misión de encontrar a la Viajera una tarea más difícil para ambos.
Había dos personas en el Restaurante Wanmin, en frente de vosotros. Había un chico sentado en una silla alta, leyendo un libro mientras una chica sentada al otro lado de la mesa intentaba empezar una conversación. Asumiste que el chico era un cliente y la chica trabajaba para el establecimiento.
Scaramouche y tú caminasteis hasta el sitio y os quedasteis allí parados, mirándolos interactuar. Por cómo se hablaban, era obvio que debían de ser buenos amigos.
—¡Oh! ¿Estáis los dos aquí para probar el Chop Suey? —la cocinera os dio una cálida sonrisa de bienvenida—. ¡Estáis de suerte! ¡Hoy tenemos un cupón de descuentos para parejas!
—¿No te parece magnífico? —Scaramouche te preguntó, descansando su codo sobre la mesa y mirándote con los ojos entrecerrados y una sonrisa carismática—. ¡Pediremos dos platos!
Tú te quedaste ahí parada, mirando a la chef y a tu superior con confusión. «No nos quedan Moras...» era lo que querías decir.
De repente Scaramouche te agarró por la muñeca y tiró de ti. Tropezaste por la fuerza del tirón, y acabaste apoyada en su pecho, notando inmediatamente cómo tu corazón empezaba a latir rápidamente por la situación. Las manos de tu jefe descansaban en tu cintura como si se tratase de algo natural, y él se veía como si no pasase nada extraño y todo fuese normal.
— Seguro que tienes hambre, ¿verdad, cariño? —te guiñó el ojo para después reírse al ver el sonrojo de tus mejillas.
—Ah... Sí.
Te diste cuenta de su plan y asentiste a la chica. Siempre lograba impresionarte con la rapidez de los planes tan improvisados que se le ocurrían. Ya había creado una tapadera para que no descubriese vuestras identidades. La chica simplemente soltó una risita al veros.
— ¡Yo soy Xiangling! Y este de aquí es Xingchiu. ¡Siempre se sienta aquí para leer!
— Encantada de conoceros —murmuraste, mirando al chico de pelo azul que acababa de cerrar el libro para miraros, ofreciéndoos una sonrisa.
— Igualmente. Vuestras ropas son de lo más exóticas. Estoy seguro de que no son de Liyue, ¿verdad?
— ¿Hm? ¿En serio?
Un tic en el ojo de Scaramouche te dio a entender que estaba profundamente molesto, y apretó más alrededor de tu cintura.
Tú simplemente ignoraste el comentario del chico mientras Xiangling se iba a la cocina con una sonrisa de oreja a oreja. Mientras veías a la chef alejarse, te diste cuenta de que habían dos armas apoyadas en la pared: una lanza y una espada. Rápidamente pensaste en que las armas podían ser de ellos dos, por lo que sería de sabios no entablar combate.
— ¿Puedo preguntar de dónde venís? Nunca os he visto por la ciudad —preguntó Xingchiu mientras la mano que estaba sobre su libro se cerraba hasta formar un puño.
— ¡Somos turistas de Inazuma! —mintió Scaramouche, tan fácil como si de respirar se tratase—. Pareces demasiado hostil hacia los extranjeros, ¡relájate un poco!
Mientras tu superior se reía suavemente, tú admirabas la facilidad con la que podía inventarse cualquier excusa en un parpadeo. Era impresionante lo bien que se le daba esto. A veces incluso te preguntabas si también era así contigo. En algunos momentos su comportamiento te confundía, y te hacía preguntarte una cosa: ¿cuáles eran sus verdaderos sentimientos?
El chico, Xingchiu, parecía tener buen ojo, ya que al fin y al cabo era un «ratón de biblioteca» y parecía tener experiencia analizando situaciones en profundidad. Sería lo mejor no revelar más información o darle alguna señal de alarma, no fuese a ser que después de esto fuese directo a la Geoarmada.
— ¿Seguros de que estáis juntos? Noto algo de tensión en el aire —comentó el joven mientras os miraba con desconfianza, a lo que Scaramouche bufó con molestia.
— ¡Desde luego que somos una pareja! ¿Por qué lo pones en duda?
— Simplemente tengo en cuenta que algunos amigos fingen ser pareja para abusar del descuento del restaurante —Xingchiu parecía estar desafiándoos.
— Verás, mi chica es bastante tímida —bromeó Scaramouche con una sonrisa—. Observa: si le intento dar besos en público los esquiva. Me rompe el corazón cada vez que lo hace.
En tu mirada solo había confusión cuando tu mentón fue agarrado por dos de los dedos de tu superior. Era completamente opuesto a la forma en la que te trataba, sin cogerte de las mejillas sin previo aviso o siendo borde contigo. Y además tenía una expresión calmada que rara vez veías.
Cuando se inclinó para besarte en los labios lo esquivaste, aunque casi te caíste en el proceso al no esperártelo. Te había pillado de sorpresa al no prestar atención a su conversación con el chico. No sabías qué otra cosa hacer para ocultar tu vergüenza, así que te tapaste la cara con el brazo para que no viesen cómo tus mejillas se habían sonrosado.
— Eres tan adorable cuando intentas esconder tu sonrojo —susurró con suavidad mientras jugaba con un mechón de tu pelo.
— Señor... —soltaste un pequeño quejido cuando su dedo se cerró sobre tu mechón, pegando un pequeño tirón que te impidió terminar lo que ibas a decir.
— ¿Qué te parece si te caliento ese gélido corazón tuyo con un plato de Chop Suey?
— Sí, por favor... —asentiste obedientemente y bajaste la mirada, mirándote los pies. Una parte de ti quería darse una bofetada por sentirte de esta forma con tu superior y por casi exponer la verdad. ¡No era propio de ti cometer esos errores!
Mientras Scaramouche pretendía flirtear contigo, pasando su mano por tu pelo y recogiéndolo tras una de tus orejas, sentiste cómo una gota de lluvia caía sobre tu hombro. Empezó a llover suavemente, lo que significaba que tu corazonada había sido correcta.
Esto es tan solo una farsa. Te repetías eso una y otra vez en tu mente para evitar sentirte demasiado avergonzada por la forma en la que el Heraldo te estaba mirando, casi como si estuviese enamorado de ti.
Después de unos cuantos minutos más de espera y de aguantar las avanzadillas de Scaramouche, Xiangling volvió con dos platos de Chop Suey. Una pequeña sonrisa se hizo paso hacia tus labios al ver la comida, algo que era bastante raro en ti.
— ¿Queréis que os dé unas sillas donde sentaros? —preguntó Xiangling, y Scaramouche declinó la oferta amablemente... por si teníais que huir, claro.
— Hoy es un gran día, ¿no crees, Xingchiu? —preguntó la chica mientras aplaudía con alegría—. Primero la Viajera y su cita, ¡y ahora estos dos! ¡Esto es genial para el negocio!
— Desde luego, el cupón para parejas es la mejor idea que has podido tener.
Miraste a tu jefe para comprobar si había escuchado lo mismo que tú habías escuchado, y por la manera en la que te miraba, así era. Para mantener vuestro perfil bajo, cogió la comida y la acercó hacia ti, intentando parecer que no estaba interesado en la conversación.
— Di aaaah.
Scaramouche casi que te obligó a darle un mordisco al plato de carne y pescado, y contempló deleitado cómo tus ojos se iluminaban ante el sabor que inundaba tu boca.
— ¡Ay, sois tan adorables! —Xiangling estaba embelesada al ver vuestra reacción—. ¡Supongo que darle de comer a tu pareja es algo común! La pareja de la Viajera hizo lo mismo, ¿verdad, Xingchiu?
— Sí, lo recuerdo.
— Oh, ¿la Viajera ha estado aquí? —preguntó Scaramouche, uniéndose a la conversación—. ¿Con una cita?
— ¡Sí, estaba con este chico de pelo anaranjado y alto que casi compró todo lo que había en el menú para tratar de impresionarla! ¿A que sí, Xingchiu? ¿A que sí?
— Así es.
Scaramouche y tú os mirasteis por un momento mientras tragabas la comida. ¿Quién podía ser ese chico de pelo anaranjado y alto con una gran cantidad de Mora del que Xiangling hablaba?
La chef pareció darse cuenta de algo y se tapó la boca con las manos.
— ¡Vaya, olvidé que no podemos decir demasiado sobre la Viajera ya que hay varios Fatui que la están buscando!
Scaramouche limpió la comisura de tus labios y miró a Xiangling con sorna, y dijo:
— No tendrás alguna información de esa Viajera que quieren los Fatui, ¿verdad?
— Solo sé que la envié a recoger ingredientes bastaaaaante lejos de la ciudad... Aunque no debería de decir demasiado, no quiero meterla en problemas. Pasando a otro tema, el almuerzo es 5.500 Mora con el descuento para parejas.
— Pensándolo mejor, ya no queremos la comida — murmuró Scaramouche mientras apartaba los platos, y Xiangling se veía destrozada.
— ¿Qué? ¡¿Por qué no?!
— Yo que vosotros diría todo lo que sabéis sobre la Viajera —Scaramouche colocó una mano sobre tu cintura, sacando la pistola de su funda y poniéndola sobre la mesa, asegurándose de que todos la veían—. No nos vamos a ir de aquí sin esa información.
Desde la distancia, los truenos se podían escuchar mientras se acercaba la tormenta al puerto. Xiangling y Xingchiu miraron a Scaramouche con los ojos entrecerrados. Notaste cómo cambiaron su vista por un breve momento hacia sus armas, pero estaban demasiado lejos para cogerlas.
Por cómo se contorsionaron sus rostros, parecía que por fin se dieron cuenta de quiénes eran las personas con las que habían estado hablando: un Heraldo de los Fatui y su secretaria-asistenta. Xiangling parecía tanto ofendida como triste por haber sido engañada por las apariencias y por la actuación de Scaramouche, mientras que Xingchiu parecía estar arrepintiéndose de no haberle hecho caso a su corazonada.
— Xiangling, dime por favor la localización del encargo a donde fue la Viajera —abriste las llaves de paso del tanque, escuchando cómo las pistolas empezaban a cargarse lo suficiente para que los dos jóvenes se rindieran con un suspiro pesado.
— No puedo... —murmuró—. Es mi amiga, no puedo hacerle esto...
— ¿Qué tal si os doy dinero? ¿Es eso lo que queréis? —te preguntó Xingchiu al oído.
— Queremos a la Viajera —respondiste secamente.
— Pero... ¿Por qué? —el chico frunció el ceño, no entendiendo los motivos que tendríais.
— No están cooperando... —el Heraldo sacudió la cabeza con decepción y dio un paso atrás—. Dispárales.
En un instante levantaste ambas pistolas y apuntaste una hacia Xiangling y otra hacia Xingchiu. Ambos se quedaron sin respiración por un momento y cerraron los ojos mientras esperaban la sensación de frío extremo después de que disparases... Pero no llegaste a apretar el gatillo.
— Hola, chicos, lo siento por llegar tarde. El exorcismo me llevó más tiempo de lo que pensaba...
De repente, una tercera persona apareció dentro de tu visión y paró en seco al ver lo que estaba ocurriendo.
— Em... —el chico no llegó a darle un bocado al helado que llevaba en la mano—. ¿Qué ibas a hacerle a mis amigos?
En vez de contestarle, diste un paso hacia el lado y apuntaste el arma hacia él. Te sentiste aliviada al ver que Scaramouche estaba justo detrás de ti.
La situación había escalado terriblemente mal. El nuevo chico de pelo azul claro, ropas blancas y un mandoble enorme parecía un oponente difícil de vencer. Su mirada fría inspeccionó el área hasta llegar vosotros dos.
— ¡Chongyun! ¡Menos mal que has llegado! ¡Son Fatui!
Xingchiu se levantó rápidamente de su asiento y se resguardó detrás de su amigo, y Xiangling hizo lo mismo instantes después.
La expresión de Chongyun cambió mientras tiraba su helado al suelo y agarraba su arma. Tan solo con verlo podías sentir que desprendía una energía poderosa.
— ¿Os creéis los Fatui que podéis amenazar a mis amigos sin sufrir las consecuencias? —gruñó hostilmente—. Gente como vosotros hace que me hierva la sangre.
— ¡Señor, cuidado!
Te colocaste delante del Heraldo cuando Chongyun fue a atacarlos a toda velocidad, levantando su arma por encima de su cabeza en un intento de golpearos con fuerza. Tan solo tuviste la opción de dispararle dos veces, pero no surtió efecto.
— ¡Toque helado! —Chongyun gritó mientras golpeaba el suelo con su mandoble, haciendo que casi perdieras el equilibrio.
Los transeúntes de los alrededores escucharon todo el revuelo y huyeron del lugar para, probablemente, llamar a los guardias.
Retrocediste y te quedaste de piedra al sentir la potencia del ataque elemental de Chongyun. Era un tipo de frío diferente al que estabas acostumbrada en Snezhnaya. Scaramouche te empujó suavemente hacia un lado mientras pasaba su mano por la parte delantera de su sombrero y casi matando al chico con la mirada.
— Hm... Cryo contra Cryo, qué molesto... —murmuró el Heraldo.
— Señor, no... —susurraste, dolorida, cuando vistes a tu superior ponerse delante de ti, desafiando a Chongyun.
— No te metas en esto, [Nombre], es hora de que yo pelee por ti.
Pero antes de que luchasen, una voz les interrumpió, gritando:
— ¡No están permitidas las peleas en el restaurante!
La nueva persona que apareció desde dentro del edificio era un hombre adulto, el cual se quedó de piedra al ver a todos con sus armas en mano.
— ¿Qué está pasando?
— ¡Papá, nos atacan unos Fatui! —Xiangling respondió, a lo que le siguieron susurros en toda la calle.
— ¿Qué están haciendo los Fatui aquí?
— ¡Vámonos de aquí, hijo mío! ¡Esas personas son peligrosas!
— ¡Que alguien llame a la Geoarmada!
— ¡Ya vienen de camino!
Te giraste a tu superior al escuchar que la Geoarmada venía, esperando que te diera nuevas órdenes. Parecía molesto por cómo se mordía el labio inferior mientras miraba con odio a los ciudadanos.
— ¡Señor!
Escucharte hizo que volviera a la realidad, y con un resoplido dio un paso hacia atrás mientras analizaba rápidamente tanto la situación como una forma de huir del problema.
— Vamos, cariño, larguémonos y dejemos a estos idiotas aquí.
Scaramouche te ofreció una furiosa sonrisa e inmediatamente guardaste tus pistolas en sus fundas y saliste corriendo, dejando atrás al trío de mejores amigos para no volverlos a ver.
Tu superior te agarró de la mano y ambos huisteis de la escena mientras las personas a vuestro alrededor gritaban a los guardias que os capturaran. La Geoarmada os seguía allá donde fuerais, ya fuera a través de callejones estrechos entre las casas, por los puentes e incluso corrían escalera arriba, escalera abajo. No querías admitirlo, pero era entretenido ver cómo os perseguían sin éxito.
Al poco tiempo vuestras manos se separaron. Scaramouche agarró fuertemente su sombrero mientras tú tomaste tus pistolas. Saltaste en el aire y diste una pirueta, disparando directamente al suelo para crear una fina capa de hielo. Los soldados pisaron dicha capa y se resbalaron. Casi que volaban antes de acabar cayendo sobre sus espaldas.
Después de eso la persecución duró unos minutos más. Ya habías huido de más soldados de los que habías visto jamás. Verlos fallar en sus intentos de capturaros era algo divertido, pero verlos vencidos en el suelo era todavía mejor.
Ya casi llegando al Banco del Reino del Norte notaste que la Geoarmada poco a poco se daba por vencida. Poco después ya os habíais deshecho por fin de los guardias y, en su lugar, estabais rodeados de ciudadanos que no sabían lo que acababa de pasar cerca del puerto. Estaba comenzando a llover más fuerte, por lo que era difícil ver lo que había delante de ti. Por suerte, tu superior de nuevo tenía un sombrero.
— ¡Ese chico del helado nos ha arruinado todo! —seguramente hablaba de Chongyun, y tú solo asentiste con la cabeza—. ¿Y la descripción de la cita de la Viajera? ¡¿Alto?! ¡¿Rico?! ¡¿De pelo anaranjado?! ¡Tiene que ser una broma! —gritó, frustrado—. ¡Sabía que Childe tenía algo que ver con la Viajera! ¡Idiota! ¡Estúpido idiota enamorado! ¡Yo lo mato! ¡Cuando llegue al Banco, lo estrangularé yo mismo!
— Señor, no queda mucho tiempo antes de que la Geoarmada en esta zona comience a buscarnos. Le sugiero que interroguemos al número Once lo antes posible —solo con decir aquello estabas sin aliento después de haber corrido tanto.
— ¡Agh...! Tienes razón —Scaramouche volvió a resoplar—. Vale, hagámoslo rápido. Entramos y salimos. Cinco minutos, ¿de acuerdo?
— ¡Señor, sí, señor!
El Heraldo te miró fijamente y suspiró suavemente ante de decir:
— Parece que quieres añadir algo más. ¡Venga, suéltalo ya!
— Solo quiero mencionar algo, mi señor... ¡Su actuación allí casi parecía genuina! ¡Honestamente, casi me la creo! Me sorprendió bastante, señor.
— ¡Si vas a usar tus labios para alabarme de esta forma, prefiero que me des un beso! —respondió enojado—. ¡Las alabanzas verbales son difícilmente aceptables!
No podías decir si estaba siendo irónico o hipócrita, y aun así, lo admirabas profundamente. Scaramouche no era exactamente un fan de recibir cumplidos, disfrutaba de recompensas físicas como Mora o cosas brillantes. Seguramente solo te estaba tomando el pelo... Su sentido del humor siempre fue algo... peculiar.
***
[N/T]
Siento haber tardado tanto. ¡Intentaré tener el siguiente capítulo lo antes posible!
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