Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 51

Todavía está amaneciendo cuando Hazel abre los ojos y mira a su lado para contemplar el plácido rostro de Jon durmiendo junto a ella.

Se queda observándole un instante y un extraño vértigo se instala en su interior. Le entran ganas de avalanzarse sobre él y cubrirle la cara de besos, pero se contiene y dobla el codo, apoyando su cabeza y contemplando su calmada respiración con regocijo.

Se siente tan feliz que teme perder esa agradable sensación y anhela poder despertarse así cada mañana.

En ese momento, una notificación le avisa de que ha recibido un mensaje en su móvil. Se incorpora rápidamente y con cierto cuidado para no despertarle,  coge su móvil y lee el mensaje. Es de su amiga Carla:

Carla: Estás despierta? Supongo que no, es demasiado pronto... Pero, por favor, cuando leas mi mensaje, llámame. Necesito una amiga 😢

Hazel sale de la habitación y responde el mensaje de inmediato:

Hazel: Me acabo de despertar. Qué pasa?

Carla: Podemos hablar? 

Hazel: Sí, claro. Qué ocurre, Carla?

Carla: Rober me ha dejado 😢

Hazel: Qué??? Espera, te llamo

Carla: Puedes bajar y tomamos un café? Estoy en la cafetería que hay en la esquina de tu calle.

Hazel: Voy ahora mismo.

Entra de nuevo a la habitación y con sigilo coge una camiseta, un pantalón corto y unas chanclas, y sale de casa sin hacer ruido.

En la cafetería está Carla sentada a una mesa, removiendo el café que tiene ante ella.

—Carla, ¿qué ha pasado? —le pregunta Hazel acercándose hasta ella y dándole un fuerte abrazo. Se sienta enfrente y espera que su amiga le cuente.

—Se ha marchado...

—¿Así, sin más? —pregunta Hazel sin salir de su asombro.

—Dice que sentía que estábamos estancados. Que me quiere mucho pero que quizás llevamos juntos demasiado tiempo, y ahora siente que nuestra relación está estancada.

—¿Estancada? ¿Qué quiere decir eso?

—No lo sé, Hazel. Dice que llevamos viviendo juntos demasiado tiempo y que era hora de dar un paso más.

—¿Un paso más es casaros?

—Eso mismo le he preguntado yo. Pero dice que no, que para él vivir juntos es lo mismo que estar casados.

—Entonces, ¿qué paso más quiere dar? ¿Tener hijos?

—Esto también le he preguntado. Y, aunque creo que todavía no estoy preparada para ello, habría aceptado si es lo que él quería que hiciéramos para seguir con lo nuestro. Pero tampoco quiere ser padre todavía.

—No entiendo nada, Carla. ¿Qué paso quiere que deis?

—Ese es el problema, Hazel. Que piensa que después de llevar tanto tiempo juntos, cree que ahora sería el momento de ser padres, pero que no se siente preparado todavía para tener hijos.

—¡Eso no tiene ningún sentido! —protesta Hazel.

—Lo mismo he pensado yo y por más que he intentado que me lo explique, solo repetía lo mismo una y otra vez —Carla no puede contener más las lágrimas y empieza a llorar—: Ha empezado a decir que toda relación tiene un periodo de vida y que nosotros, como empezamos muy pronto, hemos superado ya ese periodo. 

—Pero, ¿qué chorrada es esa?

—No sé, Hazel, pero quizás tenga razón... Muchas parejas se divorcian al cabo de los años, porque se les acaba el amor, porque su relación ha cumplido su periodo de vida. Y nosotros, como empezamos a salir siendo tan jóvenes, pues nuestra relación ya ha llegado a su fin —dice una desconsolada Carla.

—¿Y tú lo crees así? ¿Crees que vuestra relación ha llegado a su fin? ¿Es que ya no le quieres?

—No es eso. ¡Claro que le quiero! Y él dice que también me quiere a mí, que siempre me querrá. Y que por eso precisamente, cree que es mejor dejarlo ahora, porque si obligamos a alargar la relación, podríamos terminar odiándonos. 

—No puedo entender nada... ¡Pero si os queréis! ¿Por qué no vais a seguir juntos? 

—Quizás no lo entiendas porque nunca has tenido una relación, Hazel. Que Rober haya querido romper nuestra relación me ha hecho mucho daño, pero pensar que podría llegar a odiarme o que yo termine odiándole a él,  no lo podría superar. 

—¡Pero, es que no entiendo por qué vais a odiaros si os queréis tanto! —sigue diciendo Hazel con asombro e incredulidad —: Y sí que he estado enamorada. De hecho, lo estoy ahora mismo, y no se me ocurre pensar en odiar a Jon.

—¿A Jon? —pregunta Carla sorprendida—: ¿Me estás diciendo que por fin reconoces que te has enamorado de Jon? 

Carla dibuja una sonrisa en su rostro y consigue frenar un momento sus lágrimas.

—Sí, me ha costado, lo sé... —admite Hazel con cierta timidez—: Pero, por eso mismo, no se me ocurre pensar que podría dejar a Jon porque nuestra relación cumpla cierto periodo y no quiera terminar odiándole. ¡No tiene sentido!

—No lo tiene ahora porque acabas de empezar tu relación. Pero, si miras a tu alrededor, verás un montón de parejas separadas, de entre 25 y 50 años, dependiendo de cuándo empezaron a salir, porque sus relaciones han cumplido su ciclo. Incluso tienes un ejemplo muy cercano, en tus propios padres...

Hazel se queda un momento pensando en la historia de sus padres, cómo habían decidido juntarse cuando sus respectivas parejas se enamoraron el uno del otro y ellos se quedaron solos, y habían formado una relación que todavía seguía, tal vez porque era una relación atípica, sin amor, y quizás por ese mismo motivo, no había cumplido su ciclo de vida, tal y como decía Carla. 

Entonces, ¿eso era lo normal? ¿El amor tenía un ciclo de vida? ¿Era eso lo que le pasaría con Jon? ¿Su amor duraría solo un periodo? ¿Y luego qué? ¿Se acabaría todo? ¿Se tendrían que separar para no terminar odiándose? 

Carla observa la cara pensativa de Hazel, que se ha quedado sin saber qué decirle a su amiga para animarla.

—Lo siento, Hazel —le dice Carla al ver su gesto de preocupación y algo apesadumbrado—: No debería agobiarte con estas cosas, ahora que acabas de empezar tu relación con Jon.

—No te disculpes. Has venido a mí para que te consuele y no sé cómo hacerlo... —dice Hazel, abatida.

—Además, a ti no tiene por qué pasarte lo mismo.

—¿Tú crees? 

—Claro que sí. Siempre hay una excepción, ¿no? ¿Por qué no ibas a ser tú? 

—¿Y por qué no ibas a ser tú? —le pregunta Hazel, creyendo haber encontrado algo con lo que animar a su amiga—: Tú quieres a Rober y él te quiere a ti. Estáis hechos el uno para el otro. No conozco a nadie que haga mejor pareja que vosotros dos. Estoy segura de que podréis arreglarlo. Si habláis...

—Ya hemos hablado, Hazel. Hemos hablado mucho, prácticamente hemos estado toda la noche hablando. Hasta que se ha marchado. Hasta que todo se ha terminado.  

Las dos chicas se quedan un momento en silencio. Carla se suena la nariz, se enjuga las lágrimas y se fuerza a sonreír, y añade:

—Es curioso, ¿verdad? Llevo años pidiendo a ti y a Lisa que os enamorarais, que no os perdierais lo maravilloso del amor. Y ahora que las dos estáis enamoradas, soy yo la que se queda soltera. Así que, me temo que tendréis que incluirme en vuestros planes de pareja.

—¡Por supuesto! Nosotras hemos salido muchísimas veces contigo y con Rober y nos habéis tenido que aguantar. Y seguro que Lisa también está encantada de que organicemos una noche de chicas guerreras. Además, ahora está todo muy reciente, seguro que mañana piensas con más claridad. Pero, pase lo que pase, estaremos a tu lado. 

—¡Gracias, Hazel! —responde Carla, dándole un abrazo—: Bueno, será mejor que me vaya a casa. No he dormido en toda la noche y, ahora que estoy más tranquila, siento que los ojos se me van a cerrar de un momento a otro. 

—Me parece muy buena idea. Y cuando te despiertes, me llamas y organizamos algo las tres juntas, ¿te parece?

—Me parece. ¡Gracias!

Cuando Carla se marcha, Hazel siente un pesado nudo en el estómago, una pesada piedra que se ha instalado en su pecho y que no sabe muy bien cómo interpretar. Se queda un rato en la cafetería, pensando en lo que le ha ocurrido a su amiga, en lo que acaba de empezar con Jon y en que él seguirá durmiendo en su cama, esperando encontrarla a su lado al despertar. Pero eso incrementa su vértigo. ¿Y si se está equivocando?, se pregunta. ¿Y si no debería empezar una relación que tiene tantas posibilidades de terminar en fracaso? ¿Y si se separa antes de que llegue el momento en el que le vuelvan a romper el corazón? Ella se ve incapaz de dejar de sentir el amor que siente por Jon. Pero tampoco habría imaginado nunca que terminara lo que había entre Carla y Rober; la pareja perfecta, las almas gemelas, dos seres que estaban destinados a estar juntos, como todo el mundo pensaba.

Pero, si les había pasado a ellos, ¿por qué no les podía pasar también a ella y Jon? No podría soportarlo. Su corazón no podría resistirlo. 

Entonces, ¿qué iba a hacer? ¿Decirle a Jon que lo de anoche había sido un error? ¿Que siguieran siendo amigos? 

En ese momento, recibe la llamada de Jon. Mira el teléfono y al ver su nombre en la pantalla, se le encoge el estómago. Tarda varios minutos en responder.

—Hazel... —dice Jon soltando el aire por la boca, aliviado al escuchar su voz al otro lado—: Me había preocupado al despertarme y no verte a mi lado.

—Sí, bueno... He tenido que salir —dice ella con inseguridad.

—¿Qué te ocurre? ¿Estás bien? —pregunta Jon al notar el estado de preocupación de Hazel.

—Sí, bueno, no... Escucha Jon, creo que será mejor que te vayas.

—¿¡Qué!? ¿Por qué? Quería desayunar contigo y...

—Lo siento, Jon, no puedo.

—Pero, ¿a qué te refieres? —pregunta Jon preocupado—: ¿Qué te pasa, Hazel?

—Creo que no ha sido una buena idea que tú y yo... Creo que deberíamos dejar las cosas como estaban...

—No, Hazel. Espera un momento. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no subes y hablamos? 

—Es mejor así, Jon...

—¿Mejor? ¿Para quién? —Jon eleva un poco la voz. No puede creer lo que está escuchando. No puede aceptar que después de la magnífica noche que han pasado juntos, después de haber confesado abiertamente sus sentimientos, ahora quiera dar un paso atrás—: Para mí no es lo mejor, Hazel. ¡Te quiero!

—No puedo enamorarme. Lo siento...

—¡Claro que puedes enamorarte! ¡Porque lo estás! —Jon empieza a mostrarse desesperado. No puede ser que tenga más fuerza el miedo que el amor y Hazel quiera alejarse de nuevo de él—: No me puedes echar así de tu vida...

—¡Pero no quiero empezar una relación que tarde o temprano acabará! ¿Cuánta vida tendrá nuestro periodo? No estoy preparada para afrontar el final del ciclo...

—¿Periodos? ¿Ciclos? ¡¿De qué cojones estás hablando, Hazel?! Por favor, vuelve y hablamos...

—No, Jon, prefiero que te vayas —dice Hazel con un hilo de voz, pues el dolor que siente le impide que salgan las palabras con fuerza, mientras está conteniendo sus lágrimas.

Jon se queda un momento en silencio. Está sentado sobre la cama, con el teléfono en una mano y con la otra frotándose la frente, totalmente desorientado, abrumado, sintiendo la impotencia ante la determinación de Hazel.

—¿Estás segura? —le pregunta. Y ahora es Hazel quien espera en silencio. Cierra los ojos, se aparta un momento el teléfono de su rostro y deja caer el brazo junto a su cuerpo. Levanta la vista al cielo, toma aire profundamente y tras dudarlo un instante, contesta:

—Sí.

Y Jon recibe esa simple palabra como un jarro de agua fría. Se siente tan dolido e impotente que no sabe cómo reaccionar. No puede creer que la absoluta felicidad que sentía la pasada noche se haya podido esfumar de un plumazo. Y había podido comprobar que Hazel sentía algo por él. Por mucho que ella se había esforzado en ocultarlo, lo había podido sentir en su mirada, sus besos, sus abrazos...

Pero, no conseguía entenderla. No era capaz de comprender que fuera capaz de renunciar a lo que los unía debido a su inseguridad. Podría no confiar en el amor, pero él le había demostrado que podía confiar en él. ¿Por qué no lo hacía, entonces? ¿Qué más podía hacer él para ganarse su confianza? Empieza a creer que nada, que ya no puede hacer nada más. Y el dolor intenso que siente se transforma en rabia, en orgullo, en ira.

—Está bien, Hazel. Me iré —le dice en un tono tajante.

—Lo siento, Jon. Lo siento mucho. Es mejor así, de verdad...

—No vuelvas a decir eso —le interrumpe manteniendo su tono serio y distante—: Tú has sido lo mejor que me ha pasado en la vida, así que no vuelvas a decirme que separarme de ti es lo mejor. Pero, ya no puedo más. No tengo capacidad para ser solo tu amigo, para no besarte y abrazarte, para guardarme todo el amor que siento por ti. ¡Necesito compartirlo contigo, y no como tu amigo!

Vuelven a quedarse un momento en silencio.

—Hazel, dime que no estás enamorada de mí y me iré.

Hazel aprieta los labios y las lágrimas empiezan a descender por sus mejillas. 

—Dímelo, Hazel —insiste Jon. Pero ella sigue callada. Vuelve a apartar el teléfono de su cara un instante, para evitar que Jon escuche su silenciado llanto. Y después de unos eternos segundos de silencio, añade—: Muy bien, Hazel. Adiós.

Cuelga la llamada y Hazel siente que le falta el aliento. Empieza a pensar en Jon en su habitación, vistiéndose y saliendo de su casa, de su vida, quizás para siempre. Y el dolor es tan intenso que por un momento piensa que le falta la respiración, que su corazón se detiene y deja de bombear la sangre hasta su cabeza, sintiéndose algo mareada.

Se enjuga las lágrimas y se da cuenta de que está siendo una idiota cobarde. Deja unas monedas sobre la mesa y se levanta rápidamente.

—¡Eres imbécil! —se dice en voz alta mientras echa a correr por la calle de camino a su casa. 

No puede dejarle marchar. No puede ser tan insensata como para dejar escapar un amor tan intenso por miedo a sufrir si se termina, pues no puede haber nada que le provoque tanto sufrimiento como el que está sintiendo ahora mismo.

Llega al portal y los nervios le impiden que meta la llave en la cerradura a la primera.

—Que no se haya ido todavía, que no se haya ido todavía... —repite una y otra vez mientras consigue abrir la puerta.

El ascensor le muestra la luz que indica que está ocupado, y empieza a dar ligeros golpecitos en la puerta, con impaciencia. Escucha las voces de unos vecinos y se pone nerviosa al ver que no dejan libre el ascensor, así que los golpecitos se transforman en fuertes golpes sobre la puerta, para que sepan que hay alguien esperando. Pero la luz sigue encendida y el ascensor ocupado.

Así que opta por subir andando. Empieza subiendo los escalones de dos en dos, mientras sigue repitiendo en su cabeza el deseo de que Jon no se haya marchado todavía. Cuando llega a su piso, el corazón le late a mil por hora y su tembloroso pulso hace que le cueste encajar la llave en la cerradura. 

—¡Joder, joder y joder! —exclama Hazel casi sin resuello.

Cuando por fin consigue abrir la puerta, encuentra su casa en completo silencio.

—¿Jon? —pregunta en voz alta, pero no obtiene respuesta.

Se va directa a su dormitorio y comprueba que no hay rastro de Jon, excepto las desechas sábanas que fueron testigo de la noche que pasaron juntos.

Apesadumbrada, sale del nuevo al salón, deja el bolso sobre la mesa y saca el teléfono. Marca el número de Jon, pero no le da señal. 

—¡Mierda! —exclama en voz alta—: ¡Imbécil! ¡Eres tonta de los cojones! ¡Te odio! 

Comienza a dar vueltas por el salón, pensando qué hacer. Se para un momento y decide que irá a su casa, y si él no ha ido allí, lo esperará en la puerta hasta que aparezca.

Cuando vuelve a coger el bolso dispuesta a salir, escucha un sonido en su terraza. Se gira y dirige su mirada hacia allí. Juraría que le ha parecido el ruido de un silla al arrastrarse. Desde su posición solo puede ver una parte de la terraza, pues la otra está tapada por la cortina. Se acerca hacia la terraza con sigilo y comienza a escuchar un silbido, que está entonando el tema "Somebody to love".

Sigue aproximándose lentamente y puede ver la figura de un hombre sentado en una silla, con los pies extendidos sobre otra. 

—¿Jon? —pregunta con cierta timidez. Él se gira y se pone de pie—: No te has ido...

Él se queda allí plantado, dedicándole una de sus encantadoras sonrisas: 

—No lo has dicho —le dice él, encogiéndose de hombros—: Te he pedido que me dijeras que no estabas enamorada de mí, y me iría, pero no lo has dicho. 

Hazel sonríe, suelta el bolso y se lanza a su cuello, rodeándole el cuerpo con sus piernas y cubriéndole de besos. 

Él sonríe feliz y la aprieta con fuerza contra su cuerpo, devolviéndole el aluvión de besos al mismo ritmo frenético, hasta que sus labios se encuentran en un apasionado y largo beso. 

—No sé qué es eso de la vida de nuestro ciclo o esas cosas de las que me hablabas, Hazel, pero lo único que puedo decirte es que el amor que siento por ti es tan grande que puede durar toda nuestra vida ¡y hasta cinco más!

—Veo tus cinco vidas ¡y subo cinco más! —bromea Hazel.

—¡Genial! —exclama Jon con una amplia sonrisa—: Pues vamos a empezar a compartirlo ya mismo, ¿no te parece? 

---------------------------------------------------00---------------------------------------------------

¡Vaya susto nos ha dado Hazel! 😅 

Pero por fin van a poder vivir ese amor tan especial y fuerte que sienten. Yo les auguro una vida muy feliz, porque son unos tipos geniales, ¿no os parece?

Voy a escribir el epílogo, porque quiero contaros qué pasa con el resto de personajes que han participado en esta historia y que tanto he disfrutado al escribir. Espero que vosotros/as también hayáis disfrutado leyéndola. 

Y después de ese último episodio, comenzaré con "Seducción anónima", una adaptación de la chat story que escribí para Leemur y que, por sugerencia de una lectora, he decidido convertir también en novela. 

¡Os espero! Y, a quienes estáis conmigo desde el comienzo de mi andadura en Wattpad,  ¡millones de gracias!  Y aprovecho para animar a quienes todavía no me siguen, a que lo hagan: unjovenromantico

Cavaliere


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro