22. La muerte del rey
El cielo se había oscurecido y las primeras gotas de lluvia caían sobre el Olimpo, la reina Juno se encontraba sobre la gran cama blanca abrazada del rey que la muerte le había arrebatados, todo había pasado tan rápido ante ella, los guardias que habían encontrado al rey se encargaron de avisarle lo más rápido posible.
Los grandes reyes se reunieron para el funeral del rey del cielo, los mares del mundo se habían violentado haciendo varias olas que rompían antes de llegar a tierra, Poseidón se encontraba cerca de la tumba color marfil de su hermano rodeado, Hestia mantenía la cabeza baja frente, Hera se encontraba mirando a su alrededor en busca de alguien y Deméter, con su corona de oro decorándole su cabeza se encontraba consolando a la reina Juno.
El pueblo del cielo mostro su respeto, haciendo silencio. Cerca del ataúd de piedra en donde el rey permanecía acostado estaba Apolo con su cabeza agachada derramando varias lagrimas sobre el féretro de su padre, su capa blanca ondeaba en el aire y su cabello negro brillaba ante los últimos rayos del sol, una figura se acercó a él y Apolo miro de reojo de quien se trataba.
Ares observo a su padre con ojos muy abiertos y se dejó caer de rodillas en el piso sin importarle lo que el pueblo del cielo pudiera murmurar sobre él, Apolo lo miro desde donde estaba frunciendo el ceño, pensó en los grandes remordimientos de conciencia que podía tener Ares al ver su padre muerto, paso a su lado dejando a su hermano con sus pensamientos llenos de culpabilidad.
Apolo se colocó al borde observando el Olimpo y se recargo en uno de los grandes pilares del reino cuando alguien llego a su lado y le coloco su mano en el hombre, sonrió un poco al creer saber quién era, pero su sonrisa se desvaneció al mirar a su tía Hera al lado de él.
—Apolo— hablo la reina Hera, la mujer abrazo a Apolo y luego lo miro con lágrimas en los ojos— Él está en un lugar mejor, el descansa de la tierra y del cielo, el cementerio de los dioses lo aceptara con mucha alegría.
—El no merecía morir— contesto mirándola— El cielo es el mejor lugar para nosotros, ¿Por qué tuvo que irse y me dejo?— pregunto y se dio la vuelta dándole la espalda a Hera— Voy a estar solo.
—Todos estaremos contigo, tu madre y tu hermano también quien tendrá que asumir ser ahora el rey de los cielos tras la partida de tu padre— Apolo la miro— Nuestro señor Dios guiara el camino de todos nosotros y pondrá en el trono del Monte Olimpo a un rey justo y bondadoso igual que su padre— tomo el mentón de Apolo obligando que la viera— Tu padre y nuestros muertos no deben ser llorados, deben ser venerados y recordados, eso lo mantendrá vivos en nuestro mundo.
Hera coloco un beso sobre la frente de Apolo y se alejó de él regresando al interior del reino, Apolo la miro marcharse.
***
Ares se balanceaba sentado sobre la fuente mientras gruesas lagrimas derramaban por su mejilla, negó con la cabeza mientras su cargo de conciencia le recordaba el acto que había cometido.
—Perdóname padre, perdóname— murmuraba mirando hacia el cielo, sus ojos azules estaban rojos de tanto llorar— Yo no quería hacer eso, fue un accidente.
Ares soltó un sollozo y se abrazó a si mismo buscando la paz que nunca encontraría, una silueta negra salió de la oscuridad se acercó al muchacho lentamente, estiro su mano pálida y la coloco en su hombro, Ares se dio media vuelta y observo a Hades frente a él.
—Eres un monstruo Ares— hablo Hades mirando a su sobrino, se sentó a su lado— Mataste a uno de mis hermanos y quien era tu padre.
—Fue un accidente, no quería hacerlo, yo no lo hice tío— se arrodillo frente a el— Alguien disparo una segunda flecha, mi flecha no mato a mi padre, tienes que creerme— sus ojos llenos de lágrimas miraban a su tío— Por favor tío, júrame que no le dirás a nadie, hazlo por tu hogar, el Olimpo.
Hades paso una mano sobre el cabello de Ares y le sonrió.
—Te lo prometo hijo mío— asintió con la cabeza el hombre y abrazo a Ares, Hades sonrió lentamente, era hora de comenzar el segundo paso de su plan y cuando menos se diera cuenta, el cielo, la tierra y le infierno serian suyos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro