Durante todo el día, Hazel casi no puede levantarse de su asiento, analizando datos del tráfico en la web, aprendiendo información sobre posicionamiento, estudiando las webs de la competencia, leyendo dossieres de nuevos contenidos que ofrecerá la cadena...
Siente que la cabeza le va a explotar, además de que empieza a dudar de su capacidad para responsabilizarse del departamento multimedia. Ella sabe de contenidos, de creatividad, de organización de escaletas... De hecho, Hazel solicitó el puesto de productora ejecutiva cuando quedó vacante, pero el señor Gervasio le dio el cargo a su hijo Daniel, a quien Hazel consideraba uno de los menos preparados para ocupar ese puesto. Por eso, Daniel recurría muchas veces a ella para pedirle ayuda, aunque él se llevara todo el mérito.
De todas formas, se consolaba pensando que tendría que seguir ejerciendo esa actividad, y esta sí sería recompensada económicamente, aunque su aumento de sueldo se debiera a otro puesto.
Concentrada en la lectura de una guía sobre estructura y organización de una página web, no se ha dado cuenta de que son cerca de las ocho y media de la tarde. Ni siquiera se ha percatado de que está sola en la oficina, pues todos sus compañeros se han marchado ya. Levanta la cabeza, observa a su alrededor y de pronto le asalta una sombra de duda ante el inquietante silencio.
Mira por la ventana y no ve ningún coche estacionado en el parking. Apaga el ordenador, coge su bolso, apaga también la luz de la oficina y sale al pasillo, donde reina el silencio y la soledad. A esas horas, solo deben estar los de informativos, en el plató 1; el realizador, en su guarida; y el guardia jurado, en la entrada. Los lunes por la noche no se emitían más programas en directo, así que los estudios quedaban prácticamente vacíos a esas horas.
Cuando se dispone a bajar las escaleras, una voz a su espalda hace que casi tropiece y se caiga.
—¿Todavía trabajando? —pregunta Jon.
—¡Joder, qué susto me has dado! —responde Hazel, llevándose una mano al pecho.
—Perdona, no quería asustarte. ¿Ya te vas?
—Sí, se me ha hecho muy tarde. No me había dado cuenta de la hora que era.
—Yo también me iba ya —dice Jon, acercándose lentamente hacia ella —:¿Por qué no nos vamos juntos y cenamos?
—Ya te he dicho que no puedo. Otro día, ¿vale? —dice Hazel, dándose la vuelta para bajar por la escalera.
—Espera.
Hazel se detiene y vuelve a girarse hacia Jon, que ahora está todavía más cerca. La escasa luz que proviene de la planta baja le ilumina levemente el rostro, y Hazel se arrepiente de inmediato de mirarle a los ojos, pues desprenden un brillo terriblemente seductor.
—¿Por qué tengo la sensación de que me estás evitando?
—¿Quién, yo? No te estoy evitando, solo quiero irme a mi casa y tumbarme en el sofá. ¡Estos tacones me están matando!
—¿Sabes qué fue una de las cosas que más me gustó de ti cuando nos conocimos? Tu transparencia —dice Jon antes de dejarle dar una respuesta —:Me pareciste una mujer sincera, directa, natural.
—Bueno, gracias. Creo que así soy...
—Pues hoy no me lo pareces —la interrumpe Jon, dando un pequeño paso más hacia ella, lo suficientemente cerca como para coger un mechón de su cabello y enroscarlo suavemente en su dedo —:Decía completamente en serio que la otra noche fue la mejor de mi vida. Creía que no volvería a verte nunca más y cuando te vi esta mañana, me dio un vuelco el corazón.
—Eso es porque te tiré el café por encima, ja, ja, ja —bromea Hazel —:Y si sentiste un fuego ardiente en tu pecho, era porque te quemabas.
—¿Por qué te burlas de mí? —pregunta Jon con gesto compungido, apartando su mano.
—¡No me estoy burlando! Yo también pensaba que no volvería a verte nunca más y me ha impresionado encontrarme contigo en mi trabajo. Eso es todo.
—No, Hazel, eso no es todo. Sé que hubo una conexión muy especial entre nosotros. Y sé que tú también sientes esta química. No sé por qué no podríamos...
—Vale, conectamos muy bien, lo pasamos muy bien, pero fue una noche, ya está. No va a pasar nada más entre nosotros, así que no tienes que ponerte en modo seductor conmigo.
—¿En modo seductor? ¿Es que no me crees?
—Me hizo gracia cómo te acercaste la otra noche, lo de haberte enamorado, tatuarte mi nombre y todo eso. La verdad es que me pareció muy original. Y es obvio que me gustaste, por eso pasamos la noche juntos. Pero eso fue el viernes, una noche de fiesta, y ahora somos compañeros de trabajo. Será mejor que dejes este juego para que podamos llevarnos bien.
—Estás muy equivocada, Hazel. No estoy jugando a nada —dice Jon en un tono cada vez más serio —:Fui sincero cuando te dije lo que sentí aquella noche, y también lo estoy siendo ahora. Creo que no me conoces lo suficiente.
Hazel se queda un momento en silencio, asimilando sus palabras. Es cierto que no lo conocía lo suficiente, y también que le parecía que era sincero. Pero ella no estaba dispuesta a bajar la guardia, no podía creer que le estuviera hablando de sentimientos solo porque pasaron una noche juntos. Una noche fabulosa, sí, pero una sola. Y sin embargo, ella también sentía un cosquilleo especial en su interior, algo que no sabía cómo explicar y que le estaba provocando un vértigo incontrolable. Un vértigo muy parecido al que sintió cuando era una adolescente y pensaba que el chico del que llevaba tanto tiempo enamorada iba a brindarle su primer beso. Y estaba decidida a apartar esa sensación de un manotazo.
—Así es. No te conozco lo suficiente. Pero supongo que tendremos tiempo de conocernos aquí. Como compañeros de trabajo. Únicamente —responde Hazel.
Ahora es Jon quien la observa con detenimiento, encajando esa barrera que Hazel se estaba encargando de levantar entre ellos. Nunca había conocido a alguien como Hazel, y nunca había sentido algo tan fuerte por una mujer. Estaba convencido de que con solo una noche en su compañía, se habían despertado en él unos sentimientos muy fuertes, muy auténticos. Su rechazo le provocaba un incómodo dolor, pero tenía que aferrarse a la esperanza de que podría conquistar su corazón algún día, pues sabía que la magia que se despertó cuando sus cuerpos se tocaron no había sido un espejismo.
—¿No vas a darme una oportunidad?
—De verdad, Jon, déjalo. Hasta mañana —responde Hazel dándose la vuelta para bajar las escaleras.
—Solo una cosa más —le dice Jon, haciendo que ella vuelva a pararse. Cuando se gira hacia él, añade —:Dime que no sentiste algo especial esa noche.
Hazel agacha la cabeza, aprieta los labios y cierra un instante los ojos mientras escoge las palabras más adecuadas. Levanta su vista, vuelve a subir los escalones que había descendido, se acerca un poco a Jon y dice:
—Quieres sinceridad, ¿no? —le pregunta, y sin dejarle responder, continúa —:Está bien; sí, fue una gran noche, una noche maravillosa y lo pasé muy bien contigo. ¿Era eso lo que querías oír?
—Sí.
—Vale, pues ya lo sabes. Espero haber ayudado a alimentar tu ego y que tu masculinidad esté a salvo.
—Vuelves a equivocarte conmigo, Hazel. No sé por qué quieres mostrarte tan dura y distante, pero sé muy bien que tú no eres así. Y puede que te parezca precipitado, yo soy el primero sorprendido, pero creo que me he enamorado de ti.
—¡Oh, vamos, Jon! ¡No me hables de amor! Ahora sí que me acabas de romper todos los esquemas —dice Hazel con una risa burlona —:Los discursos amorosos no funcionan conmigo. Habría preferido que me dijeras que quieres volver a disfrutar del sexo conmigo, aunque eso tampoco me iba a convencer, pero al menos te habría creído. Por favor, no insistas, ¿vale?
Jon se queda mirándola fijamente, con el ceño algo fruncido, intentando adivinar lo que él estaba seguro de que Hazel escondía tras aquella pose dura e inaccesible. Pero ella le mantiene la mirada sin titubear, a pesar de que su corazón late acelerado en su pecho. Esos intensos ojos, su mandíbula apretada y su ceja ligeramente levantada despiertan su deseo. Un deseo que también atormenta a Jon y que se esfuerza en contener mientras le mantiene su mirada. Finalmente, él se muerde levemente el labio inferior y relaja su gesto, para decir a continuación:
—Muy bien, como quieras. Hasta mañana, Hazel.
Y pasa por su lado, bajando las escaleras con un pequeño trote.
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Parece que Hazel lo tiene claro; mantener las distancias. Pero Jon también parece que tiene muy claro lo que siente...
¿Quién ganará la batalla? ¿Ella en su convencimiento de que solo es sexo? ¿O él en su propósito de hacerle ver sus sentimientos?
Veremos quién puede más, y lo haremos en los próximos capítulos. ¡Os espero!
Cavaliere
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