6. Rey del inframundo
Ares observaba por la ventana como la luna se alzaba en el cielo, apretó sus manos en el barandal recordando las palabras de su hermana
"Extraño a mi hermano y no en el príncipe que te has convertido"
Con un puño golpeo el barandal y se alejó de la ventana, se sentó frente a su piano y apoyo su frente en el instrumento y cerró los ojos, la cortina negra ondeo de un lado a otro cuando un fuerte aire entro a la habitación, Ares, sintiendo paz ante ese extraño aire no se preocupó en abrir los ojos y cerrar la ventana. Por la ventana, entro una silueta su sombra se aproximó hacia Ares, estiro su mano huesuda y toco el cabello negro el joven, Ares se sobresaltó al sentir una mano sobre él y cayó al piso de espaldas con ojos abiertos.
—Hijo querido ¿Por qué te ha espantado mi presencia? — pregunto el hombre sonriéndole.
Ares soltó un suspiro y le sonrió a su tío Hades, el hombre que su padre había alejado de su familia y de él, la única persona con la que podía contar y sentir a gusto con su presencia.
—Si mi padre sabe que estas aquí...
—No le dirás porque soy tu tío favorito— lo interrumpió Hades tomando asiento frente a él, sonrió y sus ojos azules brillaron ante la oscuridad— Dime hijo mío ¿Qué te tiene tan preocupado? — pregunto.
—Yo quería ir a la tierra, yo debía ir y no Hebe— soltó con amargura y odio, Hades sonrió mirándolo encaminarse a la ventana.
—No siempre tenemos lo que obtenemos hijo mío— hablo y Ares se giro a verlo desde la ventana, dio un paso hacia el y ambos miraron el cielo estrellado— ¿Te gustaría saber algo bueno de tu futuro?
Ares se lo pensó y luego le sonrió.
—Si— asintió— Necesito algo bueno en mi vida.
Hades y Ares se sentaron sobre el piso de roca negra y fría, el hombre estiro sus manos y en el piso se dibujó la figura de un pentagrama quedando ambos dentro de la estrella. Los ojos de Hades se volvieron blancos, sin pupila y estiro sus brazos sobre el pentagrama, en cada punta de la estrella se encendieron velas negras.
—Veo muchas cosas en ti Ares— hablo con sus ojos en blanco, Ares se inclinó más hacia el frente mientras escuchaba— Veo poder en ti, una felicidad al conocer a una persona nueva, veo que ella te interesa.
—¿Una esposa? — pregunto Ares y negó con la cabeza— Las mujeres no traen nada bueno por lo que dudo que este feliz por ello...
—Calla— ordeno Hades— Veo un corazón roto y dos corazones felices, sangre y muerte— Ares escuchaba sin dejarlo de mirar.
—¿Quién muere y quien vive?
Los ojos de Hades volvieron a la normalidad y lo miro.
—La magia negra tiene sus límites Ares, eso tendrás que descubrirlo tú— se levantó del piso y camino hacia la ventana— Es hora irme, las tropas de tu padre pueden encontrarme y tu estarías en problemas— se colocó en borde de la ventana y le sonrió— Algún día, tu y yo seremos los amos del cielo, juntos gobernaremos y nadie podrá ordenarte porque serás el rey. Te mereces el trono de Zeus más que nadie en esta vida.
Aquellas últimas palabras provoco que la sonrisa de Ares se ampliara mostrando su dentadura blanca, Hades le devolvió la sonrisa y se dejó caer de espaldas por la ventana, Ares se asomó mirando como su tío caía al vacío, antes de llegar al piso, su cuerpo se convirtió en polvo de color negro.
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