Yoongi:

Camino como un zombie por los pasillos cargando el pesado libro de Filosofía en mis manos. Aún no tocaba el timbre, se podía apreciar cómo los estudiantes conversaban o se juntaban en grupos para hacer tarea.

No muy lejos de allí estaba mi grupo de amigos, todos reían y hablaban entre ellos. 

—¡Hey, Yoongi, ven aquí! —gritó Hoseok animado como siempre, con una enorme sonrisa en su rostro.

Sinceramente no me siento bien. Solamente quiero estar solo y pensar en las decisiones que he tomado y a cuánta gente he lastimado. Le sonrío de vuelta negando levemente antes de adentrarme en el aula.

Y allí estaba: Park Jimin, concentrado en lo que sea que esté leyendo.

Tan precioso. Tan único. Tan perfecto. Me siento un idiota por haberlo dejado tan abruptamente (por segunda vez), pero a la vez siento que eso fue lo mejor que pude hacer.

¿Por qué lo extraño tanto si al final ya sé que sufriré?

Me quedé más tiempo del que quería admirando su belleza, así que me encaminé a mi lugar poniendo mis cosas allí.

Creo que es momento de hablar con él.

—Hola. —digo lo suficientemente alto para que deje su lectura y me tome atención, lo logro, notando cómo frunce levemente el ceño.

—¿Qué quieres? —nunca me había hablado con ese tono de voz tan frío, siempre había sido cariñoso— Habla rápido, Yoongi, no tengo todo tu tiempo. 

Me pregunto cómo pude ser tan cruel para romper el precioso corazón de Jimin hasta volverlo frío. Yo sé que muy dentro de él está ese mismo chico sensible que hace dos semanas fue mi novio.

Suena lindo, ¿no es así?

Todo lo que pudimos ser... y ahora no somos.

—Solo quería... —las palabras quedan atoradas en mi garganta— quería disculparme por lo del otro día.

Él me mira. Siento algo quebrarse dolorosamente dentro mío mientras recoge su libro, cerrándolo.

Sus ojos se llenan de lágrimas. 

—No entiendo de qué hablas —murmura por fin con un hilo de voz. Se pone de pie tomando su libro, ¿acaso piensa irse? Faltan apenas minutos para que toque el timbre de inicio de clases—, no es necesario que vengas a disculparte por eso, ¿sabes? Me ha quedado claro que no soy la persona indicada para ti, y de todo corazón deseo que tú y Jihye sean felices.

Veo cómo ruedan sus lágrimas. Quiero acercarme, abrazarlo y decirle que todo eso era una mentira, y que lo único que necesitaba era él. 

—Jimin, no es eso, yo realmente...

—¡Basta! —más lágrimas cayendo— No tienes que seguir diciendo esas cosas. Lo siento, enserio, pero tú y yo no podemos estar más juntos. Se terminó, entiende eso. Nos vemos después.

Y salió del aula, con el cuerpo tembloroso y los ojos llenos de lágrimas.

Curiosamente, Park Jimin no volvió ese día a clases.

Ni el siguiente.

Tampoco al siguiente.