Los ojos azules miraban con interés a la recién llegada, la observaba de arriba y abajo y regresaba su vista a su rostro, la voz de su padre hizo que Marte dejara de examinarla y mirara al hombre quien seguía hablando, por alguna extraña razón dentro del discurso de su padre había sido mencionado.

—Por favor majestad— hablo la joven, esta intento moverse, pero las cadenas se lo impidieron— Hare lo que sea, no soy una deidad de los suburbios solo había ido en busca de una amiga y me atraparon— varias lagrimas caían por su mejilla.

—Eso no quita el crimen que han hecho niña. Ofrecerte es un pecado, en el mundo de los dioses y en terrenal— la joven bajo sus ojos al piso sin dejar de sollozar— Pero no soy un dios cruel, claro que no, todo mundo tiene perdón en mi reino.

Ares sonrió de lado ante las palabras de su padre.

—Mírame niña— ordeno el rey y la joven lo miro— No iras al calabozo ni morirás, te ofrezco algo mejor que eso— la joven escuchaba atentamente las palabras del rey, el hombre estiro su brazo y señalo a Apolo— Mi hijo necesita una sirvienta ya que la última ha sido colocada en otra de las áreas y tú vas a atenderlo.

Apolo miro a su padre y luego a la chica, los ojos de Ares se ampliaron ante las palabras de su padre y pasaba su vista de su hermano a su padre y viceversa.

—Es todo— termino el rey y levanto de su trono, los hombres parte del parlamento real imitaron el gesto— No habrá ejecución esta noche— anuncio hacia el parlamento.

Los hombres asintieron con la mirada y uno por uno comenzó a abandonar el lugar. Zeus trono los dedos cuando el parlamento salió y la puerta se cerró, miro a la chica y le sonrió, luego volvió a tronar los dedos y el vestido de la chica cayo de su cuerpo al piso, la joven se cubrió avergonzada y los ojos lujuriosos de Marte se colocaron en ella.

—Vámonos Ares— anuncio el rey encaminándose hacia la salida, Ares se quedó estático mirando a la joven con una sonrisa.

Apolo se percató de la mirada de su hermano y se quitó su capa azul de su cuello para cubrir a la joven, Ares se dio media vuelta siguiendo a su padre y juntos desaparecieron del salón perdiéndose en los pasillos del reino.

—Gracias majestad— agradeció la joven mirando al joven príncipe.

Apolo asintió y señalo con la cabeza que lo siguiera, lo que menos quería en esos momentos era hablar y comenzar a tartamudear enfrente de aquella extraña, la joven lo siguió en silencio entre los pasillos del gran reino.