26. Lluvia torrencial
Los relámpagos iluminaban el cielo y los truenos resonaron en la tierra, las primeras gotas de lluvia cayeron sobre la tierra provocando que las personas corrieran hacia sus casas con sus paraguas o colocando algún objeto sobre sus cabezas.
Cerca de la torre Latinoamericana, en la ciudad de México, en donde las personas atravesaban las calles corriendo, Hebe observaba el cielo estático, su cabello mojado se pegaba a su rostro y gruesas lagrimas caían por su mejilla, dejo caer la nota de oro que el ángel Serafín le había mandado por medio de una paloma de urgencia.
Hebe se levantó del piso y se apartó del sonido de la ciudad, sus alas blancas estaban decaídas y caminaba a paso lento hasta que llego al Palacio de Bellas Artes, un gran templo de color blanco y llena de color, se abrazó a sí misma, soltó un sollozo y oculto su rostro entre sus manos, los truenos sonaron y un relámpago ilumino los cielos.
—¿Estas bien? — pregunto una voz a su lado, Hebe levanto sus ojos azules y miro a su lado al demonio, tenía sus grandes alas negras mojadas y su cabello negro se le pegaba al rostro, Hebe negó con la cabeza.
—Mi padre ha muerto— murmuro y sus ojos se llenaron de lágrimas, una de ellas descendió por su mejilla— Creí que un dios como él era inmortal, creí que lo éramos y que nada malo pasa en el Olimpo, pero él ha muerto y me ha dejado— Hebe miro los ojos negros de Demonio— Dejo a su hija en la tierra y debo volver a casa— Lucifer estiro su mano y tomo la mano de Hebe y la entrelazo con la suya, Hebe solo lo miro, pero no retiro su mano— ¿A dónde vamos los hijos de Dios si vivimos en el cielo? ¿A dónde ha ido mi padre?
Hebe se abrazó de Lucifer y sollozo sobre su hombro sin importarle que pudiera pensar el demonio sobre ella, Lucifer paso su brazo por las alas blancas de Hebe. La hija de Zeus se alejó un poco del demonio y lo miro a los ojos, sus ojos negros siempre inexpresivos la observaron el silencio, Lucifer alzo su mano y la coloco en el rostro de la diosa, la jalo y estampo sus labios sobre los ella, Hebe paso sus brazos sobre el cuello del demonio y las alas de Lucifer se abrieron tapándola de la fría tormenta.
***
Apolo observaba por una de las ventanas del reino mientras la lluvia paraba, la fuerte tormenta ya había pasado en los cielos y solo pequeñas gotas de agua caía sobre el Olimpo, se dio media vuelta y observo la estatua de su padre, paso sus manos sobre el mármol blanco y las lágrimas cayeron por su mejilla.
—Me has dejado solo— reprocho hacia la estatua y cerró los ojos, frunció el ceño al escuchar un sollozo y se alejó de la estatua.
En uno de los pasillos del palacio, Ares se encontraba sentado en el piso y sollozaba, Apolo se asomó un poco y miro que murmuraba algunas palabra, hubiera amado acercarse a su hermano y abrazarlo, pero sabía que Ares no lo aceptaría, su hermano siempre lo había rechazado, se dio media vuelta alejándose de los sollozos de Ares y se perdió por la oscuridad.
—Perdóname papa— exclamo Ares ocultando su rostro en sus manos— Por favor, perdóname.
***
Lucifer escuchaba la suave respiración de Hebe cerca de él, después de haber llorado mucho y de haberle dicho que volvería al cielo junto a su familia se había quedado dormida, la lluvia se había detenido un poco y la luna se alzaba en el cielo iluminando la ciudad.
Lucifer saco una daga de demonio y la miro entre sus manos, era larga, puntiaguda y de color negro, el filo del arma brillo cuando la extrajo, miro hacia Hebe y sus ojos negros se posaron en su grandes e inmensas blancas de color blanco, se veía tan preciosa ahí dormida con tanta calma dándose cuenta de la confianza que había tomado la hija de Dios sobre él.
—Perdóname Hebe— pidió Lucifer y sintió agua sobre sus mejillas. Estaba llorando ¿Cómo había sido posible? Era un demonio.
Negó con la cabeza y se acercó a ella con el arma en alto.
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