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11. El soberano del Olimpo

Apolo observaba con preocupación a su padre que estaba acostado en su cama, sus ojos azules lo examinaron y tomo su mano, el rey le sonrió y apretó la mano de su hijo

—¿Cuan..to ti...tiempo estarás en ca...ma pa...pá?— pregunto mirándolo.

—Espero que muy poco tiempo hijo mío— contesto el rey, tosió un poco y le volvió a sonreír, dejo de sonreír y frunció el ceño — Necesito que venga tu hermano porque el estará al mando mientras yo esté enfermo.

Apolo se tensó y suelto la mano de su padre, el rey Zeus se percató de ellos y sus ojos azules se colocaron en su hijo.

—¿Pasa algo con Ares? — indago el rey a su hijo, este permaneció callado y bajo su vista— No bajes la vista Apolo, ni ante mí ni ante nadie, eres un rey no lo olvides.

—Si pa..pa— asintió con la cabeza mirándolo— Todo est...a bien c...o...n Ares.

—¿Seguro? — pregunto el rey insistente, Apolo asintió con la cabeza— Creeré en ti Apolo, porque confió en ti y sé que jamás me ocultarías algo.

Apolo no se atrevió a mirar a su padre, el jamás le mentía a nadie, pero no podía decirle los problemas que tenía con Ares, su hermano se enojaría con él y su padre le reclamaría así que decidió callar.

—Llámenle a mi hijo Ares, necesito hablar con los dos— hablo el rey hacia sus hombres, estos asintieron con la cabeza y salieron de la alcoba real.

Minutos más tarde regreso la escolta junto con Ares, los hombres hicieron una reverencia y abandonaron la alcoba cerrando las grandes puertas blancas del dormitorio.

—Espero que sea algo importante— hablo Ares acercándose a su padre, sus ojos azules se entrecerraron— ¿Qué haces en cama aun?

—Necesito hablar con los dos— hablo Zeus, Apolo coloco su atención a su padre y Marte rodo los ojos impacientes, no le gustaba que le quitaran su tiempo— Unos de los arcángeles ha venido a verme y estoy enfermo...

—Eso es imposible— interrumpió Ares— Somos dioses, no podemos enfermar, eso les toca a los humanos no a nosotros— negó con la cabeza.

—Pues si estoy enfermo Ares— hablo el rey mirándolo— Tu tío ha creado la enfermedad

Ares quien se había dado vuelta mirando hacia las grandes ventanas de la habitación se giró a su padre.

—¿Te re...fie...fieres al tío Hades? — pregunto mirándolo.

Ares abrió sus ojos al escuchar el nombre de su tío y miro a su padre quien asintió con la cabeza, Apolo miraba a su padre con preocupación. Hades era el hermano de su padre y hace muchos años había sido desterrado tras querer matar a su padre, él no lo recordaba mucho, pero poseía mucho poder que lo cambio por magia oscura.

—Es por eso que me ausentare por unos días de mis obligaciones como rey y quiero que Ares se quede al mando hasta que pueda volver a regir, me encargare de guiarte hijo, no te dejare solo.

Ares sonrió ampliamente mirando a su padre y se arrodillo a su lado.

—Te prometo que no te voy a defraudar padre, lograre ser un buen soberano en tu ausencia, lo prometo— hablo mirándolo.

—Eso espero— contesto el rey mirándolo— Me encargare de ponerte al tanto de mis obligaciones con Henry, nuestro protector del cielo y tendrás que hacer una reunión con los ángeles y arcángeles para que sepan que por ahora se dirigirán a ti.

—Hare todo lo que me pidas padre— asintió el joven.

Ares se dio media vuelta saliendo de la alcoba de su padre y una gran sonrisa se colocó en sus labios, al fin iba a tener el poder que tanto había anhelado y haría lo que quisiera sin que nadie le dijera si era lo correcto o incorrecto, por un buen tiempo lo tratarían como "excelencia" o "majestad".

Apolo cerró la puerta y salió de la alcoba de su padre descendiendo las escaleras blancas hasta llegar a la fuente redonda, ahí estaba el agua mágica de la tierra lo que llegaba a curar cualquier herida física que tuvieran los soldados, pero no una enfermedad como su padre tenía, sintió un dolor en su pecho de tan solo pensar que su padre muriera. Alzo sus ojos azules y miro a la joven que su padre había acogido mirando las rosas del jardín, se quedó inmóvil mirándola y cuando ella dio media vuelta sus ojos se conectaron, Apolo la aparto dándole la espalda.

—Buenas tardes excelencia— hablo la voz dulce de la joven detrás de el, Apolo se dio vuelta y le sonrió— Su majestad, el rey, me ha ordenado ser su dama de compañía, estoy aquí para lo que se le ofrezca.

Apolo le regalo una sonrisa.

—Gra...gracias— agradeció y se regañó mentalmente, odiaba tartamudear.

Alzo sus ojos azules esperando ver una extraña mueca en ella, pero se sorprendió al ver que le sonreía ampliamente, su sonrisa era bonita y su cabello rubio y ondulado caía sobre su espalda, sus ojos verdes lo miraban y luego bajo sus ojos al piso.

—Lamento mirarlo a los ojos, sé que a ustedes no se les debe mirar directamente— se disculpó.

—No es molestia para mí— contesto Apolo, el joven príncipe se sorprendió al darse cuenta que no había tartamudeado, se sonrió ante ese gran logro y la miro— Es la pri...primera vez que ten...go una dama de com...compañía, háblame de ti.

Apolo señalo la orilla de la fuente y ambos tomaron asiento.

—No conocí nunca a mi padre, cuando nací mi madre me vendió a una casa de apuestas, pero la señora siempre me trato bien y me alejaba del peligro, pero ella falleció— hizo una mueca— Después tuve que vagar por las calles del cielo buscando que más hacer hasta que su padre me ofreció ser dama de compañía, siempre voy a estar agradecida por la familia real por eso.

Apolo asintió con la cabeza.

—Hábleme de usted, es la primera vez que soy dama de compañía y no sé cómo comportarme.

Apolo la miro.

—No sabría decir..te— negó con la cabeza— Mi hermana podría ayudarte..te con eso pero no está aquí— miro hacia otro lado ocultando su tristeza de aquella joven.

La joven estiro su mano y la dejo suspendida en el aire ¿Podía tocar al príncipe? No, no podía, la regaño su cerebro.

—Pero yo estoy aquí, podemos conocernos— Apolo se giró a verla— Sé que no soy como su hermana y no pretendo serlo, pero puedo ser buena compañía

Apolo le sonrió un poco, frunció el ceño.

—¿Cómo te..te llamas?

—Alyssa, excelencia— hizo un asentimiento de cabeza.

Alyssa sintió sus mejillas arder ante la mirada del príncipe, Apolo le sonrió.

Desde una de las ventanas del reino, Ares observaba a su hermano cruzado de brazos, apretó sus manos formando puños y se dio media vuelta sintiendo enojo.

¿Por qué su padre le había dado esa joven a su hermano y no a el? Una sonrisa se colocó en su rostro mientras volvía a ver hacia los jardines del reino, asintió con la cabeza para el mismo, tenía un plan en su mente y se alejó de la ventana ondeando su capa negra por los pasillos del palacio.

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