Hebe observo el color que pasaba de verde a amarillo y luego a rojo, los perros ladraban a lo lejos y también escucho música en una casa cercana, se levantó de la banca de madera que se había sentado y camino, el frio aire golpeo y ondeo su vestido blanco mientras atravesaba las calles de la ciudad, paso corriendo una avenida y sonrió ante esa libertad que jamás había tenido en el cielo. Miro a lo lejos una pareja de novios tomados de las manos y se reían de algo.

En muy poco tiempo había aprendido palabras del mundo mundano y se recargo en un árbol, observo como la pareja se aproximaba hacia donde estaba y los miro a pasar a su lado, la joven de cabello rizado tenía una sonrisa en su rostro y juntos se alejaron de ella. Hebe se colocó en el centro de la calzada y miro hacia el cielo estrellado. Extrañaba su hogar, a sus hermanos hasta a Ares quien siempre era muy despejado de ella, pensó en Apolo y en su sonrisa que siempre tenía, la persona que siempre la apoyaba en todo, en su madre y en su padre, se preguntó si la extrañarían.

Hebe dejo de mirar el cielo y se dio media vuelta caminando en el sentido contrario que había caminado los humanos, sus ojos azules se colocaron en un gran templo de doce columnas, cada columna tenía un signo que reconoció.

Eran las columnas con los nombres de los doce dioses griegos: Zeus, Hera, Poseidón, Afrodita, Ares, Atenea, Hermes, Apolo, Artemisa, Hefesto, Deméter y Hestia.

Minerva sonrió recordando los nombres de toda su familia. Tanto su madre como ella no entraba en los doce porque solo entraban los dioses más importantes, sonrió mirando el nombre de su hermano Apolo dentro de ellos. Subió los escalones y entro al lugar, sus ojos platas recorrieron el lugar y sonrió maravillada por ese lugar que le recordaba a su hogar, paso su mano sobre un gran pilar de piedra y se alejó llegando al centro del museo, leyó algunos letreros que señalaban "La Antigua Gracia" "Hechizos de los dioses" "Demonios" y "Dioses del Olimpo", tomo la ruta que llevaba hacia el ultimo cartel y atravesó el pasillo oscuro, agradecía tener el don de ver en la oscuridad.

Llego hasta la segunda sala y sonrió al mirar varias fotografías de como el humano creía que eran los dioses, personas fuertes y de buen cuerpo y muy poderosos, se acercó a cada descripción sobre su familia de dioses, muchos de ellos coincidían con su verdadera personalidad.

"Ares: Dios de la sangre y la oscuridad"

Minerva estuvo de acuerdo como lo describieron los humanos, así era su hermano. Siguió caminando y sonrió al mirar la descripción de Apolo

"Apolo: Dios de las artes, del arco y la flecha, identificado como la luz de la verdad"

Hebe observo las fotografías de sus dos hermanos, realmente lo extrañaba, siguió caminando hasta que sus ojos captaron su nombre, se aproximó con una sonrisa y se detuvo ante la descripción.

"Hebe: Asistente de los dioses y reina de la juventud" Hebe miro y estiro sus manos tocando la escultura blanca y lisa, luego aparto la mano.

—¿Admirándote? — pregunto una voz desde la oscuridad.

Hebe aparto sus ojos y miro como entre las sombras se asomaba Lucifer, su sonrisa era amplia y sus ojos negros brillaban.

—Por supuesto— contesto Hebe— Yo soy digna de ser admirada, no como tu.

Lucifer sonrió recargándose en un pilar mientras observaba las esculturas de todos los dioses, regreso sus ojos negros a Hebe.

—Casi no te diviertes, hija de Zeus— hablo.

—No tengo tiempo de hacerlo porque los demonios y tu están molestando a la humanidad y debo protegerlos de ustedes.

Lucifer le sonrió.

—Podríamos hacer una tregua— ofreció mirándola— Conozcamos la ciudad juntos y mañana volvemos a ser los enemigos que siempre hemos sido.

—¿Por qué debería hacer eso? — pregunto Hebe alzando una ceja.

—Todos necesitamos diversión, hasta ustedes los dioses— le contesto, se alejó del pilar que estaba recargado y estiro su mano— ¿Qué me dices? ¿Aceptas?

Hebe observo la mano del demonio, sabía que eran tramposos y no eran de fiar, pero si iba con él podía alejarlo al menos por un día de la humanidad, estiro su mano aceptando.