Algún día todo será ordinario. Podremos salir juntos, tomados de la mano y nadie nos mirará mal. ¿Te imaginas lo bello que sería eso?

Después de tantos días al fin nos veíamos de nuevo y eso me llenaba de emoción, porque en serio te extrañé. 

Pero te veías distinto. El aura a tu alrededor era tan fría y solitaria, quería abrazarte pero no pude, sentí que tal vez no era necesario. Una vez estamos frente a frente, nos miramos por un momento.

Esperaba que me besaras.

—Me alegra verte —dijiste haciendo una mueca que suponía ser una sonrisa. ¿Qué te sucede? ¿Por qué estás triste?—. Toma asiento.

Sonreí levemente y ambos nos sentamos en el pequeño banco, ahora sí me sentía más cómodo.

—¿De qué querías hablar? ¿Todo está bien? —pregunté.

Vi tus ojos brillar en lágrimas, noté cómo quiso escaparse un sollozo de tus labios. Mas no hice nada, me mantuve quieto.

—Terminamos —pronunció por fin. Fue la misma palabra que escuché hace algunos meses, y mi corazón aún duele al oírla—. No podemos seguir esto que tenemos, yo amo a Jihye, es injusto hacerle esto a ella. 

Yoongi... no me abandones...

—Bien —intenté parecer desinteresado—. ¿Solo eso?

—Lo siento, Jimin. —dijiste antes de ponerte de pie e irte.

Cuando noté que ya estabas demasiado lejos, dejé caer todas las lágrimas que retuve.