Capitulo 14- La Vanguardia nunca se retira (Parte 1)
25 de Abril de 2665. Sistema Lornar. Planeta 0-4, nombre en clave "Karnak". 13:04.
Todo parecía arder. El calor aumentaba. Según el medidor de su muñeca, debían de haber unos 36 grados centígrados. Iba a explotar de seguir intentando sobrellevar tan cargante clima. Las gotas de sudor caían por su frente, mejillas, brazos. Notaba el tacto de la caliente roca contra su piel, que además era dura y áspera. No le gustaba. Miraba a un lado y a otro. El paisaje era el mismo, uniforme y simple. Más allá de todas aquellas formaciones rocosas, se extendía el descomunal mar de arena. Dunas y más dunas componían tan minimalista entorno y eso, la desilusionaba aun más.
Miró hacia abajo, hacia la arena que había entre medias de las formaciones rocosas. Sabían que estaban allí, acechando, a la espera de que pusieran un pie en tierra. Entonces surgirían y se los llevarían con sus grandes pinzas y largas colas. Esos horribles escorpiones negros habían acabado con casi toda su unidad, excepto a ella, a Hollander y a Gómez. Los únicos supervivientes. Los observo a ambos. Mientras Hollander se encontraba inclinada, apoyando su brazo en la roca y asomada hacia el vacío para ver al igual que ella, Gómez estaba retraído. Aun notaba el miedo en sus ojos, algo que seguramente se acrecentó tras el segundo ataque. Su miedo era más que evidente, y cuando miró a la sargento, supo que su ayuda no iba a ser nada útil. Tendría que vigilarlo por si acaso. Pero ahora su mente, no dejaba de pensar en Tina. ¿Donde se encontraría su joven amiga?, ¿Estaría bien? Más valía que el sargento Habib la estuviera protegiendo.
Pero en ese instante, otro vino a su mente, uno que le hizo recordar sus viejos tiempos, de cuando no era más que una joven recluta de 17 años, preparándose para entrar en el entrenamiento avanzado de Vanguardia.
13 de Mayo de 2655. Sistema Nyris. Planeta Koris II. 11:00.
—Recordad esta frase con mucha atención, ya que no solo es el lema principal de este cuerpo, sino también una valiosa lección que debéis de memorizar bien en vuestras cabezas. ¡La Vanguardia nunca se retira!—decía con voz muy fuerte y autoritaria el sargento Russell Hopper.
Él y unos sesenta jóvenes reclutas de Vanguardia se encontraban en el Fuerte Knox, una base militar de las cien repartidas por el planeta Koris II, perteneciente a un sistema solar situado en la galaxia de Andrómeda, una de las galaxias más cercanas a la Vía Láctea. Este mundo era el lugar emblema de la Vanguardia. En el año 2612, durante el Conflicto Colonial, una de las primeras unidades de Vanguardia tuvo que resistir el ataque del ejército androide de la compañía Industrias Geondrex. Cincuenta hombres y mujeres aguantaron encarnizadamente los embistes enemigos durante una semana entera. Aunque al final, perecieron, su perniciosa oposición permitió a las fuerzas de la Confederación reagruparse para después lanzar el contraataque final, con el cual lograron una importante victoria que aceleró la conclusión de aquella guerra. Por ello, el planeta fue utilizado para el entrenamiento avanzado de Vanguardia, donde los aspirantes finalizaban su formación y pasaban a ser nombrados como soldados de este cuerpo, haciéndoles recitar un juramento y siendo condecorados. Su superficie, contenía una mezcla variada de entornos, junglas y zonas de montaña, aunque también había desiertos y pantanos y marismas. Estos lugares eran perfectos para someter a los jóvenes a largas y extenuantes campañas, para que fueran haciéndose a la idea del o que sería combatir en un entorno hostil contra un enemigo imparable. Todo ello, lejos de las cómodas simulaciones por ordenador, que aunque cómodas, no eran capaces de transmitir esa sensación de realidad peligrosa que un campo de batalla debía tener.
El sargento Hopper era un hombre de complexión fuerte, que con su metro ochenta de estatura impresionaba bastante. Los jóvenes reclutas miraban impertérritos a semejante hombre, casi parecía un descomunal titán que los ensombreciese con su grandiosa figura. Algunos temblaban. Sonya miró a su amigo, Giorgio A. Stalios. El joven muchacho griego de pelo corto rubio pero tez morena parecía no tener miedo del sargento, a pesar de los fuertes gritos que profería. Potentes rugidos, que en cambio, hacían que la joven chica se estremeciera de pies a cabeza.
—Somos la Vanguardia, el cuerpo de élite de la Confederación. La división militar más importante de todo el ejército humano. Nuestras misiones siempre son las más difíciles, las más arriesgadas, las suicidas. Nunca hay esperanza de sobrevivir, pero eso no nos acobarda, sino que nos da fuerzas para seguir adelante, para luchar contra nuestro enemigo, para cumplir con éxito nuestra misión, ya que de nosotros depende la victoria en esta horrible guerra que libramos. —Quedó callado por un leve instante— Así que sobre vosotros va a recaer el peso de todas esas batallas, de toda esta maldita contienda. Y mi responsabilidad, es que vosotros os convirtáis en soldados de primera, que masacren enemigos con solo pestañear una vez y que cada misión sea solo un paseo. Pero eso si.... espero que vosotros pongáis de vuestra parte. ¿Lo habéis entendido?
—¡Señor, si señor!—gritaron los reclutas al unísono.
Hopper no cambió la expresión de su cara. Siguió mirando a todos los jóvenes sin apenas pestañear. Algunos ya estaban tan nerviosos, que parecían a punto de entrar en pánico.
—Me parece que no os tomáis esto demasiado en serio, ¿verdad?—dijo mientras se acercaba a la fila.
Se puso justo delante de un joven chico de pelo anaranjado que llevaba hacia arriba.
—¿Tú? —preguntó mirándole fijamente— ¿Cuál es tu nombre?
—¡Soldado Porter, señor!—gritó el chico nervioso.
—Te he preguntado tu nombre, ¡pedazo de idiota! —bramó el sargento con mucha más fuerza.
—Emile, señor... Emile Porter—contestó el chico algo balbuceante.
—¿Emile? —dijo el sargento Hopper con rostro disgustado— Parece nombre de retrasado. Mejor te llamaremos zanahoria. Te parece bien, ¿Zanahoria?
—Señor, si señor—contestó el chico, ya totalmente avergonzado.
Sonya sabía exactamente lo que Hopper pretendía. Humillarlos del modo más inhumano posible. Minar su autoestima para que así supieran lo que sería el deterioro psicológico cuando estuvieran en el campo de batalla. Allí, no habría medias tintas. Deberían tener nervios de acero para aguantar el horrible escenario que se les presentaría cuando fuesen combatir.
Uno a uno, Hopper humilló a cada soldado, poniéndole un mote realmente insultante y duro. Motes, que además, obligaría al resto de regimiento a usar. El de Stalios le hacía mucha gracia. Le había puesto Mikonos, cosa que estaba deseando ella de llamarle. De lo que no era consciente la joven chica, era que el instructor ya estaba muy cerca de ella y pronto le tocaría su turno. De hecho, en un suspiro, el rostro de facciones marcadas y arrugadas del sargento estaba justo delante de ella. Podía notar la respiración intensa que emitía, como lo haría un elefante encolerizado. Tembló.
—Y tú muchacha, ¿Cómo te llamas?—preguntó mas calmado esta vez.
—Walker, Sonya Walker—respondió ella, algo dubitativa.
—Tienes un pelo muy raro —señaló el sargento, tocando las tiras de color marrón muy oscuro que ya llevaba—. Parecen tentáculos. Ya sé, te voy a llamar Calamar. ¿Qué te parece?
Escuchó algunas risitas. Miró a Hopper, quien no había cambiado la expresión de su rostro para nada y le contestó. Tras eso, el sargento comenzó a gritarles que les patearía bien sus prietos culos si no les hacían caso. Que él era la máxima autoridad y que cualquier acto de insubordinación sería castigado con limpiezas de letrinas o largos paseos por las podridas ciénagas del hemisferio sur del planeta. Les dio al orden de recoger sus pertenencias y dirigirse a las barracas donde descansarían en los próximos tres años. Mientras ella recogía sus cosas, sintió la mirada de Stalios sobre ella. Esta le miró, y vio como una picara sonrisa se formaba en el rostro del muchacho. Sabía como la llamaría durante todo ese tiempo.
25 de Abril de 2665. Sistema Lornar. Planeta 0-4, nombre en clave "Karnak". 13:05.
—Señor, le aseguro que a la sargento Walker le ha debido de ocurrir algo muy grave.—dijo una muy preocupada Tina Hughes al sargento Habib.
El hombre miró fijamente a la chica rubia, esperando poder hacerle entender que sus órdenes eran permanecer allí, sin moverse.
—Llevan sin contestar desde hace un largo rato—argumentaba de forma vehemente la cabo.- ¿Y si les ha ocurrido algo?
—¿Qué pretende que haga, cabo Hughes?—preguntó Habib mirándola con sus profundos ojos negros.
—Usted que cree sargento. —La chica se le notaba preocupada, pero decidida en lo que decía — Ir por ellos.
Al sargento Habib le costaba aceptar lo que esa chica le decía. Pero tenía razón. Hacía más de una hora que habían perdido contacto con Walker y el grupo. 10 hombres y mujeres que habían desaparecido sin más. Ni los sargentos Tanaka y Ortega le habían respondido. Era evidente que algo grave había debido ocurrir. Sin dejar de pensarlo, decidió actuar por cuenta y riesgo, así que ordeno a todo el equipo que desmontaran el campamento, y partiesen al lugar donde se suponía que el escuadrón Tango había desaparecido. Miró a la cabo Hughes. Esta le sonreía, muy contenta por la decisión tomada. El sargento árabe esperaba que fuese la correcta.
15 de Mayo de 2655. Sistema Nyris. Planeta Koris II. 17:30.
La tupida jungla envolvía todo en una silenciosa oscuridad, solo ofuscada por algún rayo de luz que se filtraba entre las mullidas ramas del so arboles. Para ser aquella una selva de otro planeta, tenía un gran parecido con las de la Tierra. De hecho, los arboles eran muy similares. Grandes, de troncos cilíndricos y ramificaciones que se extendían a partir de esta, su parecido con las plantas terrestres era muy evidente, pero la extraña forma de sus hojas, unos extraños bulbos de color azul oscuro, dejaban bien claro que este era un mundo alienígena.
Sonya Walker, ataviada con un traje militar con casco y armadura de placas pegadas a su cuerpo, avanzaba con algo de dificultad por ese ambiente cenagoso. Parecía una soldado de Infantería Básica, pero las misiones a las que eran sometidos, estaban lejos de ser parecidas a la de esta unidad militar. Miró a sus compañeros, que al igual que ella, caminaban con dificultad por tal agreste terreno.
—De verdad, ¿no había peor sitio al que mandarnos para recuperar los supuestos datos que el otro equipo custodia?—dijo bastante molesto, Eugene Porter, ahora Zanahoria para el resto.
—Bueno Zanahoria, al menos no estamos en los fríos parajes del norte. ¡Allí si que serías una verdura congelada!—bromeó Franklin Chitundu, al cual el sargento había puesto el sobrenombre de Blancanieves.
—Seguro que ni así dejaría de quejarse—intervino Sakura Kitano, una chica japonesa.
—¡Cierra el pico Chop Suey! —le gritó Zanahoria.
Todos reían, ajenos a la misión que debían cumplir. Todos, excepto Stalios, que iba delante de ellos. El si estaba centrado en el objetivo. Avanzaba silencioso, sin hacer el más mínimo ruido. Se apoyó contra un árbol y se asomó. Delante, tenían un amplio claro, donde se podía ver una pequeña edificación de forma semicircular, dentro de la cual, se veía un pequeño ordenador. El objetivo era extraer toda la información de dentro y volver a la base con esta. Según el método usado y cuántos soldados cayeran, serian evaluados por ello.
—¡¡Callaos!!—dijo de forma autoritaria.
Todos se detuvieron, y miraron a Stalios. Este hizo una rápida seña con su mano, para indicar el objetivo, luego movió la mano a un lado y a otro, indicando que se cubrieran. Le hicieron caso. Sonya se colocó a su lado. Miraba fijamente al griego el cual, estaba plenamente concentrado en la misión. Desde siempre había reconocido que el chico tenía madera de líder, y desde luego, ahora lo estaba demostrando.
—El objetivo está justo en frente —habló el muchacho apodado como Mikonos—, pero debemos tener cuidado. Es seguro que deben estar vigilándolo.
—Entonces, ¿qué hacemos?—preguntó Sonya algo indecisa.
Pensativo, Stalios evaluó la situación, buscando una posible estrategia que les permitiera llevar a cabo la misión sin sufrir bajas. Entonces, Porter se incorporó y fue directo hacia el objetivo.
—¡¡¡Zanahoria!!!—gritó Kitano— Vuelve aquí. ¿Quieres que nos maten?
—Estoy harto de esperar —dijo él, agitado—. No hay nadie. Tenemos vía libre.
—¡¡¡Maldito gilipollas!!!!—profirió con un fuerte chillido Walker.
Porter, ajeno a los gritos de sus compañeros, se adentró en el claro. Stalios y el resto se incorporaron, pero este les ordenó que no avanzasen. Zanahoria caminaba muy lentamente, hasta acercarse a la edificación donde se encontraba la información. Vio dentro del semicírculo, el ordenador en el cual se encontraba la información a extraer. Se giró hacia sus compañeros y les hizo una seña de que todo estaba tranquilo. Se sacó el puerto USB, donde guardaba el virus que usarían para piratear el ordenador y preparó el otro, que usaría para guardar la información extraída. Ya estaba todo listo, preparado para cumplir lo ordenado, cuando escuchó un chasquido. El sonido de algo cargándose, de una acumulación pertinaz de energía que sería liberada en cualquier instante. Y entonces, escuchó el silbido, rápido y fugaz. Notó su cuerpo agarrotarse, sus músculos contrayéndose de forma violenta. Se convulsionó, notando como toda fuerza en su interior desaparecía. Se volvió a sus compañeros, que impertérritos, miraban la horrible escena. Quedó tendido en el suelo, con los ojos ampliamente abiertos y una mueca de sorpresa en su rostro.
—Mierda, ¡nos atacan!—gritó alborotado Stalios.
Una fuerte oleada de raspantes silbidos recorrió el lugar. Los disparos sónicos de los fusiles aturdidores obligaron al grupo a ponerse ha cubierto. Escuchaban el estridente sonido de estos impactando contra rocas y arboles. Stalios apretaba con fuerza sus dientes en una clara mueca de amenaza. Sonya se asomó levemente, buscando a sus atacantes. Pero nada, estos se habían ocultado. Muy bien. Nerviosa, miró a su compañero, esperando que él tomara una decisión. Ahora era el líder y sobre él, recaía el peso del éxito o el fracaso de la misión.
Pero lo que vio fue a Franklin Chitundu poniéndose en pie. El muchacho, de figura alta y musculosa, resultaba impresionante a la vista, intimidando con su gran figura. Este, empuñó su rifle y profirió un fuerte grito.
—¡Blancanieves, vuelve!—gritó Kitano desesperada.
Sonya logró agarrarla a tiempo, ya que esta se iba detrás de Franklin. El chico negro, sin embargo, continuó corriendo, y la emprendió a tiros con sus invisibles contrincantes, quienes seguían sin dar muestra de querer descubrirse. Ya en el exterior, Blancanieves disparaba a un lado y a otro, gritando a sus enemigos que se revelasen. Pero la única respuesta que recibió, fue una tormenta de disparos sónicos que impactaron por todo su cuerpo, que hicieron que se retorciese de dolor, y acabara cayendo también al suelo.
—¡Chitundu no! —exclamó impotente Mikonos.
Walker lo miró. Sabía que las cosas no estaban saliendo mejor de lo esperado, pero tenían que aguantar. Aunque fuesen tres, aun podían ganar. Más disparos llegaron a su posición, obligándoles a ponerse a cubierto. Desesperada, Sonya apuntaba con su arma intentando acertar a sus enemigos. Buscaba el punto de origen de los disparos, para así atisbar donde se ocultaban los tiradores. No tardó en ver moverse algo en la espesura. Vio la pierna de una chica sobresaliendo tras un árbol. Sin dudarlo, apuntó con la mira holográfica del fusil.
—Te tengo—susurró para sí misma, y apretó el gatillo.
La chica cayó al suelo, agarrándose la dolorida pierna, a causa de la fuerte descarga eléctrica lanzada por el fusil. Sonya disparó una segunda vez y la chica quedó inconsciente.
—¡Buen disparo, Calamar!—le dijo un enorgullecido Stalios.
La miraba con una amplia sonrisa en la cara. Giorgio era un chico muy apuesto y divertido. Los dos se llevaban muy bien y habían intimado bastante. Había empezado a verlo como algo más que un simple amigo. Pero todos esos bonitos pensamientos se desvanecieron cuando vio en el rostro de Stalios el dolor más intenso mostrándose. El chico griego se tambaleó para un lado, y su cuerpo quedó tendido en el suelo.
—¡Stalios no!—gritó horrorizada Sonya.
La chica buscaba reanimarlo, pero era inútil. El impacto del disparo sónico en la cabeza provocaba una pequeña parálisis de la cual solo se podía salir o tras un largo y reparador descanso o con estimulantes. Y Sonya no llevaba ninguna potente droga encima.
Furiosa, agarró su fusil y se pego contra una roca, dispuesta a derrotar a sus enemigos. Los disparos iban y venían. Buscaba objetivos que derribar, pero no llegaba a ver alguno. Nerviosa, vio como Kitano se reincorporaba, colocándose a su lado.
—¿Que mierda vamos a hacer?—preguntó muy nerviosa la japonesa.- Es inútil, no podemos derrotarles.
—Aguantaremos lo necesario—respondió decidida Sonya.
—Si tú lo dices.
Lucharon con todas sus fuerzas. Gastaron casi todas las baterías del arma. Sonya consiguió tumbar a otro contrincante, pero entonces, notó que Kitano se tocaba el brazo mucho.
—¿Qué te ocurre?—preguntó a la japonesa.
—¡Me han dado, joder!—gimoteó Chop Suey.- No puedo disparar.
Los ataques del enemigo cesaron. No se escuchó ni un solo tiro. Ambas se miraron preocupadas. Sonya pensó que tal vez estaban flanqueándolos, tal vez preparándose para atacar por otro sitio. Agarro su arma, y se preparo para vigilar cada lado. Entonces, sonó una voz.
—A los supervivientes del otro equipo—dijo un hombre—, si queréis sobrevivir, rendiros. Salid fuera y tirad vuestras armas. No seréis lastimados, os lo prometemos.
Sonya miró a Kitano. Sakura no parecía nada convencida, pero en el fondo, todo ya estaba perdido. Se levantó y se disponía a slair, cuando la japonesa la cogió del brazo.
—No lo hagas—le dijo con voz suplicante.
La miró. Su rostro de preocupación. Sonya le sonrió, dándole a entender que no pasaría nada. Comenzó a caminar. Fuera, en el claro, tres soldados, dos hombres y una mujer, la estaban esperando. Miro al suelo, donde estaban perfectamente colocados Porter y Franklin, completamente inconscientes. Se quedo justo en frente de sus enemigos. Estos la apuntaban. Sonya tiró el fusil a un lado y extendió sus manos, en clara señal de rendición.
—Bien hecho Calamar. Ahora, ¡muere!
La expresión en el rostro de Sonya cambió de forma repentina. Antes de poder recoger su arma, los soldados la cosieron a tiros. Sintió su cuerpo recibiendo decenas de golpes que la impulsaron hacia atrás, cayendo al suelo bocarriba, perdiendo el conocimiento en el acto.
15 de Mayo de 2655. Sistema Nyris. Planeta Koris II. 17:54.
—La misión ha sido todo un fracaso —dijo muy serio el sargento Hopper—. Vosotros, el equipo atacante, habéis demostrado una gran incompetencia para llevar a cabo la misión. Insubordinación, falta de cooperación, inexistencia de disciplina, y, lo que es peor, un comportamiento infantil y desvergonzado.
Walker, Stalios, Kitano, Chitundu y Porter permanecían callados en formación, mientras el sargento les lanzaba la monserga. Todos se mantenían erectos, intentado no perder la compostura, pese a la arenga que les estaba soltando su instructor.
—¡Y vosotros queréis pertenecer a la Vanguardia! Si os tuviera a mi lado en el campo de batalla, ¡me suicidaría de solo pensar que mi vida dependería de inútiles como vosotros!
Los ojos del sargento se posaron en Sonya. Esta, al notar la afilada mirada de su superior encima, se tensó aún más de lo que ya estaba.
—Recluta Walker, he visto que tú has hecho un buen trabajo. Has eliminado a un soldado y herido a otro. Tienes dotes—La chica se relajó un poco—. Pero si crees, Calamar, que eso te va a librar de servir la cena con tus compañeros durante una semana, la llevas clara. Y ahora, id a los Buitres. Volvemos a la base.
Fastidiados, los cinco reclutas fueron hacia las naves, que esperaban para llevarlos de vuelta a Fuerte Knox. Se subieron en ellas, he iniciaron el ascenso. Mientras veían como aquella oscura y profunda jungla se alejaba, Stalios se dirigió a Walker, que se encontraba justo frente a él.
—Buen trabajo—comentó.
Sonya le sonrió muy contenta. Los dos se quedaron así, mientras las naves seguían su recorrido. Mientras, en el horizonte, una potente luz de color azul oscuro iluminaba el gris cielo. Algo se acercaba.
25 de Abril de 2665. Sistema Lornar. Planeta 0-4, nombre en clave "Karnak". 13:23.
Walker seguía acostada. Su cabeza apoyada contra la dura y cálida roca le hacía sentir incomoda, aunque más incomodo era recordar todas aquellas vivencias, mas era eso lo que la mantenía cuerda. Trataba de pensar en algún modo de escapar, pero todo eran callejones sin salida. Si Hopper la viera ahora, seguramente la sermonearía por ser tan inútil. De repente, una voz la saco de su ensimismamiento.
—¡Sargento Walker!—gritó muy nerviosa la soldado Hollander.
—¿Qué ocurre?—preguntó Sonya con preocupación.
—Es Gómez —dijo esta muy nerviosa y asustada.- Ha bajado.
No dudó en correr hasta donde estaba el hombre. Bajo sus pies, el cabo andaba sobre la arena, con la cabeza mirando al suelo, como si estuviera buscando algo.
—Cabo Gómez, suba aquí ahora mismo. No me obligue a bajar—le advirtió la sargento.
Pero este no le hizo ni caso. Vio que recorría la gran estructura de la formación rocosa, registrando cada palmo de esta, como si quisiera encontrar algún objeto perdido.
—¡Aquí esta!—gritó estridente el hombre.
Walker no entendía nada. Solo vio como Gómez tocaba algo, y de repente, escuchó un leve temblor. Alarmada, miró a un lado y a otro, esperando ver aparecer a los horribles escorpiones negros, pero nada sucedió. En cambio, escucho de nuevo a Zack, llamándolas a ella y a Hollander. Se asomó y vio a Gómez, levemente inclinado.
—Rápido sargento, no tenemos mucho tiempo—le urgió el cabo.
Walker y Hollander bajaron, aunque esta miraba atenta a cualquier posible señal de presencia enemiga. Miro a Gómez, que agachado, manipulaba algo. Enseguida se tomó cuenta de que era otra pequeña estructura cilíndrica parecida a la que ella encontró. En ese mismo instante, comenzó a escuchar otro sonido. Justo a su lado, la arena comenzó a hundirse y un agujero se formó. Sonya no podía creerse lo que veía. Como Gómez había sido capaz de algo asi, era inimaginable.
—¡Rápido, dentro! —gritó el cabo.
Tanto él como Hollander saltaron dentro. Walker, indecisa, miraba. Al final no se lo pensó ni dos veces y se metió, aun si saber a donde les conduciría tan extraño orificio.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro