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Capitulo 29- Adiós a todos (Parte 1)

11 de Mayo de 2665. Sistema Krebain. Planeta Midgard. 12:55.

Si la tensión pudiera describirse, sería como una fina línea de muy precario estado. Un solo golpe, un mero roce. Eso es lo suficiente que se necesita para romperla. Una vez hecho esta, el caos se desata sin que nadie pueda controlarlo.

Aun la tensión se mantenía en la sala del Conducto. Sin embargo, su probable fracturación no hacía más que pronosticar el inevitable conflicto que allí tendría lugar. Todos los actores estaban colocados en los puntos estratégicos del escenario. Solo se necesitaba que el director diera comienzo a la función. Y entonces, se daría comienzo a la batalla.

Sif miraba fijamente a cada humano. Reconoció rostros, del día en que estuvo en el campamento para dar las instrucciones sobre cómo sería el intercambio. Todas eran caras familiares y eso, la inquietaba más. Los humanos parecían nerviosos. Empuñaban sus armas con fuerza y aunque no les estaban apuntando, sabía que no tardarían en abrir fuego contra ellas. Por eso, tenían que prepararse.

Su número era más reducido. Los humanos eran unos doce individuos mientras que las Valquirias tan solo eran 8, incluyendo a Sif. Pese a su capacidad de volar y su diestra mano para combatir, las armas humanas eran letales y una sola bala de un fusil era suficiente para matar. Sif ya tuvo que enterrar a una de sus compañeras. La que murió persiguiendo a la fugitiva humana del grupo que se infiltró antes de la invasión previa. No volvería a hacerlo. Antes, moriría ella.

Tanteó con su vista cada flanco. Se fijó en cómo estaban el resto de Valquirias. Todas preparadas y lista para luchar. Vio a los humanos cada vez más tensos. Apenas habían pasado segundos desde la última vez que los miró pero sabía que no dudarían en atacar. Se fijo que Freyja estaba entre ellos. Aquello era perfecto. Si rescataba a la Princesa y eliminaba a todos los intrusos, puede que así se ganase el respeto de su padre, y tal vez de esa forma, Loki dejaría de verla como si de una patética niña se tratase. Se lo demostraría a todos. Que Sif era una gran guerrera fuerte y poderosa que no le temía a nada. Así, se ganaría su lugar dentro de la familia. Algo que hasta ahora se le había negado.

Alzó su mano y separó sus dedos. Las Valquirias, colocadas detrás de ella se pusieron en guardia. En su otra mano, sostenía su arma, una barra dorada que se abría en dos extensiones, una por cada extremo y de los cuales se desplegaban sendas cuchillas curvadas en forma de hoz bien afiladas.

Valquirias, a mi señal—dijo en su idioma.

A su lado izquierdo, Atria estaba preparada. Intercambiaron una mirada de aprobación. Entonces, Sif bajó la mano y al mismo tiempo, las alas doradas de todas se fueron abriendo.

¡Al ataque!—gritó con fuerza.

Ni Zeke ni ninguno de sus compañeros esperaban encontrarse a las Valquirias en el lugar en el que se hallaban pero eso ya daba lo mismo. Cuando vieron como aquellas alas de intenso brillo amarillento, todos supieron que era el principio del fin.

—¡Abrid fuego!—bramó enardecido el sargento Skinner.

Ezekiel pudo ver la expresión que se había dibujado en el rostro del sargento. El, un hombre seguro, fuerte y valiente, parecía atemorizado ante aquellas criaturas aladas. No era para menos, el podía dar fe de la letalidad de estas soldados aéreas del Linaje Congelado. Sintió un estremecimiento por todo su cuerpo mientras miraba a sus compañeros, listo para disparar. El también empuñó su arma, preparado para matar a sus enemigos.

Y justo antes de que ellos abriesen fuego, las Valquirias alzaron el vuelo. Todas empezaron a volar, dando vueltas alrededor de la estancia. Zeke y el resto disparaban contra ellas pero las guerreras Gélidos se movían rápido. Ralston trataba de fijarlas con ayuda de su mira holográfica color verde pero era difícil acertar a algunas. Los nervios le crispaban y no era el único. Keating farfullo varias palabrotas y Cruz apretaba con fuerza sus dientes furiosa. Skinner ordeno al grupo que salieran del lugar ya. Pero una recalentada bola de plasma los detuvo. Fijo su vista un instante en el Conducto. Estilvius había desaparecido. Por lo visto, no quería ser partícipe de aquella confrontación.

Las Valquirias empezaron a disparar contra los soldados que intentaban llegar a la puerta. Ente ellos, Cruz, Burrows y Sandler. Estos, al ver como las atacantes aéreas les disparaban, se cubrieron tras el Conducto. Sus inclinadas paredes les ofrecían una buena cobertura. Zeke disparó contra dos Valquirias que había frente a sus compañeros. Pese a que las balas las hicieron retroceder, no pudo evitar que hiriesen a Eph Kingston en el hombro. El muchacho, si ya no tuvo suficiente con perder una pierna en el incidente aéreo de la batalla de los 4 Cañones, ahora veía como su brazo ardía.

—¡Zeke, cúbreme!—le gritó Cruz.

Mientras Ralston mantenía a raya a las Valquirias, Cruz y Sandler recogieron a Kingston. Tuvieron que ir agachados, pues las enemigas les disparaban. Zeke continuó disparando contra ellas, hiriendo a una en el hombro, lo cual las forzó a alzar el vuelo. Kyle y Miranda lograron sacar a Kingston de allí, cubriéndose tras el Conducto. Katie lo atendió, colocándole un apósito curativo en la quemada herida.

—Joder, que ganas tengo de luchar—espetó Eph mientras sentía la presión ejercida con fuerza por la mano de Burrows.

—No te adelantes—le dijo bien claro la medico de la unidad—. Espera a que se te adhiera bien y entonces sales.

Zeke, Miranda y Kyle luchaban contra las restantes Valquirias. Cruz, con su buena puntería, mató a una de un disparo en la cabeza e hirió a otra. El grito de Sif ante su muerte fue grande. La hija de Odín arremetió contra dos soldados humanos y con su arma de hojas curvadas, los mató a ambos, cortándole la garganta a uno y abriéndole las entrañas al otro.

La batalla se volvía encarnizada. Varios humanos ya habían caído y dos Valquirias habían encontrado la muerte. Casi todos los humanos se habían puesto a cubierto tras el Conducto. Las Valquirias atacaban desde el aire pero gracias a la cobertura, los soldados de Infantería Básica evitaban el fuego enemigo. A pesar de todo esto, Sif no iba a rendirse tan fácilmente. Sin esperar a perder más tiempo, la Valquiria se volvió a Atria.

Ve con otra y lanzad un ataque por el flanco izquierdo—dijo esta con voz autoritaria-. Nosotros trataremos de acorralarlos por el derecho.

Si, dama Esura—respondió Atria con rapidez.

Ambas Valquirias fueron por el lado izquierdo, tal como su líder les había ordenado. Sif y las otras dos se dirigieron por el izquierdo. No tardaron en recibir fuego por parte de Sandler y Cruz, quienes las obligaron a retroceder.

— ¡¿Qué, zorritas!?—les gritó Sandler desafiante y chulesco— ¿Queréis guerra? ¡¡Pues conmigo vais a tener de sobra!!

—Kyle, ¡cúbrete!—le alertó la cabo.

Mientras, por el otro flanco, Atria y la otra Valquiria se preparaban para atacar. Se disponían a alzar el vuelo cuando Keating apareció con su escopeta. Sin pensarlo, la cabo disparó contra ambas Gélidos. Atria logró esquivar el disparo pero su compañera no tuvo tanta suerte. El impacto de las balas destrozó su tórax, haciendo que violácea sangre se derramara por todas partes. Se quedó en pie por un leve momento, antes de caer bocabajo contra el suelo. Atria vio horrorizada lo que le había sucedido a su compañera. Sin pensarlo, arremetió contra la humana. Keating se percató del ataque y rodó por el suelo, evitando a la Valquiria que se impulsaba a gran velocidad. Fue por poco.

Atria se giró y miró de nuevo a su contrincante. Estaba pletórica de ira y deseaba matarla. Keating sentía cada latido de su corazón de forma intensa, retumbando en cada parte de su cuerpo con un profundo eco. Ambas midieron la distancia que las separaba. Observaron cada movimiento de su rival y establecieron la estrategia a seguir para el enfrentamiento. Cuando sus movimientos ya fueron medidos, los dos contrincantes se lanzaron al ataque.

Amanda Keating sacó su escopeta y abrió fuego. Atria saltó a un lado y las balas del arma impactaron contra una de sus alas, haciéndola añicos. Atria cayó y se levantó rápido. Lo suficiente para que, justo cuando Keating le apuntaba de nuevo, la Gélido la golpease con su lanza. Un largo corte quedó marcado en la mejilla de la cabo, el cual empezó a sangrar. Algo aturdida, la humana abrió fuego a quemarropa. Atria volvió a esquivarla con maestría y golpeándola esta vez su torso, haciendo que el aire se escapase de sus pulmones. Sintiendo la asfixia, Keating no parecía estar en su mejor situación. La Valquiria decidió aprovechar su ventaja.

Empujó a la humana contra la pulida pero dura superficie del Conducto y como hiciera con aquel joven humano durante la batalla de los Cuatro Cañones, clavó la punta de la lanza en el hombro derecho. Keating emitió un fuerte grito de dolor, mientras Atria apretaba con más fuerza, notando en el rostro de su víctima la agonía y el horror descritos. La Gélido acercó su cara a la de la agonizante humana y le habló.

—Este es tu fin—le dijo de forma algo torpe en el idioma de la humana.

Keating pareció entenderla pero en vez de llorar de pánico, sonrió.

—Yo creo que no—dijo esta.

Un disparo sonó en aquel instante. Atria miró hacia abajo y vio su vientre sangrando. Luego, volvió la vista a la humana, quien llevaba en su mano una pequeña arma conocida como pistola. Había subestimado a la cabo. No recordó que los humanos solían llevar armas secundarias tan letales como las principales y eso, iba a pasarle una mala jugada.

Intentó defenderse pero antes de poder sacar su cuchillo ritual, Keating disparó tres veces más contra su pecho. La Gélido quedó de rodillas frente a la soldado humana.

—Me temo que este si es tu fin.

Atria no respondió a la clara provocación de la cabo. Esta apretó su gatillo y mató a la Gélido sin pestañear. Tras ver como el cuerpo de su enemiga caía al suelo ya sin vida, escuchó un gemido. Se volteó y vio a Freyja acurrucada en la pared de enfrente. Keating por un instante, estuvo a punto de apretar el gatillo de nuevo, pero se retuvo. Llegó a la conclusión de que la princesa no era peligrosa.

—Tranquila—le dijo la humana—. Quédate aquí hasta que acabemos con esto.

Entonces, Keating pudo ver como Freyja se ponía tensa y reaccionaba asustada. Gritó algo en su idioma, algo que ella no pudo comprender. Pero por su alarma, supo que era peligroso. Desafortunadamente, ya era tarde.

Cuando Keating sintió la fría cuchilla atravesando su pecho, la cabo sintió como el aire escapaba de su boca. Notó esta retirarse con lentitud, dejando un gran vacío en su interior, del cual, comenzó a salir sangre. Pero la tortura no acabó. Otra cuchilla igual de afilada y puntiaguda penetró en su esternón, casi rozando su corazón. El cual emitió un fuerte latido que reverberó en todo su cuerpo. El último.

Freyja vio con horror como Sif mataba a la cabo Amanda Keating sin piedad. Intentó disuadirla de hacerlo, pero Sif estaba cegada por la muerte de su compañera y amiga Atria y ejecutó a la humana con rapidez. Su furia era imparable y no dudaría en matar a todos los humanos. Eso Freyja lo sabía muy bien. Y fue entonces, cuando el apareció.

Zeke quedó petrificado al ver como Sif mataba sin miramientos a Keating y se dio cuenta de que Freyja estaba también allí. Sin pensárselo dos veces, quedo frente a Sif, apuntándola con su fusil. Freyja, al ver lo que Ralston pretendía, le detuvo.

—Ezekiel, no lo hagas—dijo la Gélido con voz angustiada—¡Te va a matar!

El humano se giró al ver a su amiga alertándole del peligro pero Zeke no permitiría que la muerte de Keating quedara impune. Sif lo miraba con cierta desidia.

—Así que ahora ella es tu amiga—dijo señalando a la princesa—. Sabes Leva, eres una traidora—Esa parte la decía en su idioma, Zeke no la pudo entender—. Cuando llegue tu hora, recibirás un buen castigo por ello, pese a no gustarme la idea.

Por favor Esura, déjalo vivir—suplicó la Gélido a la líder de las Valquirias.

El no entendía absolutamente nada de aquella conversación pero daba igual. Lo único que deseaba era matar a aquella Valquiria. Había asesinado a Keating, una chica por la que tenía un gran aprecio y que además, le salvó la vida. Sin dudarlo, y a pesar de las clemencias de Freyja, apuntó a Sif y le disparó.

Pero la Gélido lo esquivó con pasmosa facilidad. Zeke la siguió a través de su mira, disparando desesperado pero no acertó ninguna vez. Entonces, Sif se lanzó contra Ralston y acabó estrellándose contra él, lanzándolo varios metros de distancia. Su rifle se le cayó de las manos y ahora, lo tenía demasiado lejos. Para colmo, estaba algo confuso y dolorido por el golpe y Sif estaba a su lado. Lo observaba con atención, pendiente de cada movimiento del humano. Él no sabía qué hacer. El golpe le había dejado aturdido y ni siquierap odia ponerse en pie.

Entonces, varios silbidos atravesaron los oídos de Zeke. Al mirar atentamente el brazo de Sif, pudo ver varios agujeros causados por balas que empezaban a sangrar. La Gélido emitió un fuerte grito y se giró para ver quien había sido su atacante. Así, Ezekiel pudo ver que se trataba del sargento Skinner.

—Ralston, ¡huye!—le dijo con urgencia el hombre.

Justo en ese mismo instante, la hija de Odin golpeó con fuerza al sargento con su arma de doble filo.  Esta le hizo un corte desde la mejilla a la frente, de donde sangraba profusamente. Pese al momentáneo golpe, Skinner se revolvió y disparó contra Sif. Esta alzó el vuelo, evitando a su atacante.

Zeke aprovechó y fue por Freyja.

—¿Estás bien?—preguntó preocupado.

Ella se limitó a asentir y luego miró al cuerpo sin vida de Keating. Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Zeke al verla allí tendida y muerta. Un nudo se formó en su garganta. Quiso llorar por su muerte pero no era el momento. Cogió a Freyja de la mano y tiró de ella con levedad, señalándole que debían marcharse.

Mientras se iban, Skinner vigilaba que Sif no volviese a aparecer. Viendo el hombre que Ralston y Freyja iban con el resto, se dispuso a ir con ellos. En el otro lado, Cruz y Sandler lograban mantener a raya a sus enemigos. Burrows cuidaba de Kingston y otro soldado, llamado Patterson, montaba guardia por el otro flanco. Zeke y el sargento se les unieron.

—¿Y Keating?—preguntó Miranda extrañada.

—Me temo que no lo ha logrado—dijo cabizbajo Zeke.

Por un instante, Kyle se le giró y ambos intercambiaron una mirada. Su semblante era serio y triste. Zeke se dijo que una vez salieran de allí, hablaría con su amigo para solucionarlo todo.

—Usemos las granadas que nos quedan para abrirnos camino—comentó Skinner a sus soldados—. Eso las hará huir y nos dará tiempo para escapar por la entrada.

Todos lo miraban con preocupación pero en el rostro de Skinner lo único que se veía era determinación. Eso reconfortaba a todos. Que su líder estuviera dispuesto a seguir luchando era algo fantástico para ellos. Más animados por su idea Cruz, Ralston y Sandler agarraron cada uno una granada, accionaron el contador de estas y se prepararon para lanzarlas. Una vez que las luces rojas parpadeaban con estridencia, las arrojaron. Las dos Valquirias que había tras el Conducto alzaron el vuelo nada más ver las granadas rodando por el suelo y entonces, se escucharon varias detonaciones. El ruido martilleó los oídos de los soldados pero no les aturdió. Tras esto, Skinner se asomo.

—¡Vamos!- les gritó a todos.

Cruz y Sandler salieron los primeros, intercambiando disparos con las Valquirias, pero lograron llegar hasta la puerta. Esta se abrió y ambos entraron. Zeke y Katie escoltaron a Kingston, quien todavía no estaba recuperado de su herida, y a Freyja. Ralston no perdía de vista a la Gélido. No pensaba perderla, en realidad, no quería perder a nadie más. Los cuatro corrieron rápido y llegaron a la entrada. Skinner y Patterson cubrieron la retaguardia, retrasando al enemigo.

Justo en ese mismo instante, Sif aterrizó entre ellos. De un golpe, derribó a Zeke mientras que empujaba a Burrows y a Kingston a la siguiente estancia. Freyja quedó paralizada ante lo que vio.

—Tú y yo tenemos algo pendiente—le dijo Sif a un indefenso Ezekiel.

La Valquiria alzó su arma y trató de golpear al humano con una de las cuchillas curvadas. Zeke rodó por el suelo esquivándola por poco y sin pensárselo, disparó a quemarropa contra ella. La Gélido no se estuvo quieta y saltó a un lado, tan solo para volver al instante justo frente al joven soldado.

—Si crees que vas a poder matarme, ¡te equivocas!—habló de forma despiadada.

De repente, Skinner se abalanzó sobre ella, cayendo ambos al suelo. Sif trató de zafarse del humano pero este empezó a golpearla en el rostro, amenazando con romper el cristal protector de su máscara. Zeke se incorporó con rapidez para ayudar al sargento pero entonces, las otras dos Valquirias regresaron. Calientes bolas de plasma fueron disparadas. El muchacho las esquivó de milagro pero sus enemigas obcecadas no dejaban de atacarle. Se dirigió a la puerta junto con Freyja.

—Sargento Skinner—gritó desesperado—, ¡vamos!

Pero el sargento no podía hacer nada. Agarraba con fuerza la larga extensión con afiladas cuchillas de Sif, tratando en un vano intento de que no la usara contra él.

—¡Huid!—urgió el hombre con nerviosismo— ¡¡Escapad de aquí mientras podáis!!

En ese momento, las compuertas por las que entraron previamente se volvieron a abrir, dejando pasar a un gran número de Alfar. Aquello se les iba de las manos.

Pero Zeke no pensaba dejar allí al sargento Skinner. Por nada del mundo permitiría algo así. Aquel hombre había cuidado de él y de toda la unidad. Iba a adelantarse para ir por el hombre cuando sintió que alguien lo agarraba desde atrás. Al volverse, vio como Kyle lo sostenía de la cintura, tirando de él para sacarlo de la sala.

—Kyle, ¿qué coño haces?—preguntó Zeke, tratando de zafarse de su amigo.

—Salvarte—le dijo—. Salvarnos a todos.

Pero eso no es lo que él quería. El iba a salvar al sargento. Así que forcejeo, luchó con todas sus fuerzas y gritó como si la vida le fuera en ello. Los nervios de su cuerpo se contrajeron y sus musculos se tensaron cuando vio a las Valquirias aproximándose al sargento, el cual aun luchaba con Sif. Vio como una golpeó el brazo que aferraba el arma de Esura y el sargento respondió sacando su pistola y disparando a su pierna, haciendo que esta perdiera su equlibrio. Los Alfar se aproximaban cada vez más y entonces, mientras contemplaba a Skinner tratando de disparar en la cabeza a Sif y los enemigos le rodeaban, las puertas se cerraron.

—¡¡¡No!!!—gritó de forma ensordecedora.

Zeke logró separarse de Kyle y empezó a aporrear la puerta.

—¡¡¡Sargento, sargento!!!—gritaba impotente— ¡No, no, no!

Golpeó varias veces la entrada mientras sus amigos lo miraban sin saber qué hacer. Lágrimas recorrían el rostro del chico, quien aun no podía creer lo que acababa de ver. Dejó de golpear y simplemente, se apoyó contra la fría chapa metálica. Una mano acarició su espalda con delicadeza. Al girarse, vio como Freyja le miraba con calidez. Delante de ella, estaba el panel que accionaba el cierre de la puerta.

—Lo siento Zeke—le dijo la Gélido—. No había otra alternativa.

De repente, el chico agarró con fuerza a Freyja de los hombros.

—¡Cómo has podido hacerlo!—le gritó— ¡Íbamos a salvarlo! ¡Lo íbamos a hacer!

Entre Cruz y Sandler lograron separarlos. Freyja miró estupefacta a Zeke, quien aun gritaba furioso, culpándola a ella de la muerte del sargento Skinner, cuando tan solo se limitó a salvarlos. No había otra alternativa. Y sin embargo, la maldecía por ello. Se sintió fatal y casi iba a llorar. Miranda se acercó a su lado y la tranquilizó.

El grupo se puso en marcha. Allí no podían quedarse o el enemigo les atraparía. Así que corrieron con rapidez. Zeke parecía en su mundo, completamente paralizado tras lo que acababa de ver y Freyja pensó que el muchacho jamás le volvería a hablar por lo que había hecho. Cruz los guiaba, atenta a cualquier peligro que les acechase en aquel pasillo.

Llegaron a la siguiente compuerta. Freyja quedo justo delante y se sintió observada por todos. 

—Muy bien, Gélido—dijo Cruz con tono severo—, si de verdad quieres ayudarnos, abre esta compuerta y llévanos al hangar de naves.

Freyja no dijo nada. Tan solo se limitó a accionar el cierre de la compuerta y esta se abrió. Los soldados humanos ya estaban listos para correr a su salvación pero todos pararon en seco.

—Vaya, vaya. Si son los fugitivos que nos faltaba por capturar.

Un orgulloso Loki, acompañado por el mayor ejercito que uno pudiera imaginar, les esperaba fuera.


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