Capitulo 14- La Vanguardia nunca se retira. (Parte 2)
25 de Abril de 2665. Sistema Lornar. Planeta 0-4, nombre en clave "Karnak". 13:27.
Tina Hughes caminaba con paso firme. Siguieron las huellas que habían visto hasta aquella extraña formación rocosa, compuesta de empinadas lomas y misteriosas figuras rojizas. El silencio reinaba en aquel inhóspito lugar. Tan solo el susurrar del viento arrastrando la árida arena, era lo único audible. Ella, Habib y el resto de la unidad miraban a un lado y a otro, buscando cualquier posible rastro de Walker o los otros. El equipo siguió adentrándose, notando como la tensión aumentaba a medida que no encontraban a alguien. La preocupación en Hughes era cada vez mayor.
Habib, al verla, se le acercó.
—¿Estás bien?—preguntó el sargento árabe.
La chica, consternada, miró hacia abajo. Sus ojos azules brillaban levemente, por la tristeza que le embargaba. Buscó alguna pista, una señal que indicase donde podrían estar Walker. Avanzó varios metros y vio como algo se movía en el suelo. La arena se hundía un poco, como si algo se moviese por debajo. La chica se empezó a poner nerviosa. Aquello le gustaba cada vez menos.
—Sargento Habib—dijo la joven asustada.
El sargento acudió a la llamada de Tina y cuando vio la arena moverse de ese modo, supo que las cosas no iban a salir bien. Que esa decisión que había tomado, al final no fue la acertada. Notó el sudor recorriendo toda su piel y como su corazón se aceleraba con cada pulsación. Miró a la cabo Hughes, quien cada vez respiraba mas intranquila, y en cuyos ojos se podía leer perfectamente la expresión del horror más grande jamás imaginado.
Fue un instante de leve tiempo inapreciable para cualquiera. Tal vez un simple pestañeo de ojos o ver formarse una gota de agua. Pero en ese leve instante, vieron como un descomunal monstruo acorazado de brillante color negro se lanzaba directo por ellos. Con sus cuatro brazos provistos de pinzas y su cola acabada en aguijón apuntando hacia delante, aquella abominable criatura iba a por ellos. Ante esa situación, Tina solo pudo pensar en lo cerca que estaba del fin, y en lo poco que había hecho.
25 de Abril de 2665. Sistema Lornar. Planeta 0-4, nombre en clave "Karnak". 13:28.
Estaban bajo tierra. La oscuridad lo envolvía con un frío manto de negrura. Aun se filtraba algo de luz del agujero que Gómez había abierto, así que Walker pudo ver con mejor facilidad donde se encontraban. Era un túnel semicircular, el suelo era recto. Todo parecía liso y era posible que se tratase de alguna especie de estructura metálica. Algo construido por las Quimeras, y tenía sospechas de saber para qué, lo cual, le atemorizaba.
—¿Cómo supiste que debíamos ir por aquí, Gómez?—preguntó insegura Hollander.
—Cuando estábamos en la formación rocosa, vi salir al primero de ahí, y me tope con el extraño cilindro. Supe que debía ser eso lo que les permitía entrar—contestó el de inmediato.
Esto, inquietó a Sonya bastante. De hecho, el soldado se comportaba de forma muy extraña. El agujero se cerró tras ellos, dejándoles completamente a oscuras. La sargento encendió una pequeña linterna que se sacó de un compartimento del pantalón y se la colocó en el hombro. Gómez y Hollander también encendieron las suyas y junto con Walker, empezaron a avanzar por ese inhóspito lugar.
Caminaban con paso firme, mirando cada palmo del lugar, por si hallaban alguna posible salida. Pero no encontraban nada. Siguieron avanzando hasta que a mitad de camino escucharon algo. Fue una pequeña detonación, como si alguien hubiese hecho explotar alguna clase de explosivo. Escucharon más detonaciones y Walker se puso en guardia. Sacó de su pernera su pistola con puntero laser. Lo mismo hicieron los otros dos soldados. Continuaron caminando, tratando de descubrir de donde procedían esos ruidos. De repente, notaron un leve temblor. Hollander apuntó su arma hacia arriba. Todos esos ruidos estaban teniendo lugar sobre sus cabezas.
16 de Mayo de 2655. Sistema Nyris. Planeta Koris II. 04:07.
Despertó de forma repentina al escuchar el fuerte sonido de las sirenas. Todos sus compañeros, que dormían en literas contiguas, despertaron de forma muy brusca. Algunos que se encontraban en la de arriba, tropezaron y cayeron al suelo. Confusos y adormilados, se pusieron en pie. De repente, las puertas se abrieron con mucha fuerza.
—Soldados, en formación, ¡ya!—gritó el sargento Hopper.
Sonya tenía los ojos aun cerrados. Se frotó la cara con una mano, y fatigada, miró al sargento, quien caminaba de un lado para otro.
—Escuchadme. Lo que ninguno de nosotros había estado deseando que llegara, se ha producido—Sus palabras sonaban fatalistas—. Un destacamento de fuerzas de los Gélidos ha aparecido sobre el planeta y se dispone a atacarnos.
Todos se pusieron en tensión. Nadie deseaba que algo así fuera a suceder. Eran jóvenes, estaban en pleno entrenamiento y tenían nula experiencia en combate real. Y ahora, su tan temido enemigo hacia acto de presencia.
—Sé que muchos de vosotros no deseabais que vuestra primera batalla tuviera lugar de este modo.- Dijo mirando serio a todos los reclutas—. Pero no nos queda otra alternativa. Ahora, id a las taquillas para poneros vuestros trajes con protección incorporados y luego pasaros por la armería para que os entregan vuestras armas. Es momento de luchar.
Sin tiempo que perder, los jóvenes comenzaron su avance para prepararse. Sonya estaba muy nerviosa. Aquello no seria una simulación ni una batalla de mentira como la que habían tenido ese día. No. Esto era real, y en una batalla como esta, podrían morir. Inquieta, seguía al resto de sus compañeros. A su lado, Stalios la miraba.
—Hey, ¿estás bien?—preguntó este.
Nerviosa, solo le contestó con una negación.
—No eres la única—dijo este sonriendo aunque no con mucha confianza.
Todos llegaron a los vestidores y recibieron los uniformes que supondrían. Eran de color marrón claro con motas verdes, perfectas para camuflarse en el ambiente en el que se hallaban. Empezaron a desnudarse y a ponerse los uniformes. Pese a que hombres y mujeres estuviesen en el mismo sitio, no había tiempo para irse a otra sala. Tenían que estar listos. Eso, no evitó que los hombres mirasen a sus compañeras femeninas. Y ellas tampoco desaprovechaban la oportunidad para ver a sus compañeros. Walker prefería no mirar, ya que sabía que Stalios la estaría observando, aunque no sería el único.
Ya con sus ropas puestas, los soldados fueron a la armería para entregarles las armas. Sonya recibió un fusil de asalto Sable Modelo III, una pistola reglamentaria, un cuchillo, granadas cilíndricas explosivas y granadas cegadoras. La chica miro el arma que tenía entre sus manos. Alargada, de color gris metálico y mira cilíndrica de visor verde, esta arma estaba cargada con armas de verdad. Nada tenían que ver con los fusiles aturdidores e las fases de entrenamiento. Estas armas mataban.
A su lado, Stalios sostenía con cierta algarabía su fusil. Parecía sentirse poderoso con ella entre sus manos. El resto de soldados también se mostraban igual o de no ser el caso, estaban muy nerviosos. Walker también lo estaba. Era la primera vez que lucharían y su entrenamiento aun no había concluido. Muchos habían oído hablar de las batallas que protagonizaban los soldados de Infantería Básica contra los Gélidos y los Inmortales, pereciendo muchos en ellas o en caso de sobrevivir, con terribles secuelas, tanto físicas como psicológicas. Walker miraba al resto de sus compañeros.
A su lado izquierdo, Zanahoria conversaba con Blancanieves. Chop Suey estaba un poco más lejos, hablando con un par de chicas. Mikonos no estaba tanto, y en cuanto la vio, le dedicó una sonrisa a la chica con el pelo tentacular, esa a la que llamaban Calamar. Miró a todos ellos, y se preguntó cuántos volverían a la base, sanos y salvos y cuantos acabarían muertos en el campo de batalla.
De repente, la recia voz del sargento Hopper puso a todos firmes. El hombre apareció ataviado con un traje recubierto de placas metálicas en los brazos, piernas y torso. Llevaba una gorra de color verde añil. Se colocó delante de los jóvenes soldados, listo para darles otro pequeño discurso. Su rostro marcado de arrugas mostraba ahora la rudeza impasible del hombre.
—Muy bien reclutas. Sé que este no era el momento en que muchos teníais pensado luchar. De hecho, aun os faltaban unos años para que participaseis en el primer combate real, pero las cosas no siempre son como deseamos—se quedó en silencio y moviéndose de un lado a otro, observando a cada soldado—. Una gran nave del Linaje Congelado se ha posado sobre Koris II y las fuerzas que transportaba han atacado dos de nuestras bases. Un contingente enemigo se dirige ahora hacia la nuestra. Tardaran en venir menos de diez minutos. Espero que estéis preparados.
De repente, una potente explosión hizo temblar todo. Todos los jóvenes se pusieron más nerviosos de lo que estaban. Más explosiones tuvieron lugar, haciendo tambalear la base. La última sonó tan fuerte que parecía que el edificio fuese a derrumbarse. Muchos, se agazaparon, temerosos. Walker vio como Porter se había escondido debajo de una mesa.
—Zanahoria, si crees que eso va a salvarte de una detonación de plasma, la llevas clara—le espetó Hopper inclemente.
Todos se volvieron a poner en pie, por orden del sargento, quien les ordenó marchar.
—¡Oficial Childs!—gritó con fuerza— Llévese usted a un grupo, yo dirigiré el otro.
Un hombre de piel negra con una frondosa barba se llevó a un grupo, en el cual iba Blancanieves. Este miró a sus amigos, viendo como les separaban. Walker sintió que esa podría ser la última vez que lo vería.
—¡Soldados, andando!—gritó Hopper, y todos comenzaron a seguirle.
Cruzaron la base de una punta a otra y salieron al exterior. Era de noche, pero la oscuridad que la acompañaba se veía iluminada por el estridente brillo azulado de las explosiones protónicas que los Gélidos estaban lanzándoles. Algunas muy cerca de la base. Hopper llevó al grupo hacia la entrada y la atravesaron. No muy lejos de allí, vieron las trincheras que ellos mismos habían excavado, y en donde ahora, se encontraban varios soldados. El sargento, les ordenó que se metieran dentro de estas. Sonya se apoyó contra la fría tierra, colocando el fusil sobre esta, apuntando a lo que fuese a acercarse. Miró a su lado, y vio a Sakura, pegando su espalda contra la pared de la zanja. Estaba muy nerviosa y de hecho, dos lágrimas caían de sus ojos. Notó lo angustiada que estaba la chica japonesa. Iba a decirle algo, pero la estruendosa voz de Hopper puso a todos en alerta.
—¡Ya vienen!—dijo el líder militar con fuerza.
25 de Abril de 2665. Sistema Lornar. Planeta 0-4, nombre en clave "Karnak". 13:29.
Tina Hughes sentía el ferroso sabor de la sangre en su boca. Tendida sobre la caliente arena, su rostro se pegó sobre aquel granoso y áspero suelo. Respiraba intranquila, con cada bocanada sentía como su pecho se oprimía más y mas. Se había roto algo, pero desconocía que podría ser. Alzó la cabeza, mientras escuchaba los, en apariencia, lejanos sonidos. Más allá, entre las formaciones rocosas, el descomunal escorpión negro masacraba a sus compañeros. Ella fue lanzada, nada mas apareció este, a varios metros de distancia de un fuerte golpe. Y era la afortunada.
A lo lejos, la gran bestia acorazada de color azabache blandía sus cuatro pinzas y su larga cola de punzante aguijón, diezmando al resto de soldados. A uno lo agarró de una pierna y de un brazo, y se los arrancó de cuajo. Otro, disparaba con su fusil de asalto, pero la criatura le asestó un fuerte golpe con la cola, que lo lanzó hacia atrás. Luego, clavó su aguijón en el pecho del soldado. El ultimo que aun quedaba en pie, aunque herido por el monstruo, le disparo con el lanzagranadas de su fusil, causando una explosión que parecía aturdir a la criatura. Pero en realidad, esta se había sumergido bajo la arena. El soldado apuntó su arma, atento a por donde podía aparecer el escorpión gigante. Entonces, justo bajo sus pies, la horrible bestia irrumpió, agarrando al indefenso soldado por las piernas. Emitió un fuerte grito de horror, mientras era arrastrado bajo el interior de la ardiente arena.
Ella vio horrorizada aquel decrepito espectáculo. Volvió a pegar su rostro contra la arena y empezó a llorar. Muy pronto llegaría su turno y Tina ya no tenía más fuerzas para continuar. Solo quería que todo acabase rápido y no sufrir en el proceso. Pensó en Walker, la sargento mayor. Tan solo esperaba que estuviese bien y pudiera seguir su misión. Le decepcionaba no poder acompañarla. Solo esperaba que estuviera bien.
Sintió su cuerpo levantarse bruscamente. Pensó en que el escorpión le había atrapado. Creyó que la partiría en dos con solo cerrarla. Pero no sintió una dura pinza en su cintura. Lo que noto fueron unos fuertes brazos que la sujetaban con firmeza. Se levanto y con algo de dificultad comenzó a andar. Vio que quien la estaba moviendo era el sargento Habib. Quien estaba vivo. No llevaba puesto el casco, y en la frente tenía una herida de la que manaba sangre. Su fusil lo llevaba colgando de la espalda. Ella logró recoger el suyo, que no estaba demasiado lejos, y fue tras el sargento. Ambos sabían que esa criatura estaba bajo sus pies, siguiéndoles paciente para matarles.
25 de Abril de 2665. Sistema Lornar. Planeta 0-4, nombre en clave "Karnak". 13:30.
El sonido de disparos y explosiones parecía haber cesado. Confusa, Walker miró a Gómez y Hollander, quienes no sabían muy bien que decirle.
—Continuemos—dijo ella.
El grupo prosiguió su avance por el túnel, desconociendo que encontrarían más allá de este. De momento, el camino seguía uniforme, sin atisbo de que fueran a hallar alguna salida u otro sendero. Mientras atravesaban el lugar, Gómez se detuvo. Walker, al ver esto, se volteó, extrañada por la rara aptitud del cabo. Se le acercó y vio que este comenzó a toquetear la pared.
—Dijeron que nos enviaban para averiguar cosas de estos seres —comentó mientras pasaba sus manos por la pared—. Pues quizás hayamos averiguado algo.
Las manos de Zack se apoyaron en algo. Sus dedos se deslizaron por una leve rendija que se abrió en la pared. Empezó a tirar, abriendo poco a poco aquella misteriosa entrada, que ella dedujo, debía de tratarse de una puerta.
—Hollander, ayudémosle—dijo Walker.
Ambas mujeres ayudaron a Zack a abrir la puerta. Una vez hecho esto, entraron dentro. La oscuridad y el silencio dominaban aquel sitio. Alumbrando con sus linternas, vieron que se trataba de una especie de sala, con varias repisas pegadas en las paredes. La habitación tenia forma poliédrica, y justo en su centro, había una estructura cilíndrica que les llegaría hasta la cintura. De forma repentina, las paredes de la habitación comenzaron a iluminarse con una luz purpurea. De las repisas comenzó a emanar un brillo violáceo intermitente. Todos se miraban incapaces de interpretar lo que ocurría. En ese instante, de las repisas comenzaron a emanar extrañas figuras, letras, símbolos de colores rosados, que se extendían por toda la sala. Walker vio que algunos parecían mapas de ciudades, de túneles e incluso del mismo planeta. Vio esta como una buena oportunidad para poder guiarse mejor por ese complejo. Fue a decirse a sus dos acompañantes, cuando una estridente voz relampagueo en sus mentes.
—¡Cirascus!—decía la voz con urgencia y rapidez.
Sonya llevó las manos a sus sienes. Sentía un repentino dolor de cabeza. Lo mismo que Hollander y Gómez. Abrió los ojos con cierta dificultad y se giró a sus dos soldados para preguntarles si lo habían escuchado también, cuando la voz regresó, estrepitosa.
—¡Cirascus!—repitió esta de nuevo.
Sonya empezó a preguntarse si eso sería alguna especie de sistema de defensa o algo parecido. La voz siguió sonando, aunque ya no les molestaba tanto como antes. Entonces, se fijó en la pieza del centro, el semicilindro, de cuya base parpadeaba una luz violeta clara. Curiosa, se acercó a esta, y pudo ver, como de la base, comenzaban a ascender una serie de fibras líneas que comenzaron a formar una misteriosa figura. Se quedó observándola, expectante, hasta que vio con horror que era lo que aquel holograma representaba. Ante sus ojos, tenía al monstruoso escorpión de cuatro pinzas, que les había perseguido sobre la superficie. Miró horrorizada esa horrible imagen, preguntándose en qué clase de lugar había entrado.
—Cirascus—volvió a repetir la misma voz.
Walker concluyó, o al menos eso creía ella, que Cirascus debía de ser el nombre de aquel ser. Fu en ese instante, cuando Hollander la llamó.
—¡Sargento, venga a ver esto!—llamó la chica con urgencia.
La sargento se acercó hasta donde el cabo y la soldado se encontraban. En una de las repisas, vieron una representación tridimensional de la formación rocosa donde ellos se habían resguardado. Vieron como dos siluetas corrían huyendo de algo. Ese algo se encontraba bajo sus pies. Se trataba del escorpión negro, que les seguía bajo tierra, dispuesto a acabar con ellos. Observando con más atención, pudo ver como la imagen se acercaba, hasta comprobar que los perseguidos eran anda menos que el sargento Habib y la cabo Tina Hughes. Volvió su vista a sus acompañantes quienes tampoco daban crédito.
—Cirascus—dijo de nuevo la misteriosa voz.
Walker comenzó a mirar. Esa voz tenía que proceder de algún sitio. No por el sonido, ay que esta parecía proceder del interior de su mente, sino quien la emitía. Debía estar aquí. Entonces vio un cristal justo detrás de ellos. La sargento se volvió a sus dos soldados para darles la orden. De ahí era de donde debían proceder sus enemigos.
16 de Mayo de 2655. Sistema Nyris. Planeta Koris II. 04:14.
Las explosiones no dejaban de sucederse. Estelas de color azul intenso destellaban con intensa fuerza. El polvo envolvía todo, impidiendo ver apenas más allá de unos metros. Walker esforzaba su vista, pero lo máximo que podía ver no eran más que unas etéreas siluetas. Varios disparos de plasma azulados hicieron que la chica buscase refugio en la zanja. Agazapada, miró a la derecha y su piel se erizó. Pudo ver el cuerpo sin vida de Zanahoria. Su pelo anaranjado, por el cual recibió tan peculiar mote, ardía como parte de la gran quemadura que tenía en medio rostro. Sony apartó la mirada asqueada. A su lado, la temerosa Sakura Kitano, ahora disparaba con rabia contra los Gélidos.
—¡¡Morid, bastardos alienígenas!!—gritó con furia la japonesa.
Sonya volvió asomarse y ya vio a los Gélidos muy cerca. Hasta ahora, solo los había visto en vídeos que les habían mostrado en la Academia. Pero aquí, en el campo de batalla, su aspecto les hacia temibles. Envueltos en armaduras azules y purpuras, armados con largas lanzas que disparaban bolas de plasma azul, estos se movían por escuadrones, cubriéndose unos, para dejar avanzar a otros. Ya estaban tan cerca.
La desesperación hizo que Walker fuera presa de una locura asesina. Todo su cuerpo se tenso en un solo instante, para acto seguido dejarse llevar por el fragor de la contienda. Sus manos empuñaron su arma y comenzó a descargar su furia sobre sus enemigos. Vaciaba toda la munición, recargaba. Esta acción la repetía de forma mecánica, como si la hubiesen programado para hacer esa actividad de forma exclusiva y con una gran perfección. Pero los enemigos, lejos de menguar, aumentaban en número. El miedo se apoderó aun más de ella, y como si sintiera que todo fuera a acabar. Cogió una granada y la lanzo. Más volaron por el aire, cayendo a los pies de los Gélidos. Estos, al verlas, echaron a correr, pero ya era tarde. Estallaron en una serie de explosiones, que envolvieron todo en polvo y humo.
Logró cubrirse. Los oídos le pitaban un poco y el olor a quemado inundo su nariz. La chica se levanto y pudo ver el estropicio provocado. Delante, yacían los cuerpos de decenas de Gélidos. Algunos muertos, otros aun vivían, pero gravemente heridos. Se arrastraban por el suelo, hablando en su idioma, tal vez lamentándose por tan horrible sufrimiento. Walker respiró algo aliviada, pero sabía que lo peor no había pasado. Y así era.
El suelo comenzó a temblar. Desde la distancia, se podía ver como varios vehículos de los Gélidos llegaban. Eran alargados, con la parte delantera acabada en punta y de color negro. Drakkars. Se detuvieron a quince metros de donde estaban ellos y abrieron sus compuertas. Del interior, comenzaron a surgir decenas de Gélidos, dispuestos a acabar con los soldados de Vanguardia. A Walker el alma se le resquebrajó.
—¡Vamos soldados, resistid!—gritó con ímpetu Hopper.
Todos abrieron fuego. Muchos enemigos cayeron nada más acercarse, pero por cada Gélido muerto, tres ya estaban más cerca. A Sonya le temblaba todo el cuerpo. Quería huir, echar a correr sin mirar atrás, pero, ¿Dónde esconderse? No había sitio al que escapar. La iban a matar, todo ya estaba sentenciado.
—¡Recuerden soldados!—rugió Hopper con fuerza—¡La Vanguardia nunca se retira!
Entonces, él y otros cinco soldados surgieron del interior de la zanja y se lanzaron contra sus atacantes. Una lluvia de plasma ardiente masacró a la mayoría. Para sorpresa de todos, Hopper aun seguía en pie. Herido en un brazo y pierna, el veterano militar avanzó imparable. Mató a dos Gélidos, tiró una granada que mato a otros cuatro y masacro a otros tres. Recibió tres disparos. Dos en el pecho y uno en el vientre que empezaron a quemarle, pero siguió adelante. Emitiendo un fuerte alarido, Hopper golpeó a un Gélido con su fusil, y tras vaciar lo que quedaba en su cargador sobre él, sacó su pistola y comenzó a matar a más. Los Gélidos la tomaron con él y varios, blandiendo sus lanzas, empezaron a atacarle. Mató a uno, luego a otro, pero para cuando quiso darse cuenta, las lanzas de estos atravesaron su cuerpo. Dos clavadas por su espalda, una sobre su hombro, y la última se hundió en su pecho. Sangre le brotó de la boca. Se tambaleó, a punto de caer, pero con su última exhalación, clavó su cuchillo en la cabeza de uno de ellos, antes de cerrar los ojos para siempre.
Walker lo vio todo, con lágrimas en los ojos. Platón tenía razón en eso de que son los muertos quienes presencian el fin de una guerra. Y ella estaba a punto de verlo. Los Gélidos se abalanzaron sobre las zanjas. Masacraban todo lo que encontraban a su paso. Escuchó los gritos de dolor y horror. Todos eran jóvenes, no tenían experiencia en combate y, sin embargo, estaban muriendo de la forma más deleznable posible. Notó alguien a su lado. Alzando la vista, vio que era un Gélido, listo para matarla. Ya no tenía más ganas de resistirse, solo quería que todo acabase. Que la pesadilla concluyera.
25 de Abril de 2665. Sistema Lornar. Planeta 0-4, nombre en clave "Karnak". 13:32.
Tina y Mohamed corrían desesperados. Detrás de ellos, una estela de arena se levantaba, señalando que el Cirascus iba directo por ellos. Cada vez más cerca. Asustada, Tina miró al sargento Habib, quien la agarró del hombro con firmeza.
—Escúchame Hughes. Escala a una de esas rocas, y envía una señal de socorro. Yo le entretendré—dijo mirándola fijamente a sus ojos.
Ella no sabía que decir. Tan solo pudo mirar como Habib iba por la horrible criatura. Esta, alzo sus cuatro pinzas, castañeándolas, como si se preparase para iniciar una sangrienta carnicería. Habib apuntó su arma.
—¡Ven por mí, cabronazo!—gritó él con fuerza.
La cabo ya se disponía a echar a correr, cuando de repente, un chillido hizo que desistiera. Al volverse, vio que el Cirascus parecía estar tambaleándose. Blandía sus pinzas hacia todas partes, su cola latigueaba el aire. Habib se mantenía apartado, apuntado con su rifle por si el escorpión se le acercaba, pero eso no parecía ocurrir. La bestia giraba sobre si misma, daba vueltas de forma extraña. Hughes no podía creérselo.
Entonces, el sargento hizo algo. Cuando el Cirascus se colocó frente a él, sacó una granada de su interior, la última que le quedaba. El monstruo abrió su boca, dejando un perfecto orificio al descubierto. Habib accionó el botón de detonación, y esperó. Acto seguido, lanzó la granada, que se introdujo en la boca del Cirascus, y estalló. La cabeza del ser se abrió en dos. Sangre verde y masa gelatinosa se dispersaron por todas partes. La chica quedo horrorizada, al ver como las vísceras del ser, de color azul, colgaban de la herida abierta. La criatura se tambaleó un par de veces, y finalmente cayó al suelo. Hughes se acercó al sargento. Ninguno, daba crédito a lo que acababa de pasar.
16 de Mayo de 2655. Sistema Nyris. Planeta Koris II. 04:15.
En ese mismo instante, la cabeza del Gélido explotó, dejándolo todo empapado en sangre purpura. Un sonido de disparos intensos y potentes explosiones inundo sus oídos. Sobre su cabeza, una descomunal nave Cóndor, se alzaba todopoderosa. De su interior, saltaban robots de ataque frontal clase Goliat. Altos, de cabina ovoide, con largos brazos acabados en ametralladoras y lanzamisiles, y recias piernas, los autómatas hacían retumbar el suelo al caer sobre él. Con sus ametralladoras, masacraban a sus enemigos, y con sus misiles destruían sus vehículos. Mientras tanto, naves Buitre descendían por decenas sobre el yermo campo de batalla. De su interior, soldados de Infantería Básica bajaban para eliminar la resistencia que quedase y buscar supervivientes. En apenas unos minutos, el curso de aquella confrontación había cambiado por completo.
Sintió como alguien la llevaba. Nerviosa, se revolvió, pensando que el enemigo la había atrapado, pero enseguida se tomó cuenta de que se trataba de un soldado de Infantería Básica, que la estaba acercando a uno de los Buitres. Respiró más tranquila. Algo dolorida, se intento mover para caminar, pero el soldado le dijo que no se moviese, que se podía hacer daño. Con su mirada, buscó a alguno de sus compañeros, pero no vio a nadie. Eso la desesperó. Intranquila quiso volverse para buscar a Stalios o a Sakura, pero aquel hombre la metió dentro del Buitre y la sentó. Le puso el cinturón y se colocó a su lado.
—Tranquila, no tienes nada de que preocuparte. Ya estamos a salvo.- Dijo él con voz tranquilizadora.
A lo lejos, pudo ver a Stalios. Tenía una venda en la cabeza, envolviendo su frente y el ojo derecho. Al menos, estaba vivo. Mas aliviada, se recostó y suspiró un poco.
—¿Cómo te llamas?—preguntó su misterioso salvador.
—Sonya Walker—contestó ella con una leve sonrisilla. Estaba un poco avergonzada.
—Vaya, que nombre más potente. Y bonito.
Sonya se ruborizó un poco. Aunque era más mayor que ella, le sorprendía la audacia del tipo para hablarle.
—¿Y el de mi salvador, como es?—preguntó ella curiosa.
—Sargento Jason Carville, soldado de Infantería Básica—dijo él con una amplia sonrisa.
—Carville—murmuró Sonya—. Sabes, es de esos nombres que nunca se olvidan.
El Buitre siguió su trayecto. Walker no aparto la mirada de Carville. Sabía que tarde o temprano, volvería a ver a ese hombre. Desconocía cuando, pero sería más tarde que pronto. Pero cuando lo hiciese, las cosas cambiarían de un modo que ni ella misma podría imaginar.
25 de Abril de 2665. Sistema Lornar. Planeta 0-4, nombre en clave "Karnak". 13:35.
—Ya están a salvo—dijo con alivio Hollander.
A su lado, Sonya Walker observaba con los brazos cruzados. En su mente, no dejaron de pasar los mismos recuerdos, las mismas vivencias de sus primeros años en la Vanguardia. Y las palabras que Hopper le dijo, "La Vanguardia nunca se retira". Tenía razón, ellos eran los únicos que jamás podían caer. Eran la esperanza de la raza humana. Miro al holograma. Miró a Tina. Seguía viva. Pese a haber perdido a casi toda la dotación, la misión continuaría. Recogerían información sobre la Estirpe Cambiante y la llevarían al Alto Mando. Con ella, vencerían a todos sus enemigos y salvarían a los seres humanos.
—Bien, ahora busquemos el modo de contactar con ellos—dijo Walker mientras se apartaba una tira de su pelo.
—¿Cómo lo haremos?—preguntó Hollander interrogante.
—Tenemos un amigo que nos lo dirá.
En la otra habitación, Gómez apuntaba a un Quimera, al a cual habían atacado, tras descubrir que era quien controlaba mentalmente a los Cirascus a través de telepatía. Y ahora, esa criatura con cabeza de ave y sangre ocre manándole del pico, sería quien le desvelaría los secretos de su especie.
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