Capitulo 29- Adiós a todos (Parte 2)
El cuarto hijo de Odín sabía que los humanos no tenían escapatoria. No podían haber regresado a su campamento ya que el camino lo bloqueaba su propio ejército. Además, no podían solicitar apoyo aéreo porque las comunicaciones estaban cortadas y sus refuerzos estaban siendo retrasados por fuerzas que él había establecido en la zona este. Así que solo había una alternativa. Si Freyja había huido con ellos, estos solo podían haber escapado a la base del Linaje Congelado para hacerse con una de las naves de transporte de su hangar. Y el hallazgo de unos centinelas muertos en uno de los túneles que conectaba el bosque con las montañas se lo confirmó. Por ello, envió a una parte de sus tropas por la entrada de la cueva que llevaba al Conducto y la otra, junto con él, bordearon por el otro lado, justo en la zona del hangar, para poder acorralarlos. Y no se equivocaba.
Los 6 humanos eran contemplados por Loki con desprecio y diversión. El Gélido no dejaba de pensar en cómo disfrutaría con aquellos individuos. Los humanos se decía eran inteligentes y racionales pero en muchas ocasiones se dejaban llevar por sus violentos instintos. Se imaginaba creando con aquellos humanos un torneo donde estos tendrían que luchar a muerte con antiguas armas del Linaje Congelado. Sería un espectáculo macabro y delicioso que seguramente su padre disfrutaría. Y es que Odín era muy aficionado a los combates a muerte entre seres de un mismo bando o especie. Ya se lo mostró a todos en los torneos de lucha que organizó con prisioneros Vanir capturados tras la Pugna Tribal. Mucha sangre de esa casta fue derramada para diversión del monarca y súbditos Aesir y Loki estaba dispuesto a entregarles algo igual o incluso mejor.
Capturarlos no sería ningún problema. Tan solo podían regresar desde el pasillo y de ahí, venía el otro grupo. Por otro lado, enfrentarse a Loki y a sus hombres era una locura. Con el Gélido venían Alfar y Jotuns bien armados además de los dos Huskarls que le protegían. Estos, de hecho, ya habían desenvainado sus espadas, listos para atacar cuando su señor les diera la orden. Se sentía respaldado por todos ellos y solo tenía que pronunciar una sola palabra para matarlos a todos. Pero eso sería demasiado fácil. Él quería divertirse un poco más.
Se acercó. Los Huskarls iban detrás suya, sin despegarse de su lado. Si los humanos atacaban, ellos se adelantarían y los eliminarían sin piedad. Loki siguió andando y quedó justo apenas a dos metros de los soldados. Estos estaban tensos. Empuñaban con firmeza sus armas. No le apuntaban con ellas pero sabía que en un descuido, no dudarían en abrir fuego. Iba a hablar. Carraspeó un poco y acto seguido, comenzó con su papel.
—Tenéis dos opciones ahora mismo—pronunció el Gélido en el perfecto idioma humano—. U os entregáis de forma pacífica sin oponer resistencia, o como ataquéis, todo este ejército —Extendió su brazo para señalar a las huestes que tenia detrás—, acabará con vosotros en un abrir y cerrar de ojos.
Ninguno de los humanos parecía querer hablar. En verdad, sus respiraciones parecían haberse contenido y ya ni tan siquiera pestañeaban. Era como si se hubiesen convertido en inertes estatuas. Eso divirtió a rabiar a Loki. En ese mismo instante, las puertas que había tras los humanos se abrieron.
Sif, acompañada por tres de las Valquirias supervivientes y un grupo de Alfar, salió de la entrada. Los humanos reaccionaron enseguida al toparse con la vástago de Odín y su grupo.
—¡Hermana!—exclamó Loki con euforia— Me alegra verte aquí pero no te preocupes. Todo está bajo control.
— Ya veo—fue lo único que se limitó a decir la líder de las Valquirias.
Miró fijamente a cada uno de los humanos. En su mano, su bastón con cuchillas curvas se mostraba amenazante. Loki supo lo que su hermana pretendía, así que se adelantó para evitar que hubiera más sangre derramada.
—Creo que yo me ocuparé de los prisioneros.
Al oír eso, Sif se volvió. Loki pudo ver que llevaba parte de su armadura de color blanca con franjas negras llena de líquido rojizo. Dedujo que debía de ser sangre.
—¿De quién es?—preguntó curioso.
La Valquiria llevó una mano hasta su traje y miró el pringoso líquido que la ensuciaba.
—De un bastardo que dificultó mi misión—dijo con desagradable voz—, pero lo destripé como a una bestia endemoniada.
Esto lo dijo en su idioma. Miró al muchacho que tanto quiso matar, aquel que tanto aprecio parecía tener por el hombre y notó el malestar y el dolor que envolvieron al humano. No sabía si sentirse mal por disfrutar del sufrimiento ajeno pero no le importaba.
—Da igual de quien fuera—prosiguió Loki, ignorando las repulsivas palabras de su hermana—. Los prisioneros son cosa mía. Tú ya has hecho tu trabajo, puedes retirarte.
—De eso nada—le vociferó su hermana—. ¡He perdido a cuatro de mis Valquirias para atraparlos! ¡No permitiré que el mérito te lo lleves tú!
Loki extendió ambos brazos hacia abajo con las palmas bien abiertas. Era una señal de respeto y paz.
—Nadie se llevará el mérito de nadie, hermanita.—Aquello último sonó algo fastidioso—. Has hecho un buen trabajo y se lo haré llegar a padre. De veras.
—¡Han activado el Conducto!—le espetó su hermana— No sé como lo lograron pero había una imagen extraña saliendo de él.
Aquella información sí que no la esperaba. Desde que ordenó al tal Tomarksu que fuera a buscar la supuesta llave que accionaría el Conducto, no habían sido capaces de accionar el artefacto. Sabían que esa llave era el único modo. Tenían una localización por emanaciones energéticas débiles pero constantes que coincidían con las emitidas por el Conducto. Al menos, eso fue lo que le explicaron las Quimeras. Por ello, mandó al Alfar a traerle el objeto, el cual sería entregado a Loki pero en vez de eso, el imbécil Gélido fue a luchar en la batalla de los Cuatro Cañones y murió allí. Se halló su cuerpo pero ni rastro de la llave. Tiempo después, su débil señal se detectó en el campamento humano. Fue una agradable coincidencia. El intercambio no era realmente por el objeto, solo un modo de dividir y amedrentar a los humanos pero el súbito hallazgo de este allí le permitiría matar dos pájaros de un tiro.
—Bien, pues ocúpate de eso—dijo a Sif tras reflexionar un poco.
—Ni hablar—le habló su hermana—. Padre te responsabilizó de esto, así que te encargas tú.
Loki se colocó justo delante de su hermana. Él era un poco más alto aunque más delgado que ella. Así que pudieron encararse perfectamente.
—En serio—le habló con cierta condescendencia—, ¿no preferirías llevarte tú el mérito, ser tu quien se lleve todas las felicitaciones y premios?—Sif inclinó su cabeza a un lado. Pese a no ver su rostro, tapado por la máscara del traje, Loki sabía que su hermana estaba indecisa—. Vamos, seguro que así te ganaras el respeto que tanto deseas. Y te lo mereces.
Las manipuladoras palabras de Loki parecieron surtir efecto. Sif le miró por un leve instante, y tras esto, decidió volver a dentro. Pero antes de irse, su hermano la llamó.
—Por favor, llévate a esto—dijo mientras agarraba a Freyja del brazo.
La Gélido había permanecido ajena a todo lo ocurrido. Escuchó, eso sí, cada parte de la conversación que ambos hermanos mantuvieron. Y no le gustaba que Loki se quisiera hacer cargo de Zeke y sus amigos. Lamentablemente, conocía demasiado bien al vástago de Odin, o como ella lo llamaba, el demonio maligno.
—Tú eres la peor escoria que ha existido nunca—le espetó de forma insultante este a la chica—. No eres más que una asquerosa y cobarde Vanir y seguirás siéndolo el resto de tu vida.—Giró la vista a los soldados humanos—. Así que no me extraña que hayas decidido unirte a nuestros enemigos.
Acto seguido, Freyja sintió un fuerte golpe en su vientre. Sintió como si sus órganos fueran a salírsele por la garganta del fuerte impacto recibido por la empuñadura de la espada. Quedó clavada de rodillas, tratando de recuperar su aliento. Loki la miró con desidia.
—Eres patética.
Sif tan solo se limitó a observar. Luego, dijo a una de sus Valquirias que se la llevara de allí. Mientras se marchaba, la joven princesa no dejó de mirar a Zeke. Los ojos del muchacho tampoco se apartaron de ella.
Ezekiel vio como se llevaban a Freyja. El joven soldado humano se quedó paralizado al ver el trato que la Gélido había recibido. Apenas minutos atrás, él también la amenazó. Se sentía fatal por ello. Pero ese iba a ser el menor de sus problemas ahora.
Loki se acercó a los humanos y empezó a mirar a cada uno. Un helado escalofrió recorrió el cuerpo de Zeke cuando aquel ser de armadura negra y capa azul fijó su atención en él. Pareció notar como reía por lo bajo pero era incapaz de ver tras esa austera mascara.
—Bien—dijo con siniestra voz—, tirad las armas justo frente a mí.
Se miraron los unos a los otros. Estaban rodeados por Gélidos y estos les apuntaban con sus armas. No tenían otra alternativa. Así fue como Miranda, Kyle, Eph, Katie, Patterson y Zeke arrojaron todo su armamento al suelo. Desde los fusiles de asalto pasando por las pistolas, los cuchillos de combate, las granadas y una escopeta que portaba Miranda.
—Perfecto—comentó conforme Loki—. Ahora, seguidme.
Mientras unos Alfar recogían todo su armamento, el grupo fue obligado a moverse por los Huskarls de Loki. El Gélido se puso en cabeza para guiar mientras que sus guardaespaldas se colocaban a cada lado para evitar que alguno de ellos intentase escapar. Unos Alfar estaban detrás de los humanos, apuntándoles con sus luminosas lanzas.
Zeke pensó en la posibilidad de escapar. Aquel lugar era una zona escarpada. Podían escalar y ocultarse en alguna de las grandes rocas hasta que el enemigo desistiera de buscarlos. Luego podrían adentrarse por el bosque y tomar el túnel para volver al campamento. No parecía una idea absurda. Pero lo era. Iban desarmados y los Huskarls parecían diestros con sus espadas y los Alfar podían tumbarlos con un disparo de plasma. No valía la pena.
Subieron por encima de una empinada cuesta y atravesaron una pequeña montaña, descendiendo por una suave loma. El terreno era pedregoso y dificultaba el avance. Eph, herido del brazo, notó cierta dificultad al andar y uno de los Huskarls le golpeó para que reiniciase la marcha.
—Con cuidado—le dijo Loki—. Los queremos vivos. De momento.
Tras el descenso, avanzaron varios metros y llegaron a una amplia explanada que colindaba con el gran y negro bosque. Ezekiel y sus compañeros fueron colocados en fila y obligados a arrodillarse. Al tocar el suelo, notó la aspereza y el frío que manaban de él. Se vio obligado a dejar la cabeza gacha mientras Loki se acercaba. Todos estaban nerviosos y sentían el miedo adentrándose por su cuerpo. Sinuosas serpientes que eran, enroscándose por todo su interior, inyectando aquel veneno de agobio y desesperación.
El Gélido llegó ante ellos y comenzó a pasear de un lado a otro, sin quitarles ojo de encima. Zeke sintió espeso sudor cayendo por su frente y un leve estertor surgiendo de sus pulmones. Ahogó un gemido, no queriendo mostrarse vulnerable ante él. El alienígena se detuvo y soltó una carcajada. Eso hizo alzar la vista de todos los humanos.
— Ahí delante tenéis el amplio bosque—señaló Loki—. Está lejos, bastante diría yo- Se volvió a uno de sus guardaespaldas- ¿Cuánta distancia hay de aquí al bosque?
Este se encogió de hombros, sin saber que responder.
—Bueno, es lo mismo—se excusó Loki—. Lo que importa es que cruzando ese bosque se halla vuestra salvación.
Esta súbita revelación animó a los soldados. Zeke se sintió algo reconfortado por escuchar eso pero sabía que no debía hacerse ilusiones. Aquello tendría trampa.
—Por supuesto, no os lo voy a poner fácil—explicó el Gélido para el descontento de Ralston—. Aunque os de la oportunidad de escapar, ¿Qué diversión habría en ello?
Aquella pregunta sonaba tanto sardónica como fastidiosa. Ninguno se atrevía a pensar en algo desagradable pero era inevitable hacerlo. Loki siguió paseando en silencio de un lado para otro. Solo el sonido desquebrajado del viento y los pasos del Gélido eran lo único audible. Kyle tragó saliva y miró a Zeke. El chico quería decirle algo pero sabía que si hablaba, se estarían metiendo en problemas. Siguió mirando a Loki, quien iba de un lado para otro sin saber muy bien qué hacer. En verdad, todos sus compañeros miraban a aquel perturbador ser preguntándose qué diablos tramaría.
Entonces, este se dirigió a uno de los Huskarls y le pidió que viniera. El ser de armadura gris se acercó con su señor hasta quedar frente a los humanos, quienes miraban impertérritos.
—Dronan es un gran tirador con lanza—dijo con cierto orgullo Loki. El Huskarl se mantuvo en su sitio sin decir nada—. Mi padre me contó que durante la batalla de Eksaria, hace ya muchos años, este amigo le arrojó a Rokar, el líder de los Vanir, una lanza que acabó clavándose en su hombro derecho. ¿A qué distancia estabas de él?
La pregunta pareció pillar por sorpresa a Dronan, quien sin más, habló por primera vez. Aunque lo hizo en el idioma del Linaje Congelado, el dialecto Yui.
—Recuerdo que estaba al final de la división de ataque—rememoró el Huskarl con alborozo—. Rokar estaba justo en el centro, creo que a unas diez casas de Hakrian de distancia.
- Bueno, muy lejos—dijo sin mucha ceremonia Loki.
Dronan asintió y el hijo de Odín volvió a dirigirse a los humanos. Estos ya estaban preocupados ante el juego que planeaba el Gélido.
—Como veis, mi amigo tiene muy buena puntería—dijo esta vez sin demasiado orgullo—, y desde hace tiempo, nos gusta jugar a algo con los prisioneros.
Ambos se miraron con cierta complicidad, sabedores de a qué se refería Loki, pero ni Zeke ni ninguno de los humanos supo lo que referenciaba. Aunque eran conscientes de que no sería algo bueno.
—El juego consiste en lo siguiente. —Alzó su brazo, señalando el bosque— Uno de vosotros tendrá que correr al bosque. Mientras, mi amigo Dronan tratará de acertarle con una de sus lanzas. Si sois lo bastante rápido y evitáis cada una de ellas, gozaréis de la libertad de haberos salvado. Si os acierta, moriréis. Así de simple.
No había explicación más clara. La muerte vendría desde el cielo y comenzando por una afilada punta. Zeke quería llorar. Decidió contenerse. No le entregaría a Loki la satisfacción de verlo sufrir. Al menos, no a él. Katie lloraba temblorosa, dejando que copiosas lágrimas cayeran de sus ojos. Kingston, a su lado, trataba de calmarla. Recibió un fuerte golpe en la espalda por ello.
Tras asistir al breve espectáculo, Loki miró al otro Huskarl.
—No voy a poneros las cosas tan fáciles—les dijo y Zeke imaginó una sonrisa maquiavélica en el rostro del extraterrestre—. Mi otro guardaespaldas, Vitras, se irá al borde que hay entre el bosque y la explanada.—Todas las miradas se posaron en el Huskarl—. Intentará deteneros. Si lográis esquivarlo, no so perseguirá. Solo se moverá para recoger vuestro cadáver o remataros, si aun seguís con vida.
Dicho esto, Vitras echó a correr hasta su destino mientras que Dronan se ponía en posición. Varios Alfar le entregaron 4 lanzas, que este clavo en el suelo, a su lado derecho.
—Bien, veamos quien es el afortunado que participará primero.
Los latidos de su corazón sonaban con tanta fuerza como la campana de una iglesia. Parecía que cada palpitación fuese el inevitable conteo hacia el final que le esperaba. Loki se colocó detrás de estos y empezó a andar. Escuchaban cada paso que este daba, hundiendo sus pues en la espesa nieve, levantándola con cada zancada que daba. Los nervios carcomían a Ralston y al resto de sus amigos. Sus ojos cristalizaban mientras se acordaba de todo. Su familia, su ciudad, todos sus amigos, Kyle, Freyja. Tantos recuerdos que se perderían en aquella desolada llanura de aquel ruin mundo si el moría.
—Tú eres el elegido—dijo la voz de Loki.
Todos se tensaron, sin saber a quién se refería. Entonces, Zeke vio como alguien se levantaba. Era Patterson. Aquel soldado de piel clara, pecas repartidas por la cara y pelo corto rubio, se puso en pie, mientras Loki le empujaba con fuerza.
—¡Vamos!—gritó histérico—¡No te detengas y avanza!
Patterson miraba con ojos cuajados con lágrimas a todos. Estaba muy asustado y Zeke sentía la necesidad de levantarse e interceder. Pero su conciencia le aconsejaba que se detuviera. Para bien o para mal, había tenido suerte.
Loki colocó al humano justo a su lado, un poco más delante de Dronan.
—Muy bien, ya sabes lo que hay que hacer, ¿comprendido?—Patterson asintió con cierto nerviosismo—. Ve hacia un lado y te freímos a plasmazos—amenazó el Gélido de manera fría e inhumana.
Esto pareció amedrentar al chico, ya que sin pensárselo, echó a correr.
Todos vieron como daba zancadas desesperadas, corriendo lo más deprisa que sus piernas le permitían. Sus pies se hundían en la nieve pero el chico lograba recuperarse y continuaba su marcha. Loki lo miraba como a la espera de que ocurriese algo. Dronan permanecía sereno, como si aquello apenas le perturbase.
—Empieza—ordenó el Gélido a su subordinado.
Con una rapidez increíble pero seguramente innata en el Huskarl, Dronan cogió una de sus lanzas y la arrojó hacia el cielo, como si quisiera clavarla contra la gran estrella opacada por espesas nubes.
Todos miraron petrificados. Patterson corría en línea recta. Ni alzaba la vista para ver la lanza ni atrás para ver a sus atacantes. Solo corría, lo mas rápido que su cuerpo le estaba permitiendo. Siguió y siguió tratando de alcanzar la ansiada libertad que se le había ofrecido. Pero entonces, tropezó, cayendo contra el suelo. Su rostro se estrelló contra la fría nieve, hundiéndose en ella. Se convulsionó varias veces en erráticas pulsiones mientras la lanza en su abdomen se hundía más y mas, causándole mayor daño. Los observadores vieron incrédulos como se debatía entre la vida y la muerte.
—Maldición—blasfemó Loki—, creía que ese idiota nos iba a dar un buen espectáculo pero no ha sido más que una pérdida de tiempo.—Dronan le miraba sin decir nada—. Bueno, esperemos que el siguiente sea mejor.
Hizo una seña a Vitras, poniéndose un dedo en el cuello y pasándolo de un lado a otro. El Huskarl entendió, fue hasta Patterson y hundió su espada en la yugular del humano. Zeke y el resto no pudieron evitar verlo. Sabían que ese podría ser su cruel destino.
Loki se volvió a colocar detrás de los soldados, listo para elegir al siguiente. A esas alturas, Zeke sentía su cerebro ardiendo, deseoso de querer estallar. El terror se atenazaba en su cuerpo con una gran pinza y apretaba con fuerza. Todo su cuerpo se tensó y por un momento, pensó que se rompiera en trozos. No pudo evitar que un par de lágrimas se derramaran por sus ojos mojando sus mejillas. Escuchaba los pasos de Loki y de repente, este se detuvo detrás de él. Pensó que sería el elegido. El pobre diablo que caería ante las lanzas arrojadas por Dronan. Pero en ese mismo instante, el Gelido comenzó a moverse de nuevo. Respiró hondo, satisfecho por sentirse libre, pese a que aun no podía cantar victoria. Sintió como el ser se alejaba para a continuación, detenerse de nuevo.
—¡Tú!—dijo con eufórica voz- Eres el elegido.
No quería girar su vista. No deseaba saber a quién de sus amigos había escogido Loki. Pero movió su cabeza. Y cuando lo vio, deseo quedar ciego para no contemplarlo.
Kyle se puso en pie sin mucha ceremonia y anduvo seguido por un excitado Loki, que por momentos se asemejaba a un perro que olisquease a alguien con insistencia. Detenido al lado de Dronan, Sandler se giró para mirar a sus amigos. Zeke no pudo evitar ponerse en pie.
—¡¡¡Kyle, no!!!—gritó con voz ahogada.
Un Alfar lo agarró con fuerza y pese a forcejear, no pudo zafarse. Solo podía contemplar como su mejor amigo, la persona en la que mas confiaba y con la que compartió momentos alegres y tristes, era condenada a una inevitable muerte.
—¡Queréis estar más atentos!—reprochó Loki a sus soldados—¡Como alguno escape, os cortaré la cabeza de cuajo a todos!
Zeke miraba impotente. Fue obligado a ponerse de nuevo de rodillas. Veía como Kyle se le quedó mirando y le sorprendió ver que en el rostro de su amigo no había ni miedo ni pánico. Más bien, destilaba una apacible serenidad. Le sonrió, lo cual no supo si calmarlo o inquietarle.
—Tranqui Zeke—le dijo con suave voz—. Ya sabes que soy el más rápido de todos. Saldré volando como el viento y los esquivaré.
No sabía que pretendía decir. O bien tenía algún plan o simplemente asumía con paz su destino.
—Deja de hablar—le espetó el hijo de Odín— ¿Estás listo Dronan?
El Huskarl asintió. Loki, al ver a su guardaespaldas preparado, se dirigió a Kyle.
—Bien muchacho, ya sabes que hacer. No la fastidies.
—Descuida. No pienso hacerlo—dijo el joven desafiante.
Eso hizo reír a Loki. Le dio una palmada en la espalda y como una señal, Kyle echó a correr.
A diferencia de Patterson, que fue en línea recta, Sandler prefirió ir en zig-zag. De ese modo, confundiría al Huskarl y le dificultaría acertar.
—Muy listo—expresó sorprendido Loki—. He de reconocer que no parece tan inútil como el otro. Quién sabe pero puede que nos divirtamos.
Ignorando las palabras de su señor, Dronan cogió la primera lanza y la tiró hacia el cielo. Esta, describiría una parábola hasta caer en el sitio que el Huskarl calculaba que caería. Y esperaba que fuese en el humano. Zeke contempló aquel momento con el corazón a punto de salírsele por la boca. Trató de contener todas sus emociones pero estas parecían acumuladas en una bomba de relojería. El temporizador estaba roto y el artefacto amenazaba con explotar en cualquier momento. Quiso también cerrar sus ojos para no ver nada más pero no pudo evitarlo. Fue testigo de todo.
La lanza se clavó sobre el blanco suelo. Se hundió en la nieve, penetrando como lo haría el arpón sobre el lomo de una descomunal ballena. Ralston respiró aliviado al ver correr a su amigo. Zigzagueaba con agilidad. Se notaba su destreza y ahínco por evitar las lanzas pero el recorrido tan largo, amenazaba con agotarlo. Aun así, no desistía.
—Se nota que es un luchador—comentó Loki dirigiéndose a los humanos. Zeke no pudo evitar estar de acuerdo con la valoración.
Kyle ya llevaba medio camino recorrido. Aun le quedaba la otra parte. La tensión era evidente en el lugar. Dronan agarró con firmeza la segunda lanza y la alzó por encima de su cabeza. Completamente horizontal, su brazo derecho se echó hacia atrás y con celeridad, fue hacia delante. La lanza se separó de este y comenzó a volar con velocidad. Era un proyectil que subía con gloria hacia el cielo, como queriendo escapar de aquel planeta y desaparecer en la infinidad del cosmos. Pero la gravedad lo reclamó con autoridad y la lanza inició su descenso. Con su puntiagudo extremo se acercaba de nuevo al suelo. Y en su trayectoria, podría o no estar Kyle Sandler. Al final, se clavó sobre la nieve. Pero a punto estuvo de quedar incrustada en el pie del chico. Pese a no conseguir herirlo, Kyle cayó al suelo y le costó trabajo levantarse. Se le notaba ya agotado.
Zeke miraba paralizado toda la escena. Y no era el único. Cruz, Kingston y Burrows también eran testigos de la horrible travesía que Sandler estaba protagonizando. Desconocían si lograría su cometido, si sería capaz de llegar al final y escapar pero deseaban que así fuera. Quizás pudiera venir con ayuda. Tal vez pudiera rescatarlos. O al menos, vivir libre de aquel yugo que pesaba sobre su cabeza como de la del resto.
Loki estaba exasperado con el intento de acabar con el humano. Lo habían subestimado. Se movía mas rápido de lo esperado y a Dronan le estaba costando acertarle. El Huskarl arrojó otra lanza pero lo hizo tan rápido y con tantos nervios, que no le acertó. Loki fulminó con una mirada a su guardaespaldas. Si fallaba, ya podía ir preparándose.
A Kyle ya le faltaba poco para llegar al final. Pero allí le esperaba el otro Huskarl. Zeke pensaba que Sandler lograría esquivarlo. Que sería capaz. Lo veía probable ya que le conocía bien y si por algo destacaba su amigo, era por la agilidad. Tenía la sensación de que iba a escapar. Con Kyle nadie podía. El siguió corriendo y ya estaba muy cerca de Vitras, quien sacó sus dos espadas, listo para atacar. El amigo de Zeke siguió moviéndose de un lado a otro, describiendo irregulares zetas. Se preparaba para el round final. Todo se decidía aquí.
Dronan agarró la última lanza que le quedaba. Se le veía relajado, tranquilo. El viento sopló un poco más fuerte de lo normal. El Gélido alzó su cabeza y miró el gris cielo. Parecía estar suplicando a algún dios que le diese más fuerzas, más fortaleza para apuntar y acertar mejor. Kyle seguía corriendo. Vitras empezó a moverse. No podía avanzar, solo podía ir hacia un lado u otro. Sandler ya estaba muy cerca. Dronan levantó su brazo, subiendo la lanza, que se hallaba en posición horizontal. Miró hacia delante. Kyle corría con salvaje rapidez, respirando bocanadas de aire con desesperada ansia. El viento cambio su orientación. Dronan movió su brazo de forma rápida pero elegante. La lanza voló con majestuosidad, elevándose en el cielo. Un incómodo silencio recorrió el lugar mientras todos miraban petrificados la escena. Todo se decidiría en apenas unos segundos. Kyle corrió, la lanza continuó su ascenso, el viento soplaba. El destino no siempre se encuentra. Suele aparecer en el momento más inoportuno.
Un grito desgarró la serenidad del lugar. Kyle cayó al suelo, revolviéndose de dolor. Los humanos entraron en pánico mientras que Loki felicitaba a Dronan. Este solo se limitó a devolverle el agradecimiento con una silenciosa mirada. Después, el hijo de Odín hizo una seña a Vitras. El Huskarl fue hasta Sandler. A Zeke le empezaron a sonar todas sus alarmas ante la inminente ejecución de su amigo. Pero no fue eso lo que ocurrió. Para sorpresa de todos, el Huskarl cargó con el herido Sandler y lo trajo hasta ellos.
La lanza se había clavado justo detrás del omoplato, en la zona del hombro y sobresalía por la zona baja del pecho. Era una herida horrible. La sangre caía en pequeñas líneas y lo más seguro, es que la lanza hubiera atravesado un pulmón y dañado importantes arterias y venas. Zeke miraba impotente a su agonizante amigo, sin saber qué hacer. Pensó en levantarse y ayudarlo y de hecho, eso era lo que pretendía hacer. Pero al disponerse a ello, los Gélidos se fueron acercando.
Loki ordenó al Huskarl que dejara a Kyle de lado frente a sus amigos. Él se colocó delante del humano. Ezekiel se puso tenso. ¿Qué iba a pasar?, era la cuestión que le atormentaba en esos momentos. El Gélido lanzó una mirada a Kyle, quien respiraba con dificultad. Al muchacho le costaba cada vez mas aspirar aire. Por ello, decidió ser rápido.
—Sois perseverantes —dijo con un fino hilo de voz—. Mi padre os admira. Si, es cierto. Os considera una raza guerrera y tenaz con un gran instinto de supervivencia—parecía expresarse con orgullo respecto a los humanos—. Cuando parece que estáis a punto de perder, siempre sacáis fuerzas de flaqueza y lucháis hasta el final.
Quedó en silencio. Ezekiel deseaba adelantarse y tratar de salvar a su amigo. La desesperación le revolvía su interior. Lo miraba y podía notar como la vida iba abandonando el cuerpo de Sandler. Tenía que actuar ya.
—Pero hay que entender que no siempre se puede ganar. Que cada lucha no supone obtener la victoria siempre —expresó cortante el Gélido—. Por eso, ya es hora de que os de un buen ejemplo de ello.
El estridente silbido de una espada siendo desenvainada llenó sus oídos. Todos miraron con horror la reluciente arma de Loki, una espada de doble filo que relucía con un cristalino candor. Los nervios se apoderaron de Zeke mientras sentía una fuerte presión en las sienes. Tenía que hacerlo. Actuaba ahora o nunca.
—Vuestro amigo quiso luchar hasta el final. No era consciente de que todo estaba perdido y por eso su derrota es tan dolorosa—dijo sádico Loki mientras sostenía su espada con espeluznante orgullo—. Ahora, veréis lo que le esperara a la humanidad por resistirse.
En un impulso, Zeke se levantó. Todos miraron a Ralston impresionados ante su destreza por salvar a su amigo. Incluso Loki quedó algo sorprendido. Pero aquel heroico acto, no sirvió de nada. Dronan lo agarró por detrás y lo estampó contra el suelo, poniendo el peso de su cuerpo sobre el humano.
—¡Kyle!—gritaba mientras se revolvía, tratando de liberarse del Huskarl.
Loki ignoró aquella escena y se volvió a Vitras.
—Que se incline.
El Huskarl entendió a su señor y obligó a Sandler a inclinarse, como si hiciera una reverencia. Loki se puso a su lado y colocó su espada justo encima del cuello de Kyle.
—Demostraste pericia y supusiste una gran dificultad, humano—proclamó Loki, por ello, tendrás una ejecución ejemplar y honorable.
Ezekiel miró con horror. Kyle giró levemente su cabeza y sus ojos azul claro entraron en contacto con los de Zeke. Ambos amigos se contemplaron el uno al otro. Luego, Sandler puso su sonrisa bobalicona. Esa que siempre ponía cuando estaban metidos en algún lio. Cuando Ralston, nervioso, creía que les caería una buena por la trastada cometida. Su amigo siempre le sonreía de esa forma, calmándolo. Y por un instante, en aquel tenso momento, así lo creyó. Pero esa expresión se esfumó cuando Loki levantó su espada y la hizo bajar. Se desvaneció cuando la afilada hoja de metal impactó contra el cuello de Kyle. En ese momento, su amigo emitió el grito más desgarrador que se hubiera escuchado en Midgard jamás.
El primer golpe no cortó la cabeza de Kyle. Traspasó la carne y la piel, golpeando las vertebras cervicales, que se fragmentaron en varios pedazos. Aquello dejó fuera de combate a Sandler. Loki sacó la espada y su hoja apareció teñida de sangre. Volvió a alzarla y al bajar, esta vez sí, seccionó la testa.
Al caer, la cabeza emitió un sordo golpe y una pequeña cascada de hemoglobina se derramó dejando un pequeño charco de color ocre. Ninguno de los humanos, testigos indemnes de semejante horror, supo que decir o hacer. Simplemente estaban quietos, sin pestañear o mover alguna facción de sus rostros. Loki recogió la cabeza de Sandler y la zarandeó de forma divertida. Esta tenía los ojos en blanco y la expresión endurecida. La acercó a la cara de cada uno de los humanos, exhibiéndola de forma burlona y provocativa.
—Veis, veis—encaró con abominable desprecio— ¡Esto os lo que os pasar a vosotros! ¡Todos y cada uno de vosotros seréis asesinados por mi especie! ¡Os vamos a aniquilar!
Y al proclamarlo, todos los Gélidos gritaron con él, orgullosos y emocionados. Tras hablar, Loki tiró la cabeza de Sandler contra el suelo y se dirigió a Vitras.
—Quemad su cuerpo y llevad a los prisioneros a mi nave. Yo voy a ver a mi hermana.
Dicho esto, los Gélidos se pusieron manos a la obra. Mientras se llevaban el cuerpo de Kyle, los Huskarl y un grupo de Alfar escoltó a los humanos hasta la nave. Uno de ellos, Dronan, empujaba a Zeke con fuerza. Este apenas se movía. Parecía un muñeco de atrofiados miembros. Andaba con lentitud y torpeza.
No tardaron en llegar frente a la nave de Loki. La compuerta trasera se abrió y los humanos fueron empujados dentro. Tras esto, la compuerta se cerró y quedaron sumidos en la oscuridad. Entonces, se empezaron a escuchar sollozos. Katie se abrazó a Eph, quien tampoco pudo reprimir sus lágrimas. Cruz buscó a Ezekiel. Se había pegado a un rincón. La cabo vio al muchacho pálido y con una pose mustia. Iba a decirle algo cuando alguien más habló en aquel lugar.
—¿De qué unidad sois?—preguntó la ronca voz.
—Unidad 3-1—respondió rauda Miranda— ¿Con quién hablamos?
El hombre se levantó. En la oscuridad del lugar, su oscura piel se confundía perfectamente. Su cuerpo se mostraba fuerte aunque algo derrotado.
—Capitán Abdoul Oliveira—contestó.
Cruz se acercó hasta él. Ambos se miraron con miedo y preocupación. La cabo temía preguntar pero era el único modo de salir de dudas.
—Señor, ¿a dónde nos llevan?—pronunció con una cada vez mas quebrada voz.
El capitán parecía sonreír pero con la negrura obstruyendo su visión, Cruz apenas pudo adivinar algo.
—¿Esa es tu pregunta soldado? —dijo el hombre con tono pesimista.
Miró fijamente a la chica y esta sintió un súbito terror por todo su cuerpo.
—La cuestión no es a donde nos llevan, sino, que pretenderán hacer con nosotros una vez allí.
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Loki se reunió con su hermana, quien acababa de salir de la sala del Conducto.
—¿Y bien?—le preguntó ella sin más— ¿Qué has hecho con los prisioneros?
—He matado solo a dos—respondió Loki—. El resto los llevaré a nuestro planeta, Karesia.
Sif miró perpleja a su hermano. No podía creer lo que decía.
—¿¡Para que vas a llevar humanos a nuestro hogar?!—replicó furiosa—Padre se enfurecerá si se entera. Te castigará.
—Ya veremos qué pasa—dijo Loki críptico.
Tras esa pequeña discusión, el hermano quiso saber que había descubierto la Valquiria sobre el Conducto. Sif le habló de Estilvius, del Colapso Final y de la herramienta que lo detendría. Eso al Gélido le sonaba a chabacano relleno que no le apetecía descubrir pero tuvo interés en la supuesta herramienta, que él veía más como un arma.
—Nos ha dado varias localizaciones de donde estarían las piezas que lo componen—le explicó Sif—. Habría que decírselo a las Quimeras.
Pero Loki prefirió no responder a eso. Se calló pero su hermana no tardó en insistirle. Al final, no tuvo más remedio que hablar. Mas por darle una pequeña satisfacción que por compasión.
—Sif, daremos esa información, pero no ahora.
—¿Y eso?—preguntó ella extrañada— ¿Que es lo que me ocultas? Vamos, dímelo.
Que le ocultasen información y no contaran con ella le enfurecía. Odiaba todo aquello y por ello, presionó a Loki. Este no se dejaría llevar por la impulsiva actitud de su hermana pero no le quedo más remedio que hablar. Si no, estaría muy pesada.
—El gobierno de las Quimeras va a cambiar en poco—dijo con voz cauta—. Padre sabe algo respecto al tema pero no me ha contado demasiado. Solo que esta información recién obtenida saldrá a la luz en el momento oportuno, pero no ahora.
Su hermana lo miraba desconcertada.
—¿Qué va a pasar?—Loki guardó silencio pero la insistencia de Sif se volvía insoportable— ¿Qué sabe padre?
- Esto no lo hables con nadie. Ni con Galvar- Ella asintió al escuchar lo dicho-. Al parecer, las Quimeras sospechan que hay traidores entre sus filas. No es algo probable pero están convencidas de ello y ante esto, padre ha cedido a uno de sus asesinos para que acabe con ellos.
Aquello dejó perpleja a Sif. No podía creer lo que oía. Ya sabía que Ulthar, su padre, era implacable. Lo vio cuando ejecutó sin piedad a Rokar, el líder de los Vanir. Pero las Quimeras fueron los benefactores del Linaje Congelado. Fueron quienes le entregaron a los Gélidos toda la avanzada tecnología, sus letales armas y esas naves tan rápidas. Traicionar de ese modo, era algo falto de honor.
—Se lo que piensas—le habló Loki—, pero gracias a este desinteresado gesto hemos afianzado mas nuestra posición como aliados de las Quimeras. Ya sabes que los Inmortales nos quieren destruir, así que considera esto un gran favor que nos salvara de la extinción.
Quedó callada, asimilando lo que su hermano decía. Un acto pérfido, solo digno de traidores. Pero acaso no es en lo que su raza se había convertido, en traidores. Habían matado a iguales, asesinaban a inocentes. Ya daba igual ejecutar a uno de sus protectores si eso les hacía más fuertes. Todo valía en la Guerra Interestelar.
Se volvió, mirando el interior de la caverna. Allí le esperaba a ese ser, Estilvius. Tan diferente a lo que había visto. Decidió volver. Tenían que recoger cadáveres y preparar el ritual de despedida para las Valquirias caídas. Más tarde, hablaría de nuevo con la Inteligencia Artificial. Porque sabía que algo mucho más peligroso e importante se acercaba. Pero nadie escucharía. En cambio, preferirían matarse los unos a los otros. Causar más que muerte y destrucción y seguir engendrando odio y rencor. Como siempre pasaba.
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